sábado, 22 de julio de 2023

María Magdalena, la Portadora de Mirra e Igual a los Apóstoles (+ c.60 d.C.)

Versos: 

"Con toques inmateriales ella te toca, mi Cristo, a quien tú dijiste: «No me toques, oh María»".
En el veintidós María Magdalena durmió.

El veintidós de este mes [julio], conmemoramos a la Santa Portadora de Mirra e Igual a los Apóstoles, María Magdalena.

Aún no había amanecido cuando ella y sus compañeras se aproximaron a la cueva donde El había sido enterrado. Moviéndose lentamente a través de la oscuridad del Jardín de Getsemaní, ella se detenía de rato en rato para enjugarse las lágrimas.

El había sanado a esta joven hacía algunos años arrojando fuera de ella siete demonios; ¡cuánto le debía al Santo Redentor, el Hijo de Dios, quien había sido enterrado en esa tumba luego de haber sido crucificado la tarde anterior!...
Ella había venido a la tumba a ofrecer sus últimos respetos y a pronunciar una oración final. Pero cuando María Magdalena se aproximó la inmensa piedra que cubría la entrada a la tumba de José de Arimatea, había sido movida, por lo que se quedó sin aliento. 
 







 
La inmensa piedra blanca había sido removida. La boca de la cueva estaba abierta. Con un terror repentino miró con la poca luz que brindaba el día que amanecía. ¿Sería posible? ¿Quién podría haber movido semejante enorme piedra de la tumba? 
El día anterior, luego de que ella y las otras mujeres llorosas habían finalizado de ungir y envolver el cuerpo de Jesucristo, la tumba había sido cerrada. Pero ahora la entrada se encontraba completamente abierta. ¿Sería ella lo suficientemente valiente para entrar y ver por sí misma lo que había sucedido? No; sus pies ya se estaban moviendo... estaba corriendo a lo largo del camino pedregoso que llevaba al lugar en el que se encontraban, todavía durmiendo, dos de los Doce Apóstoles: Pedro y Juan. 






Ellos la escucharon boquiabiertos mientras les explicaba todo. Entonces, vistiéndose apresuradamente, corrieron con ella hacia el lugar que José de Arimatea había preparado para el entierro el día anterior. Llenos de suspense los dos Apóstoles no dudaron al llegar ante la boca de la tumba, a la que ella los había dirigido directamente y los observaba ávidamente en busca de su reacción ante lo sucedido en la bóveda.
El no estaba. La tumba estaba vacía. Todo lo que quedaba eran las vendas y el lienzo con que ella y las otras mujeres habían recubierto el Cuerpo de su Santo Redentor. Sacudiendo sus cabezas con incredulidad estuvieron de pie por algún tiempo en la cámara vacía, discutiendo en voz baja estos extraños acontecimientos. Entonces, reacios a partir se alejaron lentamente para informarles a los otros discípulos sobre la manera en que habían sucedido estos dramáticos hechos.








Una vez más María Magdalena se encontraba sola. Seguidora de Cristo durante los últimos años María era miembro de la tribu de Issachar y había nacido en el pueblo Galileo de Magdala, localizado a las orillas del Lago Genesaret. Una de la mujeres portadoras de mirra, quien había presenciado la crucifixión y posteriormente asistido el cuerpo de Cristo, había sido una de sus más fieles seguidoras durante sus viajes a lo largo de Palestina. 

Ella lo había amado durante su vida y ahora lloraba por su muerte. El amanecer estaba a punto de romper por el este cuando se decidió a mirar adentro. Limpiándose el llanto de los ojos y dando un paso a través de la abertura en la roca echó un vistazo hacia el lugar en el que el cuerpo había sido recostado... y vio una luz titilante. 





