martes, 26 de septiembre de 2023

El Reposo del Apóstol y Evangelista, San Juan el Teólogo

Versos:
"Estando junto al amado Logos del Padre, es él quien fue amado más que todos los discípulos".
El día veintiséis, el hijo del trueno partió hacia Dios.


El era un humilde pescador de Palestina quien se ganaba la vida arrojando diariamente sus redes en el gran Lago de Genesaret (conocido también como el Mar de Galilea).
Fue ahí, en las orillas del ventoso lago, que San Juan el Teólogo – junto con su hermano mayor Santiago- se convertiría al Evangelio de Jesucristo.
Luego de haber escuchado predicar al Santo Redentor sobre el tema de “amar a Dios y al prójimo,” San Juan dejaría a su padre para llegar a ser uno de los apóstoles más amados de Nuestro Salvador.
El también pasaría muchos años haciendo conversos y realizando Milagros... Hasta el momento en que se estableció para escribir el cuarto y último Evangelio del Nuevo Testamento. En los días previos a la Crucifixión de Cristo, Juan y Santiago lo habían seguido a través de Palestina, en donde había predicado el logos y curado a los enfermos. En una ocasión, particularmente dramática, Juan presenció, asombrado, como el Hijo de Dios resucitó a la hija de Jairo, quien había fallecido ante su acongojado padre. Juan también fue testigo de la Transfiguración de Cristo en la cima del Monte Tabor.
 
 
 
 







San Juan, hijo de Zebedeo y Salomia (una hija de San José el Prometido), fue el más joven de los apóstoles así como el preferido del Señor. Su cercanía se puede constatar en el hecho de que San Juan se sentó junto a Jesús en la Ultima Cena, en donde le suplicó al  Señor que le diga el nombre del discípulo (Judas) que lo habría de traicionar. 
Unas horas después, este leal discípulo (algunas veces llamado el “Apóstol del Amor”) siguió a su Maestro en el tortuoso camino desde el Jardín de Getsemaní hacia la corte de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, en Jerusalén, en donde el Salvador sería interrogado sin misericordia para luego ser condenado a muerte.
Luego de la sentencia, San Juan siguió los pasos del Señor a lo largo de la agonizante Vía de la Cruz. 




San Juan dictando a Prokhoros (Prócoro) el Apocalipsis




Mientras el Señor estaba colgado de la cruz, volvió su cabeza hacia su Madre y le informó que San Juan sería, de ahora en adelante su protector, mientras pronunciaba las inolvidables palabras: “Mujer, he aquí a tu hijo” (Juan 19, 26) Luego le dijo a San Juan: “He aquí a tu Madre” (Juan 19, 27) Y desde ese momento se entiende que la Bienaventurada Siempre Virgen y Theotokos (Madre de Dios), María, había sido confiada al cuidado de su fiel siervo. 
Algunos años después del tránsito de María, San Juan se dedicó a predicar el Evangelio en Efeso (una ciudad Griega en Asia Menor, que en la actualidad forma parte de la moderna Turquía), donde eventualmente llegó a ser obispo. También predicó en otras ciudades de Asia Menor, usualmente acompañado por su fiel discípulo, un joven devoto llamado Prokhoros. Su amistad duraría muchos años y estuvo marcada por un milagro extraordinario ocurrido durante un naufragio. 




Naufragio durante unos de sus viajes


 

Prokhoros se las arregló para sobrevivir al desastre regresando a tierra firme. Sin embargo lloró amargas lágrimas cuando San Juan no apareció. Aparentemente, el gran discípulo había sido tragado por el mar. Sin embargo, catorce días después, mientras viajaba por la zona costera hacia Efeso, Prokhoros quedó aturdido al ver emerger de las aguas a un San Juan, empapado, pero sano y salvo. Luego de ello ambos continuaron su jornada pasando muchos años predicando el logos y sanando a los enfermos a través de Tierra Santa. 

Sin embargo sus problemas recién comenzaban. Con la llegada de Nerón como Emperador Romano (54-68) se inició una campaña de persecución contra los Cristianos a lo largo de todo el Imperio Romano. San Juan fue rápidamente arrestado y transportado a Roma para ser juzgado bajo el cargo de sedición debido a su apasionada predicación del Evangelio. 
 



San Prokhoros y San Juan el Teólogo (Evangelio) -1629 d.C.
Monasterio de Simonos Petras, Monte Athos 
 



Condenado y sentenciado a muerte, se le dio un jarro con veneno… pero sus verdugos se sorprendieron cuando bebió completamente la poción sin que le produjese daño alguno.
Impávidos, el escuadrón de ejecución arrojó al fiel Cristiano dentro de un caldero de aceite hirviendo. Pero una vez más intervino la Providencia – y San Juan salió del recipiente hirviente sin el más mínimo daño. Frustrados por su incapacidad de destruir al santo, sus perseguidores, finalmente, lo condenaron a prisión perpetua en la isla de Patmos de la distante Grecia. 
No pasó mucho tiempo luego de su llegada para que el dedicado apóstol comenzase a predicar nuevamente el Evangelio a todo aquel dispuesto a escucharlo. 




