DOMINGO XIV DE LUCAS (XXIII DESPUES DE PENTECOSTES). Tono pl. del 2º. Evangelio de Maitines 1 (EOTHINON 1, p.5)
Lectura del Libro de los Apóstoles. Efesios 2, (4-10)
Versión original griego koiné
ΠΡΟΣ ΕΦΕΣΙΟΥΣ Β´ 4 - 10
4 ὁ δὲ Θεὸς πλούσιος ὢν ἐν ἐλέει, διὰ τὴν πολλὴν ἀγάπην αὐτοῦ ἣν ἠγάπησεν ἡμᾶς, 5 καὶ ὄντας ἡμᾶς νεκροὺς τοῖς παραπτώμασι συνεζωοποίησε τῷ Χριστῷ· χάριτί ἐστε σεσῳσμένοι· 6 καὶ συνήγειρε καὶ συνεκάθισεν ἐν τοῖς ἐπουρανίοις ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ, 7 ἵνα ἐνδείξηται ἐν τοῖς αἰῶσι τοῖς ἐπερχομένοις τὸν ὑπερβάλλοντα πλοῦτον τῆς χάριτος αὐτοῦ ἐν χρηστότητι ἐφ’ ἡμᾶς ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ. 8 τῇ γὰρ χάριτί ἐστε σεσῳσμένοι διὰ τῆς πίστεως· καὶ τοῦτο οὐκ ἐξ ὑμῶν, Θεοῦ τὸ δῶρον, 9 οὐκ ἐξ ἔργων, ἵνα μή τις καυχήσηται. 10 αὐτοῦ γάρ ἐσμεν ποίημα, κτισθέντες ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ ἐπὶ ἔργοις ἀγαθοῖς, οἷς προητοίμασεν ὁ Θεὸς ἵνα ἐν αὐτοῖς περιπατήσωμεν.
Versión en griego moderno
4 ἀλλ’ ὁ Θεός, ἐπειδὴ εἶναι πλούσιος εἰς εὐσπλαγχνίαν ἕνεκα τῆς πολλῆς ἀγάπης μὲ τὴν ὁποίαν μᾶς ἀγάπησε, 5 ἂν καὶ ἤμαστε νεκροὶ ἕνεκα τῶν παραπτωμάτων, μᾶς ἐζωοποίησε μαζὶ μὲ τὸν Χριστόν, – διὰ χάριτος εἶσθε σωσμένοι –, 6 καὶ μᾶς ἀνέστησε μαζὶ καὶ μᾶς ἐκάθησε μαζὶ εἰς τὰ ἐπουράνια ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ, 7 διὰ νὰ δείξῃ εἰς τοὺς μέλλοντας αἰῶνας τὸν ὑπερβολικὸν πλοῦτον τῆς χάριστός του εἰς καλωσύνην ποὺ ἔδειξε σ’ ἐμᾶς διὰ τοῦ Χριστοῦ Ἰησοῦ. 8 Διότι διὰ τῆς χάριτος εἶσθε σωσμένοι διὰ τῆς πίστεως καὶ αὐτὸ δὲν προέρχεται ἀπὸ σᾶς, ἀλλὰ εἶναι τοῦ Θεοῦ δῶρον, 9 ὄχι ἀπὸ ἔργα, διὰ νὰ μὴ μπορῇ κανεὶς νὰ καυχηθῇ. 10 Διότι εἴμεθα δικό του ἔργον, δημιουργηθέντες ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ δι’ ἔργα ἀγαθά, τὰ ὁποία ὁ Θεὸς προετοίμασε, διὰ νὰ ἀποτελέσουν τὸν τρόπον τῆς ζωῆς μας.
Versión en español
Epístola del Apostol Pablo a los Efesios 2, (4-10)
4. Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo,
5. estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados -
6. y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús,
7.
a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de
su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8. Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios;
9. tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe.
10.
En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las
buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos.
