lunes, 18 de marzo de 2024

El Arzobispo Cirilo, Patriarca de Jerusalén (+386)

Versos:
"Ofreciendo tus talentos entras en ganancia, en la alegría de tu Señor Oh Cirilo".
El día dieciocho, Cirilo fue capturado por una muerte turbia.

Fue un valiente y valeroso combatiente contra la herejía y pagó por su integridad teológica durante tres períodos agonizantes, en los cuales estuvo exiliado de su oficio como Patriarca de Jerusalén y más aún, arrojado a prisión por un tiempo. Durante su vida tumultuosa (315- 386 d.C.) San Cirilo fue testigo de algunas de las más problemáticas y convulsionadas doctrinas en la historia de la Iglesia primitiva.

Sin embargo su tenaz defensa de la doctrina Ortodoxa presentada en el Santo Evangelio de Jesucristo estuvo destinada a jugar un papel clave en la derrota de varias herejías peligrosas y en proteger la pureza del dogma Cristiano.
Habilidoso teólogo y autor, este clérigo apacible también fue un humilde monje quien puso su fe, no en su habilidad de analizar la doctrina de la Iglesia, sino en su sencilla confianza en que Dios Todopoderoso protegería a Su Iglesia así como a los obispos fieles que El había escogido para guiarla. Para el Patriarca siempre fiel, esa confianza fue compensada una y otra vez… especialmente en una noche sorprendente en Jerusalén... quince siglos atrás.
 
 



San Cirilo, Patriarca de Jerusalén



 
Lo que sucedió en esa noche aún permanece como un misterio santo para los Cristianos en todo lugar. El incidente comenzó algunas horas después de pasada la medianoche, según los historiadores de esa época, mientras el recién nombrado Patriarca yacía acostado en su residencia ubicada cerca del centro de la Ciudad Santa. Una vez más el atribulado San Cirilo se encontraba incapaz de dormir apropiadamente –y por una buena razón: Su Iglesia se encontraba en completo desorden. Liderados por un grupo de obispos renegados, una poderosa facción dentro del mundo Cristiano había llegado a creer en una terrible herejía –la idea de que Cristo no había estado presente en Dios desde toda la eternidad sino que había aparecido solamente en un momento histórico. Conocida como “Arrianismo”, esta doctrina falsa estaba desgarrando la Iglesia. Los obispos de Jerusalén a Constantinopla se estaban dirigiendo a Cirilo para que aceptase esta falsa doctrina o que renunciase  a su sagrada tarea como pastor de los fieles en la ciudad sagrada de Jerusalén.
 
 







 
Hombre sumamente sensible y perspicaz, que odiaba el conflicto y que prefería pasar sus días en silenciosa contemplación de Dios Todopoderoso, San Cirilo había nacido el año 315 bajo el reinado de San Constantino el Grande. Como hijo de piadosos Cristianos, quienes los habían educado cuidadosamente en las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia, Cirilo había llegado a ser un monje devoto con el don por la vida ascética.
Luego de algunas décadas –habiendo servido como monje, sacerdote y presbítero en distintos momentos– se encontraría siendo elegido por Dios para suceder al Arzobispo Máximos (luego de su muerte el año 350) como el Primado de la Ciudad de Jerusalén. En un año, los continuos problemas a causa de la herejía que Arrio había generado explotaron como una difundida lucha interna que amenazaba lanzar a toda la Iglesia al caos. Los obispos Arrianos atacaban cada vez más a San Cirilo y a los otros Padres de Jerusalén, mientras insistían que ellos debían de ser destituidos y exiliados. Con creciente desesperación este humilde monje de Jerusalén había estado rezando en los últimos días por un signo de Dios –un vívido y dramático prodigio que sería visible a lo largo de todo Jerusalén– de modo que el pudiera entender como un signo inequívoco de que la Iglesia en Jerusalén estaba siguiendo el camino correcto al rechazar la herejía Arriana. 
 
 






 
 
Este era el telón de fondo detrás del insomne Patriarca quien estaba acostado cansado e inquieto en la temprana mañana de Pentecostés en el año 352 de Nuestro Señor. Con los ojos cerrados, estaba implorando a Dios Todopoderoso por millonésima vez su ayuda para proteger el Santo Evangelio de la contaminación Arriana… cuando un brillo repentino en el cuarto capturó su atención. Mirando hacia la ventana difícilmente podía creer lo que veían sus ojos; una luz ardiente estaba inundando su habitación. Inmediatamente se puso de pie y se apresuró a mirar hacia el cielo. Entonces contuvo la respiración. Tal como miles de residentes en Jerusalén lo confirmarían en los días posteriores, una cruz de fuego llenaba los cielos – tan grande que superó en brillo al sol mientras se estiraba en un inmenso arco desde el Monte de los Olivos hacia el Gólgota en donde Jesucristo había sido crucificado.
Sus oraciones habían sido respondidas con toda seguridad: ese era el signo. En pocas horas comenzó a escribir lo que vendría a ser una inestimable pieza en la historia: la Carta al Emperador Constancio, en la cual describía el milagro de la Cruz Llameante con un detalle vívido e inolvidable.  
 







