domingo, 28 de abril de 2024

Narración del milagro ocurrido en Cartagena de África

Durante los años del emperador Heraclio (610-641 d.C.) y siendo eparca de África el patricio Nikita, tuvo lugar allí un extraño milagro.


En Cartagena vivía un hombre quien, cuando cayó en la ciudad una epidemia, se fue de allí con su esposa. Fueron a su casa de campo, donde permanecieron para no enfermarse.
Pero el envidioso diablo asesino de hombres arrastró a este hombre al pecado y le llevó a practicar adulterio con la esposa del agricultor que le cultivaba sus tierras.
Despúes enfermó y murió.
Pero después de tres días, tras enterrarle, comenzó a vocear dentro del ataúd y a decir: " ¡tened misericordia de mí, tened misericordia de mí! ". Entonces abrieron la tumba y le encontraron vivo, aunque no podía hablar. El Obispo de África Thalássios (del gr. "Θαλάσσιος") le animó y tranquilizó con su palabras. 
Cuando pasaron cuatro días, este hombre empezó a hablar y contó lo siguiente: " En el momento en eque mi alma salió de mi cuerpo, veía a los demonios, como etíopes, que se encontraban alrededor mío, con una mirada que aterrorizaba. A continuación vi a dos Ángeles con forma de jóvenes hermosos, quienes se acercaron a mí y con su presencia mi alma se alegró. 
 





 
 
 
Los Ángeles me tomaron con ellos según subían hacia el cielo. Entonces lo demonios analizaron cada pecado mío. Concretamente, uno analizaba las mentiras, otro la envidia y otro la avaricia. Frente a tales pecados que expusieron lo demonios, los Ángeles presentaban mis buenas acciones.
Cuando llegamos a la puerta del cielo, nos salió al encuentro la orden de demonios que analiza o controla los pecados de prostitución y me reveló el adulterio que había cometido hacía pocos días. Esta orden de demonios venció y me llevaron a las profundidades de la tierra, donde se infernan las almas de los pecadores no arrepentidos. Y lo que sucede allí no hay mente humana capaz de describirlo .
Mientras me afligía ante mi situación, aparecieron los dos Ángeles, a quienes llorando dije: " tened compasión de mí y ayudadme a arrepentirme". 
 





 
 
 
Entonces me cogieron y me pusieron en la tumba. Allí encontré mi cuerpo como con barro y fango y no quería introducirme en él. Ello entonces me dijeron que no era posible arrepentirme y hacer metania de otro modo, sino sólo con mi cuerpo, con el cual cometía el pecado. Entonces me introduje en mi cuerpo y tras unirse de nuevo mi alma con él, comencé a vocear."
Esto relató aquel hombre quien, tras continuar viviendo durante cuarenta días más, no comió nada, se lamentó y lloró por sus pecados, y murió.
 



Fuente: saint.gr, libro “Stoma zanátu” del Monasterio Konstamonitu en el Monte Atos

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