Lectura del Libro del Evangelio. Lucas 18, 35-43.
Versión original griego koiné᾿Εγένετο δὲ ἐν τῷ ἐγγίζειν αὐτὸν εἰς ῾Ιεριχὼ τυφλός τις ἐκάθητο παρὰ τὴν ὁδὸν προσαιτῶν· ἀκούσας δὲ ὄχλου διαπορευομένου ἐπυνθάνετο τί εἴη ταῦτα. ἀπήγγειλαν δὲ αὐτῷ ὅτι ᾿Ιησοῦς ὁ Ναζωραῖος παρέρχεται. καὶ ἐβόησε λέγων· ᾿Ιησοῦ υἱὲ Δαυΐδ, ἐλέησόν με· καὶ οἱ προάγοντες ἐπετίμων αὐτῷ ἵνα σιωπήσῃ· αὐτὸς δὲ πολλῷ μᾶλλον ἔκραζεν· υἱὲ Δαυΐδ, ἐλέησόν με. σταθεὶς δὲ ὁ ᾿Ιησοῦς ἐκέλευσεν αὐτὸν ἀχθῆναι πρὸς αὐτόν. ἐγγίσαντος δὲ αὐτοῦ ἐπηρώτησεν αὐτὸν λέγων· τί σοι θέλεις ποιήσω; ὁ δὲ εἶπε· Κύριε, ἵνα ἀναβλέψω. καὶ ὁ ᾿Ιησοῦς εἶπεν αὐτῷ· ἀνάβλεψον· ἡ πίστις σου σέσωκέ σε. καὶ παραχρῆμα ἀνέβλεψε, καὶ ἠκολούθει αὐτῷ δοξάζων τὸν Θεόν· καὶ πᾶς ὁ λαὸς ἰδὼν ἔδωκεν αἶνον τῷ Θεῷ.
Versión en griego moderno
Η θεραπεία του τυφλού ζητιάνου
Συνέβηκε τότε, ενώ αυτός πλησίαζε στην Ιεριχώ, κάποιος τυφλός να κάθεται ζητιανεύοντας δίπλα στο δρόμο. Και όταν άκουσε το πλήθος να περνά, ζητούσε να μάθει τι σημαίνει αυτό. Του ανάγγειλαν, λοιπόν, ότι ο Ιησούς ο Ναζωραίος περνάει από εκεί. Και τότε φώναξε δυνατά, λέγοντας: «Ιησού, γιε του Δαβίδ, ελέησέ με». Και εκείνοι που προηγούνταν τον επιτιμούσαν για να σωπάσει, αυτός όμως πολύ περισσότερο έκραζε: «Γιε του Δαβίδ, ελέησέ με». Στάθηκε τότε ο Ιησούς και διέταξε να τον φέρουν προς αυτόν. Και όταν αυτός πλησίασε, τον ρώτησε: «Τι θέλεις να σου κάνω;» Εκείνος απάντησε: «Κύριε, να ξαναδώ». Και ο Ιησούς του είπε: «Ξαναδές. η πίστη σου σε έχει σώσει».
Και αμέσως ξαναείδε και τον ακολουθούσε δοξάζοντας το Θεό. Και όλος ο λαός, όταν το είδε, έδωσε αίνο στο Θεό.
Versión en español
Un ciego de Jericó recibe la vista
35. Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;
36. al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.
37. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno.
38. y empezó a vocear, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
39. Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él voceaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
40. Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:
41. «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»
42. Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.»
43. Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
HOMILÍA. “La curación del ciego de Jericó". (Luc. 18, 35-43).
"JESÚS, HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA DE MÍ!" JESÚS, MESÍAS,
glorioso descendiente de David, ¡apiádate de mí !
Abrumador se escuchaba el lamento. Con pasión, intensidad, salida del fondo de su alma. Y una y otra vez, continuamente, sin parar. "¡Hijo de David, ten misericordia de mí!". Y nadie le daba importancia. Sin embargo aquel no le dijo que parase.
