Versos:
"Apresurándose en guardar la ley al pie de la letra, Sofronio es levantado como un cuerno a los cielos".
El undécimo el sabio Sofronio fue colocado en la tumba.
El undécimo de este mes [marzo], conmemoramos a nuestro Santo Padre Sofronio, Arzobispo de Jerusalén.
Sinaxarion de San Sofronio, Patriarca de Jerusalén
Nuestro Santo Padre Sofronio (550-638) nació en la provincia de Damasco, de la región de Fenicia, de padres piadosos y sabios, llamándose su padre Plintas y su madre Mira. En cuanto a su genio y educación, adquirió toda la capacidad de todas las ciencias. No sólo esto, sino que mientras vivía en la ciudad, se comportó en la virtud y el ascetismo que realizó en el desierto bajo los ascetas. Luego fue al Monasterio del Gran Teodosio el Cenobiarca, y de allí se retiró a Egipto, anhelando adquirir mayor conocimiento de la sabiduría. Allí encontró a un hombre llamado Juan, lleno de toda clase de sabiduría interna y externa. Habiendo alcanzado su deseo, habitó con él, recibiendo de él todas las lecciones que sabía más allá de lo que ya sabía, mientras le transmitía también lo que sabía.
"Apresurándose en guardar la ley al pie de la letra, Sofronio es levantado como un cuerno a los cielos".
El undécimo el sabio Sofronio fue colocado en la tumba.
El undécimo de este mes [marzo], conmemoramos a nuestro Santo Padre Sofronio, Arzobispo de Jerusalén.
Sinaxarion de San Sofronio, Patriarca de Jerusalén
Nuestro Santo Padre Sofronio (550-638) nació en la provincia de Damasco, de la región de Fenicia, de padres piadosos y sabios, llamándose su padre Plintas y su madre Mira. En cuanto a su genio y educación, adquirió toda la capacidad de todas las ciencias. No sólo esto, sino que mientras vivía en la ciudad, se comportó en la virtud y el ascetismo que realizó en el desierto bajo los ascetas. Luego fue al Monasterio del Gran Teodosio el Cenobiarca, y de allí se retiró a Egipto, anhelando adquirir mayor conocimiento de la sabiduría. Allí encontró a un hombre llamado Juan, lleno de toda clase de sabiduría interna y externa. Habiendo alcanzado su deseo, habitó con él, recibiendo de él todas las lecciones que sabía más allá de lo que ya sabía, mientras le transmitía también lo que sabía.
Estando allí, experimentó un problema en sus ojos, y fue sanado por los Santos No Mercenarios Ciro y Juan, por lo cual pidieron pago a través de sus palabras, para escribir sobre sus milagros que ocurren cada día, y él los escribió a petición. de los santos, luego regresó a Jerusalén.
Luego, por sus sobreabundantes virtudes, fue ordenado obispo de Jerusalén. En el momento en que Jerusalén quedó esclavizada por los persas, el Santo fue a Alejandría, al gran Juan el Misericordioso, que entonces era obispo de Alejandría.
Cuando el divino Juan partió hacia el Señor, entonces el sagrado Sofronio compuso un discurso de encomio funerario, en el que mostró el tesoro inconmensurable de la misericordia y compasión que aquel hombre tres veces bendito tenía en su alma, y lloró su ausencia.
Más tarde, cuando regresó a Jerusalén, ¿quién puede hablar de la cantidad de cuidado y trabajo con el que pastoreó el rebaño que le fue asignado? Porque no sólo luchó noéticamente contra los demonios, sino que luchó racionalmente contra los herejes monotelitas, a los que derrocó mediante las Divinas Escrituras y las tradiciones apostólicas y patrísticas, o los conquistó con sus propias enseñanzas.
Este renombrado Padre dejó muchas cartas valiosas y monumentos conmemorativos para la Iglesia de Cristo, entre los cuales se encuentra la maravillosa vida de María de Egipto, igual a los ángeles, quien luchó en el desierto con luchas más allá de la medida de la naturaleza humana. De tal manera buena y amante de Dios se comportó el bienaventurado, enseñando a los demás, siendo ungido según Jeremías con las palabras de Dios, así después de tres años de pastorear el rebaño de Cristo, partió en paz al Señor.
