Versos:
A Marcos: "El que jactanciosamente se llama Juan y Marcos, destacado en el camino de los Apóstoles".
A Aristarco: "Aristarco fue un excelente iniciado del Logos, comenzando en excelencia y viviendo la vida de un extraño".
A Zenas: "Zenas predicó el Logos del Dios viviente,
Reviviendo a muchos que estaban muertos por el error".
Tal como el Evangelio de Lucas del Nuevo Testamento nos deja bien en claro, los Doce Apóstoles originales enviados por Cristo a predicar el Evangelio no fueron los únicos “maestros” a los que Él envió a propagar la Buena Nueva a través de Palestina y el resto del mundo. En el Capítulo 10 el gran Evangelista escribe elocuentemente sobre un numeroso segundo grupo de devotos Cristianos que también recibieron la tarea de propagar la nueva fe.
Estos discípulos llegaron a ser conocidos como “Los Setenta” –y tres Palestinos
de esas filas, especialmente dedicados (Marcos, Aristarco y Zenón), y fueron
destinados a ser luminarias de la
Iglesia Cristiana Primitiva. A Marcos: "El que jactanciosamente se llama Juan y Marcos, destacado en el camino de los Apóstoles".
A Aristarco: "Aristarco fue un excelente iniciado del Logos, comenzando en excelencia y viviendo la vida de un extraño".
A Zenas: "Zenas predicó el Logos del Dios viviente,
Reviviendo a muchos que estaban muertos por el error".
Tal como el Evangelio de Lucas del Nuevo Testamento nos deja bien en claro, los Doce Apóstoles originales enviados por Cristo a predicar el Evangelio no fueron los únicos “maestros” a los que Él envió a propagar la Buena Nueva a través de Palestina y el resto del mundo. En el Capítulo 10 el gran Evangelista escribe elocuentemente sobre un numeroso segundo grupo de devotos Cristianos que también recibieron la tarea de propagar la nueva fe.
La historia de “Los Setenta” está bellamente contada por San
Lucas al inicio del capítulo 10: “Después
de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí,
a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.”
A continuación el Señor les dice a Los Setenta: “En la ciudad en que entréis y os reciban,
comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: “El
Reino de Dios se ha acercado a vosotros.” En la ciudad en que entréis y no os
reciban, salid a sus plazas y decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad que se
nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino
de Dios está cerca.” (Lucas 10, 8-11)
Inmediatamente después Jesús pronunció una líneas que
describen bellamente y de modo profundamente emocionante el desafío enfrentado
por Los Setenta “Quien a vosotros os
escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y
quien me rechaza a mí, rechaza al que me
ha enviado." (Lucas 10, 16)
Regresaron los 72
alegres, diciendo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." El
les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el
poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo,
y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os
sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos."
(Lucas 10, 17-20).
Hubo muchos discípulos entre Los Setenta que muy pronto
llegaron a ser figuras bien conocidas en la historia temprana de la Cristiandad
–incluyendo aquellos tres notables Palestinos, cuyas expresiones de fe inquebrantable
llegaron a ser pronto poderosos ejemplos de vidas completamente dedicadas a la
Cruz.
Sin embargo, antes de revisar las invaluables enseñanzas y
curaciones realizadas por estos tres discípulos, resulta de gran ayuda recordar
que la palabra “apóstol” en sí misma dice muchísimo acerca de su misión. El
término es tomado del Griego y significa: “uno que es enviado” o “enviado.” La
palabra “apóstol” describe a alguien que ha recibido el encargo de entregar un
mensaje importante. Ciertamente, Cristo mismo provee una vívida ilustración del
significado de este término, cuando les dice a los Doce Apóstoles originales: “Como el Padre me envió, también yo os
envío” (Juan 20, 21) (en Hebreos 3,
1 Jesús también es referido como un “apóstol”) El apóstol más conocido de Los
Setenta es, sin lugar a dudas, San Marcos.
San Marcos
(Algunas veces
referido en el Nuevo Testamento como “San Juan”), fue descrito por San Lucas en
los Hechos de los Apóstoles (Hechos 12, 25; 15, 37-39). San Pablo también lo
menciona en su Epístola a los Colosenses
y en Filemón (Colosenses 4, 10;
Filemón 1, 23). San Marcos viajó con San Pablo y Bernabé a través de Palestina
en la búsqueda de conversiones –eventualmente llegó a ser Obispo de la ciudad
Fenicia de Biblos, ubicada en la región del norte, que alguna vez había sido
conocida como la Tierra de la Antigua Canaán.
La vida de San Marcos nos provee un ejemplo irresistible del
poder milagroso de la fe. Reconocido en todo lugar por su piedad y su oración
ferviente, estaba conectado tan cercanamente con el Poderoso que su simple
sombra podía sanar a los enfermos (San Pedro también recibió esa distinción
durante su vida ejemplar.) San Marcos,
el primo de Bernabé, era una figura vívida de alguien cuya predicación, con un
poder inolvidable, electrizaba a sus oyentes por lo que fue objeto de muchas
leyendas. Aunque esas narraciones no han sido verificadas por la Escritura, su
magnificencia nos muestra un rastro de grandeza sobre este gran apóstol.
En una de esas leyendas se dice que San Marcos fue uno de
los siervos en las Bodas de Caná – siendo uno de los que vertió el agua que
luego Cristo transformaría en vino. Marcos también es descrito frecuentemente
como el siervo que llevó agua a la casa de Simón el Cireneo, lugar donde tomó
lugar la Ultima Cena (Marcos 14, 13). Es más, en otra descripción no canónica
de esa época, se dice que San Marcos fue el “joven desnudo” que huyó cuando
Jesús fue arrestado (Marcos 14, 51-52).
Sumado a esto, hay una tierna leyenda que lo menciona como
el verdadero creyente que invitó a los 12 apóstoles originales a la casa de su
madre en Jerusalén, María, al poco tiempo de la muerte de Jesús. Fue ahí, según
menciona la leyenda, que el Salvador resucitado hizo su única aparición delante
de los Doce (Juan 20), posterior a la Crucifixión.
Fue también en esta humilde morada, según otra leyenda, a la
cual el apóstol Pedro se dirigió rápidamente luego de haber sido liberado de
prisión – y desde donde dirigió a muchos de los fieles para establecer la
primera pequeña comunidad Cristiana.
En varias ocasiones San Marcos (conocido también como “Juan
Marcos”) acompañó a San Pablo y Bernabé en sus viajes a Antioquia y Perga en
Panfilia. En otro de esos viajes de predicación San Marcos se unió a San
Bernabé en una travesía a lo largo y ancho de la isla de Chipre. El año 63,
este apasionado evangelista, llevaría su fe al corazón de la ciudad de Roma
donde pondría lo mejor de sí para ayudar a consolar a San Pablo, quien se
encontraba prisionero al haber sido arrestado y detenido por proclamar su fe.
Ver Evangelio Según San Marcos -con breve interpretación por P.Trempelas-
San Aristarco
Otro poderoso evangelizador, quien muy pronto se distinguió
de entre los Setenta discípulos, fue San Aristarco. El es mencionado por San
Pablo en sus cartas a los Colosenses 4, 10 y a Filemón 1, 23. Su nombre contiene
una paradoja interesante – ya que en griego significa “el mejor gobernador”,
aunque en su caso fue reconocido como apóstol, en la Iglesia primitiva
Cristiana, por su sencillez y humildad.
Después de muchos años de predicación del Evangelio con
Pablo, en Palestina y en otros lugares, Aristarco sirvió como obispo de Apameia
en Siria. Él viajó a través de Asia Menor, en toda su extensión, con San Pablo
y estuvo junto a él durante un violento motín en Éfeso, provocado por la
descripción que San Pablo había hecho de los ídolos paganos como blasfemos. Los
Hechos de los Apóstoles describen ese peligroso incidente en el capítulo 19: Al oír esto (los enojados efesios), llenos
de furor se pusieron a gritar: « ¡Grande es la Artemisa de los efesios!» La
ciudad se llenó de confusión. Todos a una se precipitaron en el teatro
arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de viaje de
Pablo. (Hechos 19, 28-29)
El intento de los efesios de atacar a San Pablo fue detenido
al último instante, cuando Aristarco le previno de no entrar en la sala donde
su vida pudo haber estado en grave peligro.
Tal como lo establecen claramente las Escrituras San
Aristarco era bastante cercano a San Pablo, a quien lo acompañó a Roma aún
durante su último encarcelamiento. Cuando Pablo envió su carta a la Iglesia de
los Colosenses (Col 4, 10) se refirió a su amigo Palestino como su compañero de prisión. Su amplia y bien
documentada amistad se había visto profundizada por la terrible experiencia que
vivieron juntos durante el naufragio en Malta, del que difícilmente escaparon
vivos.
El nombre de San Aristarco ha vivido a lo largo de los
siglos en los nombres de muchos de los siervos de la Santa Iglesia, incluyendo
muchos obispos y arzobispos venerables reconocidos por su piedad.
Su memoria se repite el 14 de Abril, junto con los Apóstoles Trófimo y Pudente, también de los Setenta.
Su memoria se repite el 14 de Abril, junto con los Apóstoles Trófimo y Pudente, también de los Setenta.
Los Setenta Apóstoles |
San Zenas
Es el tercer santo Palestino en este trío de miembros
extraordinarios de los Setenta, y frecuentemente se le menciona como “el
abogado” debido a su gran erudición. San Pablo se refiere a él en la carta a
Tito 3, 13.
Era un erudito en materia jurídica y se le ve constantemente
en los asuntos legales en la cortes de la Iglesia. Zenas también se desempeñó
como obispo de Diospoli (o Lidia) en Palestina. (Lidia fue una ciudad de gran
distinción ubicada a unas cuantas millas de la antigua ciudad Palestina de
Ramaláh).
El apóstol Zenas era experto en los juzgados, en los cuales
realizó muchos y valiosos servicios para los primeros Cristianos –hecho que se
observa en el urgente mensaje que San Pablo describe en su carta a Tito: envía rápidamente a Zenas y a Apolo, de modo
que nada les falte (Tito 3, 13)
San Zenas trabajó como escriba durante sus años de juventud,
mucho antes de haber completado su entrenamiento como abogado. Fue durante este
período, sólo algunos años posteriores a la crucifixión y Resurrección de
Cristo, que se convirtió al Santo Evangelio. Como fiel asistente de San Pablo,
el hábil abogado y gran escritor, fue muy útil aconsejando frecuentemente a los
líderes de la Iglesia primitiva en cuestiones legales y asuntos públicos.
Esas mismas habilidades probaron ser invaluables durante los
más de 20 años que San Zenas pasaría como obispo de Lidia. Como líder de la
nueva comunidad Cristiana en el extranjero, dirigió el rápido crecimiento de la
Iglesia, y sus grandes dones fueron un instrumento de gran ayuda para
establecer varias comunidades, pequeñas pero determinadamente fieles, como
centros de culto a través de la región.
Tal como muchos comentaristas y Padres de la Iglesia han
notado a través de los siglos, el ejemplo dejado por estos tres discípulos,
pertenecientes al grupo de los Setenta, ha llegado a ser como una estrella
luminosa para todos aquellos que profesan creer en el Evangelio de Jesucristo.
Humildes, y al mismo tiempo notablemente valientes, los tres demostraron ser
vehículos de fe inquebrantable en los primeros y turbulentos años, tiempo en los
cuales la Cristiandad los necesitaba más que nunca.
Ἀπολυτίκιον (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
Χορείαν τὴν τρίπλοκον, τῶν Ἀποστόλων Χριστοῦ, συμφώνως τιμήσωμεν, ὡς ποταμοὺς λογικούς, τῆς θείας χρηστότητας, Πούδην σὺν Ἀριστάρχω, καὶ Τροφίμω τῷ θείῳ λόγοις θεογνωσίας, καταρδεύσαντας κόσμον. Αὐτῶν Χριστὲ μεσιτείαις πάντας οἰκτείρησον.
Apolytikion tono 4º
Honremos juntos el triple coro de los Apóstoles de Cristo, como ríos racionales, Aristarco, Pudens y Trófimo. Con las divinas palabras del conocimiento de Dios regaron el mundo. Por sus súplicas, oh Cristo Dios nuestro, ten compasión de todos nosotros.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ'.
Ἀπόστολοι ἅγιοι, πρεσβεύσατε τῷ ἐλεήμονι Θεῷ ἵνα πταισμάτων ἄφεσιν, παράσχῃ ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.
Apolitiquio tono 3º
Oh Santos Apóstoles, intercedan
ante el Dios misericordioso para que El nos conceda a nuestras almas el perdón
por nuestras ofensas.
Condaquio tono 4º
Oh sabios Apóstoles, ustedes muestran lo que es ser ramas en
la viña de Cristo, portadores de virtudes, quienes han servido, compartiendo
con aquellos que están llenos de gozo, el vino de la salvación. Rogad al Señor
para que quienes celebran sus memorias puedan recibir el perdón de sus pecados
y ser dignos de gran misericordia.
Kontakion en el primer tono
1º
Apóstoles de Cristo, obreros del Salvador, sois la luz del mundo. Intercede por nosotros que alabamos tu gloriosa memoria, y ruega para que seamos salvos.
Fuentes consultadas: Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury; synaxarion.gr; saint.gr.