lunes, 27 de noviembre de 2023

Megalomártir San Jacobo el Persa

Versos:
"Desmembrado y asesinado, el persa anuncia: -Guardaré mi alma, porque mis miembros se han ido-, dijo".
El día veintisiete, el persa fue asesinado por desmembramiento.

El día veintisiete de este mes [noviembre], conmemoramos al Santo Gran Mártir Santiago (Jacobo el Persa).

La segunda gran persecución persa comenzó hacia el año 420 y la principal víctima de aquella persecución fue Jacobo, quien conmemoramos hoy. Gozaba éste de gran favor ante el rey Yezdigerdo I. Cuando dicho príncipe emprendió la persecución contra los cristianos, Jacobo no tuvo valor para renunciar a su amistad, de suerte que abandonó o disimuló la fe en el verdadero Dios, que había profesado hasta entonces, lo que afligió mucho a su madre y a su esposa.
Cuando murió el rey Yezdigerdo, ambas escribieron a Jacobo, echándole en cara la cobardía de su conducta. Impresionado por esa carta, Jacobo empezó a comprender su falta. Desde entonces, dejó de ir a la corte, renunció a todos los honores que su cobardía le había procurado y se arrepintió públicamente. 
El nuevo rey Bahram lo mandó llamar. 
 








 
Jacobo, entonces, confesó que era cristiano. Bahram le reprochó su ingratitud, recordándole todos los honores que su padre le había conferido. Jacobo replicó serenamente: “¿Dónde está ahora? ¿Qué ha sido de él?” Tal respuesta molestó mucho a Bahram, quien amenazó a Jacob con someterlo a una muerte lenta. El santo respondió: “Cualquier género de muerte no pasa de ser un sueño; quiera Dios que muera yo como los justos”. Bahram replicó: “La muerte no es un sueño, es el terror de los reyes”. Jacob le dijo: “La muerte aterra a los reyes y a cuantos no conocen a Dios, porque la esperanza de los malvados es efímera”. El rey replicó: “¿De modo que tú, que no adoras al sol, ni a la luna, ni al fuego, ni al agua, que son emanaciones de Dios, nos llamas a nosotros malvados?” Jacobo repuso: “Yo no te acuso, pero afirmo que das el nombre de Dios a las criaturas”.
 
 




San Jacobo el Persa





El consejo del rey resolvió que, si Jacobo no renunciaba a Cristo, debía ser colgado y descuartizado su cuerpo, miembro por miembro. Toda la ciudad acudió a presenciar esa nueva forma de tortura. Los cristianos se dedicaron a orar para que Dios concediese al mártir la perseverancia. Jacobo, mientras era torturado decía: “Esta muerte que parece tan terrible es un precio muy bajo para comprar la vida eterna”. En seguida, volviéndose hacia los verdugos, les dijo: “¿Qué esperan? Empiecen vuestra tarea”. Cuando los verdugos cortaron el pulgar derecho de san Jacobo, este dijo: «Aún la viña es cortada de este modo, para que a su tiempo crezca el nuevo sarmiento» (cfr. San Juan 15:2). Cuando le cortaron el próximo dedo, dijo: «Recibe también, Señor, el segundo sarmiento que has sembrado».
 





Martirio de San Jacobo el Persa





Al cortársele el tercero, dijo: «Bendigo al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo». Al cortársele el cuarto, dijo: «Tú que aceptas la alabanza de los cuatro seres vivientes, acepta el sufrimiento del cuarto dedo» (cfr. Apocalipsis 4:6-8). Al cortársele el quinto, dijo: «Que mi gozo sea cumplido como el de las cinco vírgenes prudentes en las bodas» (cfr. San Mateo 25:1-10). Al cortársele el sexto dedo, dijo: «Te doy gracias, Señor, que en la hora sexta extendiste tus purísimos brazos sobre la cruz, por me has hecho digno de ofrecerte mi sexto dedo» (cfr. San Mateo 27:33-45). Al cortársele el séptimo dedo, dijo: «Como David, que te alababa siete veces al días, te alabo por el séptimo dedo cortado por tu causa» (cfr. Salmo 118 [119]:164). Al cortársele el octavo dedo, dijo: «Tú fuiste circuncidado, oh Señor, en el octavo día» (cfr. San Lucas 2:21). Al cortársele el noveno dedo, dijo: «En la hora nona encomendaste tu espíritu en manos de tu Padre, oh mi Cristo, y te doy gracias por el sufrimiento de mi noveno dedo» (cfr. San Mateo 27:46-56). Al cortársele el décimo dedo, dijo: «Te canto con el arpa de diez cuerdas, oh Dios, y te doy gracias porque me has hecho digno de padecer el corte de los diez dedos de mis dos manos, por los Diez Mandamientos escritos en tablas de piedra» (cfr. Salmo 32 [33]:2). ¡Que fe y amor tan maravillosos! ¡Qué alma noble la de este príncipe de Cristo!





San Jacobo siendo decapitado. Menologio de Basilio II, s.X.





En seguida le cortaron las extremidades y finalmente fue decapitado. Un dulce aroma, como de ciprés, emanaba de sus heridas. Así este maravilloso varón se arrepintió de su pecado y presentó su alma a Cristo su Dios en el Reino celestial. A pesar de que el Emperador ordenó que los trozos del cuerpo del mártir fueran esparcidos por el desierto, los cristianos consiguieron reunirlos y transportarlos a Jerusalén. 
Jacobo padeció alrededor del año 400 d.C. Es patrono del monasterio de Mar Iaqub, en Dedeh, en las cercanías de Trípoli, en Líbano, donde las monjas del lugar cuidan las reliquias que se le atribuyen.
 