"Η ΕΞΟΡΊΑ ΤΟΥ ΑΓΊΟΥ ΙΩΆΝΝΟΥ ΤΟΥ
ΘΕΟΛΌΓΟΥ ΑΠΌ ΈΦΕΣΟ ΕΙΣ ΠΆΤΜΟΝ"

EL DESTIERRO DE SAN JUAN EL
TEOLOGO DE EFESO A PATMOS
 



Finalmente pasó muchos años recorriendo la isla… expulsando demonios, sanando a los enfermos y convirtiendo al Cristianismo a cientos de los isleños. Durante esos fructíferos viajes se encontró de manera muy frecuente –y venció- con un famoso jefe de hechiceros de Patmos, el Mago Kinops, quien hizo lo mejor que pudo con sus poderes ocultos para destruir al santo, aunque siempre falló. 
Luego de que Kinops fuera vencido, San Juan se retiró con Prokhoros al peñón de una montaña ventosa en donde se impuso ayuno. Mientras rezaba constantemente, un gran terremoto sacudió el paisaje y estalló un trueno con aterradoras reverberaciones sobre la tierra. 








Golpeado por el miedo Prokhoros postró su rostro contra el suelo… pero San Juan lo jaló para que se pusiese de pie pidiéndole que escribiese este profundo y elocuente mensaje que había recibido en medio de la tormenta. Prokhoros hizo como se le indicó y prontamente escribió el mensaje venido del Más Allá: “Yo Soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin”, dice el Señor, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso” (Apocalipsis 1, 8). 
Con estas palabras, escritas en el año 67, San Juan iniciaría las primeras líneas del Libro de la Revelación. Tiempo después, cuando se encontraba con la edad de 95 años y fue finalmente liberado, volvió a sus obligaciones como Obispo de Efeso, donde pudo terminar de escribir sus vívidos libros de profecía mística. 







San Juan vivió más de 100 años y poco antes de morir solicitó ser enterrado en una tumba con la forma de cruz. Sus deseos fueron honrados y la tumba se convirtió en un lugar prominente de la región, en donde, posteriormente, muchos no creyentes se convirtieron. A ello se sumó el hecho de que cada año, en el aniversario de la muerte de San Juan, muchas personas eran curadas milagrosamente de sus enfermedades gracias a un fino polvo que, misteriosamente, se levantaba del lugar del entierro para soplar sobre ellos.
Conocido como el “Discípulo Amado” –también llamado por Cristo como el “Hijo del Trueno”- este hombre extraordinario fue el único de los apóstoles originales que falleció de muerte natural.




"Η ΜΕΤ'ΑΤΑΣΗΣ ΤΟΥ ΙΩ. ΤΟΥ ΘΕΟΛΟΓΟΥ".
La "Metástasis"* de San Juan el Teólogo 



Sus últimos años estuvieron llenos de paz y bondad hacia los demás. Una bella tradición de la Iglesia, en particular, captura la esencia de la naturaleza amorosa de San Juan. Según esa leyenda al final de su vida el santo llegó a estar tan frágil y débil que para asistir a los servicios en la iglesia local debía de ser cargado. Durante ellos se restringía a esta simple admonición: “Pequeños hijos, ámense los unos a los otros.”  
Después de haber escuchado ese consejo una y otra vez algunos de los miembros de la congregación le preguntaron a San Juan: “¿Maestro, por qué siempre dices eso? El respondió con una sonrisa gentil: “Es el mandamiento del Señor y si se hace solamente eso, es suficiente.” 




El Reposo del Apóstol y Evangelista, San Juan el Teólogo. 26 de Septiembre.    




La vida de San Juan nos provee un ejemplo irresistible de la manera en que un fiel seguidor de Cristo puede usar sus propios dones para la mayor gloria de Dios. Como orador privilegiado San Juan fue tremendamente efectivo en la propagación del Evangelio llegando a ser uno de los más poderosos predicadores de entre los primeros Cristianos. Contando con un gran talento literario y poético también utilizó sus capacidades con la pluma para crear el Cuarto Evangelio, uno de los más grandes documentos de la humanidad.  
Firme y fiel a su fe hasta el final, San Juan permanece como inspiración para todos aquellos que anhelan propagar el Evangelio a través de todo el mundo. El Evangelio de San Juan nos muestra a Jesús, completamente divino y completamente humano. San Juan fue un hombre que amó profundamente a Jesús, pero él mismo fue tremendamente humano – con las fortalezas y debilidades compartidas por todos nosotros. Posiblemente esa es la razón por la que muchas veces es considerado como el escritor favorito de los Evangelios.
 
