P. Athanasios Mitilineos. Memoria de San Juan el Teólogo



Hoy nuestra iglesia queridos honra la memoria del glorioso Apóstol y Evangelista Juan. Y debido a que nuestro Sagrado Monasterio tiene el privilegio de considerar como protector suyo al discípulo amado del Señor, Después de la Santísima Madre de Dios y del gran mártir Demetrio, debemos encomiar (elogiar) al gran apóstol de Cristo. Pero, ¿cómo puede encomiar a alguien a un santo? Debe estar próximο a su altura para honrar debidamente a un santo. Además, como dice la Santa Escritura, no está bien la alabanza en boca de un hombre pecador. Pero por amor al pueblo de Dios y por amor al gran Apóstol, se intentará decir algunas palabras simples, como flores salvajes de nuestra montaña que hemos elegido para ofrecerlas.

San Juan vivía en Betsaida de Galilea. Era hijo de Zebedeo y de Salomé y hermano menor de Santiago (Iakovos), quien también fue apóstol, y se distingue de Santiago obispo de Jerusalén, el llamado “hermano del Señor”. El primero, el apóstol, se llama Santiago el Grande, y el segundo, el primer obispo de Jerusalén, se llama Santiago el Menor, para distinguirlos.

El gran apóstol Juan enseñó al primero de todos en el círculo de los apóstoles al Venerable Precursor (Juan Bautista), junto con Andrés, el hermano de Pedro. Y cuando una vez se presentó el Señor por el horizonte y dijo Juan el Bautista, “he aquí, el Cordero de Dios”, entonces Andrés y Juan el Teólogo dejaron a Juan el Precursor, y siguieron al Señor. Y se volvió Jesús, dice después, para ver quién le seguía. No se atrevieron a hacer nada más cuando el Señor dijo: “¿A quién buscáis?”. Respondieron los dos, en un estado de confusión: “Señor, ¿dónde vives?”. “Venid y ved”, les dijo el Señor, sacándoles de esa confusión. Y se quedaron aquel día, dice, escuchando sus palabras. De hecho el Evangelista Juan, ofrece detalles que muestran que es testigo ocular, como “eran alrededor de las 4 de la tarde”. Esto lo digo con el lenguaje corriente que tenemos sobre la hora. Porque la hora, tanto con los judíos como con los antiguos griegos, comenzaba a las 6 de la mañana. 6 y 4, después del mediodía, son 10. Así lo señala el Evangelista Juan, eran alrededor de la hora décima. Recuerda la hora; son experiencias que nunca desaparecen de la memoria.

Tras ser llamado por el Señor, ahora Juan enseñaba también en el círculo de los doce apóstoles. Y probablemente Juan era el más joven de todos los apóstoles. Era soltero mientras que Pedro estaba casado. Juan tenía un carácter impetuoso, en el buen sentido de la palabra impetuoso, pero también profundos y delicados sentimientos. Por los nombres y las caracterizaciones que recibió del Señor, podemos concluir que se trata de un alma santa que se eleva al borde de la divinidad, aunque nació y creció en una época decadente de su pueblo, con una caída del sentimiento religioso del pueblo hebreo y en medio de abundante pecado. Sí en una época así nació Juan el teólogo. Era, como dice en el Cantar de Cantares, como un lirio rodeado de espinos. A pesar de esto sin embargo, pudo desarrollar su personalidad, la cual fue elegida. Lo digo para que le conozcamos porque muchas veces decimos, justificamos de nuestra pereza, lo de “¿sabes en qué época vivimos?”. Sé en qué época vivimos. Ningún santo ha vivido en épocas buenas, pacíficas, fáciles, favorables… no. Cada uno en su época ha vivido lo que ha vivido.


Y entonces Juan se encontró en medio de una época, de un mundo muy corrupto. Había corrupción entre los líderes y entre el pueblo. Por eso es llamado “lirio en medio de espinos”. Y como dice a continuación en el Cantar de Cantares, “y vino el que pastorea entre lo lirios para elegirle”, es decir Jesús Cristo, el Pastor de los Lirios.


