lunes, 4 de marzo de 2024

San Gerásimo del Jordán (+475)

Versos: 
"La bestia atendió el anciano Gerásimo, habiendo matado a la bestia de las pasiones antes del final de su vida".
En el (día) cuarto, Gerásimo partió de la vida.

 El Venerable Gerásimo (del gr. "Γεράσιμος", [Yerásimos]) del Jordán o Jordanense ("ο Ιορδανίτης", [o Iordanítis]).

Cuando comenzaron los rugidos todos aquellos que lo pudieron escuchar quedaron aterrorizados. Todos, excepto el humilde monje Gerásimo. Un hombre sencillo que había aprendido a amar a todas las criaturas de Dios habiendo vivido entre ellas como un monje en el desierto.
Este gentil monje afinó mejor sus oídos y escuchó detenidamente el feroz rugido. Entonces les dio seguridad a sus compañeros monjes con palabras como las siguientes: "No tengan miedo. Ese león no va a lastimar a nadie. Solamente está llorando porque está experimentando un terrible dolor." Habiendo dicho esto el valiente monje comenzó a caminar hacia el lugar de donde procedían los fieros rugidos, detrás de una maraña de palmas de dátiles ubicadas a solamente unos 50 metros de distancia. Sorprendidos, los otros monjes se miraron entre sí boquiabiertos. ¿Su líder había perdido la razón? Sin atreverse a mirar se quedaron esperando el ataque mortal que, según ellos, terminaría con la vida del temeroso de Dios y piadoso abad, quien había fundado su comunidad de monjes en Palestina alrededor del año 450.
 









Al Venerable Gerásimo le tomó menos de 60 segundos llegar al lugar en que se encontraba el felino, quien estaba sentado en el suelo y aullaba angustiadamente. Sonriendo calmadamente, el reconocido monje del desierto –veterano de muchos años viviendo solo en las áridas arenas de Egipto antes de llegar a Palestina– se acercó al enorme animal y le estiró la mano derecha. El león parpadeó ante él y luego puso en las manos del santo su pata herida, que estaba hinchada. En la mitad de su garra dañada había una espina que sobresalía de entre su piel rasgada y dolorida. Moviéndose muy lentamente, el monje del desierto quitó la dolorosa daga que producía esa herida punzante en la extremidad del animal. A partir de ese momento el león se mostró feliz de vivir como una mascota bastante educada en el monasterio… mientras los 70 monjes con quienes compartía sus austeras habitaciones ubicadas en el Río Jordán junto a su maestro espiritual se maravillaban diariamente por la naturaleza dócil y amigable del animal.
 






                                



Para el Venerable Gerásimo, uno de los más humildes y abnegados monjes en la temprana historia de la Santa Iglesia, este incidente no le pareció nada inusual. Nacido en la ciudad de Licia en Asia menor, alrededor del año 400, descubrió el Cristianismo siendo niño, y para cuando llegó a la adolescencia, ya se había decidido a deambular por los desiertos de Egipto en el área conocida como las Tebaidas. 
De suave hablar y mucha sencillez, Gerásimo tenía una afinidad natural para vivir en las afueras. Satisfecho con unos pocos dátiles o unas semillas que se las arreglaba para encontrar, raramente cocinaba sus alimentos. Dormir era también una cuestión muy sencilla. Si el clima era seco o tibio, simplemente se estiraba en el suelo en el que se encontraba parado y le agradecía a Dios por ese hospedaje gratuito. Por otra parte, si la tierra estaba empapada por la lluvia buscaba en los alrededores una cueva vacía en donde dormía por unas cuantas horas. Así vivió por mucho tiempo en Egipto, con un estilo de vida con el que estaba bastante contento. Pero entonces decidió que quería visitar los Lugares Santos en Palestina, por lo que se dirigió ahí.
 










Se estableció en el Río Jordán con un pequeño grupo de fieles devotos, alrededor del 450, y esta pequeña comunidad se convirtió muy pronto en uno de los monasterios más grandes (o lauras) en el Medio oriente (todavía existe en la actualidad). Feliz de realizar las tareas más humildes como una manera de glorificar a Dios, el recién instalado abad diseñó un nuevo tipo de horario (o Regla) para sus monjes, en los cuales ellos pasarían los días de la semana confeccionado canastas y haciendo esteras para sus celdas. En esos días no cocinarían sino que solamente comerían dátiles y pan seco. 
La Regla funcionó bastante bien. Bajo la solícita vigilancia del Venerable Gerásimo nunca se les permitió a los hermanos encerrarse en sus celdas –lo que significa que en cualquier momento que salían de ella cualquiera tenía la libertad de entrar y tomar lo que quisiera. Ya que los monjes no tenían ningún tipo de propiedad, no les molestaba en lo más mínimo ese tipo de arreglo. En los fines de semana ellos podían asistir a un servicio de culto muy sencillo en la iglesia y luego reunirse para una comida celebratoria que usualmente contenía verduras y un poco de vino. El momento culmen de la celebración se daba cuando cada uno de los monjes se acercaba y colocaba a los pies del sonriente abad las canastas o las esteras que había hecho a lo largo de la semana.