 
 
Desde ese momento en adelante el Patriarca San Cirilo entendió que el gran problema de la herejía Arriana sería eventualmente resuelto y que la enseñanza Ortodoxa de la pureza doctrinal sería protegida por siempre por el Señor de los Ejércitos.
Todavía habría grandes batallas por venir; ciertamente, el humilde obispo se vería a sí mismo exiliado y despojado de su obispado en Jerusalén en tres ocasiones diferentes por Constancio y su sucesor el Emperador Valens (364 -378). Sin embargo, al final este manso siervo de Dios sería reinstalado en su sede Episcopal por el Emperador San Teodosio el Grande (379-395). Y el mantendría su importante rol como Primado de Jerusalén hasta su eventual muerte a la edad de 71 años en el año 386.
Si San Cirilo nos hubiera dejado solamente los escritos contenidos en su Credo –de muchas maneras la piedra fundamental de las enseñanzas básicas de la Santa Iglesia– este famoso autor de varios trabajos teológicos y de doctrina de vital importancia ya tendría asegurado un lugar prominente en la historia del Cristianismo. Tal como el Credo señala claramente, las creencias básicas de todos aquellos que profesan la verdad del Santo Evangelio serían expresadas en oraciones sencillas como se muestra a continuación: 

"Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, que procede del Padre verdadero Dios desde todos los tiempos, Dios de Dios, Vida de Vida, Luz de Luz por quien todas las cosas fueron hechas. Quien vino por nosotros los hombres y por nuestra salvación, y que se encarnó por el Espíritu Santo en la Virgen María, y se hizo hombre. Fue crucificado… y enterrado. Resucitó nuevamente al tercer día según las Escrituras y está sentado a la mano derecha del Padre. Y vendrá en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos, cuyo reino no tiene final. Y en el Espíritu Santo, el Paráclito, Quien habló a través de los profetas; y en un solo bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados, y en una santa Iglesia católica, y en la resurrección de la carne y en la vida eterna."
 



"Ό ΆΓΙΟΣ ΚΎΡΙΛΛΟΣ", [O Ayios Kírilos],
EL SANTO CIRILO



Entre los supremamente importantes escritos de San Cirilo se encuentran sus Discursos catequéticos, en los cuales define y confirma las prácticas y creencias básicas de la Ortodoxia Cristiana. También escribió un muy conocido y altamente persuasivo sermón, La Piscina de Bethesda, así como muchos ensayos breves que abordan varios aspectos de las creencias del Cristianismo.
La vida de San Cirilo, el Patriarca de Jerusalén, nos enseña una maravillosa lección sobre la paciencia que hemos de tener en el Señor. Una y otra vez este atento obispo y sabio pensador estuvo tentado a desesperarse a causa del caótico conflicto que amenazaba con devorar a su amada Iglesia. Sin embargo a pesar de su angustia se mantuvo firme en su fe –y fue recompensado finalmente con el brillante “signo” que mostró como la protección eterna de Dios a sus verdaderos siervos nunca se tambalea.
Como luchador por la verdad del mensaje revelado por Dios a través de Su Hijo Amado, San Cirilo ha inspirado a generaciones de Cristianos a aferrarse a su fe a través de las inevitables tormentas en nuestra vida mortal. Lo honramos por sus grandes enseñanzas y por su valor, a pesar de la persecución, de permanecer fiel a Cristo. Posiblemente la más grande lección que podemos aprender de San Cirilo de Jerusalén es la de su mente siempre abierta a buscar la verdad así como su coexistencia pacífica con aquellos cuyas creencias diferían de las suyas propias.
 


ALGUNOS BREVES EXTRACTOS DE SUS ESCRITURAS

El bautismo de agua y el bautismo de sangre

Si alguno no recibe el bautismo, no tiene salvación; excepto solo los Mártires, que incluso sin el agua reciben el reino. Porque cuando el Salvador, al redimir al mundo con Su Cruz, fue traspasado por el costado, derramó sangre y agua; que los hombres, viviendo en tiempos de paz, puedan ser bautizados en agua y, en tiempos de persecución, en su propia sangre. 
Al martirio también el Salvador lo llama bautismo, diciendo: "¿Puedes beber la copa que yo bebo y ser bautizado con el bautismo con el que yo soy bautizado" [Marcos 10:38]? Y los mártires confiesan, al ser hechos un espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres [cf. 1 Corintios 4: 9]; y pronto confesarás: - pero aún no es el momento para que te enteres de esto.

Por San Cirilo de Jerusalén. Conferencia catequética 3.



Sobre la justicia de Dios y la Resurrección

“Sin el cuerpo no se ha hecho nada; con el cuerpo cometemos lujuria y con el cuerpo nos mantenemos puros; con las manos arrebatamos, robamos, y con las manos damos caridad; y el resto de la misma manera. Como todo lo que hemos hecho nos ha servido el cuerpo, este también disfrutará lo que le corresponde, sea como disfrute, sea como castigo e infierno eterno”.

Por San Cirilo de Jerusalén. Conferencia catequética 18.



