Versos:
"Esteban fue investido con las coronas de las virtudes, brillando aquí va a las coronas de arriba".
España, siglo X después de Cristo. En el mar abierto, frente a la ciudad de Cádiz, se encuentra una pequeña isla llamada Niverta (por otros llamada Berroe). El soberano de esta isla es el príncipe Daniel*.
Daniel es un fiel cristiano, y vive en consecuencia una vida eclesiástica. Dios le había colmado de bienes: gloria, riqueza, esposa e hijos. Sin embargo, el corazón de Daniel palpitaba tan fuerte que sus aspiraciones no eran todos estos dones de Dios. Tenía sed de lo espiritual, de los bienes celestiales y añoraba caminar por el sendero de la perfección, vendiendo todo para comprar la perla de gran valor. Dejó, pues, casi todo al cuidado de su hijo mayor y sucesor al trono de su pequeño reino, y se marchó, en apariencia, de peregrinación a las tumbas de los Apóstoles en Roma. En realidad, sin embargo, se exilia para conseguir eso de "sólo una cosa es necesaria". (Lucas 10,42)."Esteban fue investido con las coronas de las virtudes, brillando aquí va a las coronas de arriba".
España, siglo X después de Cristo. En el mar abierto, frente a la ciudad de Cádiz, se encuentra una pequeña isla llamada Niverta (por otros llamada Berroe). El soberano de esta isla es el príncipe Daniel*.
Continuó su peregrinación hasta la Ciudad Santa de Jerusalén. Allí, mediante la gracia que brotaba del Santísimo Sepulcro del Señor, recibió el hábito de monje del Patriarca de Jerusalén Cristódulos, y tomó el nuevo nombre de "Esteban", con el cual ingresó en el coro de los confesores y mártires de la Fe.
Las tribulaciones, sin embargo, no acababan aquí. Los sarracenos se burlaban de él y le molestaban tan insistentemente. Le golpeaban, y le afeitaron la barba. Se vio obligado a seguir su camino y, como el pequeño Jesúcristo, a huir a Miseri en Egipto, donde los árabes conquistadores le metieron en la cárcel junto con los dos sacerdotes que le acompañaban en el viaje. Seis meses duró su encarcelamiento en una prisión oscura acompañados del hambre, la sed, y de muchas otras penurias.
Las tribulaciones, sin embargo, no acababan aquí. Los sarracenos se burlaban de él y le molestaban tan insistentemente. Le golpeaban, y le afeitaron la barba. Se vio obligado a seguir su camino y, como el pequeño Jesúcristo, a huir a Miseri en Egipto, donde los árabes conquistadores le metieron en la cárcel junto con los dos sacerdotes que le acompañaban en el viaje. Seis meses duró su encarcelamiento en una prisión oscura acompañados del hambre, la sed, y de muchas otras penurias.
Finalmente, San Esteban se presentó en un lamentable estado físico, a causa del hambre y de los malos tratos, ante el Emir de Egipto, quien le propuso liberarle de todas sus penurias, presuponiendo su conversión al Islam. Al valiente español, sin embargo, no le pudo seducir, ni mucho menos. Él que había salido de su lejana patria, dejando atrás riqueza y alegrías para buscar la única y exclusiva Alegría y Descanso, ahora que se le ofrecía la única oportunidad del más alto sacrificio y demostración de este amor, se regocijó y glorificó doblemente a Dios. ¡A él semejante honor! Glorificado sea Su Nombre. Sufrió con alegría todas las nuevas torturas físicas que el diablo les inculcaba a sus verdugos, pero su cuerpo debilitado no resistió mucho.
Ante tanta angustia, cayó gravemente enfermo, y esta enfermedad puso fin a su martirio, siendo éste el principio de su gloria eterna. El Señor, como muestra de Su satisfacción hacia él, le indicó con antelación el día de su muerte. Era el 17 de diciembre. El sello y corona de sus santas luchas y de la gracia que encontró el santo mártir.
Santo mártir y confesor Esteban, orgullo de la Ortodoxia española, ruega por todos nosotros. Amén.
Ante tanta angustia, cayó gravemente enfermo, y esta enfermedad puso fin a su martirio, siendo éste el principio de su gloria eterna. El Señor, como muestra de Su satisfacción hacia él, le indicó con antelación el día de su muerte. Era el 17 de diciembre. El sello y corona de sus santas luchas y de la gracia que encontró el santo mártir.
Santo mártir y confesor Esteban, orgullo de la Ortodoxia española, ruega por todos nosotros. Amén.
Megalinario a San Esteban
Abandonaste los placeres del mundo y toda gloria y lujo del reinado;
Esteban, te pusiste el hábito monacal, y te teñiste de la sangre de los mártires.
Esteban, te pusiste el hábito monacal, y te teñiste de la sangre de los mártires.
Doxasticón a los Santos de España.
Venid fieles de todo el Universo, regocijémonos espiritualmente celebrando la memoria de todos los Santos de España. Aclamemos en salmos e himnos y cantos espirituales: al conjunto piadoso de las santas mujeres, Políxena y Jantipa, junto con Eulalia, la virgen de Barcelona (Mérida), que sufrió ultrajes y torturas por Cristo nuestro Dios: a Teodosio el Grande, orgullo de emperadores, por quien el ejército de los ortodoxos fue exaltado: a Hermenegildo, príncipe de los visigodos, quien confundía las lenguas de los herejes arrianos, y a Esteban el príncipe, mártir y confesor.
Honramos a Osio de Córdoba, con Leandro e Isidoro, obispos de Sevilla, como pilares de la Ortodoxia. A Dámaso, papa de Roma, procedente de Guimaraes en Portugal, el buen pastor, con el santo mártir Eulogio de Córdoba y la virgen mártir, Lucrecia.
Acudamos, fieles, en la presente festividad, implorando que seamos liberados de los enemigos visibles e invisibles: nosotros, que celebramos con fe y anhelo su venerable memoria.
Fuentes consultadas: doaks.org, ksenikon.ru, - ΙΣΠΑΝΙΚΌ ορθόδοξο συναξάρι (ΑΠΟΣΤΟΛΙΚΉ ΔΙΑΚΟΝΊΑ ΤΗΣ ΕΚΚΛΗΣΊΑΣ ΤΗΣ ΕΛΛΆΔΟΣ)