Vemos ahora su posición junto al Señor; y los nombres o las caracterizaciones que el Señor le dio. Primero, es elegido de entre los doce, como el más electo (escogido, favorito, predilecto, preferido) bajo el cielo. No tiene importancia si también elige a Judas. Cristo no eligió a su traidor. Cristo eligió a Judas como discípulo suyo. ¿Sabéis que envió con los doce, de dos en dos, de tres en tres, a aldeas y ciudades, a Judea y a Galilea, para decir que el Reino de los Cielos se ha acercado? ¿Sabéis que Judas recibió en sus manos también el carisma de realizar milagros? Así, Cristo no eligió a su traidor. No, eligió al discípulo. Se convirtió en traidor. No es que no lo supiera esto el Señor, Él mismo lo dice: “Yo os he elegido, sé cada uno quién es”. Se convirtió en traidor Judas, perdió la Gracia, y el gran privilegio de uno de los doce discípulos.


Cuando el Señor dijo, estando Judas, que “os sentaréis en doce tronos, juzgando las doce tribus de Israel”. Las doce tribus de Israel no son las mismas doce tribus de Israel, sino que son, de modo metafórico, todo el mundo. Toda la tierra se encuentra repartida en doce tribus, según el prototipo de las doce tribus de Israel. Es una expresión para que se vea claro el juicio de los apóstoles sobre toda la tierra, sobre todo el mundo.


Segundo. Juan es elegido entre los tres de los doce apóstoles, en aquel particular grupo grupo corifeo que eran Pedro, Santiago y Juan. Recordad en el Monte Tabor, a estos tres tomó consigo el Señor, no es momento ahora de explicar por qué. Recordad también cuando a estos tres llamó para resucitar a la hija de Jairo, quedándose fuera los demás. Todos eran elegidos, pero estos eran los elegidos de los elegidos. Y en el grupo este de tres estaba también Juan. Recordad también, el glorioso estado aquel en que estaba Cristo sobre el Monte Tabor; estos tres también allí estaban. Y además la voz del Padre Celestial: “a Él obedeced”. Escucharon la voz del Padre Celestial, Entonces Juan no es solo discípulo de Cristo, sino también discípulo del padre. Porque la voz del cielo dijo “a Él obedeced”, y escuchan, obedecen y aprenden de esta voz celestial. También vieron un terrible pasado, a Moisés, que vivió 1500 años antes de Cristo, y a Elías, que vivió 8 siglos antes de Cristo. ¿Sabéis qué significa que tengas una visión de la historia y del pasado, y del presente, y de otras circunstancias, que tenemos del siglo venidero? Impresionante. Es un privilegio, porque Quién puede tenerlo sino sólo algunas almas absolutamente escogidas?


Además, queridos, se convierte en escritor del Evangelio, y del libro de la Revelación (Apocalipsis) y de sus tres Epístolas. Si quitamos el Libro de la Revelación, sólo lo digo para lo que os quiero contar ahora, porque el Libro de la Revelación tiene sorprendentes escenas; el Evangelio y las Epístolas tienen una textura de ternura de gran delicadeza y de nobleza, con la repetición de pretéritos perfectos, como “hemos visto”, es muy agraciado el estilo de Juan en su Evangelio y en sus Epístolas. No es que no sea también en el Libro de la Revelación, pero como os he dicho, predominan escenas de plagas, allí, por decirlo de algún modo, queda limitada esta textura de ternura y nobleza.

También tenía el privilegio de que era un evangelista, el cuarto, no en la calidad, sino en la cronología de la escritura. Es el último en escribir su Evangelio y tal como se hace referencia en el Libro de los Números del Antiguo Testamento, allí los hebreos se habían distribuído por motivos del gobierno en grupos, y cada grupo tenía su bandera. Tenemos entonces cuatro banderas que son los símbolos que tenemos de los cuatro Evangelistas. El buey, el león (el león estaba en la tribu de Judas, y tomó el lugar de un animal de los cuatro que estaban en estas cuatro banderas del antiguo Israel. Esto está representado arriba en la cúpula donde está el “Pantokrator”).

