Hoy es el V Domingo después de Pentecostés (V Domingo de Mateo), y está dedicado a los Santos Padres Teoforos del IV Concilio Ecuménico en Calcedonia (451). Tono de la semana: 4º. Evangelio de Maitines: 5.
San Pablo |
APOSTOLES. Epístola de San Pablo a Tito 3, 8-15.
8. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.
9. Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho.
10. Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo,
11. sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.
Instrucciones personales.
12. Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir a mí en Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno.
13. A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte.
14. Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.
Salutaciones y bendición final
15. Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe.
La gracia sea con todos vosotros. Amén.
Apóstol San Mateo |
EVANGELIO. San Mateo 5, 14-19.
La luz del mundo
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Jesús y la ley
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

HOMILIA I. DOMINGO DE LOS SANTOS PADRES DEL IV CONCILIO ECUMÉNICO
Del libro "Háblame, Cristo. Mensajes para jóvenes de los Evangelios de los Domingos" Archim. Apóstolos J. Tsoláki
EN EL DOMINGO DE HOY FUE ESTABLECIDO POR LA IGLESIA CELEBRAR la memoria de los 630 padres “portadores del Espíritu de Dios” (del gr. “θεοφόρος”, [zeofóros]) del IV Sínodo Ecuménico. Este fue convocado en el año 451 d.C. en Calcedonia, durante el reinado de los emperadores Marciano y Pulquería. En él fue declarado el dogma “Cristológico”, se condenó la herejía del Monofisismo y se trató el tema de la organización eclesiástica.
Los Padres del IV Sínodo Ecuménico, como continuadores de la obra y de la enseñanza de los santos Apóstoles y también de los Padres anteriores a ellos se reunieron y condenaron la herejía confesando la fe correcta y la enseñanza de la Iglesia.
La enorme obra, la cual nos entregaron con sus enseñanza y sus escrituras, pero también con sus vidas y sus acciones, constituyen los dotes espirituales, después de la Santa Escritura, a los cuales nos llama la Iglesia a dirigirnos.
La lectura evangélica de hoy está tomado de la homilía de Cristo en la montaña y tiene como objetivo mostrarnos la obra espiritual de los Santos Padres.
Siguiendo los mandamientos de Dios los Santos Padres del del IV Sínodo Ecuménico, pero también el resto de Padres de la Iglesia, llegaron a la “teognosía” o conocimiento de Dios guiando hacia este camino a los hombres de su época pero también a los posteriores que quieran tomar este camino y llegar a la salvación.

Cristo, dirigiéndose a sus discípulos, les dice que son la luz del mundo, dada la relación que tenían con El. El mismo Cristo se asemejó a sí mismo con la luz del mundo, declarando que “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Jn 8,12)
Cristo, como fuente de la luz, ilumina el corazón y la mente de los hombres, sacándoles de la oscuridad del pecado.
Sin embargo el mero conocimiento de la verdad no salva al hombre. Es necesario avanzar y mostrar esta verdad a los demás hombres de su alrededor con su fe y con su obra.
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Viendo los hombres las buenas obras de los que siguen a Cristo, glorifican a Dios Padre y creen en la divinidad de Jesús Cristo.
De este modo se cumple el objetivo de la presencia de Jesús Cristo en la tierra, que es la salvación de todos los hombres. La vivencia de las verdades de la fe no se confronta como una idea, sino que es vivida y aplicada en la vida del fiel. Respecto a este punto debemos estar atentos porque existe peligro de autojustificación de los fieles respecto de sus obras. Los fieles no debemos olvidar que nuestro salvador es solo Cristo y no las buenas obras que hagamos, por muchas que sean.
Estas expresan solo el reconocimiento y agradecimiento nuestro por la salvación, no son una condición previa ni un medio para adquirirla. Esto se consigue con lucha y con mucho intento y siempre con la ayudad de Dios.
La enseñanza de Cristo constituye para cada hombre el camino seguro que le llevara a la salvación. La enseñanza de Cristo, junto con sus mandamientos, permanecen como verdades eternas que no se pasan con el tiempo, como se pasan los distintos imperios o las distintas civilizaciones.
