La Santa Mártir Susana la Virgen era hija del Presbítero Gavinio y sobrina del Santo Obispo Cayo de Roma (283-296).
Fue criada en estricta piedad cristiana y en sus años de juventud se dedicó a Dios. La familia de la santa estaba relacionada con el emperador Diocleciano (284-305), quien escuchó informes sobre su virtud y belleza.
Habiendo decidido dar a Santa Susana en matrimonio a su co-emperador Maximiano (305-311), Diocleciano envió a su propio pariente, el dignatario Claudio, al sacerdote Gavinio, y luego a su propio hermano Máximo. Ambos, junto con la esposa de Claudio Prepedigna y sus hijos Alejandro y Citio, aceptaron el bautismo después de conversar con la piadosa familia. Al enterarse de que toda la familia de sus parientes se había convertido al cristianismo, Diocleciano los envió al exilio.
Pronto quemaron a los mártires en Ostia, no lejos de Roma, y arrojaron las cenizas al mar. Llevaron a la santa virgen Susana al palacio, y la emperatriz trató de persuadirla para que se sometiera. Pero la emperatriz, secretamente cristiana, apoyó a la mártir en su intención de conservar su virginidad por amor al Señor. Ella le explicó al emperador sobre la falta de voluntad de la virgen para contraer matrimonio con un pagano. Diocleciano dio permiso a su co-gobernante para profanar a la santa virgen, pero un ángel la defendió.
Macedonius comenzó a instar a la mártir a ofrecer sacrificio a los ídolos. “Me ofrezco en sacrificio a mi Señor”, respondió ella. Entonces Macedonius cortó la cabeza del mártir. La emperatriz enterró en secreto el cuerpo de la santa. La habitación donde ocurrió el asesinato fue consagrada como iglesia por el santo obispo Cayo. Pronto el padre de Santa Susana, el Presbítero Gavinius, aceptó el fin del martirio, al igual que San Cayo en el año 296.
Santos Tiburcio y Susana, mártires (s.III)
De las "Vidas de los santos de A. Butler"
San Tiburcio es famoso por el epitafio que le dedicó el Papa San Dámaso, pero desgraciadamente la inscripción no incluye ningún detalle biográfico. Según la tradición, Tiburcio era un subdiácono romano. Entregado a los perseguidores por un apóstata, compareció ante el prefecto Fabiano. Gracias a su fe, salió ileso de los carbones ardientes sobre los que le obligaron a caminar. Pero los perseguidores atribuyeron ese milagro a la magia y decapitaron al mártir en la Vía Labicana, a cinco kilómetros de Roma.
Estos detalles se hallan en las "actas de San Sebastián, que no merecen crédito alguno, pero está fuera de duda que San Tiburcio fue realmente sepultado en la Vía Labicana, en un sitio que se llama "Los Dos Laureles", donde más tarde se construyó una iglesia.
La Iglesia celebra junto con San Tiburcio a Santa Susana virgen y mártir. Se cuenta que era hija de un sabio sacerdote llamado Gabino y sobrina del Papa San Cayo. Era tan encantadora como bella y su erudición igualaba a la de su padre. El emparador Diocleciano, que buscaba esposa para su hijastro Maximiano, oyó tantas alabanzas de Susana, que mandó a Claudio, un tío de la joven que trabajaba en la corte, a decir a Gabino que quería casar a Susana con Maximiano. Pero, en cuanto Susana se enteró del honor con que la distinguía el emperador, declaró que era esposa de Cristo y que no podía aceptar otro marido. Su tío Claudio fue, sin embargo, a visitarla y la saludó con un beso y, al ver que Susana se resistía a aceptarlo, le explicó que se trataba de una simple muestra de afecto.
La joven replicó: "Lo que me repugna no es el beso sino tu boca, profanada por los sacrificios a los ídolos".
Claudio le preguntó: "¿Cómo puedo limpiar mi boca?" "Arrepiéntete y recibe el bautismo", fue la respuesta.
La actitud de Susana en el asunto del matrimonio con Maximiano, impresionó tanto a Claudio, que se instruyó y recibió el bautismo, junto con su esposa, Prepedigna, y sus dos hijos. En seguida, puso en libertad a sus esclavos y repartió sus bienes entre los pobres. Como Claudio no volviese a la corte, Diocleciano envió a su hermano Máximo, otro cortesano, a averiguar la respuesta de Susana y a preguntar por la salud de Claudio, a quien creía enfermo. Máximo encontró a Claudio muy consumido por las penitencias, y éste le comunicó la decisión de Susana. Ambos fueron juntos a visitar a la joven y, después, discutieron el asunto con Gabino y el Papa San Cayo. Los cuatro hermanos comprendieron que no tenían derecho a apartar a Susana de su vocación, a pesar del peligro en que ello ponía a toda la familia. Máximo recibió también el bautismo y repartió sus bienes a los pobres. Cuando Diocleciano se enteró de la decisión de Susana y de la conversión de los dos hermanos, montó en cólera y dio permiso a uno de sus favoritos, llamado Julián, quien quería vengarse de ellos, de arrestar a todos los miembros de la familia y hacer de ellos lo que quisiese. Temiendo tal vez que Diocleciano se arrepintiera, Julián mandó trasladar inmediatamente a Máximo y Claudio y a la esposa y los hijos de este último a Cumas, donde los quemó vivos y ordenó que sus cenizas fuesen arrojadas al mar. Santa Susana y su padre fueron decapitados en su propia casa.
El Martirologio Romano conmemora a San Claudio y San Máximo el 18 de febrero
y a San Gabino el día siguiente. Según parece, la leyenda es una pura invención, pero hay en ella ciertos elementos históricos bastante curiosos. Se cree que el primitivo Hieronymianum conmemoraba el triunfo de Santa Susana en la forma siguiente: "En Roma, en las 'Dos Casas', junto a las termas de Diocleciano, el nacimiento para el cielo de Santa Susana". Estos datos, tan breves, son fidedignos, pero probablemente se deriva de ellos la leyenda de las dos casas de Gabino y de San Cayo.
Apolytikion tono 4º
Tu cordero Susana, te llama, oh Jesús, a gran voz: “Te amo, Esposo mío, y buscándote, soporto sufrimientos. En el bautismo fui crucificado para poder reinar en Ti, y morí para poder vivir contigo. Acéptame como un sacrificio puro, porque me he ofrecido por amor”. Por sus oraciones salva nuestras almas, ya que Tú eres misericordioso.
Fuentes consultadas: oca.org, "Vidas de los santos de A. Butler", antiochian.org