Domingo de la Mujer Samaritana


Versos: "Cuando caminaste para obtener agua perecedera, oh mujer, obtuviste el agua viva, en la que lavaste las manchas de tu alma".
En este día, el quinto Domingo después de Pascua,
conmemoramos la conversación del Señor con la mujer samaritana.
Ya que en este Domingo Cristo se confiesa abiertamente a sí mismo como el Mesías, que significa "Cristo" o "el ungido" (porque messa en hebreo significa aceite), por esta razón, la fiesta actual se coloca en la semana de Mitad de Pentecostés; y también porque, el Domingo anterior, Cristo hizo un milagro en la Piscina de las Ovejas. En este Domingo, Él hace un milagro en el pozo de Jacob, que el mismo Jacob cavó y otorgó a su hijo José. Este era un lugar especial, porque allí, en las cercanías del monte Somor, los samaritanos habitaban muchas ciudades. Cristo vino a Sicar, donde Jacob una vez vivió con su hija Dinah y sus hijos. Siquem, el hijo de Hamor el heveo, codició a Dinah y la violó. Acto seguido, sus hermanos, provocados al celo, entraron en su ciudad y mataron a todos, incluyendo a Siquem y a su padre Hamor. Jacob vivió en ese lugar y cavó dicho pozo.

Los hebreos que originalmente vivían en esta montaña no fueron llamados samaritanos, sino israelitas. 









Durante el reinado del Rey Pekah, ofendieron a Dios cayendo en la idolatría y en otras iniquidades. Durante el reinado del Rey Hoshea, que se convirtió en vasallo de los asirios y les rindió homenaje. los asirios vinieron y deportaron a los habitantes de Samaria, junto con sus mujeres y sus niños, a su propio país.
Consecuentemente, el rey de los asirios, para que la tierra no permaneciera sin cultivar, enviaron a hombres de Babilonia y las regiones vecinas a establecerse en el territorio de los israelitas; pero Dios envió leones contra los paganos, y por su concesión, los leones los devoraron. Al enterarse de esto, el rey de los asirios querían saber el motivo. 




Los israelitas cautivos en Asiria respondieron que era porque los habitantes de este lugar no conocían los modos del Dios de ese lugar. Por lo tanto, el rey les envió un sacerdote de los judíos para instruirlos en la Ley de Dios. Aceptaron solo los cinco libros de Moisés, rechazando a los profetas y el resto de las Escrituras, y continuaron adorando a sus propios ídolos. Fueron llamados Samaritanos después del Monte Somor. Ellos fueron odiados por los hebreos que regresaron del cautiverio, porque ellos eran sólo semi-judíos; los judíos no comían con ellos, considerándolos dignos de abominación. Por esta razón, con frecuencia llamaban a Cristo samaritano, debido a que, al igual que los samaritanos, supuestamente violó disposiciones de la Ley.




Jesús, entonces, vino a Sicar, y cansado de su viaje, se sentó a la sexta hora del día. Una cierta mujer vino de la ciudad para sacar agua, habiendo ido los discípulos a comprar comida. Jesús le pidió a ella agua, pero se excusó diciendo que los judíos no tenían tratos con los samaritanos (San Juan 4: 9); porque ella sabía quién era Él, tanto por Su acento y por su ropa. Jesús elevó su conversación a un nivel superior al presentar la idea del agua espiritual, que connota abundancia y poder de limpieza, ya que el Espíritu siempre se compara con el agua y fuego. La mujer estaba segura, por el hecho de que Él no había traído un caldero, de que El no tenía dicha agua, y agregó que el pozo era profundo. Ella luego pasó a hablar sobre su antepasado Jacob, diciendo que había cavado el pozo y que él y sus hijos habían bebido de ella, aprovechando los ricos recursos del pozo, y también su gran utilidad y la frescura de su agua. Cristo, sin embargo, no dijo que era más grande que Jacob, para no asustar a la mujer, pero nuevamente habló sobre el agua, demostrando así su superioridad; porque aquel que bebía de esa agua, dijo, no volvería nunca más a estar sediento.





