domingo, 17 de marzo de 2024

San Alejo, el Hombre de Dios (+s.V)

Versos:
"Solo en la tierra fuiste llamado Hombre de Dios, que tú solo llevaste de nuevo al Padre celestial".
El día diecisiete, Alejo fue tomado por la muerte.

El diecisiete de este mes, conmemoramos a nuestro Venerable Padre Alejo, el Hombre de Dios.

El Osio o Venerable Santo Alejo o Alexio (del gr. "Αλέξιος", [Aléxios])* nació en Roma durante los años de los emperadores Arcadio (395-408 d.C.) y Honorio (395- 423 d.C.).

Era hijo de unos respetuosos padres comerciantes. Su padre se llamaba Eufimiano (del gr. Ευφημιανός, [Effimianós]) y era senador. Era un hombre agradable que solía ayudar a los pobres. Cada día invitaba a comer en tres turnos a huérfanos, viudas y pobres. 
Su mujer se llamaba Aglaís y no tenían hijos. En su petición por tener uno, Dios les escuchó y les regaló un niño. Éste creció y recibió una educación adecuada, se hizo muy sabio y enseñaba las cosas divinas. 

 
 





 
 
Cuando llegó a la edad madura, le comprometieron con una hija de familia de nobles y de reyes. Por la noche, sin embargo, en la habitación matrimonial, el santo, tras haber recibido el anillo de oro y el cinto típico de la ceremonia del momento, se lo devolvió a su esposa y abandonó el traje de la boda.
Cogiendo bastante dinero de su riqueza, se fue en barco menospreciando la inconsistencia de la gloria humana. Llegó a Laodicea de Siria, y de allí fue a Édesa de Mesopotamia. 
 
 
 
 
 
 Viaje aproximado de San Alejo. De Roma a Laodicea (actual Lataquia, Siria), y de allí a Edesa de Mesopotamia (actual Sanliurfa, Turquía).


 
 
 
 
Allí Osio Alexio repartió su dinero entre los pobres, incluso sus vestidos. Y tras vestirse con ropa vieja y llena de remaches, se sentó a la entrada de una iglesia dedicada a la Santísima Madre de Dios, como un pobre más. Eligió vivir en ayuno durante cada semana entera y recibir los Inmaculados Misterios cada Domingo. Sólo entonces comía algo de pan y bebía algo de agua. Sus padres comenzaron a buscarle y enviaron servidores suyos por todas partes.
 
 
 
 





 
 
En su búsqueda, llegaron hasta la iglesia donde estaba Alexio, pero no le reconocieron. Los siervos regresaron sin noticias a Roma. La madre de Alexio, afligida, se vistió de luto con ropas pobres, y pasaba el día sentada en una puerta de la casa. A su lado tenía a la prometida de Alexio, que vestía con ropas de piel de animal como lamento.
El santo Alexio estuvo durante 17 años en el nártex de la iglesia dando gracias a Dios. Una noche, la Santísima Madre de Dios se presentó en un sueño al cuidador del templo y le pidió que trajese dentro al “hombre de Dios”. Entonces el cuidador, tras salir y no encontrar a nadie más que a Alexio, rezó a la Madre de Dios para que le mostrase a dicho hombre.
 





 
 
 
 
Así sucedió, y entonces cogió de la mano al santo Alexio y le introdujo en el templo con honor y respeto.
Nada más entender el venerable que se hizo conocido allí, se fue en oculto y pensó en viajar a Tarso, al templo del Apóstol San Pablo, donde allí sería desconocido. 

Sin embargo la Divina Providencia tenía otros planes, porque un fuerte viento atrapó el barco, trasladándolo hasta Roma. Saliendo del mismo, entendió que el Señor quería que Alexios regresase a su casa. Cuando encontró a su padre, quien no reconoció a su hijo, le pidió que tuviese misericordia de él y le diese de comer de las sobras de sus mesas. Con muy buena disposición su padre aceptó ayudarle, y de hecho le ofreció un servidor para que le ayudase. 
 






