Versos:
"Eres puesto Ignacio delante de un león como su cena, tú que comulgas la santa cena, oh valiente león".
El día 20 Ignacio murió por las fauces del león.
Discípulo y sucesor de los Santos de los Apóstoles y uno de los primeros y más importantes Padres Apostólicos, San Ignacio de Antioquía ha sido tres veces coronado y brilla en el firmamento de los amigos de Dios. Atendiendo a su nombre, que significa "fuego"
("ignis", en latín), el amor de Cristo ardió tan fuertemente en su corazón que fue llamado Teóforo (el portador de Dios), calificativo que, sin jactancia, no titubeó en aplicarse a sí mismo, en tanto que todos los cristianos después del bautismo se convierten en "Portadores de Cristo" (Cristóforos) y son revestidos en el Espíritu Santo.
"Eres puesto Ignacio delante de un león como su cena, tú que comulgas la santa cena, oh valiente león".
El día 20 Ignacio murió por las fauces del león.
Discípulo y sucesor de los Santos de los Apóstoles y uno de los primeros y más importantes Padres Apostólicos, San Ignacio de Antioquía ha sido tres veces coronado y brilla en el firmamento de los amigos de Dios. Atendiendo a su nombre, que significa "fuego"
("ignis", en latín), el amor de Cristo ardió tan fuertemente en su corazón que fue llamado Teóforo (el portador de Dios), calificativo que, sin jactancia, no titubeó en aplicarse a sí mismo, en tanto que todos los cristianos después del bautismo se convierten en "Portadores de Cristo" (Cristóforos) y son revestidos en el Espíritu Santo.
Ignacio había
conocido a los Apóstoles en su juventud y, en compañía de Policarpo, fue
iniciado en los más profundos misterios de la fe por San Juan el Evangelista.
Posteriormente, sucedió a Evodio* como el segundo Obispo de Antioquía, capital
de Siria y la mayor ciudad del oriente, cuya sede episcopal fue fundada por el
Apóstol Pedro.
Durante la persecución de Domiciano (81-96 d.C.), San Ignacio alentó
a los muchos confesos a sobrellevar sus tormentosas tribulaciones con el deseo
de ganar la vida eterna; consoló a los prisioneros y compartió con todos su
vehemente deseo de morir por Cristo, a modo de llegar a unirse a Él para
siempre.
En los años de paz que siguieron, San Ignacio se ocupó de la organización de la Iglesia, mostrando que la Gracia que vino sobre los Apóstoles en Pentecostés persistía en el ministerio episcopal, aún cuando los Doce se hubieran ido ya. Exhortó a todas las iglesias a permanecer en unidad y amor alrededor del Obispo, quien es la imagen terrenal del único verdadero Obispo y Gran Sacerdote, Jesucristo.
Unidos por la fe inquebrantable en el
crucificado y resucitado Salvador, y en la unidad del corazón nacida del amor y
la esperanza común, los fieles deben reunirse tan frecuentemente como puedan,
especialmente en el Día del Señor, para celebrar la Santa Eucaristía con su
Obispo y la asamblea de sacerdotes y diáconos; partiendo el mismo pan, que es
la medicina de la inmortalidad, el remedio contra la muerte y, específicamente,
la vida eterna en Cristo. Donde está el Obispo, dijo, ahí está Jesucristo, ahí
está la Iglesia, la seguridad de la vida eterna y la promesa de la comunión con
Dios.
Cuando comenzó la persecución del emperador Trajano (98-117 d.C.) en Antioquia, San Ignacio se presentó voluntariamente ante él y confesó su fe en un solo Dios, creador y amigo del hombre y en su Hijo Unigénito Jesucristo.
Con disgusto, el gobernante le dijo:
-"Así que eres discípulo del crucificado bajo Poncio Pilato, ¿lo eres?".
-"Yo soy el discípulo de Aquél que clavó mi pecado en la Cruz y que ha derrotado al demonio y sus símbolos bajo sus pies", replicó el santo.
-"¿Por qué te haces llamar portador de Dios?".
-"Porque porto al Cristo viviente dentro de mi".
-"Entonces que sea el portador del Crucificado llevado en cadenas a Roma", ordenó el emperador, y "ahí que sea arrojado a los leones para diversión de la gente".