El monasterio de Jacobo el Persa en Deddeh, Líbano

El antiguo monasterio de mujeres greco-ortodoxas dedicado a Jacobo (o Santiago) el persa (Deir Mar Yacoub) está situado en el pueblo de Deddeh en el distrito de El koura en el Líbano. El monasterio está construido en lo alto de una meseta en el extremo norte del pueblo y tiene vistas a la costa de la ciudad de Trípoli, que se encuentra a unos siete kilómetros de distancia. 
 
 






 
Actualmente hay 29 monjas que residen en el monasterio y su abadesa es Gerontissa (Eldress) Fevronia. Se estima que el Monasterio de Jacobo tiene más de 800 años, aunque las investigaciones históricas confirman que su construcción se expandió a lo largo de diferentes períodos históricos, como lo demuestran los muros de los edificios, la construcción de presas, la construcción de cubiertas, el grosor de los muros y más.
El Monasterio de Santiago el Persa fue originalmente un monasterio de hombres, sin embargo no hay documentos o manuscritos que sobrevivan en el monasterio que puedan ser fechados desde el momento de su aparición precisa porque el monasterio se incendió varias veces a lo largo de su historia. 
 
 








Estos incendios destruyeron muchos iconos, libros y manuscritos que podrían estar fechados en el momento de su fundación. A la ambigüedad de esta historia se suma el incendio completo de la Arquidiócesis de Trípoli durante la guerra civil libanesa. Según el viajero monje ruso Vasily Barsky, que visitó el monasterio alrededor del año 1600, los edificios del monasterio se agrupaban alrededor de la iglesia, que incluía una docena de celdas y un comedor para los viajeros, así como otros edificios. 










En 1620, un chipriota llamado Zacarías vivía en el monasterio y era su abad. Fue nombrado por el Patriarca Ignacio III (1619-1634) junto con cinco o seis monjes. El historiador oficial de la Iglesia Apostólica de Antioquía Dr. Asad Rustum en su libro "La Iglesia de la Gran Ciudad de Dios Antioquía" (parte III, página 50), menciona que durante una gira en el año 1648, el Patriarca Makarios visitó el monasterio y afirmó lo siguiente: "El veinte del mismo mes (¿noviembre?) llegó al Monasterio de Santiago desde Jerusalén y entró en la iglesia (del monasterio) en la fiesta de la Virgen María". 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En una carta enviada por el obispo de Trípoli Sofronio al patriarca de Antioquía, el 29 de abril de 1864, se afirma que el monasterio también estaba habitado por monjes en esos días, y que los militares habían llegado al monasterio y atacaron a los monjes para obtener lo que es de valor, y cuando el abad se negó a entregar lo que Dios le había confiado, fue golpeado severamente, por lo que perdió la vista y una de sus manos.
 
 
 








Poco después de los hechos mencionados anteriormente, y posiblemente a causa de ellos, el Monasterio de Santiago el Persa fue abandonado. Como resultado, el monasterio y sus instalaciones fueron expuestas a saqueos y robos con la consecuencia de perder la mayoría de sus iconos antiguos. Con el tiempo, los edificios mismos cayeron en ruinas y destrucción. En 1956 el monasterio volvió a ser habitado, esta vez por monjas, que bajo la dirección de su primera Igumeni, Irene, pasaron muchos años reparándolo y restaurándolo. En 2008, y después de que una enfermedad paralizara a la Igumeni Irene, las hermanas eligieron a la monja Fevronia como su nueva Igumeni.
 









 

Ἀπολυτίκιον. Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.

 
Ὁ Μάρτυς Ἰάκωβος, ὁ τῆς Περσίδος βλαστός, τὸν δόλιον δράκοντα, τοῖς τῶν αἱμάτων κρουνοῖς, ἀθλήσας ἀπέπνιξε· πίστει γὰρ ἀληθείας, μεληδὸν τετμημένος, ὤφθη τροπαιοφόρος, τοῦ Σωτῆρος ὁπλίτης, πρεσβεύων ἀδιαλείπτως, ὑπὲρ τῶν ψυχῶν ἡμῶν.

 

Apolitiquio tono 4º

Jacobo el Mártir y vástago de Persia, ahogó al dragón en su sangre por su lucha. Fue desmembrado por la fe y se convirtió en el portador del trofeo del Salvador. Él intercede sin cesar por nuestras almas.
 
 
 

Κοντάκιον. Ἦχος β’. Τὰ ἄνω ζητῶν.

 
Πεισθεὶς τῇ καλῇ, συζύγῳ καρτερόψυχε, καὶ τὸ φοβερόν, κριτήριον πτοούμενος, τῶν Περσῶν τὸ πρόσταγμα, καὶ τὸν φόβον, Ἰάκωβε κατέπτυσας, καὶ ἀνεδείχθης μάρτυς σεπτός, τὸ σῶμα ὡς κλῆμα συντεμνόμενος. 

 

Condaquio tono 2º

Escuchaste a tu esposa y consideraste el juicio, oh valiente Jacobo. despreciaste las amenazas y los mandamientos de los persas, y tu cuerpo fue podado como una vid. Te alabamos, oh noble Mártir.
 




Fuentes consultadas:synaxarion.gr, saint.gr, johnsanidopoulos.com, acoantioquena.com, crkvenikalendar.com

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