A Apelles, Ampliato, Urbano y Narciso: "El arpa de cuatro cuerdas de los Apóstoles, priva silenciosamente a los espíritus como una clave".
A Aristóbulo: "Por tus palabras Aristóbulo cazaste almas, unido a Cristo, tu recompensa es solicitar la presa".
El treinta y uno los seis apóstoles encontraron su fin.
El 31 de Octubre la Santa Iglesia celebra las vidas de seis Santos Apóstoles cuya firme entrega a la predicación del Evangelio de Jesucristo nunca vaciló. Cinco de aquellos hombres fueron obispos, quienes pasaron sus vidas convirtiendo nuevos fieles y dirigiendo comunidades -y eventualmente, tres de aquellos fueron condenados a muerte por sus inquebrantables creencias.
Todos y cada uno de estos seis evangelizadores fueron miembros de Los Setenta, este gran número de discípulos bajo la orden de los Doce Apóstoles, quienes se dirigieron a todo lugar al poco tiempo de la Crucifixión de Jesucristo, con la misión de llevar la Buena Nueva del Cristianismo a los paganos alrededor del mundo.
El destino de estos seis santos varones fue diverso-en términos de ubicación geográfica y en su efectividad trayendo conversos a Cristo - pero todos ellos compartieron una característica en común: fueron hombres de fe quienes nunca disminuyeron su dedicación al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, sin importar cuán alto pudiera ser el precio que habrían de pagar por ello.
A Aristóbulo: "Por tus palabras Aristóbulo cazaste almas, unido a Cristo, tu recompensa es solicitar la presa".
El treinta y uno los seis apóstoles encontraron su fin.
El 31 de Octubre la Santa Iglesia celebra las vidas de seis Santos Apóstoles cuya firme entrega a la predicación del Evangelio de Jesucristo nunca vaciló. Cinco de aquellos hombres fueron obispos, quienes pasaron sus vidas convirtiendo nuevos fieles y dirigiendo comunidades -y eventualmente, tres de aquellos fueron condenados a muerte por sus inquebrantables creencias.
Todos y cada uno de estos seis evangelizadores fueron miembros de Los Setenta, este gran número de discípulos bajo la orden de los Doce Apóstoles, quienes se dirigieron a todo lugar al poco tiempo de la Crucifixión de Jesucristo, con la misión de llevar la Buena Nueva del Cristianismo a los paganos alrededor del mundo.
El destino de estos seis santos varones fue diverso-en términos de ubicación geográfica y en su efectividad trayendo conversos a Cristo - pero todos ellos compartieron una característica en común: fueron hombres de fe quienes nunca disminuyeron su dedicación al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, sin importar cuán alto pudiera ser el precio que habrían de pagar por ello.
San Estaquio
Fue el fiel asistente del Apóstol San Andrés, quien lo propuso como Obispo de Bizancio. Este intrépido evangelizador ayudaría a establecer la primera Iglesia Cristiana en Argyopolis, un floreciente suburbio de la gran capital Bizantina (que ahora forma parte de la actual Turquía, muy cerca de Constantinopla).
Nacido y criado en Jerusalén durante los primeros años posteriores a la Resurrección de la muerte de Cristo, el justo apóstol Estaquio se convertiría al Santo Evangelio gracias a San Andrés y algunos otros de los primeros discípulos. Posteriormente se haría cargo de la Sede Episcopal de Bizancio por más de 60 años.
Predicador poderosamente efectivo, este fiel ganador de conversos para Cristo recibió el reconocimiento de San Pablo al final de su Epístola a los Romanos. Así lo hace notar San Pablo en esta carta supremamente importante para los Cristianos de la Ciudad Eterna: " Saludad a Urbano, colaborador nuestro en Cristo; y a mi querido Estaquio" (Romanos 16,9).
Durante muchísimas generaciones el Santo Apóstol Estaquio ha sido el símbolo de la perfecta obediencia a la voluntad de Dios Todopoderoso. Trabajó sin descanso año tras año en la extenuante labor de manejar una iglesia creciente y convirtiendo al Santo Evangelio de Jesucristo a los cientos de residentes del área de Bizancio. A pesar de que no fue llamado al martirio su destino fue, de otras maneras, más difícil: el de sobrellevar el constante trabajo y las molestas privaciones que son partes necesarias del servicio como sacerdote y Obispo.
San Apelles
Sirvió por muchos años como Obispo de la ciudad griega de Heráclea, ubicada en la región de Tracia, después de haber sido ordenado por el Apóstol San Andrés. Su vida estuvo marcada por la lucha constante contra los paganos idólatras, quienes se mostraron bastante porfiados en su resistencia al Santo Evangelio. Pero este santo incansable trabajó sin cesar en la tarea bendita que le había sido confiada, por lo que fue recompensado con muchísimas conversiones antes de morir pacíficamente.