 
 
 
 



NOTA:

* La "metástasis" se traduce como "translocación", "transposición" o "transducción", con el significado de que su cuerpo estaba ubicado en un lugar y fue llevado a otro. Basándonos en la Metástasis de la Theotokos tras su Dormición, San Nikodemo el Hagiorita nos dice que no sólo hubo una metástasis de su cuerpo, sino que también podemos decir que hubo una resurrección del mismo y una ascensión a los cielos. Esto se elabora en las homilías e himnos de Andrés de Creta, Juan de Damasco, Teodoro el Estudita, Marcos de Efeso, Gregorio Palamás y Cosme el Himnógrafo que se dedican a la Dormición. San Nikodemo pregunta por qué lo llamamos metástasis y no resurrección y ascensión. Él responde que quizás esto se deba a que no está en los escritos de las Sagradas Escrituras, sino que es una doctrina secreta transmitida por los Santos Padres oralmente y no a través de la proclamación pública. Como escribe San Basilio el Grande: "De los dogmas y las predicaciones que se guardan con seguridad en la Iglesia, tenemos algunos de la doctrina escrita, y algunos de la tradición que nos transmitieron los Apóstoles que hemos recibido en secreto, los cuales tienen la misma validez y fuerza en lo que respecta a la piedad; en consecuencia, nadie dice nada de esto, al menos nadie que tenga experiencia alguna en asuntos eclesiásticos, ya que si nos comprometemos a descartar las tradiciones no escritas de las costumbres de la Santa Tradición, considerando que no tienen gran importancia fuerza, sin saberlo, estaríamos dañando el Evangelio en partes vitales, y más bien deberíamos quedarnos con la predicación confinada al mero nombre "(Sobre el Espíritu Santo, cap. 27). San Nikodemos explica además que la palabra "metástasis" denota tanto una resurrección como una ascensión, para quien ha subido y ascendido ha hecho metástasis, yendo de un lugar a otro. Por lo tanto, concluye: "Aquellos que piensan que la Theotokos no ha sido elevada, es decir, que su alma santa estaba unida a su cuerpo inmaculado, ni que su cuerpo está vivo en los cielos, sino que está muerto y separado de su alma que da vida, no son de pensamiento correcto ". 
(Traducido de jhonsanidopoulos.com en inglés)
 
 
 
 
 

 

 
Ἀπολυτίκιον Ἦχος β'.
 
Ἀπόστολε Χριστῷ τῷ Θεῷ ἠγαπηπημένε, ἐπιτάχυνον, ῥῦσαι λαὸν ἀναπολόγητον, δέχεταί σε προσπίπτοντα, ὁ ἐπιπεσόντα τῷ στήθει καταδεξάμενος· ὃν ἱκέτευε, Θεολόγε, καὶ ἐπίμονον νέφος ἐθνῶν διασκεδάσαι, αἰτούμενος ἡμῖν εἰρήνην, καὶ τὸ μέγα ἔλεος.

Apolitiquio tono 2º 

Oh Apóstol, amado de Cristo nuestro Dios, siempre pronto a defender a los indefensos. Él, que te permitió apoyar tu cabeza sobre su pecho, escucha tu reverente intercesión. Implórale a Él, oh Teólogo, para que disperse la persistente nube de paganidad y ruega por nosotros por Su paz y  Su gran misericordia.
 
 
Κοντάκιον
 
Ἦχος β’. Αὐτόμελον.
 
Τὰ μεγαλεῖά σου Παρθένε, τὶς διηγήσεται; βρύεις γὰρ θαύματα, καὶ πηγάζεις ἰάματα, καὶ πρεσβεύεις ὑπὲρ τῶν ψυχῶν ἡμῶν, ὡς θεολόγος καὶ φίλος Χριστοῦ.

Condaquio tono 2º (melodía propia)

¿Quién puede cantar tus obras maravillosas Oh Santo Virgen? Pues tú derramaste milagros y eres fuente de sanación, e intercedes por nuestras almas, siendo el teólogo y amigo de Cristo.
 
 
 
 
Ὁ Οἶκος.
 
Ὕψη οὐράνια ἐκμανθάνειν, καὶ θαλάσσης τὰ βάθη ἔρευναν, τολμηρὸν ὑπάρχει καὶ
ἀκατάληπτον, ὥσπερ οὖν ἄστρα ἑξαριθμῆσαι, καὶ παράλιον ψάμμον οὐκ ἔστιν ὅλως, οὕτως οὔτε τὰ τοῦ Θεολόγου εἰπεῖν ἱκανόν, τοσούτοις αὐτὸν στεφάνοις ὁ Χριστός, ὃν ἠγάπησεν ἔστεψεν! οὗ τῷ στήθει ἀνέπεσε, καὶ ἐν τῷ μυστικῷ δείπνῳ συνειστιάθη, ὡς Θεολόγος καὶ φίλος Χριστοῦ.


Oikos

Aprender completamente los altos secretos del cielo, investigar las profundidades del mar es imprudente y más allá de la comprensión; y así como es totalmente imposible numerar todas las estrellas y (los granos de) la arena en la orilla del mar, así es también contar las gracias del Teólogo, con tantas coronas con que Cristo ha adornado a la persona que amaba; el que se apoyó en Su pecho y festejó con Él en la cena secreta, como teólogo y amigo de Cristo.
 






Texto publicado con autorización del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. Saint.gr, johnsanidopoulos.com, Diakonima.gr, synaxarion.gr