domingo, 28 de julio de 2024

Osía Irene de Krisovalantu (s.IX)

Versos: 
"De antaño viviste en paz Irene, y ahora moras donde abunda la paz".*
El vigésimo octavo Irene entró en descanso divino.

El veintiocho de este mes [julio], conmemoramos a nuestra Venerable Madre Irene, Abadesa del Sagrado Monasterio de Chrysovalantou
(del gr. "Χρυσοβαλάντου"), la Milagrosa.

Osía o Venerable Irene de Krisovalantu, nació en una noble familia de Capadocia en el siglo IX. Tras la muerte de su esposo Teófilo, la emperatriz Teodora gobernó el Imperio durante la regencia de su hijo Miguel.
La santa emperatriz Teodora ayudó a derrotar la herejía iconoclasta y la restauración del culto de las sagradas imágenes. Cuando Miguel cumplió 12 años, la Emperatriz envió mensajeros por todo el Imperio para encontrar una esposa adecuada para el futuro Emperador de Bizancio.
Santa Irene fue la elegida y dio su conformidad al matrimonio. Cuando pasaba por el monte Olimpo en Asia Menor, Irene pidió que la comitiva que la llevaba a la capital del Imperio se detuviera para poder pedir la bendición de San Joanicio (4 de Noviembre). El santo, que sólo se dejaba ver en contadas ocasiones, esperaba la llegada de Santa Irene. Una vez que los dos santos se encontraron el asceta le dijo a la joven que la necesitaban en Constantinopla, pero no en el palacio imperial si no en el convento de Chrysovalantou. Santa Irene cayó postrada a sus pies y pidió su bendición. 
 
 
 



                                     




 
 
Llegados a Constantinopla descubrieron que el Emperador había tomado esposa hacía unos días. Lejos de estar decepcionada Irene se alegró enormemente pues así tenía el camino libre para convertirse en la esposa de Jesús Cristo, llenándose de alegría por el cambio producido en los acontecimientos y que había profetizado el santo asceta de Olimpo. Recordando las palabras de San Joanicio, Irene visitó el Monasterio de Chrysovalantou. Quedó tan impresionada por las monjas y su forma de vida que liberó a sus siervos y distribuyó su riqueza entre los pobres. Cambió sus ricos vestidos por el hábito monástico y comenzó a servir a las hermanas con gran humildad y obediencia. 
 
 
 
 









La Abadesa estaba impresionada sobre todo porque viniendo Santa Irene de familia noble realizaba las tareas más bajas encomendadas por la obediencia monástica sin ninguna queja. Frecuentemente leía las vidas de los Santos en su celda y siempre intentaba imitar sus virtudes de la mejor manera posible. A menudo permanecía toda la noche en oración con los brazos levantados al igual que Moisés. Pasaba los días de su juventud en medio de luchas espirituales derrotando, con la ayuda de Cristo, los ataques insidiosos de los demonios y obteniendo los frutos del Espíritu Santo.
 
 
 
 





 
 
 
 
 
Cuando la abadesa sintió próxima su muerte pidió a las demás monjas que no aceptaran a nadie como abadesa que no fuera a Irene. Cuando la abadesa murió, las monjas pidieron consejo a San Metodio (14 de junio). Iluminado por el Espíritu Santo les preguntó si había en el monasterio una monja humilde llamada Irene pues ella debería ser la nueva abadesa. Las monjas se llenaron de alegría y daban gracias a Dios.
Elegida abadesa, Irene rogaba a Dios que le ayudara a servir a sus hermanas desde el ejercicio del cargo de abadesa y redobló sus esfuerzos espirituales.  
 
 
 
 









Mostraba gran sabiduría en la dirección de las monjas y recibía frecuentes revelaciones de Dios que le ayudaban en el ejercicio de la autoridad. Nunca avergonzaba a las monjas, al contrario las ayudaba para que pudieran corregirse y adelantar en el ejercicio de la virtud. Muchos fueron los milagros que realizó durante su vida, mas el de las manzanas es quizás el más famoso de todos. Era su costumbre permanecer en el patio del monasterio bajo el cielo estrellado en la vigilia de las grandes fiestas. En la noche de una de estas fiestas una monja que no podía dormir salió de su celda y salió al patio del monasterio. Allí vio a la abadesa elevada del suelo y completamente inmersa en la oración.
 
 




Icono de la Santa en su celda, por el Metropolitano Gabriel, 
co-fundador del Monasterio, 1957
     

 
 
 
Allí mismo observó que los dos cipreses del patio estaban con sus copas inclinadas tocando el suelo. Cuando terminó su oración, Santa Irene bendijo a los cipreses y estos volvieron a su posición original. Pensando que podría ser una tentación del demonio, la monja acudió a la noche siguiente contemplando de nuevo el milagroso acontecimiento. La monja ató unos pañuelos en las copas y al día siguiente todas las monjas se preguntaban cómo podía haber ocurrido aquello. La monja que había sido testigo del milagro se lo contó a las demás. Santa Irene se entristeció mucho y prohibió que hablasen de ello hasta después de su muerte.
 