Su aplicación en nuestras vidas no constituyen algo inalcanzable, algo que no podamos conseguir, basta solo con que lo pretendamos y que pidamos la iluminación del Espíritu Santo, de modo que vivamos de acuerdo a ellas.
La afirmación de muchos hombres de hoy en día de que algunos de los mandamientos de Dios no pueden aplicarse en nuestra actual sociedad consumidora en la que vivimos, encuentra su respuesta en la Lectura Evangélica de hoy. En ella hemos escuchado a Cristo decir que quien cancele uno solo de estos mandamientos, y se lo enseñe así a los hombres, será denominado como el más pequeño en el Reino de los Cielos. Mientras que los cumpla y los enseñe, será llamado grande en el Reino de los Cielos.
Conociendo Cristo la naturaleza enferma del hombre, no nos hubiese dicho esto, si no pudiésemos nosotros cumplir sus mandamientos. Por lo tanto esta excusa no es correcta, y está basada en el deseo de los hombres por satisfacer sus diferentes pasiones, incluso si son contrarios a los mandamientos de Dios.
El Evangelio de hoy nos llama a una concienciación de nuestro cristianismo. Los Santos Padres constituyen las figuras que aplicaron y cumplieron la voluntad y los mandamientos de Dios.
Desempeñan un papel destacado en la lucha por preservar la correcta fe, luchando por la igualdad y la justicia en la sociedad en la que se encuentran, ayudando y apoyando de diversas maneras a quienes les necesitan y buscan su ayuda.
La lucha de los Santos Padres se transformó en práctica: no se quedó en teoría. A estos Santos Padres estamos nosotros también llamados hoy a imitarlos, caminando tras sus pasos como dignos continuadores de su trabajo.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Jesús y la ley
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
HOMILIA I. DOMINGO DE LOS SANTOS PADRES DEL IV CONCILIO ECUMÉNICO
Del libro "Háblame, Cristo. Mensajes para jóvenes de los Evangelios de los Domingos" Archim. Apóstolos J. Tsoláki
EN EL DOMINGO DE HOY FUE ESTABLECIDO POR LA IGLESIA CELEBRAR la memoria de los 630 padres “portadores del Espíritu de Dios” (del gr. “θεοφόρος”, [zeofóros]) del IV Sínodo Ecuménico. Este fue convocado en el año 451 d.C. en Calcedonia, durante el reinado de los emperadores Marciano y Pulquería. En él fue declarado el dogma “Cristológico”, se condenó la herejía del Monofisismo y se trató el tema de la organización eclesiástica.
Los Padres del IV Sínodo Ecuménico, como continuadores de la obra y de la enseñanza de los santos Apóstoles y también de los Padres anteriores a ellos se reunieron y condenaron la herejía confesando la fe correcta y la enseñanza de la Iglesia.
La enorme obra, la cual nos entregaron con sus enseñanza y sus escrituras, pero también con sus vidas y sus acciones, constituyen los dotes espirituales, después de la Santa Escritura, a los cuales nos llama la Iglesia a dirigirnos.
La lectura evangélica de hoy está tomado de la homilía de Cristo en la montaña y tiene como objetivo mostrarnos la obra espiritual de los Santos Padres.
Siguiendo los mandamientos de Dios los Santos Padres del del IV Sínodo Ecuménico, pero también el resto de Padres de la Iglesia, llegaron a la “teognosía” o conocimiento de Dios guiando hacia este camino a los hombres de su época pero también a los posteriores que quieran tomar este camino y llegar a la salvación.
Cristo, dirigiéndose a sus discípulos, les dice que son la luz del mundo, dada la relación que tenían con El. El mismo Cristo se asemejó a sí mismo con la luz del mundo, declarando que “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Jn 8,12)
Cristo, como fuente de la luz, ilumina el corazón y la mente de los hombres, sacándoles de la oscuridad del pecado.
