miércoles, 2 de octubre de 2024

Venerable Teófilo el Confesor (+s.VIII)

Versos:
"-Antes de mí tuviste un final honorable-, Dios te dijo, el amigo Teófilo".

En la vida de la Iglesia, una clase de santos son los confesores.
Son aquellos que, por la fe ortodoxa, sufren persecución y tortura, pero que al final no son martirizados, no porque no sea este precisamente su deseo. Todos sin embargo tienen en sus cuerpos "las marcas del Señor Jesús", las cicatrices de las heridas y los golpes que reciben de los tiranos.
Dan una "buena confesión", defendiendo la tradición de la Iglesia y su fe ortodoxa, y su diferencia con los Mártires es que no tienen el honor de morir bajo martirio.
Así era San Teófilo el Confesor, quien junto con casi todos los Confesores, constituyen una de las formas más elevadas de vida monástica. Es una prueba también de que los monasterios, en muchos períodos, eran los centros protagonistas de las luchas de la Iglesia militante de Cristo.
 
 
 




Osio Teófilo el Confesor- a manos del P. Georgios Pítas
del Santo Monasterio Neápoli y Stavrupóloeos, 1996 d.C.




 
 
San Teófilo fue el Confesor que luchó ejemplarmente por la Ortodoxia.
Teófilo nació en un pueblo cerca de Tiberiúpolis (actual Strumica en Macedonia) durante el reinado de León III el Isauriano (717-741 d.C.). 
Cuando estaba en la escuela, se distinguió por sus compañeros de clase por su desempeño en las letras, pero también por la modestia de su moral y su excelente conducta.  
Siendo joven todavía, fue visitado por el monje Stephanos, quien había establecido su lugar de residencia en el Monte Selenios. Bajo su guía, Teófilo creció espiritualmente y fue enriquecido su conocimiento en las doctrinas de la Ortodoxia.
 
 

  


                      Osio Teófilo el Confesor

                            



 
Debido a que sus padres eran ricos, él trataba de ayudarles haciéndoles ver lo importante que era realizar buenas obras de caridad por los demás. Y así fue, que gran parte de su propiedad fue dada para ayudar a los pobres y para construir un monasterio en el Monte Selenios, donde más tarde Teófilo se convertiría en monje.
Por aquel entonces, gobernaba el tirano León III el Isauriano, y Teófilo no descansaba en sus ocupaciones ascéticas. Descendió al campo de batalla, salió de su tranquilo pabellón y fue por ciudades y pueblos predicando el Evangelio 
e instando a hombres y mujeres, del clero y laicos, para no ser engañados, sino a permanecer firmes y dedicados en la unión de la Iglesia Madre Ortodoxa.
 








 
 
Al ver la impiedad de León y la guerra que libró contra los iconos sagrados, el amigo de Dios, Teófilo (esto significa su nombre), se presentó valerosamente ante él. Y lo reprendió con gran audacia, llamándolo ateo, hombre sin ninguna ley y precursor del Anticristo. Con estas palabras encendió su ira y fue cruelmente golpeado. Luego le pusieron en prisión siendo privado de comida y de bebida durante un largo periodo de tiempo. Después de esto fue enviado al exilio.* 
Allí, habiendo rechazado la libertad temporal que le hubiese ofrecido traicionar la Verdad, partió hacia el Señor ganado el perdón de los pecados y la vida eterna. Amén.


NOTA 

* Según el Sinaxario de la página agioskosmas.gr, las torturas y el encarcelamiento tuvieron lugar en la ciudad de Nicea. Se desconoce el lugar del exilio.  








Fuentes consultadas: saint.gr, agioskosmas.gr, Sinaxario de los doce meses del año de de San Nicodemo el Athonita.


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