 
 



San Juan el Teologo dando las manzanas al marinero.

                                           




Una noche mientras dormía escuchó una voz que provenía del cielo que le dijo que un marinero le traería un regalo que debería aceptar. El marinero llegó al día siguiente y permaneció en la Liturgia en la Iglesia hasta el final.
Este le dijo que al pasar por Patmos un anciano se había acercado al barco caminando encima de las aguas y el había entregado tres manzanas “que Dios le enviaba de mano de su discípulo Juan”. El marinero le dijo a Santa Irene que cuando comiese de las manzanas todos los deseos de su alma se concederían. 
 
 
 
 



Icono milagroso de Santa Irene en Astoria, Nueva York.





Santa Irene ayunó dando gracias a Dios por aquel regalo y después de cuarenta días comió la primera manzana a pequeños trozos. Durante este tiempo no necesitó más comida o bebida. El Jueves Santo, después de recibir las monjas los Santos Dones, les dio un trozo de la segunda manzana, notando ellas su gran dulzura y cómo nutría sus almas.
Un ángel informó a San Irene que sería llamada ante el Señor en el día después de la fiesta de San Panteleimon. Durante una semana se preparó con ayuno y oraciones para celebrar la fiesta del Santo Gran Mártir, comiendo sólo pequeños trozos de la manzana y bebiendo un poco de agua.
 
 




Dormición de Santa Irene de Krisovalantu
                               




Todo el monasterio se llenó de una gran fragancia y todas las rencillas se desvanecían, llenándose de paz los corazones. El 28 de julio Santa Irene llamó a las monjas para despedirse de ellas y para recomendarles que eligieran a la hermana María como abadesa y así seguir en el camino estrecho que conduce a la vida eterna. Vio a los ángeles que Dios le enviaba para recoger su alma y llena de alegría descansó en el Señor. Tenía ciento un años cuando murió, más su rostro estaba jóven y hermoso. 
 
 






 
 
 
 
Fueron muchos los que se acercaron a su funeral y desde entonces fueron innumerables los milagros que se realizaron en su tumba. En muchas iglesias se acostumbra a bendecir las “manzanas del Paraíso” en este día recordando el milagro de las manzanas que recibió Santa Irene”.
 
NOTAS:
 
Irene, del gr. Ειρήνη, [Irini], cuya traducción es "paz".
 
 
 
 



 
 
Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος πλ. α’. Τὸν συνάναρχον Λόγον.
 
Βασιλείας γήινους πάλαι οὐκ ἔτυχες, ἀλλ' ἄφθάρτων στεφάνων νῦν σὲ ἠξίωσεν, ὁ Νυμφίος σου Χριστὸς ὁ ὡραιότατος, ᾧ καθιέρωσας σαυτήν, ὅλῃ καρδίᾳ καὶ ψυχῇ, Εἰρήνη Ὁσία Μῆτερ, Χρυσοβαλάντου ἡ δόξα, ἡμῶν δὲ προσφυγὴ καὶ βοήθεια.

 
Apoltiquio plagal del tono1º

No obtuviste un reino temporal en la tierra, sino que Cristo, tu más hermoso Novio, te otorgó coronas celestiales, y reinaste como una reina con Él eternamente; porque te entregaste a Él con toda tu alma, oh Irene, nuestra venerable Madre, te jactas de Chrysovalantou y de la poderosa ayuda de todos los ortodoxos.
 


Κοντάκιον. Ἦχος γ’. Ἡ Παρθένος σήμερον.
 
Τὴν τοῦ κόσμου εὔκλειαν, καταλιποῦσα Ὁσία, τῷ Χριστῷ νενύμφευσαι, τῷ Βασιλεῖ τῷ ἀφθάρτῳ, κάλλεσι, τῆς παρθενίας λελαμπρυσμένη, σκάμμασι, τῆς ἐγκρατείας πεποικιλμένη· διὰ τοῦτό σε Εἰρήνη, ὁ σὸς Νυμφίος λαμπρῶς ἐδόξασε.
 
Condaquio tono 3º

Dejando todo el mundo atrás con su gloria efímera, fuiste casada con Cristo, el Rey inmortal y santo, trayéndole como preciosa dote tu belleza virgen y tus trofeos ganados, por la abstinencia, de los demonios. Oh Irene, nuestra venerable Madre, suplica a tu Novio que nos muestre Su misericordia.
 


Μεγαλυνάριον.
 
Τῆς Καππαδοκίας τὴν καλλονήν, καὶ Χρυσοβαλάντου, ὀδηγίαν τὴν ἀσφαλῆ, τὴν πηγὴν θαυμάτων, πηγάζουσαν τῷ κόσμῳ, Εἰρήνην τὴν Ὁσίαν, ὕμνοις τιμήσωμεν.


Megalinario

La belleza de Capadocia, guiando a Chrysovalantou sin error, la pluma estilográfica de la paz celestial, Venerable Irene, te honramos con himnos







Fuentes consultadas: synaxarion.gr, saint.gr, parroquiaortodoxadealicante.blogspot.com, diakonima.gr

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