Sin embargo el mero conocimiento de la verdad no salva al hombre. Es necesario avanzar y mostrar esta verdad a los demás hombres de su alrededor con su fe y con su obra.
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
IV Sínodo Ecuménico, año 451 d.C. en Calcedonia
Viendo los hombres las buenas obras de los que siguen a Cristo, glorifican a Dios Padre y creen en la divinidad de Jesús Cristo.
De este modo se cumple el objetivo de la presencia de Jesús Cristo en la tierra, que es la salvación de todos los hombres. La vivencia de las verdades de la fe no se confronta como una idea, sino que es vivida y aplicada en la vida del fiel. Respecto a este punto debemos estar atentos porque existe peligro de autojustificación de los fieles respecto de sus obras. Los fieles no debemos olvidar que nuestro salvador es solo Cristo y no las buenas obras que hagamos, por muchas que sean.
Estas expresan solo el reconocimiento y agradecimiento nuestro por la salvación, no son una condición previa ni un medio para adquirirla. Esto se consigue con lucha y con mucho intento y siempre con la ayudad de Dios.
La enseñanza de Cristo constituye para cada hombre el camino seguro que le llevara a la salvación. La enseñanza de Cristo, junto con sus mandamientos, permanecen como verdades eternas que no se pasan con el tiempo, como se pasan los distintos imperios o las distintas civilizaciones.
IV CONCILIO ECUMENICO EN CALDEDONIA (451) |
Su aplicación en nuestras vidas no constituyen algo inalcanzable, algo que no podamos conseguir, basta solo con que lo pretendamos y que pidamos la iluminación del Espíritu Santo, de modo que vivamos de acuerdo a ellas.
La afirmación de muchos hombres de hoy en día de que algunos de los mandamientos de Dios no pueden aplicarse en nuestra actual sociedad consumidora en la que vivimos, encuentra su respuesta en la Lectura Evangélica de hoy. En ella hemos escuchado a Cristo decir que quien cancele uno solo de estos mandamientos, y se lo enseñe así a los hombres, será denominado como el más pequeño en el Reino de los Cielos. Mientras que los cumpla y los enseñe, será llamado grande en el Reino de los Cielos.
Conociendo Cristo la naturaleza enferma del hombre, no nos hubiese dicho esto, si no pudiésemos nosotros cumplir sus mandamientos. Por lo tanto esta excusa no es correcta, y está basada en el deseo de los hombres por satisfacer sus diferentes pasiones, incluso si son contrarios a los mandamientos de Dios.
El Evangelio de hoy nos llama a una concienciación de nuestro cristianismo. Los Santos Padres constituyen las figuras que aplicaron y cumplieron la voluntad y los mandamientos de Dios.
Desempeñan un papel destacado en la lucha por preservar la correcta fe, luchando por la igualdad y la justicia en la sociedad en la que se encuentran, ayudando y apoyando de diversas maneras a quienes les necesitan y buscan su ayuda.
La lucha de los Santos Padres se transformó en práctica: no se quedó en teoría. A estos Santos Padres estamos nosotros también llamados hoy a imitarlos, caminando tras sus pasos como dignos continuadores de su trabajo.
HOMILIA II. Domingo de los 630 santos padres portadores de Dios (teoforos) del IV Concilio Ecuménico en Calcedonia.
Archimandrita Atanasio Miitilineos
https://youtu.be/SxUhNLZiPNA?si=PoX7Nuz_Ak8GyCZ-&t=512
(8:32) Veamos entonces, qué tenemos que hacer. Tenemos primero que conocer el contenido de nuestra fe, como es interpretado por la Iglesia y dentro de la Iglesia. No olvidemos que las herejías nacieron ante el intento de interpretar el logos de Dios según el gusto de cada uno, como cada uno pensase, como cada uno quisiera. La Iglesia interpreta el Evangelio y es la tesorera de correcta interpretación.