San Apelles nos provee un ejemplo irresistible de la abnegación y de la dedicación sin límites que se requiere como Obispo, quien debe poner en su diócesis las necesidades de todos antes que las suyas propias.
San Ampliato
Este humilde siervo de Dios pagó el precio más increíble que se pueda pensar por atreverse a predicar la Buena NUeva del Evangelio a los paganos, dentro y en los alrededores de la ciudad griega de Diospolis (Lida), la cual se encuentra a algunos kilómetros al noroeste de Jerusalén. Consagrado obispo por el Apóstol San Andrés, San Ampliato fue asesinado por los judíos y los griegos pagano enfurecidos por su negativa a adorar a sus falsos dioses. San Ampliato fue reconocido por San Pablo en la Epístola a los Romanos en la cual el Gran Apóstol se refiere a él como "mi amado en el Señor" (Romanos 16,8)
San Urbano
Fue un valeroso mártir cuya muerte gloriosa también se venera en este día. Consagrado para la Sede Episcopal en la región salvaje y montañosa de la Macedonia griega, San Urbano fue asesinado por los enojados helénicos debido a su insistente firmeza en la Verdad del Evangelio de nuestro Señor. Su entrega abnegada a la evangelización de los griegos se encuentra registrada por San Pablo en su Epístola a los Romanos (Romanos 16,9).
San Aristóbulo
Un querido hermano del original Apóstol Bernabé. Este audaz Palestino llevó la Buena Nueva de la muerte y resurrección de Cristo hasta la región más occidental del continente europeo, al tiempo en que se esforzaba por convertir cada vez más personas entre las feroces tribus de Bretaña.
De espíritu valeroso y dispuestos a tomar riesgos, este miembro de Los Setenta, Aristóbulo, nunca se acobardó en su misión de proclamar el Santo Evangelio -aún a pesar de que la región plagada de pantanos, ciénagas y páramos cubiertos de neblina de Bretaña era considerada durante el Siglo Primero después de Cristo, sin lugar a dudas, como uno de los lugares más primitivos y peligrosos.
San Narciso
Vivir en Tierra Santa durante los años inmediatamente posteriores a la muerte y resurrección del Santo Redentor posiblemente no fue una tarea fácil -pero este valeroso miembro de Los Setenta se las arregló para vivir bastante bien y por encima de los 100 años. (Algunos de los historiadores de la época especulan que llegó a vivir hasta la edad madura de 160 años).
Los detalles de su notable vida son incompletos pero hay muchísimos registros de sus frecuentes milagros. El milagro por el que más se le recuerda fue el de haber convertido agua en aceite con el fin de ser usado en las lámparas de la Iglesia el Sábado Santo, luego de que los diáconos se habían olvidado de proveerlo.
Según los historiadores de Los Setenta sabemos que Narciso llegó a ser Obispo de Atenas en los inicios del Siglo Segundo. En todo lugar era reconocido por su santidad, pero también encontramos más detalles en los registros históricos, deque mucha gente lo consideraba bastante duro y rígido en sus esfuerzos por imponer la disciplina de la iglesia.
En un momento uno de sus muchos detractores acusó a Narciso de haber cometido un crimen. Aunque los cargos en su contra nunca se probaron, y por lo tanto fue exculpado, él aprovechó esta ocasión para retirarse de su función como obispo y llevar una vida en soledad. Su desaparición fue tan repentina que muchas personas asumieron que había muerto.
Martirio de los Santos Apóstoles Estaquio, Apelles, Narciso, Aristóbulo, Urbano y Ampliato, de los 70 |
Durante sus años de soledad hubo varios sucesores en su labor Episcopal. Finalmente, Narciso reapareció en Atenas en donde se le convenció para que retomase sus obligaciones. Para ese entonces ya era de edad bastante avanzada, por lo que contó con un joven obispo, asistiéndole hasta su muerte.
El Gran Apóstol San Pablo menciona a Narciso con bastante cariño en su Epístola a los Romanos: " Saludad a los de la Narciso, en el Señor" (Romanos 16,11).
Nombrado obispo de la ciudad Griega de Atenas por el Apóstol Felipe, San Narciso se esforzó sin descansar por realizar conversiones entre los griegos paganos del siglo primero. Tras muchas dificultades, sólo comenzó a cumpli su tarea de convertir a los idólatras de la ciudad cuando ellos volvieron su furia contra él y lo premiaron con la corona del martirio. San Pablo menciona su fiel servicio en su epístola a los Romanos.