La mujer pidió de este agua, pero El la dijo que llamase a su marido, porque Sus palabras necesitaban ser mejor entendidas. Ella negó que tuviese marido. Jesús, conocedor de todo, dijo: “Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.(Jn. 17-18). 
Algunos intérpretes consideran a los cinco maridos como los cinco libros de Moisés, que los samaritanos aceptaron, y el sexto son las mismas palabras de Cristo, que aún no eran de ella, ya que la gracia todavía no había sido derramada sobre ella. Otros intérpretes suponen que son las cinco leyes dadas por Dios: en el Paraíso, después de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, en el tiempo de Noé, en el tiempo de Abraham, y en el tiempo de Moisés, y el sexto para ser el Evangelio, que aún no tenía. Hay otros que sostienen que son los cinco sentidos.




La mujer le respondió, llamándole Profeta y luego le preguntó sobre la montaña donde uno debe adorar: ¿debe ser en Somor o en Jerusalén? Para los samaritanos, siendo imperfectos en su comprensión, hicieron no creian que Dios existía en todas partes, sino que moraba solo en ese lugar donde adoraban, es decir, en el monte Gerizim, a causa de las bendiciones dadas por Dios en ese lugar, o porque fue allí donde Abraham estableció por primera vez un altar a Dios. 
Los judíos, por otro lado, también decían que uno debe adorar a Dios solamente en Jerusalén, y por esta razón judíos de todas partes se reunían allí para las fiestas. Cristo respondió que la salvación del mundo era de los judíos, pero que Dios no es material y que aquellos que estuviesen dispuestos a adorarlo lo harían, no con sacrificios, como lo habían hecho hasta ahora, sino en Espíritu y verdad, y de esta manera no solo conocerían a Dios, sino que también lo conocerían en el Espíritu Santo y en el Hijo; porque el Hijo es la Verdad.




La mujer luego dijo: “sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo” ( Jn 4:25). Jesús, conociendo la gratitud de la mujer, dijo: "Yo soy El". Los samaritanos también sabían del Mesías por los libros de Moisés, especialmente por el versículo: "El Señor Dios levanta un Profeta para ti ”(Deut. 18:15), y muchos otros.
Al final de esta conversación, los discípulos regresaron y fueron sorprendido por la extrema condescendencia de Cristo al hablar con una mujer. Mientras tanto, le rogaban que comiera, tanto por su cansancio acumulado del camino como por el calor del día. Pero les habló acerca de la comida eterna, es decir, de la salvación de la humanidad y cómo necesitaban cosecharse los trabajos de los Profetas.
Cuando la mujer llegó a la ciudad y contó lo sucedido, todos los habitantes se despertaron y fueron a Cristo, convencidos de que la mujer no se habría molestado si no hubiera llegado a saber algo de importancia. 




Le suplicaron a Jesús Cristo que se quedara con ellos y le propusieron permanecer por dos días. Aceptó, e hizo muchos milagros durante Su estancia allí, que, a causa de su cantidad, no se registra por los Evangelistas.
La mujer samaritana fue posteriormente nombrada Fotiní por Cristo, y ella, junto con sus cinco hermanas y dos hijos, recibieron la corona del martirio en el reinado de Nerón, después de pasar muchas penurias: sus carnes fueron rasgadas, sus pechos cortados, sus manos aplastadas, cañas finas fueron insertadas bajo sus uñas, se vio obligada a tragar plomo fundido, entre otros innumerables tormentos.




Hay que saber que el emperador Justiniano trasladó de allí con honores al palacio del Logos de Dios, es decir, la Gran Iglesia de Santa Sofía, no solo la boca de ese pozo, que colocó en un pozo fuera del nártex de la iglesia, sino también la piedra sobre la cual Cristo se sentó y conversó con la mujer samaritana. Hasta hoy en día, permanecen allí, curando todo tipo de enfermedades y proporcionando remedios, especialmente para aquellos que sufren de fiebre y resfriados.
Por la intercesión de tu Mártir Fotiní, oh Cristo Dios, ten piedad de nosotros. Amén. 

Lectura del Evangelio según San Juan 4, 5-42. (Versión Interpretación del N.Testamenteo por P. Trempelas)  

5. Entonces llega a una región de Samaria llamada Sicar, la cual estaba cerca de la zona que había dado Jacob a su hijo José.
6. Había allí un pozo que había abierto Jacob. Entonces Jesús, como estaba cansado de caminar, se sentó junto al pozo. Eran aproximadamente las seis desde la salida del sol, es decir las doce del mediodía.