Cuando surgieron las herejías, como nuestra Iglesia hoy celebra la memoria de los 630 santos padres portadores de Dios (teoforos) del IV Concilio Ecuménico celebrado en Calcedonia, para establecer el dogma de las dos naturalezas de Cristo, esencialmente para refutar el monofisismo, defendiendo que Jesús es perfecto Dios y es perfecto hombre. Porque en el tema de Arrio fue vulnerada la divinidad de Dios por el arrianismo, y en el I Concilio Ecuménico hizo hincapié en la perfección de la divina naturaleza de Jesús.
El IV Concilio Ecuménico, cristológico el primero, cristológico también el cuarto, viene a afirmar la perfección de la humana naturaleza de Cristo.
Es decir, exactamente lo contrario de lo que decía Arrio, lo dicen ahora nuevos heréticos, como Eutiquio, Dioscoros, etc. Entonces como observáis, todo esto había sido ya entregado a la Iglesia. Muchos piensan que con motivo de los concilios la Iglesia adquirió nuevos dogmas. No existe un engaño mayor. Queridos, estos dogmas habían sido ya entregados y depositados en la Iglesia. Siempre la iglesia creyó que, por ejemplo, Jesús Cristo es perfecto hombre y perfecto Dios, es decir perfecto Teántropo. Cuando surgió el asunto, entonces la Iglesia se vio forzada, en concilio, a refirmar esta verdad. Esta verdad, esta fe, no es nueva, no viene a la luz con la existencia de un concilio, simplemente es la ya existente y entregada en la Iglesia. Es la fe de la iglesia, y viene ahora un concilio a ratificar y corroborar lo que la iglesia desde anteriormente ya creía. No son entonces cosas nuevas. Cómo es aquello que dicen algunos de que si los dogmas tal y los dogmas cual y los concilios…y lo rechazan todo. Qué terrible cosa es esta. Y piensan que son cosas inamovibles.
Inamovibles son, porque la verdad es inamovible. Y si os fijáis en los filósofos, esto piensan, que la verdad es inamovible, inalterable, no es posible cambiarla. ¿Cómo entonces tu querrías que la verdad se cambia y los dogmas los consideras oxidados, obsoletos e inútiles, incluso un supuesto obstáculo para la extensión de tu fe y de tu vida cristiana dentro del mundo actual?
Pero, queridos, os diría, dos cosas: el desconocimiento y el egoísmo. Y si alguno es egoísta con egoísmo diabólico, se volverá herético y persistirá en su herejía.
La mayoría sin embargo, no se mueven así. La mayoría, la gran mayoría, nuestros fieles, se mueven por desconocimiento. No conocen el contenido de la fe.
Dice San Juan Crisóstomo que la ignorancia de las Sagradas Escrituras - "también provocó herejías, esto también introdujo una vida corrupta, esto crea el desorden de todo, todo lo pone al revés". ¿Por qué? No estudiamos no leemos suficientemente el logos de Dios. No conocemos el contenido de nuestra fe. Es trágico. Es trágico llamarnos cristianos y no conocer el contenido de nuestra fe. Querría deciros un ejemplo: decidme por favor, hoy en las profesiones… ¿no aprendemos algo sobre la historia de nuestra profesión, no tenemos esa curiosidad? La historia de una ciencia siempre se enseña. En la universidad, la historia de cada ciencia, historia de la medicina, historia de la física, etc. Tú, hermano, ¿no tienes la curiosidad de aprender la historia del cristianismo?
Hoy no puede alguien vivir y ser un buen científico - hace falta dinero, y tener los atributos- si no conoce bien su trabajo. Si no renueva sus conocimientos, porque los conocimientos continuamente son renovados, en cada profesión.
Hermano, ¿no tienes la curiosidad de aprender el contenido de tu fe? ¿No te has preguntado nunca de dónde vengo y a dónde voy? ¿quién soy? ¿qué significa “hombre”? ¿Por qué existo, a dónde me dirijo? ¿Cuál es mi destino? ¿Cuál es mi objetivo? ¿Casarme? ¿Tener hijos? Después moriré. Después mis hijos, tendrán hijos ellos también, y después morirán. Pero esto ya no tiene relación con nuestra persona, sino con nuestro género. No tiene relación conmigo, sino con la generación. Pero yo, como persona, ¿qué pasará conmigo? ¿Todo acabará? ¿Es decir estoy seguro de que todo acabará? ¿No tengo a curiosidad entonces de conocerlo?
