
San Parigorio fue arrestado primero, quien fue martirizado con muchas y variadas torturas. San León rezaba en el lugar donde arrojaron los santos restos de San Parigorio y lloró por la muerte de su querido amigo y mártir, deseando seguir el mismo camino. Y encontró la oportunidad.
En una fiesta nacional, León se acercó al templo pagano y rompió los candelabros y las lámparas de los ídolos mientras cantaba himnos al Señor. Fue arrestado de inmediato y conducido al gobernante de la región, ante quien confesó su fe en Cristo. Inmediatamente comenzó la tortura. Fue flagelado con látigos de nervios y pieles crudas de buey y arrastrado hasta un acantilado, por donde lo arrojaron. Así es como el atleta de Cristo León recibió la corona del martirio.
Santos León y Paregorio, Mártires
(fecha desconocida).
De las “Vidas
de los Santos de A. Butler” **
Según la leyenda, León y Paregorio eran íntimos amigos.
Después del martirio de Paregorio, en Patara de Licia, León se entristeció
por no haber podido compartir el triunfo con su amigo. Por entonces el
gobernador de Licia, Loliano, publicó un edicto por el que obligaba a
todos los habitantes a ofrecer sacrificios en las fiestas de Serapis. Ahora
bien, los ritos que se celebraban en honor de esa divinidad eran de
carácter muy licencioso, tanto que el mismo senado romano los había
suprimido durante algún tiempo. San León, en su viaje a la tumba de su
amigo, hubo de pasar cerca del templo de Serapis, donde tuvo la desagradable
sorpresa de encontrar a algunos cristianos a quienes el miedo había
llevado a ofrecer sacrificios a la diosa. Poco después de aquel viaje, San León
tuvo un sueño en el que Dios le reveló que le tenía destinado a un martirio
semejante al de su amigo Paregorio. Transportado de gozo, León determinó
que en su próximo viaje no seguiría los senderos apartados, sino que
pasaría abiertamente por la ciudad. Así lo hizo y al atravesar el mercado, vio
el "tiqueo" o templo de la Fortuna iluminado con antorchas. Su
celo por la gloria de Dios le movió a echar abajo todas las teas que
estaban a su alcance y las pisoteó a la vista de todos. Un sacerdote
gritó: "Si este sacrilegio queda sin castigo, la diosa Fortuna dejará
de proteger a la ciudad." San León respondió: "Dejad que
la diosa se vengue por ella misma, si puede."
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Vista de la calle principal de Patara, parcialmente reconstruida. |
La noticia llegó pronto a oídos del gobernador, quien mandó
llamar a San León y le reprochó su impiedad contra los dioses y los
emperadores. El mártir replicó serenamente:
—Te equivocas, si crees que hay muchos dioses; sólo hay Uno,
creador del cielo y de la tierra, que no exige ser adorado de un modo tan
grosero como vuestros ídolos.
—Responde a los cargos que se te hacen, ordenó el
gobernador; pues no te he llamado para que prediques aquí el
cristianismo. O sacrificas a los dioses o sufrirás el castigo que merece
tu impiedad.
—El miedo no me apartará del camino del deber —repuso el
santo—. Estoy pronto a sufrir todos los suplicios que se te ocurran, pues la
tortura termina con la muerte. La vida eterna sólo se gana en la tribulación,
ya que la Sagrada Escritura nos enseña que es estrecho el camino que lleva a la
Vida.
El gobernador le cortó bruscamente la palabra:
—Pues sabes que tu camino es estrecho, cámbialo por el
nuestro que es ancho y fácil.
—Digo que es estrecho el camino, porque es difícil andar en
él y porque, generalmente, comienza por la aflicción y la persecución;
pero quien ha conseguido dar los primeros pasos, puede seguir avanzando con
facilidad en él, mediante la práctica de la virtud, que lo ensancha y lo
hace agradable, como muchos lo han experimentado.
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Vista de las ruinas de la ciudad de Patara de Licia desde lo alto del anfiteatro |
En ese momento, el público gritó al juez que mandase callar
al reo, pero Loliano insistió en convencerlo, diciéndole que estaba dispuesto a
concederle entera libertad de palabra y aun a convertirse en amigo suyo, con
tal de que consintiera en ofrecer sacrificios a los dioses. El confesor de la
fe respondió:
— ¿Cómo puedes mandarme que adore como dioses a los que no
lo son?
Semejante respuesta enfureció al gobernador que mandó azotar
al mártir. En tanto que los verdugos desgarraban con sus látigos el cuerpo de
San León, Loliano, que sentía lástima de él, por su avanzada edad, seguía
exhortándole a confesar por lo menos que los dioses eran grandes. El mártir
repuso en medio de la tortura.
—No diré que son grandes, porque no hacen más que daño
a quienes les adoran.
Entonces, el gobernador le amenazó con mandar que le
arrastraran sobre las rocas, pero el confesor de la fe no se inmutó y le dijo:
—Todo lo que sabes hacer es amenazar —exclamó—. ¿Por qué
no cumples tus amenazas?
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Santo Mártir Paregorio |
Para entonces, la multitud vociferaba enloquecida por la ira y Loliano se apresuró a dictar sentencia. Condenó al mártir a ser arrastrado por los pies hasta el torrente para que le mataran ahí. Mientras le ataban por los pies a un caballo, el mártir dio gracias a Dios por haberle concedido compartir el triunfo de su amigo Paregorio, encomendó su alma a los ángeles y oró por sus enemigos. Los verdugos le arrastraron y, viendo que había llegado muerto al torrente, arrojaron el cadáver al precipicio, en el fondo del cual los cristianos encontraron el cuerpo entero y sin heridas, con el rostro apacible y una sonrisa dibujada sobre los labios.
Ruinart incluyó el martirio de San León en sus Acta
sincera. Pero los críticos posteriores no están de acuerdo con él. Se trata
probablemente de una de esas novelas históricas, tan populares en
oriente y en occidente a partir del siglo V (Delehaye, Les
Légendes Hagiographiques, 1927, p. 114). Loliano existió realmente,
pero eso no quiere decir que las actas de San León sean históricas.
En Acta Sanctorum, febrero, vol. III, se halla una
traducción latina de las actas; el original griego se encuentra
en Migne, PG., vol, CXIV, cc. 1452-1461.
* Traducido de saint.gr. Foto obtenida de la misma página.
** Alban Butler fue un sacerdote católico romano y escritor de vidas de santos.
Aunque alejado de la única verdad de la Una, Santa, Católica y Apostólica
Iglesia Ortodoxa, en su obra “La Vida de los Santos”, resultado de treinta
años de investigación, aparecen datos históricos considerados por los autores de este blog suficientemente fidedignos como para ser aqu í incluídos.
Fuentes consultadas: saint.gr, synaxaRion.gr, fatheralexander.org, es.wikipedia.org, el.wikipedia.org, en.wikipedia.org, orthodoxwiki.org.