Vers. 7-30. El diálogo del Señor con la Samaritana.
7. Viene entonces una señora que procedía de Samaria, para sacar agua del pozo. Jesús entonces, que estaba sediento, la dijo: Dame de beber. 
8. Y pidió a la mujer agua, porque sus discípulos, quienes se encargarían de sacar agua del pozo, habían ido a la ciudad a comprar comida. 
9. Le dice entonces la mujer samaritana: ¿cómo tú, que eres judío, aceptas pedirme agua a mí que soy mujer samaritana? E hizo la mujer esta pregunta, porque los judíos rechazaban a los samaritanos y no tenían relaciones con ellos.
10. Jesús la respondió: si conocieses los dones del Espíritu Santo, que da Dios a los hombres, y quién es el que te dice ahora que le des de beber, tu le pedirías y él te daría agua corriente, que nunca se seca. Te daría él la gracia del Espíritu Santo, la cual como agua espiritual limpia, refresca, consuela y da vida a las almas, sin secarse nunca.
11. Le dice la mujer: Señor, seguro que el agua este del que hablas no es de esta fuente, porque no tienes cántaro , con el cual podrías sacar agua de aquí, además el pozo es profundo. ¿De dónde entonces tienes el agua este corriente que no se seca nunca? 
12. ¿Quizás tú eres superior en valor y poder que nuestro padre Jacob, que nos dio como herencia este pozo y no pidió un agua mejor, sino que de aquí bebió él mismo, así como sus hijos y los animales que alimentaba y pastaba? 
13. Le respondió entonces Jesús: Claro que no me refiero al agua de este pozo. Porque el que beba de este agua, tendrá sed nuevamente.
14. Aquel sin embargo que beba del agua que yo le daré, no tendrá más sed durante toda la eternidad. Y el agua que le daré se transformará dentro de él en una fuente de agua que no se secará, sino que emanará y saltará y correrá siempre para ofrecerle vida eterna.
15. Le dice entonces la mujer: Señor, dame de ese agua, para que no tenga sed y para no realizar tanto esfuerzo para venir aquí para sacar agua del pozo.
16. Le dice Jesús: Ya que el agua este no lo quieres para tí sola, sino también para aquellos con los que vives, ve, llama a tu marido, y ven aquí con él, para que reciba él junto contigo este don.
17. Le respondió entonces la mujer: No tengo marido. La dice Jesús: Bien has dicho "no tengo marido".
18. Porque has tenido cinco maridos, el uno detrás del otro. Y ahora con el que vives, estás unida en oculto, por eso no es tu marido. Esto que has dicho, es verdad.
19. Le dice la mujer: Señor, entiendo que tú eres profeta. Porque me has dicho un secreto de mi vida, cuando no me has visto ninguna otra vez, sino que hoy me has visto por primera vez. Te ruego entonces que me informes sobre el siguiente importante tema:
20. Nuestros padres reverenciaban y adoraban al Dios en este monte de Guerizín, mientras que vosotros los judíos decís que en Jerusalén es el lugar donde debemos adorar a Dios. Tú como profeta, ¿qué dices sobre esto?.
21. Le dice Jesús: Créeme, mujer, que rápido viene el tiempo en que ni en esta montaña de Guerizín sólo, ni en Jerusalén exclusivamente, adoraréis al Padre celestial.
22. Vosotros los Samaritanos habéis rechazado los libros de los profetas y habéis reverenciado aquello sobre lo cual no tenéis un completo ni seguro conocimiento. Nosotros los judíos reverenciamos lo que conocemos mejor que los demás. Prueba de esto es que el Mesías que salvará al mundo proviene de los judíos. A ellos eligió Dios como a su pueblo y ellos le conocían y le adoraban de un modo más perfecto que los demás pueblos
23. Muy rápido sin embargo viene la hora, y puedo decir que esta hora ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores reverenciarán y adorarán al Padre espiriritual y verdaderamente; es decir con sus fuerzas espirituales iluminadas por Dios y con adoración no aparente y sombría, sino verdadera e inspirada por el total conocimiento de la verdad. Porque el Padre también pide insistentemente que los que le adoran sean adoradores verdaderos y reales.
24. Dios es espíritu, por no se delimita en lugares. Y aquellos que le adoran, han de hacerlo con sus fuerzas espirituales interiores, con dedicación del corazón y del nus, y también con verdadero conocimiento de Dios y con la adoración que le es debida.
25. Le dice la mujer: conozco que viene el Mesías, nombre que es traducido con la palabra Cristo. Cuando venga aquel, nos lo enseñará todo
26. Le dice Cristo: Yo soy el Mesías, yo que en este momento te hablo.
27. Y en aquel momento exactamente vinieron sus discípulos, los cuales se sorprendieron de que el Maestro hablase públicamente con mujer, algo que estaba prohibido or las tradiciones de los rabinos. Pero sin embargo nadie le dijo: ¿qué quieres de esta mujer o sobre qué hablas con ella?
28. Mientrastanto la mujer, llena de emoción, después de todo lo que escuchó, dejó su cántaro en la fuente y fue corriendo a la ciudad, donde empezó a decir a la gente:
29.Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho, hasta los secretos y elementos personales de mi vida. ¿Quizás sea él el Cristo?
30. Salieron entonces de la ciudad los samaritanos y se dirigieron hacia él