¿Quien?
Pasaba Cristo, nos informa la santa escritura, por Jericó. Se dirigía hacia Jerusalén, con una multitud de personas acompañándole. Y en algún lugar de allí en la entrada de la ciudad estaba sentado un ciego pobre, pidiendo dinero.
En un momento dado este desgraciado hombre escuchó un ruido de mucha gente que se acercaba. Preguntó a unos que pasaban por enfrente de él, qué es lo que sucedía. "Jesús el Nazareno pasa por nuestra ciudad", le dijeron. Y justo entonces fue cuando él empezó a vocear repetidamenτe, pidiendo misericordia al Misericordioso Cristo.
Al principio no le dieron importancia -el Señor todavía no había llegado a aquel sitio-. Después algunos parecía que se le acercaban. ¿Quizás para ayudarle? Lo contrario. Comenzaron a reprenderle."La reprendieron para que se callase".
Pero él, ahora voceaba más fuerte. Cuanto más le reprendían, más voceaba:
-"¡Hijo de David, ten Misericordia de mí!" .
¿Era posible no verle el filántropo amigo del hombre? El ciego se detuvo por un momento y dijo que le llevasen junto a Él. Lleno de agonía y de esperanza, llegó frente al Señor. Y entonces Aquel le preguntó:
- ¿Qué quieres que te haga?
- ¡ Señor, poder ver!
- Ya puedes ver, le respondió con autoridad Cristo. Tu fe, revelada por la intensidad de tu voces y con tu insistencia a pesar de las reprensiones de los hombres, te ha salvado.
Y en aquel momento sus ojos fueron abiertos, veía claramente, y comenzó ahora a seguir él mismo a Cristo, de nuevo voceando, pero ahora himnos de alabanza y glorificación a Dios. Pero también todo el pueblo, viendo este milagro, bendijo y glorificó a Dios.
«...pero él voceaba mucho más»
Le dijeron que se callase, y él hizo lo contrario. «Pero él voceaba mucho más». Y lo mejor de todo es que quien le mandó callar estaba dentro de la multitud que seguía a Cristo...
El suceso tiene su correspondencia con la actualidad.
Es conocido que algunos, cuando ven a alguien, además joven, que cree verdaderamente, que tiene una fuerte unión con Cristo y con la Iglesia, le van a hacer la guerra abiertamente. Éstos son los no creyentes, los ateos.
Pero el tema ahora no va dirigido a ellos...
Los otros sean quizás más peligrosos. Los que muestran tener alguna relación con la Iglesia, pero más bien típica, y ellos tibios en la fe, con desconocimiento y prejuicios.
No es nada extraño que éstos vengan y te digan: "Eh, de acuerdo. Tampoco lo exageres. No seas radical, fanático. Hemos dicho ser religiosos, pero no exagerados." Éstas y otras te dirán, para hacerte a tí como ellos: anémico en la fe, sin fuerza y sin frutos cristianos.
A todos éstos, ¿sabes como responderles? Como el ciego del Evangelio; tanto más te "aconsejan", tú más al contrario.
Aquí no tienen lugar los acuerdos comunes. El tibio, que se enfríe más. El fiel sin embargo que se haga mucho más fiel, y el santo más santo (el único modo de conservar la santidad, es aumentándola, decía el santo p.Athanasios Mitilineos). Así lo quiere nuestro Señor (ver Apoc. 22,11).
De otro modo, si el ciego les hubiese obedecido, ciego seguiría.
Del libro “Háblame, Cristo” – mensajes para jóvenes de los Evangelios de los Domingos. Archimandrita Apostolis X. Tsolaki
HOMILIA II.
Homilía: Los dos ciegos de Jericó
Homilía 66, Obras de San Juan Crisóstomo, tomo II, B.A.C., Madrid, 1956, pp. 354-357.