 
 
 
Algunos siervos de la casa le incordiaban y se reían de él, pero a él no le importaba. Daba su comida a los demás, permaneciendo toda la semana sin comida ni agua, y sólo después de la Divina Comunión, tomaba un poco de pan y agua.
Permaneció entonces durante diecisiete años en su casa paternal, sin que nadie le conociese. Nadie. Cuando llegó el tiempo de su dormición en el Señor, escribió en un papel toda su vida, los lugares por los que pasó y algunos secretos que conocían sólo sus padres, como una pequeña Santa Escritura que le compraron cuando era pequeño. 
Un Domingo, cuando el Arzobispo Inocencio realizaba la Divina Liturgia, se escuchó una voz desde dentro del iconostasio (desde la prótesis) que llamaba a los participantes a buscar al "hombre de Dios".
 







 
 
 
El viernes Osio Alexio entregó su espíritu en las mano de Dios, mientras que la tarde del mismo día los reyes creyentes y el arzobispo acudieron a la iglesia para pedir a Dios que les revelase quién era el santo "hombre de Dios". Entonces, una voz les indicó la casa de Eufimiano. Poco después, los reyes y el arzobispo llegaron a dicha casa. 
Preguntaron a la prometida, a la madre de Alexio, y a Eufimiano, y éstos a los servidores, pero nadie sabía nada. A continuación, el sirviente que atendía a Alexio, impulsado por una fuerza divina, hizo referencia al modo de vida del pobre al cual atendía. 
 




San Alexio, el Hombre de Dios




 
Entonces Eufimiano sin saber que el santo había ya dormido en el Señor, encontró al "pobre" con la cara brillante como un rostro angelical. En la mano del santo había un papel, pero no lo podía coger. Los reyes y el arzobispo entonces rezaron para que se les permitiese ver la hoja que tenía en su mano. En cuanto el archivista cogió el papel y comenzó a leerlo, su padre entendió que se trataba de su hijo, a quien buscó durante años. A continuación hizo referencia a los demás que había sido encontrado “el hombre de Dios”.  
 
 
 
 
 



 
 
 
 
Gran luto cayó en su familia. Gran pena de la madre y de su prometida. El rey Honorio y el arzobispo llevaron en proccesión las santas reliquias del santo por en medio de la ciudad y llamaron a todo el pueblo para que viniesen a adorar y recibir bendición. Todos los que rezaban y reverenciaban las venerados restos, mudos, sordos, ciegos, leprosos, endemoniados, todos se curaban. Viendo estos milagros los fieles glorificaron a Dios. Era tanta la gente que se acercaba para ver las santas reliquias, que no pudieron trasladarlas al templo de San Bonifacio para enterrarle. Incluso ofrecieron plata y oro a la gente para desviar su atención, pero en vano.**
 




Icono de la vida de San Alexio, por Stefanos Tzankarolas,
Museo Antivouniotissa, Corfú





Cuando finalmente fueron trasladados los santos restos al templo, festejaron durante siete días, participando en la fiesta sus padres y su prometida también. A continuación, fueron ubicados los sagrados restos en una urna hecha de oro, plata y piedras preciosas. Enseguida comenzó a despedir un aroma y a emanar mirra, el cual fue bálsamo y medicina para todos.

La cabeza de San Alexio fue concedida al Monasterio de la Santa Lavra de Kalávrita (Grecia) en el año 1492 d.C. por el Emperador Manuel el Paleologo. Durante la invasión del monasterio por los otomanos en 1585, fue salvada por dos monjes.***











La Casa de San Alejo el Hombre de Dios en Roma

En la colina del Aventino en Roma, el sitio de la casa de San Alejo el Hombre de Dios se puede encontrar en la Basílica dei Santi Bonifacio ed Alessio. Una vez que ingrese a la iglesia, la ubicación de la casa estará en el lado izquierdo. Si miras de cerca, hay una escalera sobre el altar, conocida como los Pasos Sagrados. Según la tradición, San Alejo, el Hombre de Dios, vivió debajo de esta escalera en la casa de sus padres como un mendigo anónimo durante diecisiete años hasta su muerte, momento en el que su identidad fue revelada a sus padres. Esto es todo lo que queda de la casa original.
 