Este renombrado Padre dejó muchas cartas valiosas y monumentos conmemorativos para la Iglesia de Cristo, entre los cuales se encuentra la maravillosa vida de María de Egipto, igual a los ángeles, quien luchó en el desierto con luchas más allá de la medida de la naturaleza humana. De tal manera buena y amante de Dios se comportó el bienaventurado, enseñando a los demás, siendo ungido según Jeremías con las palabras de Dios, así después de tres años de pastorear el rebaño de Cristo, partió en paz al Señor.
Sophronius, Patriarca de Jerusalén (+638)
Del libro "Una nube de testigos", Santos y Mártires de Tierra Santa. Obispo Demetri Khoury
Cuando llegó el final, fue muy difícil de aceptar. Para ese momento era ya un anciano, y se había entristecido al observar al Califa Omar marchando hacia la Ciudad Santa de Jerusalén.
El amargo final de dos años de sitio dejaba sin opción al Primado Cristiano de Jerusalén.
Negarse a las exigencias de los invasores podría significar la muerte
instantánea de miles de inocentes, la mayoría de los cuales serían mujeres y
niños. Por ello es que el anciano se dirigió humildemente, humillándose, ante
el poderoso Omar, y le rogó que respetase los Lugares Santos dentro de las
murallas de la ciudad. Por supuesto el Califa respondió rápidamente que esos
santuarios sagrados serían salvados de la depredación que estaba sucediendo en
todos los lugares de Jerusalén, una vez que las puertas cayeran dejando pasar
al ejército invasor.
Pero el Califa no mantuvo su palabra. Y el anciano, colocó una mano sobre su
corazón. Cerró sus ojos y le rogó a Dios Todopoderoso por su muerte –tan
doloroso era observar a los infieles amontonarse sobre el lugar en que
Jesucristo había sido clavado en la Cruz, así como en la tumba en la cual había
sido colocado y de la cual había resucitado para la Gloria Eterna.
¿Cómo podría
estar sucediendo esto en uno de los lugares más sagrados del mundo entero?
¿Cómo podía permitir semejante sufrimiento el Dios Todopoderoso? El Primado
luchaba contra su dolor. También rezaba por el entendimiento que le podría
ayudar a comprender la violación de los lugares sagrados de la Iglesia.
Durante
una vida dedicada al servicio de Dios y a su Santa Iglesia, el Patriarca había
consolado frecuentemente a aquellos que se encontraban bajo la agonía de una
pérdida personal. Un padre que sufría por su hijo asesinado en la guerra; una
viuda llorando por su joven marido asesinado en un accidente en el camino. No
podemos entender la voluntad de Dios, les decía a ellos, pero debemos tener fe,
eventualmente veremos que nuestro sufrimiento fue preparado por la Providencia,
y que lo que nos ha sucedido es parte del plan de Dios para nuestra salvación.
Sentado solo, en la escueta y vacía habitación que le habían asignado
momentáneamente los enemigos victoriosos de Cristo, el adolorido Primado
revisaba su larga vida de dedicación al Santo Evangelio de Jesucristo.
Había
nacido en Damasco alrededor del año 550, según la mayoría de historiadores de
ese período. Como hijo de padres muy acaudalados, quienes también eran unos
Cristianos muy piadosos, el joven Sofronio recibió una maravillosa educación y
trabajó muy duramente en sus estudios. Conocido por sus habilidades en las
discusiones filosóficas el joven finalizó sus estudios con un gran deseo por conocer más acerca de la tradición del conocimiento místico que había sido
recogido por los Padres del Desierto del Medio oriente a lo largo de los
siglos. Viajero impaciente, muy pronto se encontró caminando por las
legendarias calles de la Jerusalén Antigua, donde el Santo Redentor había
caminado y predicado hacía más de cinco siglos antes.