1. Mirad desde dónde se dirige a Jerusalén y dónde había pasado antes el tiempo. Es un punto, a mi parecer, muy digno de averiguarse. ¿Y por qué anteriormente no fue desde allí a Galilea sino pasando por Samaria? Mas esto lo dejaremos para los curiosos de saber, y el que quiera puntualmente investigarlo, en Juan hallará que se explica muy bien y allí pone el evangelista la causa. Nosotros atengámonos a nuestro propósito y escuchemos a estos ciegos, mejores indudablemente que muchos que gozan de buena vista. Porque fue así que, sin guía que los llevara al Señor y sin poderle ver cuando lo tenían delante, ellos se empeñaron en llegar hasta Él y empezaron a vocear a voz en cuello, Y cuando se les mandaba callar, ellos levantaban más la voz.
Tal es, en efecto, un alma constante: las mismas dificultades la exaltan. Cristo, por su parte, consintió que se les mandara callar, a fin de que así apareciera mejor su fervor y vieran todos que eran dignos de la curación. De ahí que ni siquiera les pregunta si tienen fe, como solía hacer otras veces, pues sus gritos y su romper por entre la gente ponían bien de manifiesto su fe a los ojos de todos. Aprende de ahí, carísimo, que, por despreciables y desechados que seamos, si con fervor nos acercamos a Dios, aun por nosotros mismos podremos alcanzar cuanto le pidamos. Mira, si no, cómo estos ciegos, sin tener por abogado a ningún apóstol, teniendo más bien a muchos que les mandaban callar, lograron superar todas las dificultades y llegar a la presencia de Jesús mismo.
Realmente, el evangelista no atestigua que por su vida tuvieran estos ciegos motivo especial de confianza con el Señor, Todo lo suplió su fervor, Buen modelo para nuestra imitación. Aun cuando Dios dilate el escucharnos, aun cuando hubiere muchos que traten de apartarnos de orar, no abandonemos nosotros la oración, pues así señaladamente nos atraemos a Dios. Mira, si no, cómo en el caso presente ni la pobreza, ni la ceguera, ni que el Señor no los oyera, ni las reprensiones de la gente; ni otra cosa alguna pudo contener impetuoso fervor de estos ciegos. Tal es por naturaleza el alma ardiente y esforzada.
¿Qué hace, pues, Cristo? Llámalos a sí y les dice ¿Qué queréis que haga con vosotros? Y ellos le responden: Señor; que se abran nuestros ojos. ¿Por qué les pregunta el Señor? Para que nadie pensara que querían ellos una cosa y Él les daba otra. Y es que el Señor tiene siempre costumbre de poner antes patente y descubrir a todos la virtud de los que va a curar, y sólo entonces realiza la curación. Lo uno, para mover a los otros a que los imiten; y luego por que vean todos que merecen la gracia les hace. Así por lo menos lo hizo con la mujer cananea, así con el centurión, así con la hemorroísa: o, mejor dicho; esta admirable mujer se adelantó a la pregunta del Señor. Y, sin embargo, tampoco a ésta la pasó de largo, sino que, aun después de la curación, la descubrió, a todos. Así se ve el interés que tenía siempre el Señor en proclamar los méritos de quienes se acercaban a Él. Que es puntualmente lo que aquí hace. Seguidamente, ya que le habían dicho que querían, movido a compasión, los tocó. Porque ésta-la compasión- es la causa única de a curación; la misma, por cierto, por la que vino al mundo. Sin embargo, aun cuando todo era compasión y gracia, Él busca a los son dignos. Y que estos ciegos eran dignos de la curación, bien lo mostraron, primero por sus gritos y porque, después de recibida la gracia, no se apartaran del Señor, que es lo que hacen muchos, ingratos después de recibir los beneficios. No así estos ciegos. Ellos antes de la dádiva se muestran constantes, y después de la dádiva, agradecidos, pues fueron siguiendo al Señor.