 
 









Desde antes del siglo VIII, en el Aventino de Roma había una iglesia dedicada a San Bonifacio. En 972, el Papa Benedicto VII transfirió esta iglesia casi abandonada al metropolitano griego exiliado, Sergio de Damasco. Este último erigió junto a la iglesia un monasterio para monjes griegos y latinos, que pronto se hizo famoso por la vida austera de sus habitantes. 
 
 
 








Al nombre de San Bonifacio se añadió ahora el de San Alejo como santo titular de la iglesia y monasterio conocido como Santi Bonifacio e Alessio. Es evidentemente Sergio y sus monjes quienes trajeron a Roma la veneración de San Alejo. El santo oriental, según su leyenda natural de Roma, pronto fue muy popular entre la gente de esa ciudad. Esta iglesia, asociada con la leyenda, se consideró construida en el sitio de la casa a la que Alexios regresó de Edesa.
 
 









San Alejo es mencionado en el Martirologio Romano del 17 de julio en los siguientes términos: "En Roma, en una iglesia del monte Aventino, se celebra bajo el nombre de Alejo a un hombre de Dios que, según cuenta la tradición, abandonó sus riquezas y su casa, para empobrecerse y pedir limosna sin ser reconocido".








San Alejo, el hombre de Dios (Siglo V)

De las Vidas de los Santos de A. Butler (celebrado el 17 de Julio)

Elogio: "En Roma, en la basílica situada en el monte Aventino, se celebra con el nombre de Alejo a un hombre de Dios que, como cuenta la tradición, abandonó su opulenta casa para vivir como un pobre, mendigando limosna".

Se cuenta que a principios del siglo V, vivía en Edesa de Siria un mendigo a quien el pueblo veneraba como a un santo. Después de su muerte, un autor anónimo escribió su biografía. Como ignoraba el nombre del mendigo, le llamó simplemente «el hombre de Dios». 

 








Según ese documento, el hombre de Dios vivió en la época del obispo Rábula, quien murió el año 436. El mendigo compartía con otros miserables las limosnas que recogía a las puertas de las iglesias y se contentaba con lo que sus compañeros le dejaban. A su muerte, fue sepultado en la fosa común. Pero antes de morir, reveló a un enfermero del hospital, que él era el único hijo de un noble romano. Cuando el obispo se enteró del caso, mandó exhumar el cadáver, pero no se encontraron más que los andrajos del hombre de Dios y ningún cadáver. La fama del suceso se extendió rápidamente.

Antes del siglo IX, se había dado en Grecia el nombre de Alejo al hombre de Dios, y san José el Himnógrafo (+ 833) dejó escrita en un «kanon» la leyenda, adornada, naturalmente, con numerosos detalles. 

 




 

 

Aunque se tributaba ya cierto culto al santo en España, la devoción a san Alejo se popularizó en Occidente gracias a la actividad de un obispo de Damasco, Sergio, desterrado a Roma a fines del siglo X. Dicho obispo estableció en la iglesia de San Bonifacio del Aventino un monasterio de monjes griegos, y nombró a san Alejo copatrono de la iglesia. Como se decía que san Alejo era romano, el pueblo adoptó pronto la leyenda y, desde entonces, el santo ha sido muy popular. 

Se cuenta que en el siglo XII la leyenda de san Alejo ejerció profunda influencia sobre el hereje Pedro Waldo. En el siglo XV, los «Hermanos de San Alejo» le eligieron por patrono y, en 1817, la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María le nombró patrono secundario. También en el Oriente le profesa el pueblo gran devoción y aun le llama «el hombre de Dios».