La Escritura me ayudará. El estudio del logos de Dios, los Padres (de la Iglesia) son la llave. Porque es la interpretación de la Santa Escritura dentro de la Iglesia y con la Iglesia. Porque si no tengo esta llave, para estudiar la escritura, y empiezo a estudiarla y a comprenderla como yo quiero, entonces observáis queridos que rápidamente me convertiré en herético.
Entonces me pervertiré, me desviaré. Diré un ejemplo. Vamos a un funeral, de un hombre que ha fallecido, familiar o amigo nuestro, y al marcharnos decimos: “Eh, así es la vida, todos vamos a morir. Es nuestra última vivienda el sepulcro”. Hermano mío, ¿es tu última vivienda el sepulcro? De verdad, ¿todos moriremos? ¿Realmente este nuestro destino, el morir?
¿No oyeron tus oídos hermano, “Cristo ha resucitado, y los que están en los sepulcros e ha regalado la vida”? ¿No te ha llegado nunca esto a tus oídos? ¿Cómo escuchas la Liturgia? ¿Cómo escuchas los servicios eclesiásticos y las fiestas del año? ¿Cómo lees la Santa Escritura?
Dice el Señor, “mirad cómo escucháis, atended lo que oís”. Y si queréis, exactamente este conocimiento es la piedra de toque* para toda herejía.
* Piedra de toque, sirve para conocer la pureza de un material
No es necesario estudiar las herejías, permitidme que os diga que no hace falta. ¿Conoces la verdad? Entonces lo falso que venga entonces pruebas lo falso con lo verdadero que posees, y dirás: esto es falso. ¿Has aprendido a reconocer el oro? Entonces si te encuentras ante bronce con mezcla de oro, dirás: esto no es oro. Así, queridos, el conocimiento de las Escrituras es la piedra de toque de la verdad.
Pero hemos de conocer no sólo la verdad, sino también el contenido, vivir el contenido de nuestra fe. Porque de otro modo creamos hombres intelectuales. No olvidemos que son hombres que se ocupan del conocimiento superior de las Escrituras, pero no viven lo que estudian. Tienen que vivirlo. No olvidemos que el logos de Dios no viene a restaurar (el nous), sino que viene para salvar al hombre por completo. Que se convierta en nuestra sangre, que se convierta en nuestro cuerpo.
Este logos de Dios ha de alimentarnos, y hemos de vivirlo, pero no solo cumpliendo los mandamientos de Dios de un modo moralista. No, sino que hemos de conseguir lo que dice el apóstol Pablo: renovarnos. “… Y renovaos en el espíritu de vuestra mente,y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. (Ef. 4, 23-24). Transformaros, con la renovación del espíritu vuestras mentes (de vuestro nous). Y en otro sitio dice: “Y nosotros tenemos nοus de Cristo y conocemos las señales de satanás”. ¿Cuál es este nous de Cristo? Es el que me convierta en un pequeño Cristo. Que piense como piensa Cristo.
¿Os han dicho alguna vez, queridos, que piensas como tal persona, y que os parecéis mucho en mentalidad? Si os han dicho esto es lo mismo que decimos ahora. Que reconozca el otro que pienso como piensa Cristo; esto quiere decir tengo nus de Cristo. No pienso de modo distinto. Actúo como actuaría Cristo.
No son cosas lejanas estas, no digamos que: “¿yo, ser comparado con Cristo?”. Queridos no se trata de comparación, sino que se trata de imitar, de llegar, de convertirme en Cristo, lo que pueda, lo que llegue.
IV CONCILIO ECUMENICO EN CALDEDONIA (451). ICONO RUSO
Continuamente, constantemente. ¿ Para qué pensáis que tuvo lugar la humanización de Dios? No diré palabras indebidas… ¿por los ojos negros? ¿Así para que lo miremos, así por gusto? El Hijo de Dios se hizo hombre por dos motivos:
Primero, para que veamos su vida y la imitemos. Para traer el Evangelio sobre la tierra. Esto significa, para traer el modo de vida del Cielo de arriba sobre la tierra, y que es posible aplicar el Evangelio sobre la tierra.