Estos santos palestinos, tal como muchos de los discípulos de Los Setenta, forman parte de las filas de esos evangelizadores y obispos, y algunas veces mártires, que amaron a Dios de una manera excepcional. La historia de su fiel servicio al Evangelio de Jesucristo no se ha desvanecido con el paso del tiempo. De ellos aprendemos el inmenso valor de mantener cada día de nuestras vidas nuestras promesas hechas a Dios.
El Gran Apóstol San Pablo menciona a Narciso con bastante cariño en su Epístola a los Romanos: " Saludad a los de la Narciso, en el Señor" (Romanos 16,11).
Nombrado obispo de la ciudad Griega de Atenas por el Apóstol Felipe, San Narciso se esforzó sin descansar por realizar conversiones entre los griegos paganos del siglo primero. Tras muchas dificultades, sólo comenzó a cumpli su tarea de convertir a los idólatras de la ciudad cuando ellos volvieron su furia contra él y lo premiaron con la corona del martirio. San Pablo menciona su fiel servicio en su epístola a los Romanos.
Estos santos palestinos, tal como muchos de los discípulos de Los Setenta, forman parte de las filas de esos evangelizadores y obispos, y algunas veces mártires, que amaron a Dios de una manera excepcional. La historia de su fiel servicio al Evangelio de Jesucristo no se ha desvanecido con el paso del tiempo. De ellos aprendemos el inmenso valor de mantener cada día de nuestras vidas nuestras promesas hechas a Dios.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος πλ. α’. Τὸν συνάναρχον Λόγον. (Κατέβασμα)
Τὴν κιθάραν τοῦ Πνεύματος τὴν ἑξάχορδον, τὴν μελῳδήσασαν κόσμῳ τὰς ὑπὲρ νοῦν δωρεάς, ὡς ἐκφάντορας Χριστοῦ ἀνευφημήσωμεν, Στάχυν Ἀμπλίαν Ἀπελλῆν σὺν Ναρκίσσῳ Οὐρβανόν, καὶ Ἀριστόβουλον ἅμα· ὡς γὰρ Ἀπόστολοι θεῖοι, χάριν αἰτοῦνται ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.
Apolitiquio tono pl 1º (“Al Logos coeterno")
Aclamemos a Estaquio, Apeles, Narciso, Aristóbulo, Urbano y Ampliato como un arpa de seis cuerdas del Espíritu, cantando los maravillosos dones de Dios a la humanidad. Juntos, como divinos Apóstoles, pidan que la gracia sea concedida a nuestras almas
Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’.
Ἀπόστολοι Ἅγιοι Στάχυς, Απελλής, Αμπλίας, Νάρκισσος και Αριστόβουλος, Ουρβανός, πρεσβεύσατε τῷ ἐλεήμονι Θεῷ, ἵνα πταισμάτων ἄφεσιν, παράσχῃ ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.
Apolitiquio tono 3º
Oh Santos Apóstoles Estaquio, Apelles, Narciso, Aristóbulo, Urbano y Ampliato, intercedan ante el Dios misericordioso para para que nos conceda a nuestras almas el perdón de nuestras ofensas.
Ἀπόστολοι Ἅγιοι Στάχυς, Απελλής, Αμπλίας, Νάρκισσος και Αριστόβουλος, Ουρβανός, πρεσβεύσατε τῷ ἐλεήμονι Θεῷ, ἵνα πταισμάτων ἄφεσιν, παράσχῃ ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.
Apolitiquio tono 3º
Oh Santos Apóstoles Estaquio, Apelles, Narciso, Aristóbulo, Urbano y Ampliato, intercedan ante el Dios misericordioso para para que nos conceda a nuestras almas el perdón de nuestras ofensas.
Κοντάκιον Ἦχος πλ. δ’. Ὡς ἀπαρχὰς τῆς φύσεως.
Ὡς ἱερὰ κειμήλια, τοῦ Παναγίου Πνεύματος, καὶ τοῦ Ἡλίου τῆς δόξης αὐγάσματα, χρεωστικῶς ὑμνήσωμεν, τοὺς σοφοὺς Ἀποστόλους, Ἀπελλῆν Οὐρβανόν τε καὶ Ἀριστόβουλον, Ἀμπλίαν Νάρκισσον καὶ Στάχυν, οὓς ἡ χάρις συνήγαγε τοῦ Θεοῦ ἡμῶν.
Condaquio tono plagal del 4º
Venid, alabemos como es debido a Apelles y al famoso Aristóbulo; a los sabios Apóstoles como Urbano, Narciso y Estaquio y al bienaventurado Ampliato;como los más grandes y sagrados tesoros del espíritu, Todo Santo, y de los rayos brillantes de Cristo, Sol de Gloria, los cuales Dios nos los ha traído por su Gracia.
Fuentes consultadas: *saint.gr * synaxarion.gr *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.