 






La leyenda de este predecesor de san José Benito Labre, que tiene también cierto parecido con san Juan Calibites, puede resumirse así, por lo menos tal como circula en Occidente: san Alejo era el hijo único del rico senador romano Eufeimo y de su esposa Aglaé. Nació y pasó su juventud en Roma, en el siglo V. Sus padres le enseñaron, con el ejemplo, que las riquezas que se reparten entre los pobres constituyen un tesoro en el cielo y un tesoro colmado y desbordante. Así pues, Alejo socorría desde niño a cuantos necesitados encontraba, considerándolos como benefactores por el hecho de recibir su ayuda. Temiendo que una vida de honores le distrajese del fin principal de la existencia, Alejo determinó renunciar a todas las cosas y retirarse del mundo. 

 






Por dar gusto a sus padres se casó con una rica joven, pero el mismo día del matrimonio partió de Roma, con el consentimiento de su esposa. Disfrazado de mendigo, llegó hasta Siria, donde vivió en extrema pobreza en una miserable casucha contigua a la iglesia de la Madre de Dios, en Edesa. Así pasó diecisiete años, hasta que una imagen de la Santísima Virgen habló para revelar al pueblo la santidad de su siervo, a quien calificó de «el hombre de Dios». Entonces, san Alejo huyó nuevamente a Roma para escapar a los honores. Su padre no le reconoció, pero le recibió como criado y le permitió habitar en una covacha. debajo de la escalera. Así vivió Alejo otros diecisiete años en la casa de su madre, soportando con paciencia y en silencio que le tratasen como criado. Después de su muerte, se encontró un escrito en el que revelaba su verdadera identidad y relataba su vida.

 






Algunos de los caminos extraordinarios que el Espíritu Santo emplea para santificar a ciertos privilegiados son más admirables que imitables. Pero la vida del santo es también un ejemplo excelente de la manera como una leyenda crece y se deforma con el tiempo. Fijémonos simplemente en ciertos puntos: por ejemplo, la fuga de Alejo el día mismo del matrimonio es un incidente muy común en los anales hagiográficos. Evidentemente, un hombre sensato que no quiera casarse, no espera hasta el día del matrimonio para huir; pero, naturalmente, el dato de que aguarde hasta el día del matrimonio impresiona más la imaginación popular. 

 






Otro ejemplo: la imagen que revela al pueblo la santidad del hombre de Dios, ofrece al hagiógrafo un pretexto edificante para hacer volver al personaje a su país natal.Aunque en 1217 se encontraron unas reliquias en la iglesia de San Bonifacio, en Roma, lo único cierto que sabemos sobre San Alejo es que vivió (si es que existió), murió y fue sepultado en Edesa. Ningún martirologio antiguo y ningún libro litúrgico romano menciona el nombre de san Alejo, el cual, según parece, era desconocido en la Ciudad Eterna hasta el año 972. 

 

 

 


 

 

No hubo nunca ninguna aprobación oficial del culto, sin embargo, la inclusión en la última edición del Martirologio Romano puede tomarse como un cierto aval.

San Alejo es considerado patrono de los peregrinos, mendigos, vagabundos y enfermos; protector en terremotos, rayos y tormentas, y contra la peste y la pestilencia.


Ver La política papal y la veneración de san Alejo, el hombre de Dios en Occidente
 
 
 
 
 

 




NOTAS:

* Su nombre en español es Alejo, según su traducción del griego Alexios, en latín Alexius, en inglés Alexis, en italiano Alessio.

** La Iglesia de Sant 'Alessio, también conocida como la Iglesia de San Bonifacio, en la colina del Aventino en Roma, se cree que hoy descansa sobre el sitio de la casa de los Eufemianos, y se dice que las escaleras en las que se sentó Alexio aún se conservan allí. A principios del siglo XI, Alexios se convirtió en un santo muy popular en Roma y hay muchos frescos con él en las iglesias de todo Occidente, aunque se dice que su veneración fue más popular en el Este antes de esto, dado el estatus de los "Locos por Cristo" en el Este.


