jueves, 28 de marzo de 2024

Herodión, el Santo Apóstol de Los Setenta (+c.50)

Versos:
"Herodión es ciertamente una rosa noética, cortado por la espada, vuelves a florecer en los cielos".

Ellos pensaron que lo habían asesinado – pero estaban equivocados. Cuando los despiadados paganos apuñalaron al sufriente Obispo Cristiano en el pecho, en ese día terrible en la ciudad griega de Patras, gimió profundamente y luego cayó a tierra.
Allí se encontraba tendido, inmóvil, mientras la sangre salía a chorros de su herida abierta. Ellos lo patearon nuevamente. Nada. “Está muerto.”
Luego uno de los conspiradores pronunció palabras como éstas: “Fue demasiado para el poderoso Herodión, el Obispo de Patras.” Riendo estrepitosamente, los idólatras desaparecieron tras la neblina del atardecer. Esto sucedió alrededor del Año 50 de Nuestro Señor, según los historiadores de la Iglesia, en una ciudad famosa por sus festivales paganos y la sangrienta persecución a los Cristianos. En Patras (ubicada hoy en día en el Peloponeso, Grecia), ningún Cristiano era más odiado que este hombre, Herodión, quien había convertido a cientos de paganos al Santo Evangelio de Cristo antes de haber sido consagrado obispo.
Hombre inteligente y curioso, con una gran afición por los libros y el aprendizaje, el Santo Apóstol Herodión había nacido en la ciudad Siciliana de Tarso (hoy parte de Turquía), sólo algunos años luego del nacimiento de Santo Redentor en el pesebre de Belén. 
Amigo cercano de San Pablo, éste atento joven se había convertido al Santo Evangelio luego de haber escuchado las extasiadas descripciones que hacía su compañero de la muerte agonizante y la gloriosa resurrección del Salvador.  
 
 






 
 
Escuchando totalmente fascinado, el joven impresionable, había sentido el inmenso poder espiritual del Cristianismo – y le había rogado al Gran Apóstol recibir el bautismo en la primera oportunidad posible. 
Una vez comprometido con su nueva fe, Herodión probó ser un trabajador infatigable mientras acompañaba a San Pablo en muchas de sus misiones de predicación en Grecia. 
Fue tan efectivo trayendo conversos a los pies de los Doce Apóstoles que muy pronto fue elegido para formar parte de “Los Setenta” –un gran grupo de discípulos que habían sido reclutados por los Doce Apóstoles Originales para llevar el Santo Evangelio a lo largo y ancho del mundo. 
Como muchos otros de los miembros de “Los Setenta”, Herodión demostró no tener miedo en absoluto mientras viajaba sin cesar a través de un mundo lleno de fanáticos paganos que habían jurado hacer todo lo que pudieran con tal de detener la marcha de la nueva fe. Para Herodión, a quien le encantaba comprometer a quienes lo escuchaban en diálogos profundos sobre el Cielo, el Infierno y la Verdadera Naturaleza de la Salvación, predicar entre los Griegos ha de haber sido una experiencia estimulante. 
 
 





 
 
 
¿Cuán frecuentemente en Olympus, Minos o Patras se había gozado con el reto de llevar a esos paganos faltos de educación el sublime conocimiento de su Salvador? ¿Cuán frecuentemente les habría dicho a ellos, con el fuego de la certeza consumiéndolo en los ojos: Pues Dios ha amado al mundo de tal manera que envió a Su Unico Hijo para redimirlo, de modo que todos puedan gozar de la vida eterna? 
Herodión era un predicador sumamente alegre y los Griegos que lo escuchaban no podían hacer otra cosa que responder a sus palabras. Como resultado de ello muy pronto se hizo de una reputación -a lo largo del país- como un evangelizador sumamente efectivo quien electrizaba a su audiencia dondequiera que estuviere. Sin embargo esa creciente efectividad en proclamar la Buena Nueva conllevaba un riesgo... y él lo sabía. 
Ultimamente, dondequiera que iba, se podía ver al acecho a los idólatras paganos en la parte posterior de las multitudes, murmurando mentiras a los otros y algunas otras veces agitando sus puños. Herodión sabía que lo estaban observando y esperando así como planeando el momento en que pudieran atacarlo. 
Sin embargo lo que él no esperaba era que los paganos comiencen a complotar con algunos de los miembros de la comunidad Judía y algunos de sus enojados sacerdotes. Esos sacerdotes ancianos y conservadores estaban profundamente preocupados acerca de la posibilidad real de que ellos puedan comenzar a perder influencia entre sus propios adherentes religiosos, si es que esta fascinante fe Cristiana continuaba ganando conversos cada día. No se equivoquen: Los ofendidos practicantes Hebreos no tenían intención de permitir que esto sucediese. Durante numerosos encuentros con los sacerdotes que servían a los ídolos paganos, los primeros dejaron en claro que ellos encontrarían la manera de eliminar esta nueva amenaza –a este engañado seguidor del carpintero de Nazaret, con su llamado “Evangelio basado en el amor.” No se opondrían al uso de la fuerza por parte de los paganos... si ello era necesario para detener en su predicación al Obispo de Patras. 
 