A la edad de 28 años,
este ardiente buscador de la verdad había encontrado su camino hacia el famoso
monasterio de San Teodosio en Palestina, donde podría ver por sí mismo lo que
se requería para esta ardorosa forma de devoción al Santo Evangelio. Permaneció
ahí por más de un año y luego, por vía marítima, se dirigió hacia Alejandría
–el gran centro de conocimiento y estudios en el mundo de esa época.
Ahí estudiaría
con el reconocido monje Juan Moschos llegando a ser, muy prontamente, su
acólito en los misterios de la vida monástica. Para el año 600 ambos viajaron a
lo largo de Siria y Palestina y sus pasos los llevaron una vez más hacia la
Lavra del Bienaventurado San Teodosio cerca de Jerusalén.
En el año 606 los Persas
arribaron violentamente y el Venerable Sofronio se encontró una vez más en el
camino. Luego de otra estadía en Alejandría (en donde se curó de una enfermedad
muy severa en el ojo gracias a San Ciro y Juan Moschos y escribió una
compilación de sus milagros como una acto de veneración,) visitó Roma, la ciudad
capital… en donde enterró a su querido maestro y compañero.
Cuando el gran
Emperador Heraclius finalmente liberó a la Ciudad Santa del dominio de los
Persas en el año 629 (y llevó la Cruz de Cristo a la ciudad sobre sus propios
hombros,) Sofronio regresó al monasterio en donde todo había comenzado para él
y se estableció en una vida de oración ascética.
Cada vez más visible como
líder de la Iglesia, fue llamado a combatir la rápidamente difundida herejía
Monoteísta y jugó un papel importante preservando la pureza doctrinal de la
Ortodoxia durante la lucha contra ese error teológico.
Elegido Patriarca de
Jerusalén el año 634, San Sofronio siguió los pasos del Patriarca Modestos –y
él hizo todo lo que pudo para prevenir el temido asalto de su ciudad por el
Califa Omar I, cuyas fuerzas se las arreglaron para abrir una brecha en los
muros ganando entrada el año 637.
Con el corazón roto y desgastado por una vida
de luchas sin fin el gran Patriarca murió un año después, el 11 de Marzo del
638 en el Año de Nuestro Señor.
La vida del Santo Patriarca de Jerusalén, San Sofronio,
nos enseña una lección importante sobre las luchas para aceptar la Voluntad
inescrutable de Dios.
A pesar de que este gran maestro y escritor murió en
tristeza – seguro en el conocimiento de que la caída de esta gran ciudad era
una parte necesaria dentro de la Providencia de Dios– y que todos aquellos
que lloraban por la pérdida de los que habían amado, algún día se alegrarían
nuevamente.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
Σωφρόνως τὸν βίον σου, διαγαγὼν ἐκ παιδός, τὴν χάριν τοῦ Πνεύματος, εἰσεποήσω σαφῶς, Σωφρόνιε πάνσοφε· ὅθεν ἱεραρχίας, ταῖς ἀκτῖσιν ἐκλάμψας, ὤφθης τῆς εὐσεβείας, εὐκλεὴς ὑποφήτης. Καὶ νῦν δυσώπει Ὅσιε, ὑπερ τῶν τιμώντων σε.
Apolitiquio tono 4º
La verdad de las cosas que te han sido
reveladas para tú rebaño como maestro de la fe, un icono de mansedumbre y
maestro de templanza; por esa causa has alcanzado las alturas de la humildad,
la riqueza a través de la pobreza. Oh Padre y Hierarca Sofronio intercede ante
Cristo Dios para que se salven nuestras almas.
Κοντάκιον. Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.
Λαμπρυνθεὶς
τοῦ Πνεύματος τῇ ἐπιπνοίᾳ, Ἱεράρχης ὅσιος, ὡς Ἀποστόλων μιμητής, ἐν τῇ
Σιὼν ἐχρημάτισας, Πάτερ παμμάκαρ, Σωφρόνιε πάνσοφε.
Condaquio tono 2º
Oh trueno divino, trompeta espiritual,
cultivador de la fe y destructor de las herejías, en quien la Trinidad se
complace, Oh gran Hierarca Sofronio, ya
que estás parado con los Angeles frente a Dios, reza incesantemente por todos
nosotros.