Segundo, es ontológico. Con su humanización, salvar nuestra existencia al completo de la muerte y la corrupción, y ser resucitados, y encontrarnos en el Reino de Dios y en su bienaventuranza. Este el motivo. ¿Qué decís, entonces? ¿Hemos de permanecer con el mínimo conocimiento? Con el conocimiento pobre, simplemente satisfaciendo nuestro nous? ¿Diciendo simplemente que lo estudiamos, sin aplicar lo que el logos de Dios dice?
Y algo más. Os dije anteriormente, nuestra Iglesia hoy celebra la memoria de los 630 santos padres portadores de Dios (teoforos) del IV Concilio Ecuménico celebrado en Calcedonia, frente a Asia Menor, desde Constantiopla, enfrente. Sabéis que los padres no sólo razonaban rectamente, no sólo vivían rectamente, sino que rectamente exponían la fe. Es decir ahora, hemos de presentar a los demás el contenido de nuestra fe.
Papa León I el Grande
Porque vienen continuamente hombres nuevos al mundo. Y deben so solamente los hombres nuevos, los niños, aprender la verdad, sino corregir a aquellos que no tienen un buen conocimiento del contenido de nuestra fe.
Y por lo tanto continuamente hemos de convertirnos en un misionero, en un trabajador apostólico. Decir siempre y en todas partes la verdad. ¿Habéis entrado alguna vez en un taxi, y que tenga el conductor una cruz colgada en el espejo retrovisor interior? ¿ herradura y una herradura con un cristal azul? ¿Lo habéis visto esto? Esto una fe errónea.
Este hombre no sabe exactamente qué cree. Cree que de la cruz sale un poder, pero del cristal azul y de la herradura sale otro poder, eh, si funciona la una, o funciona la otra, no importa, tenemos las dos, y la que funcione. ¿Le habéis dicho alguna vez al conductor, cuando habéis visto este fenómeno, que eso que hace no es correcto? Y una cantidad enorme de cosas como esta existen, que debemos siempre corregir. Atended sin embargo, no como acusadores o inspectores publicos….. No, queridos. Con mucho amor, con mucha hermandad, le corregiremos, sin ofender.
Incluso le diremos, que nos perdone, le diremos que quizás lo haya hecho sin darse cuenta… cuando lo decimos con amor, entonces ¿qué creéis? Un hermano corrige al otro, y entonces tendremos una comunidad cristiana, es decir la Iglesia de Cristo, la cual glorificará recta y correctamente, y también vivirá recta y correctamente.
Y no tenderemos este terrible fenómeno de dentro de la Iglesia, de que cada uno crea o viva como mejor les parezca. ¿No decimos en la Divina Liturgia que nos dé el Señor la unidad de la fe y la comunión con el Espíritu Santo? ¿Qué es esto? Aquí exactamente queridos está todo el ofrecimiento de la Iglesia.
Porque vienen continuamente hombres nuevos al mundo. Y deben so solamente los hombres nuevos, los niños, aprender la verdad, sino corregir a aquellos que no tienen un buen conocimiento del contenido de nuestra fe.
Y por lo tanto continuamente hemos de convertirnos en un misionero, en un trabajador apostólico. Decir siempre y en todas partes la verdad. ¿Habéis entrado alguna vez en un taxi, y que tenga el conductor una cruz colgada en el espejo retrovisor interior? ¿ herradura y una herradura con un cristal azul? ¿Lo habéis visto esto? Esto una fe errónea.
Este hombre no sabe exactamente qué cree. Cree que de la cruz sale un poder, pero del cristal azul y de la herradura sale otro poder, eh, si funciona la una, o funciona la otra, no importa, tenemos las dos, y la que funcione. ¿Le habéis dicho alguna vez al conductor, cuando habéis visto este fenómeno, que eso que hace no es correcto? Y una cantidad enorme de cosas como esta existen, que debemos siempre corregir. Atended sin embargo, no como acusadores o inspectores publicos….. No, queridos. Con mucho amor, con mucha hermandad, le corregiremos, sin ofender.
