Eustacio era soldado y fue llevado ante el gobernador de Ancira (actual Ankara) llamado Cornelio. Fue interrogado por él, y confesando con valentía el glorioso plan de salvación de nuestro Señor Jesús Cristo, fue duramente golpeado. Luego le perforaron los tobillos y, atándolos con cuerdas, fue arrastrado a la ciudad de Ancira, hasta el río Sagaris. El gobernador les seguía por detrás y observaba. Allí colocaron al Santo en un cofre y lo arrojaron al río. Un ángel del Señor detuvo esto, quitó el cofre y lo colocó en tierra firme. Allí se encontró al Santo ileso, cantando: "El que habita en la ayuda del Altísimo, morará al amparo del Dios del cielo" (Sal. 91: 1).
Cuando el gobernador se enteró de esto, se sintió avergonzado. Incapaz de soportar la vergüenza, sacó su cuchillo y se suicidó. El mártir oró y comulgó los misterios divinos por medio de una paloma que descendió a él desde los cielos. Agradeciendo a Dios, entregó su alma en manos del Ángel que lo había rescatado del río, y así el bendito recibió la corona inmarcesible de la contienda. Su sagrada reliquia fue enterrada en la ciudad de Ancira.
Fuentes consultadas: johnsanidopoulos.com, Prólogos de Ochrid, synaxarion.gr, saint.gr