No, dos luces. Miró fijamente: En el lugar en el que los pies de Cristo habían reposado, se encontraba una presencia angélica de una blancura impecable. Cerca del lugar en el que había descansado su Cabeza se encontraba otro ángel de pie. María miró a esos dos visitantes celestiales y entonces escuchó una voz. ¿Acaso estaba escuchando con sus oídos o dentro de su cabeza? ¿Acaso importaba el cómo? La voz era amable y gentil:
¿Mujer, por qué lloras?
Demasiado impresionada como para pensar respondió con las mismas palabras con las que se había dirigido a Pedro y Juan cuando los despertó: “Se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.
Vio un destello en el lado opuesto de la tumba. De alguna manera un hombre había entrado. ¿Sería el jardinero de Getsemaní? Una vez más escuchó la voz:






¿Mujer, por qué lloras? ¿A quién buscas?
Tenía que ser el jardinero. “Señor”, dijo con la voz temblorosa. “si tú te lo has llevado dime donde lo has puesto para poder reclamarlo.” 
Pero en ese preciso instante reconoció la voz –era la voz de quien la había sanado y liberado de los siete demonios. A pesar de estar junto a ella gritó repentinamente: ¡Rabí!”. Entonces se arrodilló lista para lavar sus pies con sus lágrimas. Pero El dio un paso atrás al tiempo en el que le decía con voz muy amable: 
”No me toques pues aún no he ascendido donde Mí Padre; pero dirígete donde Mis hermanos y diles: ‘Yo asciendo donde Mí Padre y su Padre y donde Mí Dios y su Dios.” 







Ella obedeció instantáneamente y corrió tan rápido como pudo todo el camino hacia la casa. Irrumpiendo a través de la puerta gritó ante sus miradas atónitas:
¡He visto al Señor!.” 
Increíblemente, María Magdalena fue el primer ser humano en traer las buenas noticias al mundo: Cristo había resucitado de la tumba. 
Según tradiciones de la Iglesia, en los años siguientes María Magdalena peregrinaría por el mundo predicando el Santo Evangelio del Salvador. En un momento sus viajes la llevarían ante el Emperador Tiberio (14-37 d.C.). Luego de haberle contado la historia completa de la Resurrección de Cristo le entregaría al asombrado Emperador un huevo de un rojo brillante –un símbolo de la Resurrección– junto con estas palabras inolvidables: “Cristo ha Resucitado.” 






Según una tradición posterior, ella terminó sus días pacíficamente como misionera en la ciudad de Efeso en Asia Menor, en donde murió – probablemente alrededor del año 60 d.C.– con una oración en sus labios a su Señor Dios Jesucristo. Posteriormente sus reliquias fueron transportadas a Constantinopla. 

La vida de María Magdalena nos enseña muchísimo sobre el significado de la palabra devoción. María fue una fiel seguidora de Cristo Jesús cuando estaba en la cima de sus poderes como sanador y predicador, en donde lo seguían una inmensa multitud en dondequiera a lo largo de Palestina.
Pero ella permaneció tan fiel como siempre al Señor luego de su arresto y su humillación en Jerusalén, en donde fue azotado y escupido mientras cargaba su cruz hacia el Gólgota. Además ella y otras fieles mujeres permanecieron junto a El en el lugar de la crucifixión aún a pesar de que los aterrados discípulos habían huido. 






Quién fue María Magdalena históricamente parece ser menos importante que lo que le sucedió. Ella fue liberada de siete demonios. Sea que esas fuerzas hayan consistido en enfermedades o pecados, o ambas, es algo que solo Dios sabe. Sin embargo lo que nosotros sabemos es que acompañó a Jesús en Sus viajes y lo ayudó en Sus necesidades. Ella también estuvo presente en la Crucifixión, junto con Su madre y otras santas mujeres. Ella lloró por El e insistió en servirlo ungiendo su Cuerpo inerte. 
Considerando la situación política durante su época y la posición en general que ocupaban las mujeres dentro de su cultura, María debe de haber sido una mujer de gran valor y un gran amor. Ella parece tener una mezcla del espíritu práctico de Marta y el misticismo de María de Betania. 





Ella no era una ingenua romántica sino más bien una amiga profundamente fiel y amorosa. Probablemente acompañó a Jesús en Sus viajes a razón de su agradecimiento. Sin embargo tomó mucho más que la gratitud, fue valiente, como para enfrentar el ridículo y el acoso de los soldados Romanos así como el de una masa enojada, para seguir a Jesús hasta el Gólgota y a su tumba. 