Vers. 31-38. El diálogo del Señor con sus discípulos.
31. Mientrastanto sin embargo, hasta que fuesen informados los samaritanos y viniesen al encuentro de Jesús, debido a que Jesús estaba totalmente concentrado en su obra espiritual y no estaba nada interesado en la comida, le suplicaron los discípulos diciéndole: Maestro, come algo.
32. Él sin embargo decía: Yo tengo una comida por comer que vosotros que vosotros no conocéis.
33. Como no entendieron sus discípulos la importancia de estas palabras del Señor, se decían entre elllos: ¿Quizás cuando no estábamos aquí le ha traído alguien comida y ha comido?
34. Les dice Jesús: Mi comida, que me sacia y me alimenta, es hacer siempre la voluntad de aquel que me envió al mundo para completar su obra, la cual es la salvación de los hombres. Y mi cálido interés por esta obra me ha absorbido por completo, ahora que vendrán aquí los samaritanos, y me corta cada apetito proveniente del hambre natural.
35. ¿No decís vosotros que cuatro mese quedan todavía y la siega viene? En la siembra espiritual, sin embargo, es posible que la palabra de Dios fructifique y en un periodo de tiempo mucho más breve. Υ para que os convezcáis del tema este que os digo, levantad vuestros ojos y y mirad la multitud de samaritanos que vienen. Sus almas se parecen a los campos, en los cuales no dió tiempo a que fuese sembrado el logos de la verdad, pero que ya están maduros, listos para cosechados. Así también en todas las partes del mundo las almas de los hombres están ahora maduras para aceptar la salvación. 
36. Υ aquel que cosecha en esta tierra de cultivo espiritual tiene salario, no sólo porque se alegra viendo el rendimiento espiritual, sino porque también será recompensado en la vida futura por el Señor. Debido a que atrae a la salvación almas inmortales, recolecta frutos para la vida eterna. Y así, en la siembra espiritual que ahora tiene lugar, me alegro yo también que siembro con vosotros, quienes cosecharéis.
37. Porque en nuestro caso se aplica el dicho verdadero, que uno siembra y otro recoge. He sembrado yo también y cosecharéis vosotros, como en un futuro sembraréis vosotros y cosecharán vuestros sucesores.
38. Yo, el Señor del terreno, os he enviado para que cosechéis fruto para el cual vosotros no os habéis fatigado para que fructifique. Otros, es decir yo y los profetas anteriores a mí, se han fatigado y han sembrado, y vosotrso habéis entrado en sus esfuerzos y en sus siembras para cosechar.

Vers. 39-42. Los samaritanos creen.
39. De la ciudad aquella de Sicar muchos de los samaritanos creyeron que él era el Mesías, debido al testimonio de la mujer que decía "me ha dicho todo cuanto he hecho, hasta mis secretos, los cuales no conocían ni con los que vivo, que me conocen desde hace mucho tiempo."
40. Cuando entonces llegaron junto a él los samaritanos, le suplicaron que se quedase para siempre junto a ellos. Y se quedó allí dos días.
41. Y debido a la enseñanza que habían recibido durante esos dos días, creyeron mucho más que aquellos que habían ido al pozo y le habían suplicado que se quedase en su ciudad.
42. Y a la mujer le dijeron que no creemos ya por todo lo que nos has dicho tú. Porque nosotros mismos lo hemos escuchado ahora y sabemos que de verdad este es el Salvador de todo el mundo, el esperado Mesías, el Cristo.









Fuentes consultadas: saint.gr, diakonima.gr, romfaia.gr, pemptousia.gr, dictionary.com, hsir.org, en.wikipedia.org,  

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