Sobre la conmemoración de los muertos en la Divina Liturgia 

Luego de habernos santificado por estos Himnos espirituales, rogamos al Dios misericordioso que envíe Su Espíritu Santo sobre los dones que están delante de Él; para que haga del pan el Cuerpo de Cristo y del vino la Sangre de Cristo; porque todo lo que el Espíritu Santo ha tocado, seguro es santificado y transformado. 
Entonces, después del sacrificio espiritual, se completa el servicio sin sangre, sobre ese sacrificio de propiciación, suplicamos a Dios por la paz común de las Iglesias, por el bienestar del mundo; por los reyes, por los soldados y los aliados; por los enfermos, por los afligidos; y, en una palabra, por todos los que necesitan ayuda, todos rezamos y ofrecemos este sacrificio.
Luego conmemoramos también a aquellos que han dormido en el Señor antes que nosotros, primero Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Mártires, que en sus oraciones e intercesiones Dios reciba nuestra petición. Luego, en nombre también de los Santos Padres y Obispos que han dormido antes que nosotros, y en una palabra de todos los que en los últimos años han dormido entre nosotros, creyendo que será un gran beneficio para las almas, para quienes la súplica se levanta, mientras se establece ese temible y santo sacrificio. 

Y deseo persuadirte con una ilustración. Porque sé que muchos dicen, ¿de qué se aprovecha un alma, que se aleja de este mundo con pecados o sin pecados, si se conmemora en la oración? Porque si un rey desterrase a algunos que le habían ofendido, y aquellos que les pertenecen deberían tejer una corona y ofrecérsela en nombre de los que están bajo castigo, ¿no concedería una remisión de sus penas? De la misma manera que nosotros, cuando le ofrecemos nuestras súplicas por aquellos que han dormido, aunque sean pecadores, no tejen corona, sino que ofrecen a Cristo sacrificado por nuestros pecados, propiciando a nuestro Dios misericordioso por ellos y por nosotros mismos.

Por San Cirilo de Jerusalén. Conferencia catequética 23.



Sobre el Martirio en los tiempos finales

Se calcula que solamente en los primeros tres siglos los Mártires son once millones más o menos y el resto de los siglos se calculan hasta cuarenta millones. Y sólo el Dios sabe cuántos más se añadirán hasta el final de la Historia, sobre todo los días del Anticristo. San Cirilo de Jerusalén dice que entonces el martirio será mucho mayor en el fondo y ancho de este que fue en los primeros siglos; es decir, ¡será un martirio que no puede imaginar el hombre, si pensamos que hoy tenemos martirios de forma científica! Sólo esto dice mucho. Es decir, ¡cambian la personalidad del creyente! No hay peor martirio que esto. Le inyectan, digamos insulina. ¡Le meten una gran dosis de insulina, porque con la insulina uno pierde su personalidad, y puede estar diciendo cosas que no las creería ni diría nunca en su estado natural, y después este hombre le meten al psiquiátrico por supuesto sosteniendo que está enfermo! ¿Es una cosa terrible! Tenemos y circulan muchos libros en relación contemporáneos, leedlos y veréis cosas que os horrorizaréis.
 
 
 





 
 
Catequesis de San Cirilo de Jerusalén I (.txt)  II

Las Catequesis: tomo I (San Cirilo de Jerusalén) – pdf: parte 1parte 2parte 3

Las Catequesis: tomo II (San Cirilo de Jerusalén) – pdf: parte 1parte 2parte 3

Conmemoración de la Aparición del Signo de la Cruz  sobre Jerusalén, año 351 d.C. (7 Mayo)

Apolitiquio tono 3º 

Apolitiquio tono 3º

Vestido con una túnica de piedad, fuiste visto en Sión como un pilar ilustre de la fe de los apóstoles. Te convertiste en un heredero de su gracia, y expusiste sus doctrinas piadosas, y dispensaste sus talentos de sabiduría. Ruega por nosotros, Oh Cirilo, nuestro Padre y nuestro Jerarca.

Apolitiquio tono 4º 

Como maestro de la fe te han sido reveladas la verdad de las cosas para tú rebaño. Eres un icono de mansedumbre y maestro de templanza; por esa causa has alcanzado las  alturas de la humildad, la riqueza a través de la pobreza. Oh Padre y Hierarca Cirilo intercede ante Cristo Dios para que sean salvadas nuestras almas.

Condaquio tono 1º

Tus palabras inspiradas por Dios han iluminado a la gente a honrar al Unico Dios, de esencia indivisa, y aún a pesar de ello, distinguido en Tres Personas, la Trinidad. En todo lugar, con gran gozo, mantenemos esta santa memoria y te tenemos como nuestro intercesor, sabio Cirilo, para que reces a Dios por nosotros.

Condaquio tono 3º

Tus palabras divinas para la Iglesia de Cristo, están dotadas de autoridad del cielo. Al enseñarnos el conocimiento de la Verdad revelaste el resplandor de la santidad. Y por tus intercesiones sanas nuestros sufrimientos, oh Padre de mente divina Cirilo.






Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr *apostoladomariano.com *mercaba.org *logosortodoxo.com