San Caprasio, a veces llamado Caprasius (en ing. Caprais), provenía de una familia ilustre y había estudiado filosofía y literatura antes de dejar todo atrás para vivir en soledad en las montañas de Lérins, Provenza.
Allí se le unieron San Honorato y el hermano de Honorato, Venancio; Honorato y Venancio eran dos jóvenes que también deseaban convertirse en ermitaños. Se sometieron a los mayores Caprasio y los tres decidieron peregrinar a Tierra Santa y visitar los lugares santos de Palestina y las lavras de Siria y Egipto.
Llegaron a Marsella, donde conocieron al obispo Prócules (381-428), quien trató de retenerlos en su diócesis. Los tres cenobitas se embarcaron entonces en el mar Egeo, donde los de la nave no sabían latín, para vivir allí de incógnito. En Nicomedia agregaron a Santiago, un persa recién bautizado. Su viaje finalmente los llevó al Peloponeso. Sin embargo, Venantius murió en Methoni en Messenia y Caprasio y Honoratus interrumpieron su viaje.
Caprasio y Honorato regresaron a la Galia. Fueron amados en Italia, pero continuaron hacia Provenza donde se hicieron amigos de San León (Léonce), obispo de Frejus. Para no estar lejos de este hombre de Dios, buscaron un lugar aislado: San León les propuso primero una cueva en Cap Roux, pero pronto los ermitaños son solicitados por la población, lo cual interrumpía su oración. San León los condujo entonces hacia el archipiélago de Lérins hacia el 391, donde deseaban imitar a los Padres del Desierto.
Allí se les unieron muchos otros, y los ermitaños se inspiraron en la regla monástica de San Pacomio el Grande de Tebaida. La abadía de Lérins creció en el sitio de esta comunidad. Según un erudito, es posible que Caprasio no haya sido el líder oficial de la comunidad de Lérins, ya que en ese momento podría haber tenido una edad avanzada o carecía del carisma de Honorato. Así, Honorato, con el acuerdo de San León, se convirtió en abad y fundador de Lérins, mientras que Caprasio siguió dando consejos a su nuevo superior, especialmente para la redacción de la Regla, y se dedicó más libremente a la oración por la santificación de la comunidad.
Honorato primero trató de destruir el templo del semidiós Lero. No sabemos hasta qué punto el anciano Caprasio pudo colaborar en la construcción de la iglesia y del monasterio, si no con el apoyo de sus oraciones. En cuanto a la comida, consistía, según el informe de San Cesaire, en hierbas y una papilla cocida para la semana. San Honorato, habiendo ahuyentado milagrosamente a las serpientes del archipiélago, no pudo escapar por mucho tiempo al conocimiento de los continentales que sabían muy bien que el archipiélago estaba infestado. Este milagro, y otros realizados por San Honorato, aumentaron la fama del monasterio entre todos los pueblos galorromanos. Los enfermos u otros necesitados pronto visitarían estas islas favorecidas por la gracia.
Tumba de San Caprasio en la Abadía de San Caprasio en Aulla, Toscana, Italia. De Davide Papalini - mio lavoro, CC BY 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2256678 |
Habiendo invadido los borgoñones la provincia vienesa en 413, San Honorato llevó algunos monjes para evangelizar las costas del Ródano y Saona. En su ausencia, podemos pensar que san Caprasio asumió el cargo de abad hasta el regreso de san Honorato hacia el 420. San Hilario de Arles y Teodoro, obispo de Fréjus, sabiendo que san Caprasio había enfermado, acudieron a venerarlo y a buscarlo. sus oraciones San Caprasio murió el 1 de junio de 434. Su cuerpo aún se conserva bajo Luis XV en Lérins.
Hilario de Arles, que había sido monje en Lérins antes de convertirse en obispo de Arles, compuso una laudatio en honor de Caprasio después de la muerte de este último, que es la fuente principal de la vida de Caprasio. Ahora, lo que queda de su cuerpo se conserva en la Abadía de S. Caprasio, en Aulla, al norte de la Toscana. Caprasio no debe confundirse con otro santo francés del mismo nombre, el mártir Caprasio de Agen.
SAN CAPRASIO (+430 p.c.)
De " Las Vidas de los Santos de A. Butler"
El maestro y guía espiritual de San Honorato de Lérins era un hombre de grandes dotes y muy vasta cultura que renunció a las brillantísimas perspectivas que le ofrecía el mundo para entregarse a una vida de soledad y penitencia, en Provenza. El futuro San Honorato y su hermano Venancio, muy jóvenes por entonces, figuraban en el grupo que más asiduamente visitaba a Caprasio en su retiro con el objeto de recibir sus instrucciones para avanzar por el camino de la perfección.
Los dos jóvenes llegaron al convencimiento de que estaban llamados a seguir el ejemplo del patriarca Abraham y resolvieron abandonar hogar y patria para dirigirse al oriente. Caprasio consintió en abandonar su retiro y acompañarlos.
Partieron todos de acuerdo, pero muy pronto, las penurias y privaciones del viaje quebrantaron seriamente la salud de los peregrinos, sobre todo la de Caprasio. Al llegar a Modon, en Grecia, Venancio sucumbió y, tras la muerte del muchacho, sus compañeros regresaron a las Galias.
Se establecieron en la desolada isla de Lérins, se entregaron a una existencia de tanta austeridad, que rivalizaba con la que llevaban los padres en el desierto. Cuando comenzaron a acudir los discípulos, San Honorato fundó para acogerlos un monasterio y una regla, que más tarde habrían de ser famosos en toda la cristiandad. A San Caprasio se le reconoce por lo general como a uno de los abades de Lérins, tal vez porque continuó siendo el guía de San Honorato y, en consecuencia, el superior indirecto de la comunidad.
Pero en realidad, parece que no llegó siquicru a ostentar el título de superior, puesto que a San Honorato, el primer abad, sucedió San Máximo que todavía era abad en 430, cuando murió San Caprasio. La santidad de este último fue exaltada por San Euquerio, obispo de Lyon y por San Hilario de Arles, quienes estuvieron presentes cuando murió. En un panegírico que éste último entregó a San Honorato, alude a Caprasio como a un santo que ya está en el cielo.
NOTA:
Ya se ha mencionado a San Caprasio en el artículo dedicado a San Honorato (16 de enero). Todo lo que sabemos sobre él, proviene de la "laudatio" de San Hilario de Arles; conviene ver también el Acta Sanctorum, junio, vol. i; H. Moris, L'Abbaye de Lérins (1909); A. C. Cooper-Marsdin, History of the Islands of the Lérins (1913).
Fuentes consultadas: johnsanidopoulos.com, "Vidas de los Santos de A. Butler", es.wikipedia.org