Incluso le diremos, que nos perdone, le diremos que quizás lo haya hecho sin darse cuenta… cuando lo decimos con amor, entonces ¿qué creéis? Un hermano corrige al otro, y entonces tendremos una comunidad cristiana, es decir la Iglesia de Cristo, la cual glorificará recta y correctamente, y también vivirá recta y correctamente.
Y no tenderemos este terrible fenómeno de dentro de la Iglesia, de que cada uno crea o viva como mejor les parezca. ¿No decimos en la Divina Liturgia que nos dé el Señor la unidad de la fe y la comunión con el Espíritu Santo? ¿Qué es esto? Aquí exactamente queridos está todo el ofrecimiento de la Iglesia.
La unidad de la fe es, que lo que creo, lo crea el otro, y el otro. La Fe de la Iglesia. ¿Y cuál es la comunión del Espíritu Santo? Es nuestro objetivo final, convertirnos en participantes, comulgantes del Espíritu Santo. Adquirir el Espíritu Santo. Tener Dios. Para vivir desde la vida presente en el Reino de Dios. Hacer del reino de Dios ante todo un hecho de nuestra existencia. Cerraremos dentro de nosotros el Reino de los Cielos, y cuando vayamos allí, al Reino de Dios, entonces él nos cerrará dentro de él.
Entonces veis así queridos, el día de hoy que nuestra Iglesia muestra a los 630 Padres teoforos, no es un acontecimiento que simplemente pertenece al pasado. Leía ayer por la noche, los términos doctrinales del IV Concilio Ecuménico. No son muy extensos. Son sólo cinco páginas de un libro. Es muy poco. Y allí están específicamente definidas todas las determinaciones sobre la Persona de Jesús Cristo. Entonces si todo esto poco a poco lo conocemos, de hecho si además queréis saber: en un momento dado, no entendí que era griego antiguo. No era bueno en griego antiguo. Cuando vi un “entonces” en griego antiguo, dije… esto es griego antiguo. Es decir, con otras palabras, quiero deciros, simplemente la educación básica que hayamos terminado, esta lengua la entendemos, creedme que la entendemos. Otra cosa ahora con esta calamidad, que nuestros hijos ya no saben griego antiguo. Digamos que no saben griego. Otro párrafo éste. Pero creo que debemos mantener siempre la buena batalla, de que estudiemos. De que preguntemos. Que hablemos el logos de Dios, que digamos “arton” (pan, gr. ant.), lo cual nos traerá al nivel del “kerigma”* y de todo lo depositado en la Iglesia.
* Kerigma, del gr. “kήρυγμα”, [kírigma]); es decir, de la proclamación y del anunciamiento del Evangelio.
No digamos “que seamos buenas personas”, hemos de conocer el contenido de nuestra fe, para conocer nuestro camino, para conocer nuestro recorrido. Así entonces, la presentación de los 630 Padres no es un recordatorio, una conmemoración de algo que pertenece al pasado, una memoria de museo, es una memoria viva. Los Padres de nuestra Iglesia existen y siempre existirán. Existen en el Reino de Dios. Existen con sus “kerigmas”, existen con sus promulgaciones y con sus dogmas. Existen en nuestras vidas, como guías en un camino difícil y una época difícil*, en que todo es deshecho, todo es trastornado, pero que debemos permanecer erguidos.
* Homilía grabada en 1980.
Los Padres entonces, son las luminarias, son los pilares, son los cimientos sobre los cuales nos basaremos, para confesar una recta fe, una recta vida, para que podamos conocer a Dios.*
* Literalmente, “για να είδομεν το προσωπο του Θεου”, para ver el rostro/Persona de Dios.
Homilía II obtenida de www.arnion.gr. Trducida por el equipo de La Ortodoxia es la Verdad.