Con disgusto, el gobernante le dijo:
-"Así que eres discípulo del crucificado bajo Poncio Pilato, ¿lo eres?".
-"Yo soy el discípulo de Aquél que clavó mi pecado en la Cruz y que ha derrotado al demonio y sus símbolos bajo sus pies", replicó el santo.
-"¿Por qué te haces llamar portador de Dios?".
-"Porque porto al Cristo viviente dentro de mi".
-"Entonces que sea el portador del Crucificado llevado en cadenas a Roma", ordenó el emperador, y "ahí que sea arrojado a los leones para diversión de la gente".
Y habiendo conversado mucho sobre la fe de Cristo, el emperador se dio cuenta de que su mente era inalterable. Así, el Santo fue azotado con bolas de hierro. Luego extendiendo sus brazos, aceptó el fuego junto a ellos. Después de esto, sus costados fueron quemados con incensarios llenos de carbón y untados con aceite. Luego lo obligaron a pararse sobre carbones encendidos y lo rasparon con garras de hierro.Debido a que el Santo se mantuvo ileso de todo esto por gracia divina, el emperador lo envió encadenado a Roma, para ser entregado a las bestias salvajes para ser devorado. Como San Pablo y muchos otros
gloriosos mártires, el siervo de Dios se llenó de regocijo y fervientemente
besó las pesadas cadenas que le cargaron llamándolas "mis más preciadas
perlas espirituales".
El Santo, por lo tanto, durante su larguísimo camino a Roma, atravesó todas las regiones e iglesias, e hizo firmes a los cristianos allí mediante sus enseñanzas. Se enteró de que los
fieles de esa ciudad pretendían evitar su sacrificio; les escribió rogándoles
que contuvieran su inoportuno entusiasmo y que no intervinieran: "Ahora yo
suplico ser un discípulo...mi deseo terrenal ha sido crucificado, y no hay más
fuego en mi por amar las cosas materiales, pero hay un agua viviente en mi que
murmura y dice en mi interior: ¡Ven al Padre!".
El amor de Cristo obró tan fuertemente en él, que le inspiró con palabras de fuego: "Perdónenme hermanos, no me persuadan de vivir, no deseen que yo no muera. Permítanme ser un imitador de la Pasión de mi Dios...déjenme ser alimento de las bestias, por lo que me será posible encontrar a Dios. Soy trigo de Dios y debo ser triturado por los dientes de las bestias para convertirme en pan puro de Cristo. Para hacerse, a semejanza de Cristo, verdadero pan eucarístico, para servir a través de Él mismo en la verdadera y perfecta liturgia". Tal era el único deseo del santo Obispo.
El amor de Cristo obró tan fuertemente en él, que le inspiró con palabras de fuego: "Perdónenme hermanos, no me persuadan de vivir, no deseen que yo no muera. Permítanme ser un imitador de la Pasión de mi Dios...déjenme ser alimento de las bestias, por lo que me será posible encontrar a Dios. Soy trigo de Dios y debo ser triturado por los dientes de las bestias para convertirme en pan puro de Cristo. Para hacerse, a semejanza de Cristo, verdadero pan eucarístico, para servir a través de Él mismo en la verdadera y perfecta liturgia". Tal era el único deseo del santo Obispo.
Cuando fue a Roma, suplicó a Dios y a los cristianos de Roma que no obstaculizaran a las bestias, sino que les permitieran devorarlo, para que él sea molido como trigo en sus dientes, a fin de convertirse en pan dulce y puro para Dios. Cuando el momento de su prueba final llegó, San Ignacio
entró a la arena como si se aproximara al Santo Altar para servir su última
liturgia en presencia de sus fieles. Ahora, pleno obispo y discípulo del Sumo
Sacerdote de nuestra Salvación, Jesucristo –sacerdote y víctima a la vez- se
ofreció a sí mismo complacientemente a los feroces leones. El bendito hombre de Dios, por lo tanto, fue colocado en medio del Anfiteatro, y destrozado por los leones que se precipitaron sobre él, y se comieron toda su carne, dejando solo los huesos más grandes.** Estas preciosas reliquias fueron devotamente reunidas por
los fieles y llevadas de vuelta a Antioquía con gran solemnidad.