Probablemente María estaba tan temerosa y confundida como los apóstoles. Pero su amor fue más fuerte y ella estaba dispuesta a enfrentar a los soldados Romanos con tal de ungir el cuerpo de Jesús. Que regalo tan grande recibió. Fue la primera en hablar con Jesús luego de Su Resurrección y El le encargó llevar a los apóstoles la Buena Nueva de su Resurrección.


Los siete demonios de María Magdalena

"María, que era llamada Magdalena, de quien habían salido siete demonios" (Lucas 8: 2).
Basado en este pasaje del Evangelio de Lucas, la Iglesia medieval de Occidente había asumido que María Magdalena debía identificarse con la mujer pecadora de Lucas 7. Los Padres griegos, sin embargo, no cometieron tal error al confundir las identidades de estas mujeres Por lo tanto, María Magdalena no era una prostituta, sino enferma.
En su vida griega, que se guarda en el Monasterio de la Gran Laura en el Monte Atos y comienza con el versículo de Proverbios 8:17 ("Amo a los que me aman, y los que me buscan me encuentran"), se dice lo siguiente con respecto a los siete demonios:






"Cuando escuchas sobre siete demonios, piensa en los espíritus opuestos de las siete virtudes. A saber, el espíritu de la falta de temor de Dios, el espíritu de imprudencia, el espíritu de ignorancia, el espíritu de falsedad, el espíritu de vanidad, el espíritu de euforia, el espíritu de la belleza. Todo esto es contrario a las virtudes opuestas. Porque cada pecado tiene su demonio, o más bien el espíritu da su energía". Theophanes Kerameus (1129–1152) escribe:
"Que nadie piense que María tenía siete demonios. Pero es así como los dones del Espíritu Santo son sinónimamente llamados siete espíritus, como el gran Isaías los enumeró: 'El espíritu de sabiduría y prudencia, el espíritu de consejo, el espíritu de poder y conocimiento, reverencia y temor de Dios "(Is. 11: 2-3). Así, las energías de los demonios también se llaman demonios. 






El desaliento, la timidez, el desprecio, la envidia, la falsedad, la codicia y toda pasión son sinónimos de demonio que lo engendró. Quien esté dominado por estas pasiones, está poseído por demonios. Por lo tanto, no era nada improbable ni imposible que María Magdalena fuera poseída por siete pasiones, de las cuales fue redimida y se convirtió en discípula del Salvador ".
En su comentario sobre Lucas, el obispo Teofilacto de Bulgaria escribe además:
"Como hay siete espíritus de la virtud, así hay contra ellos siete espíritus del mal. Como hay un espíritu de temor a Dios, así hay un espíritu de falta de temor a Dios. Hay un espíritu de comprensión, hay en contra de él un espíritu de falta de comprensión, y lo mismo con el resto de ellos. A menos que, por lo tanto, estos siete espíritus del mal se vayan del alma, no es posible seguir a Cristo. Primero, Satanás debe ser removido de él, y luego Cristo lo habitará ".






Por lo tanto, el Señor benevolente y misericordioso curó a María a través de Su gracia y la liberó de siete demonios, que son sinónimos de siete pasiones que son energías de espíritus malignos. Agradecida por esta gran benefacción, dejó todo y se convirtió en seguidora de su Salvador y Maestro, junto con los Doce. Ella abandonó toda inclinación hacia la maldad y se adornó con todas las virtudes y bondades.
En cuanto a que María sea prostituta, esto no tiene fundamento ni en el Nuevo Testamento ni en la tradición de la Iglesia. De hecho, Nicéforo Calixto Xantópoulos nos informa en su "Discurso sobre la santa igualdad para los apóstoles y la "mirrofora" o portadora del bálsamo hecho a base de perfume de mirro, María Magdalena" que María fue criada en una familia rica que se distinguió por su filantropía, temiendo a Dios y guardando sus mandamientos. 