Y así su Evangelio insuperable en altura en su teología. Nada supera la escritura del Evangelio de Juan. Y el Libro de la Revelación. *


* Mateo, un ángel. Marcos, un león. Lucas, un buey. Juan, un águila


Os decía anteriormente, sobre el monte Tabor vivió el presente: El Maestro es transfigurado. Está también Santiago, está también Pedro, tiene el sentido del presente. Pero cuando ve, ve, con sus ojos, a Moisés y a Eías, vive el pasado. Vive además una fragmento de la eternidad del Dios eterno que dice “a Él obedeced”, pero también vive algo más. A lo que se hace exacta referencia en el Libro de la Revelación. ¿Y qué dice ahora aquí Jesús Cristo, que está por detrás y por encima de Juan en la isla de Patmos? “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto…”. “Que deben suceder pronto”: he aquí el futuro, el cual ahora Juan ve con su ojo. ¿No es sorprendente? Vivió todos los acontecimientos de los tres años de la vida pública del Señor tan cerca de él como ningún otro. Solo él de los Apóstoles. Y de entre todos los anteriores y siguientes a él, logró el ser denominado “virgen”. Hoy la virginidad está rodeada de interminables ironías y burlas, y cuánto más si es hombre, cuánto se mofaron de él los demás, si descubren que vive en virginidad. No recorrió esos caminos, no subió las escaleras que llevan a los prostíbulos. Y es llamado aquí “virgen”. Pero atended, qué dice san Gregorio Palamás sobre la virginidad del santo Apóstol: “toda la vida te mantuviste virgen, en cuerpo, y en alma”. Es lo que decía san Basilio, “no conozco mujer, pero virgen no soy”. No soy virgen, aunque no haya tenido contacto con otro cuerpo. ¿Por qué? Porque veía san Basilio su propio alma. San Gregorio Palamás dice aquí Que Juan era virgen también en el alma. Dice, alma y cuerpo, nus y sentido.

Queridos también Juan es revelado como hijo de la Virgen. ¿Qué Virgen? De la Theotokos. ¿Por qué? Sencillamente porque cuando Cristo dijo a Juan “he aquí tu madre”, y a Su madre “he aquí tu hijo”, el virgen recibe a la “Virgen” en su misma casa. Sólo a su discípulo virgen le confía a su madre la Virgen. ¿Os causa impresión esto? Así entonces también es hijo de la Virgen María y hermano del Virgen Jesús. Gran privilegiο.

Dice de nuevo san Gregorio Palamás. Jesús Cristo Hijo amado, y Juan discípulo amado. Aquel (Jesús Cristo) Hijo amado, y este (Juan) discípulo amado. Aquel en el seno del Padre, y este sobre el pecho de Jesús. Aquel virgen, y este, por la gracia de él. Hijo de la Virgen aquel, y éste hijo de la misma (Virgen). Tronó en los cielos Aquel (salmo 18,13), y éste es el Trueno (y le llamó Boanerges, hijo del trueno, el mismo Cristo), continúa san Gregorio Palamás. Y de hecho un trueno grande teológico que retumba por todos los confines de la tierra, teologiza el Logos del Padre, diciendo que "En el principio era el Logos, y el Logos era con Dios y el Logos era Dios." Y la luz verdadera es, que ilumina a cada hombre que viene al mundo, y através de Él todo fue hecho". Esto dice san Gregorio Palamás.

Queridos, el Evangelista Juan era el discípulo amado. Era el que cayó sobre el pecho de Jesús. ¿Sabéis cuántas veces dice esto? Cinco veces lo dice. Y da la identidad de él mismo: "el discípulo al que amaba Jesús". Y asñi nos dice de nuevo que Dios es amor. Es amor, y nos enseña en sus epístolas y en su Evangelio la suma virtud del amor. Nos enseña que la acción del amor es doble, hacia Dios y hacia el hombre. Y como dice san Gregorio Palamás de nuevo, "se distribuye sin dividirse". Distingue entre estos dos (amor a Dios y al hombre) pero las distingue indivisibles. Las divide sin dividirlas. ¿Cómo? Dice el que ama a Dios, ama al compañero. El que ama al compañero, ama a Dios. Son inseparables, indivisibles.

De este modo el Evangelista Juan nos mostró los dos pies de la "teognosía" (conocimiento de Dios), que es el amor (amor cristiano, agapi) como práctica y la teología como teoría. Con estos dos pies hemos de dirigirnos nosotros queridos hacia Dios y buscarle. Con estos dos pies caminño nuestro bienaventurado teólogo y obispo. Otro camino no existe. Otro modo es utopía. Queridos, san Juan Evangelista el discípulo amado, el virgen, el hijo de la Virgen, el hijo del trueno y de la teología y del amor obedece completamente a Dios. Nosotros sigámosle en la medida que podamos.  


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