*** Las reliquias del Santo fueron descubiertas en el año 1216, manteniéndose en la Iglesia de San Bonifacio. Más tarde, algunas partes de sus reliquias, como el cráneo de San Alexio, fueron entregadas por el emperador romano Manuel Palaiologos al Monasterio de Lavra en Kalávrita.
 
 
 
 
 
 

 




Himnos litúrgicos a San Alexio. 

Vísperas

V. (4) ¡Desde la vigilia de la mañana hasta la noche, desde la vigilia de la mañana, espere Israel en el Señor!

Tono 1º (Estiquera del Menaion, para San Alejo) (Prosomio o "similar a":Oh alabadísimos mártires)

Sabemos que, tanto de nombre como de hecho, eres un hombre de Dios
porque brillaste con las virtudes, soportando pobreza inconmensurable y condiciones abismales aquí en la tierra. Fortaleciste a los fieles con tus milagros.
¡Rueguen al Señor que a nuestras almas les conceda paz y gran misericordia!

V. (3) Porque en el Señor hay misericordia y con Él abundante redención, y Él librará a Israel de todas sus iniquidades.

(Se repite: “Sabemos que eres…”)

V. (2) ¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Alabadle, pueblos todos!

Con el deseo que empapaba tu carne, oh Alexio, apagaste las lujurias ardientes.
Devotamente cambiaste la cámara nupcial por un santuario interior
y placer corporal por la divina semejanza de los Ángeles.
¡Orad con ellos para que la paz y la gran misericordia sean concedidas a nuestras almas!

V. (1) Porque su misericordia se confirma en nosotros, y la verdad del Señor permanece para siempre.

Permaneciste sin ser reconocido ante las puertas de tus santos padres, viviendo en tribulación, oh sabio. Los sirvientes de la casa se burlaban de ti en tu tiempo de necesidad. Después de la muerte, te revelaste a ellos por medio de milagros,//
curando enfermedades y expulsando malos espíritus.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo;
ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén...
 
 
 
 
 

 


Apolitiquiο tono 4º  ("Prosomio" o similar a: Ταχύ προκατάλαβε” [Tají prokatálabe], “Se adelantó rápidamente”)
 
Ἀπολυτίκιον Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
Ἐκ ῥίζης ἐβλάστησας, περιφανοῦς καί κλεινῆς, ἐκ πόλεως ἤνθησας, βασιλικῆς καί λαμπρᾶς, Ἀλέξιε πάνσοφε· πάντων δ᾽ ὑπερφρονήσας, ὡς φθαρτῶν καί ῥεόντων, ἔσπευσας συναφθῆναι, τῷ Χριστῷ καί Δεσπότῃ. Αὐτόν οὖν ἐκδυσώπει ἀεί, ὑπέρ τῶν ψυχῶν ἡμῶν
.


Apolitiquio tono 4º. Rápidamente se adelantó.

Aunque brotaste de una raíz reconocida y notable, y floreciste de una ciudad famosa por su gran dignidad imperial, despreciaste todas las cosas como corruptibles y fugaces, esforzándote por unirte a Cristo tu Maestro para siempre. Ruégale, muy sabio Alexios, fervientemente por nuestras almas.
 
 
 
 
Κοντάκιον Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.
 
Ἀλεξίου σήμερον τοῦ πανολβίου, ἑορτήν τήν πάνσεπτον, ἐπιτελοῦντες εὐσεβῶς, αὐτόν ὑμνήσωμεν λέγοντες· χαίροις Ὁσίων τερπνόν ἐγκαλλώπισμα.


Condaquio tono 4º ("Prosomio" o similar a:"
Ἐπεφάνης σήμερον", [Epefánis símeron], "Hoy te has mostrado")

Mientras celebramos hoy con reverencia apropiada la fiesta sagrada de San Alexios el todo bendecido, con himnos lo alabamos y clamamos en alta voz : Alégrate, tú, adorno de hombres venerables.
 





Fuentes consultadas: optikonet.com, researchgate.net, orthodoxchristian.info, byzmusic.com, tyoos.org, https://glt.goarch.org/ 


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