                                     



La sencillez de estos acuerdos hizo la vida mucho más fácil que si hubiese sido de otra manera. Por ejemplo: limitando a que cada monje tenga una sola túnica el problema de lavar y distribuir la “ropa” se solucionó para siempre. Si un monje quería lavar su túnica simplemente lo hacía dirigiéndose al río en donde se metía en la corriente y comenzaba a lavarla con el corazón contento. Posiblemente el Venerable Gerásimo prefería este tipo de existencia sencilla porque había aprendido – dolorosamente– que ideas y conceptos complicados pueden ser la fuente de interminables problemas. 
En su juventud había sido tentado por un tiempo por una de las grandes herejías del Siglo Quinto –la escuela de pensamiento defendida por algunos clérigos conocidos como los “Monofisitas.” Desarrollada por dos pensadores muy profundos llamados Eutyches y Dioscorus, esta herejía, que llegó a tener una gran difusión, estaba basada en la idea de que Jesucristo poseía sólo un Aspecto Infinito de la Santísima Trinidad, y que no era, al mismo tiempo, un ser humano mortal. (En otras palabras que El era Dios pero no hombre.) 
Aunque San Gerásimo había sido atraído en sus inicios por esa idea, muy pronto se dio cuenta del error de esos caminos –gracias a las ideas y exhortaciones que había recibido de su querido amigo, el gran luchador contra la herejía, San Eutimio– y entonces pasó muchos años combatiendo contra la falsa doctrina y luchando duramente por la Ortodoxia en la Santa Iglesia. 
En el épico Cuarto Concilio Ecuménico de Calcedonia (451), este simple monje de Palestina jugaría un papel muy importante refutando a los Monofisitas y protegiendo el verdadero Dogma de la Santa Iglesia de la contaminación de la herejía. 
 











El venerable Gerásimo falleció en el año 475. Para ese entonces esta amada figura ya era conocida en todo lugar debido a su sencilla piedad y al amor por las criaturas salvajes que vagaban por el mundo. Cuando finalmente exhaló su último suspiro, el león que había curado de la dolorosa espina –el mismo león que había vivido como una mascota amigable y domesticada del monasterio por muchos años– también falleció y fue enterrado en un lugar cercano. Hasta nuestros días el buen león es dibujado en el ícono del santo descansando a sus pies. 
La vida del Venerable Gerásimo nos muestra el gran valor de una vida sencilla y pura ante los ojos del Dios Todopoderoso. Para aquellos quienes saben dar gracias al Señor Dios por cada respiro dado, por un pedazo de pan o una mano llena de dátiles, eso es un banquete que no puede ser superado por nada. 


San Gerásimo, uno de los monasterios más antiguos de Palestina (video)

Venerable Gerásimo del Jordán (animación, idioma griego)
 
 
 
 
 




 
Ἀπολυτίκιον Ἦχος δ'. Ταχὺ προκατάλαβε.
 
Χριστώ εκ νεότητος, ακολούθησας πιστώς, ζωήν την ισάγγελον, επολιτεύσω σαφώς. Γεράσιμε Όσιε. συ γαρ εν Ιορδάνου, διέλαμψας τη χώρα, θήρα καθυποτάσσεις, τη στερρά σου ασκήσει. Χριστός γαρ ον εδόξασας, λαμπρος σε εθαυμάστωσε.
 
 
 
Ἀπολυτίκιον Ἦχος α’. Τοῦ λίθου σφραγισθέντος.
 
Τῆς ἐρήμου πολίτης καί ἐν σώματι ἄγγελος, καί θαυματουργός ἀνεδείχθης, θεοφόρε Πατήρ ἡμῶν Γεράσιμε· νηστείᾳ ἀγρυπνίᾳ προσευχῇ, οὐράνια χαρίσματα λαβών, θεραπεύεις τούς νοσοῦντας, καί τάς ψυχάς τῶν πίστει προστρεχόντων σοι. Δόξα τῷ δεδωκότι σοι ἰσχύν, δόξα τῷ σέ στεφανώσαντι, δόξα τῷ ἐνεργοῦντι διά σοῦ πᾶσιν ἰάματα.
 
Apolitiquio tono 1º

Oh Gerásimo, Padre nuestro portador de Dios, probaste ser realmente un ciudadano del desierto, un ángel encarnado y un trabajador maravilloso. Por el ayuno, la vigilia y la oración obtuviste dones celestiales con los cuales sanaste a los enfermos y a las almas que con gran fe recurrieron a ti. La Gloria sea dada a quien te dio fortaleza. La Gloria sea dada a quién te ha coronado. La Gloria sea dada a quien realizó esas curaciones por tu intercesión. 
 
 
 
Κοντάκιον Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.
 
Ὡς ἀστήρ οὐράνιος ἐξανατείλας, ἱερῶς ἐφαίδρυνας, τῶν ἀρετῶν σου τῷ φωτί, τοῦ Ἰορδάνου τήν ἔρημον, Ὅσιε Πάτερ, θεόφρον Γεράσιμε.

Condaquio tono 4º 

Como una estrella resplandeciente con la luz de las virtudes, hiciste que el desierto del Jordán brille radiantemente con rayos de luz sagrada y celestial, Oh justo Padre Gerásimo, Portador de Dios.
 






Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *youtube.com