MARÍA MAGDALENA DENUNCIA A PILATO ANTE EL CÉSAR



A medida que María crecía, no se entretenía con lo que la mayoría de las chicas se ocupaban, tejiendo, hilando y confeccionando prendas brillantes, sino que se entregó al estudio de las Escrituras y se familiarizó con las profecías sobre el Mesías. A temprana edad, sus padres murieron y, por lo tanto, se inspiró en sus estudios para vivir una vida casta y mantener su virginidad. Y aunque heredó algo de riqueza de sus padres, no permitió que esto la desviara, sino que pasó su tiempo en el estudio, el ayuno, la oración y el ascetismo, sometiendo así sus deseos carnales recurriendo a asuntos divinos, adquiriendo todas las virtudes. El diablo, que odia a la humanidad y queriendo mantener a la humanidad atada a sus pasiones y pecados, por lo tanto, envió en su contra sus siete espíritus que lucharon por su alma, pero el Señor la libró, y a través de ella liberó a toda la raza humana de ser dominada por las pasiones. 






Esto también fue declarado por el patriarca Modesto de Jerusalén en el siglo VII en su homilía "Sobre las portadoras de la mirra":
"El número siete simbólico que vemos usado en las Sagradas Escrituras que indica la virtud y el mal. Podría decirse, por lo tanto, que se dice que el Salvador eligió a María Magdalena, de quien expulsó siete demonios, para expulsar al príncipe del mal de la naturaleza humana. Porque las historias enseñan que esta Magdalena fue virgen durante toda su vida, y se menciona en el martirio de María Magdalena, como está escrito, que debido a su absoluta virginidad y pureza, se apareció a sus torturadores como un cristal puro."

Por lo tanto, la Iglesia Ortodoxa considera a María Magdalena como una mujer no pecadora, sino como una persona enferma por los ataques demoníacos que lucharon contra ella. Y cuando se encontró con el tan esperado Mesías, a quien reconoció por sus estudios del Antiguo Testamento, y el signo y las señales y milagros que siguieron, ella fue sanada por Él. Esto la inspiró a seguir a Cristo fielmente hasta el final, sirviendo no solo al Señor y a Sus discípulos, sino incluso teniendo una relación cercana con la propia Deípara. Y hasta el final, cuando reposó en paz en la ciudad de Éfeso, y fue enterrada por el Santo Evangelista y Apóstol Juan el Teólogo junto a la cueva donde más tarde fueron enterrados los Siete Jóvenes de Éfeso, mantuvo intacta su pureza, siendo para todas las generaciones de cristianos un modelo de pureza.
Por John Sanidopoulos







 
La mano izquierda incorrupta de Santa María Magdalena, Monasterio de Simonopetra, Monte Atos.  
 
Siendo el tesoro más sagrado de Simonopetra, esta mano incorrupta, emana una hermosa fragancia celestial, emite un calor corporal como si todavía estuviera viva y hace muchos milagros. Los monjes de Simonopetra sienten gran reverencia por la Santa, a quienes consideran la segunda fundadora del Santo Monasterio.
 
 
 
Domingo de las  Santas Mujeres "Mirroforas", José de Arimatea y Nicodemo, el Discípulo Nocturno del Señor.

Traslado de las Santas Reliquias del Santo y Justo Lázaro y de María Magdalena la Mirrofora


Maria magdalena, fragmento de la película "Jesus de Nazaret"

Apolitiquio tono 1   (MODELO: Τὸν τάφον σου Σωτὴρ, [Ton táfon su Sotír], “Tu sepulcro, Salvador”)

Apolitiquio tono 1º 


Cuando Cristo Dios había nacido de la Virgen por nuestra causa, tú lo seguiste fielmente guardando sus mandamientos y cumpliendo sus leyes sagradas, Oh augusta María Magdalena. Por eso es que hoy, recordando tu santidad, esperamos recibir el olvido de nuestras faltas y pecados a través de tus santas oraciones por nosotros.

Condaquio tono 


Cuando Dios, el Poderoso, el Trascendente en esencia, vino hecho carne al mundo, El te recibió Oh María como Su verdadera discípula cuando se encontraron. Pues tu deseo fue amarlo completamente; por esa razón trajiste sanación para muchos enfermos; y ahora, transportada a las alturas del Cielo, continúas rezando ferviente por todo el mundo.








Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *doxologia.ro *johnsanidopoulos.com *synaxarion.gr