El regreso de los restos de Ignacio hasta su ciudad era recordado siglos después por San Juan Crisóstomo, que clamaba junto a su sepulcro:
"Una vez que en Roma alcanzó el cielo, volvió a nosotros coronado. Si ellos recogieron su sangre, vosotros honráis sus reliquias. Y si ellos le vieron vencer, vosotros le tenéis aquí para siempre. Y con ello se vio la generosidad de Dios, que quiso conceder de una vez un mártir a dos ciudades."
Este bendito Ignacio fue ese niño, *** que el Maestro Cristo mientras vivía pidió, y agarrándolo y abrazándolo, dijo las siguientes palabras:
Este bendito Ignacio fue ese niño, *** que el Maestro Cristo mientras vivía pidió, y agarrándolo y abrazándolo, dijo las siguientes palabras:
"Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos."(Mateo 18: 4). Es por esta razón que el Santo es llamado de manera exaltada "portador de Dios". ****
Su Synaxis se celebra en la santísima Gran Iglesia. El traslado de las reliquias de San Ignacio es celebrada por la Iglesia el 29 de enero.
Su Synaxis se celebra en la santísima Gran Iglesia. El traslado de las reliquias de San Ignacio es celebrada por la Iglesia el 29 de enero.
NOTAS:
* Teodoreto en sus "Diálogos" dice que Ignacio fue ordenado obispo de Antioquía por el apóstol Pedro.
** Según algunas fuentes, los leones devoraron todo excepto el corazón de Ignacio, en el cual, por un gran milagro, se escribió en letras de oro el nombre "Jesucristo".
*** Simeon Metafrastes y Nikephoros Kallistos dicen que Ignacio tenía siete años cuando esto ocurrió.
**** El nombre de "portador de Dios", según Nikodemos el Hagiorita, debe entenderse en sentido pasivo en lugar de activo, ya que no llevó a Dios sino que Dios lo acompañó y fortaleció. Además, como portador de Dios, se entiende que llevó a Dios en su alma, y el nombre de Dios estaba escrito en su corazón, como se menciona en la nota 2.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’. Θείας πίστεως.
Θείῳ ἔρωτι ἐπτερωμένος, τοῦ σὲ ψαύσαντος χερσὶν ἀχράντοις θεοφόρος ἀνεδείχθης, Ἰγνάτιε· καὶ ἐν τῇ Δύσει τελέσας τὸν δρόμον σου, πρὸς τὴν ἀνέσπερον λῆξιν ἐσκήνωσας. Πάτερ ὅσιε, Χριστὸν τὸν Θεὸν ἱκέτευε δωρίσασθαι ἡμῖν τὸ μέγα ἔλεος.
Apolitiquio tono 3º
Elevándose con amor por Aquel que te tiene en sus manos, se demostró que eres un portador de Dios, oh Ignacio. Terminaste tu curso en el oeste, y montaste tu morada en el día de los cielos. Oh Venerable Padre, suplica a Cristo nuestro Dios para que nos conceda su gran misericordia.
Elevándose con amor por Aquel que te tiene en sus manos, se demostró que eres un portador de Dios, oh Ignacio. Terminaste tu curso en el oeste, y montaste tu morada en el día de los cielos. Oh Venerable Padre, suplica a Cristo nuestro Dios para que nos conceda su gran misericordia.
Κοντάκιον Ἦχος γ’. Ἡ Παρθένος σήμερον.
Tῶν λαμπρῶν ἀγώνων σου, ἡ φωτοφόρος ἡμέρα, προκηρύττει ἅπασι, τὸν ἐκ Παρθένου τεχθέντα· τούτου γὰρ διψῶν ἐκ πόθου κατατρυφῆσαι, ἔσπευσας, ὑπὸ θηρίων ἀναλωθῆναι· διὰ τοῦτο Θεοφόρος, προσηγορεύθης Ἰγνάτιε ἔνδοξε.
Condaquio tono 3º
El vigésimo día de tus gloriosas luchas, anuncia que el que nacerá de una Virgen, por sed de su presencia, te apresuraste a ser devorado por las bestias salvajes. Por eso fuiste nombrado portador de Dios, oh glorioso Ignacio.
Fuente: saint.gr, diakonima.gr, sites.google.com