 
 





 
 
Finalmente, luego de meses de complot los conspiradores hicieron su jugada. Habiendo acusado de sedición y traición al Obispo –con cargos falsos que no hubieran sido capaces de sobrevivir al escrutinio de una corte– un grupo de vigilantes de los adoradores de ídolos secuestraron al santo varón y lo llevaron al centro de la plaza ubicada en el medio del pueblo. Ahí lo torturaron sin interrupción. Mientras algunos lo golpeaban con sus puños y otros le arrojaban piedras de concreto arrancadas de la calle, un tercer grupo lo golpeaba repetidamente en la cabeza con un mazo de madera. Luego llegó el cuchillo. Dando un paso rápidamente de entre la muchedumbre, uno de los instigadores deslizó su mano dentro de su túnica. La cuchilla brilló por un momento en el aire –y luego hizo un corte profundo en el pecho del Obispo. El solo lanzó un grito apagado... y cayó. Ellos observaron caer su cabeza contra el pavimento y vieron como brotaba de su cuerpo estremecido un río de sangre escarlata. Ellos lo patearon y no se movió. Muerto. 
Pero él no había muerto –siendo la segunda intervención del Dios Todopoderoso. De alguna manera el terrible sangrado se había detenido. Y él continuó respirando… seguramente porque el Señor Dios tenía otro plan para él en esa tarde brutal en la Ciudad de Patras. Se recuperó y muy pronto fue llamado a Roma en donde pasaría muchos años gloriosos predicando la Palabra junto a San Pedro, antes de que el gran Apóstol recibiera el martirio por Cristo.
 
 
 







 
Luego de ese tiempo llegaría su verdadero destino. Cuando los paganos decapitaron a su amado mentor, San Pablo, quien lo había saludado afectuosamente en su Epístola a los Romanos (16, 11), ellos también decidieron eliminar al carismático predicador de quien había sido su buen amigo. Al final el camarada de toda la vida de San Pablo de Tarso fue decapitado y murió sólo algunas horas luego de que el Gran Apóstol (Pedro) pereciera en su propia cruz. 
La vida del Santo Apóstol Herodión de Los Setenta nos dice mucho acerca del misterio del destino y también sobre la inescrutable voluntad de Dios. ¿Quién hubiera predicho que el Obispo de Patras viviría, luego de haber recibido semejantes heridas… o que sobreviviría al ataque en Patras sólo para morir a manos de otro grupo de paganos, esta vez en las calles abarrotadas de Roma? Nadie puede predecir su destino. De Herodión, cuya cerca amistad con San Pablo hizo de él una figura importante en el crecimiento de la Santa Iglesia a lo largo de Tierra Santa, aprendemos que la única acción sabia es poner completamente el propio destino, con amor y con fe, en las manos de Dios.


NOTA:
 
* Su memoria es también celebrada el 10 de Noviembre junto con los Santos Apóstoles Olimpas, Herodión, Sosipater, Cuarto y Tercio, de los Setenta. 
 


Ἀπολυτίκιον Ἦχος  α’
 
Τῆς Ὑπάτης φωστῆρα καί ποιμένα θεόληπτον, τοῦ Παρακλήτου σέ χάρις, Ἠρῳδίων ἀνέδειξεν ἐν ταύτῃ γάρ Ἀπόστολε τό φῶς ἐκήρυξας τό θεῖον τοῦ Χριστοῦ, καί ὡδήγησας πρός πίστιν τήν ἀληθήν τούς εὐσεβῶς βοῶντάς σοι δόξα τῷ δεδωκότι σοι ἰσχύν, δόξα τῷ στεφανώσαντι, δόξα τῷ χορηγοῦντι διά σοῦ, ἡμῖν τά κρείττονα.
 
Apolitiquio tono 1º

La luminaria de Ypati y el pastor divinamente inspirado, la gracia del Paráclito te mostró ser el Apóstol Herodión, predicaste la luz divina de Cristo, y guiaste a los piadosos a la verdadera fe, clamando: Gloria a Aquel que te dio fuerza, Gloria a Aquel que te coronó, Gloria a Aquel que nos provee abundantemente de fortaleza a través de ti.
 
 

Apolitiquio tono 3º  

Oh Santo Apóstol Herodión, intercede ante el Dios misericordioso para que El nos conceda a nuestras almas el perdón por nuestras ofensas.  
 

  
Condaquio tono 4º  

Siendo iluminado por los muchos Milagros que has realizado, la Iglesia te mira como una de sus estrellas más radiantes. Oh Apóstol Herodión. Dondequiera que invocamos a Cristo: Salva a todos aquellos que honran la memoria de Tú Apóstol, Oh Unico, Grande y Misericordioso.






Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr