Versos:
A Silas y Silvano: "Tus proclamadores Silvano y Silas, murieron, oh Salvador; ¿cómo no puedo proclamarlo?"
A Epenetos: "El gran Pablo que te amó te ha historizado, el buen oficial de toda Acaya".
A Crescens y Andrónico: "Crescens y Andrónico, los iniciados del logos, Ahora miran el rostro del Logos de Dios".
En el treinta, cuatro iniciados de Dios murieron.
Los Santos Silas, Silvano, Crescens, Epenetos y Andrónico fueron cinco de los setenta discípulos del Señor. Todos sirvieron al Evangelio de Cristo "en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez" (2 Corintios 11,27).
A Silas y Silvano: "Tus proclamadores Silvano y Silas, murieron, oh Salvador; ¿cómo no puedo proclamarlo?"
A Epenetos: "El gran Pablo que te amó te ha historizado, el buen oficial de toda Acaya".
A Crescens y Andrónico: "Crescens y Andrónico, los iniciados del logos, Ahora miran el rostro del Logos de Dios".
En el treinta, cuatro iniciados de Dios murieron.
Los Santos Silas, Silvano, Crescens, Epenetos y Andrónico fueron cinco de los setenta discípulos del Señor. Todos sirvieron al Evangelio de Cristo "en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez" (2 Corintios 11,27).
El Apóstol Silas fue arrestado (Hechos 16, 19) y encarcelado junto con Pablo en Filipos, Macedonia (Hechos 16, 25-29). Después de muchas luchas y siguiendo a Pablo en muchas trayectorias, se convirtió en obispo de Corinto.
El Apóstol Silvano (o Siluán, o Siluanós) fue uno de los Setenta y
reverenciado entre los cristianos del primer siglo debido a sus muchos años de humilde
servicio en el mundo griego de la antigua Tesalónica.
Como obispo resuelto e incondicional, este evangelizador en esa próspera ciudad Macedonia, San Silvano, recibiría grandes elogios del primero de los Apóstoles, San Pedro –y también del gran maestro e intérprete de las doctrinas del cristianismo primitivo, San Pablo.
Como obispo resuelto e incondicional, este evangelizador en esa próspera ciudad Macedonia, San Silvano, recibiría grandes elogios del primero de los Apóstoles, San Pedro –y también del gran maestro e intérprete de las doctrinas del cristianismo primitivo, San Pablo.
Profundamente educado y un
entusiasta e inteligente evangelizador, que estaba familiarizado con los
grandes mitos clásicos de Grecia así como con las escuelas filosóficas de
Atenas, Silvano había sido escogido para ser uno de los Setenta de Jerusalén,
justo después de que el Espíritu Santo había visitado a los Doce Apóstoles
Originales en Pentecostés.
Tal como los Doce,
Silvano, y los otros miembros de los Setenta, había sido seleccionado de las
filas de los discípulos de Jesús Cristo en Palestina. Su tarea, en una muy bien
conocida frase del día, era la de “ir y enseñad a todas las naciones.” Durante
las décadas siguientes a la Crucifixión y a la Ascensión muchos serían
martirizados por enfurecidos paganos a causa del Santo Evangelio. Muchos otros,
incluyendo al leal e incansable Silvano, eventualmente llegarían a ser obispos
y pasarían sus vidas en lucha constante por llevar la Buena Nueva del
Cristianismo a todas partes del mundo conocido.
Aunque no hay certeza de
que Silvano haya llegado a ser mártir (los registros de la Iglesia de ese
tiempo no están de acuerdo con esa proposición), sabemos que arriesgó su vida
una y otra vez en varias de las jornadas de predicación que realizó con San
Pedro y San Pablo... así como posteriormente el valiente Obispo de
Tesalónica, donde un gran número de fieros y determinados cultos paganos
estuvieron decididos a resistir a la nueva fe Cristiana hasta derramar la
última gota de sangre.
Santos Apóstoles Silvano, Crescens y Silas |
San Pedro mismo reconoció
la fidelidad de este discípulo incondicional en un pasaje citado muy frecuentemente
en el Nuevo Testamento:
“Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito
brevemente, exhortándoos y atestiguándoos que esta es la verdadera
gracia de Dios; perseverad en ella.” (1 Pedro 5, 12)
Tal como muchos
comentaristas posteriores han señalado, el desafío que San Silvano enfrentó,
filosóficamente y teológicamente, en el sofisticado mundo griego del siglo primero fue extremadamente desalentador, por decir lo menos. Gobernados
intelectualmente por el formidable legado de Platón y Aristóteles –y dominados
por la gran cantidad de contribuciones artísticas que durante los siglos
previos había hecho Grecia en el teatro, danza y escultura- el ambiente
cultural de Macedonia era mundano y sofisticado.
Sin embargo el altamente
educado y completamente resuelto Obispo Silvano muy pronto probaría que estaba
más que preparado para esa tarea. Durante sus esfuerzos iniciales por ganar
conversiones para el Evangelio de Jesús –mientras acompañaba a San Pablo en
unas incursiones de predicación en y en los alrededores de Tesalónica en el año
49-50– encontró sumamente desafiante el confrontar a las audiencias que eran
escépticas y poco receptivas así como devotas completamente a sus deidades
clásicas de su propio panteón.
Apóstoles Timoteo, Silvano y Pablo. Miniatura "Hechos y Epístolas de los Apóstolos". Bizancio. Finales del s. XIII, Moscú. |
¿Cómo podrían las simples
devociones religiosas del Cristianismo (“Amar a Dios y amar a tu prójimo”)
competir con el carisma teológico del poderoso Zeus, el lanzador de “nubes
capaces de lanzar rayos”... o con figuras tan admiradas de la mitología griega
como Apolo, quien manejaba su carro de fuego por los cielos cada día?
Sin embargo Silvano aceptó
el desafío con bastante prontitud y, de acuerdo a la mayoría de historiadores
de ese período, su propio y supremo conocimiento de los clásicos le permitió
hablar de igual a igual con esos griegos altamente educados.
Después de ello, por supuesto, el Santo Evangelio les habló a ellos con su propia voz –y fue una voz tan autorizada que muy pronto comenzó a ganar conversos para Cristo a lo largo del antiguo mundo de Macedonia.
Después de ello, por supuesto, el Santo Evangelio les habló a ellos con su propia voz –y fue una voz tan autorizada que muy pronto comenzó a ganar conversos para Cristo a lo largo del antiguo mundo de Macedonia.
Tal como lo han señalado
muchos estudiosos Bíblicos a lo largo de los años, la fidelidad que San Silvano
aportó a su misión en Grecia se puede observar fácilmente en un pasaje clave de
la Segunda Epístola de San Pablo a los Tesalonicenses, la cual fue compuesta en
la mitad del siglo primero, cuando Silvano estaba comenzando su labor de
convertir paganos de la región. Identificado por Pablo, Silvano y su compañero
de evangelización Timoteo (también uno de Los Setenta), el pasaje subraya la
importancia vital de la fidelidad cotidiana en el cumplimiento de su misión en
medio del mundo, frecuentemente hostil, de Macedonia:
“Finalmente, hermanos, orad por nosotros para que el logos del
Señor siga propagándose y adquiriendo gloria, como entre vosotros, y
para que nos veamos libres de los hombres perversos y malignos; porque
la fe no es de todos. Fiel es el Señor; él os afianzará y os guardará
del Maligno. En cuanto a vosotros tenemos plena confianza en el
Señor de que cumplís y cumpliréis cuanto os mandamos. Que el Señor guíe
vuestros corazones hacia el amor de Dios y la tenacidad de Cristo.” (2
Tesalonicenses 3, 1-5).
Durante una larga vida
pasada viajando a lo largo de los parajes remotos de las montañas de Macedonia, el Obispo Silvano demostró una y otra vez que él consideraba el mensaje de
salvación eterna a través de la fe en Jesús Cristo como lo más importante por
encima de su propia comodidad o seguridad. Como uno de los inmortales Setenta
él continúa inspirando a los Cristianos debido a su disposición de poner
completamente su propia vida –y todo aquello que poseía– al servicio de Jesús y
su Santo Evangelio.
El Apostol Crescens es mencionado por el santo apóstol Pablo (2 Tim. 4:10), diciendo que Crescens había ido a predicar a Galacia. Allí lo hicieron obispo, y después predicó el logos de Dios en la Galia (Francia moderna). En la ciudad de Viena (Austria moderna), el santo apóstol Crescens estableció a su estudiante Zacarías como obispo. Habiendo regresado a Galacia, murió como mártir bajo el emperador Trajano (98-117).
El Apostol Epenetos fue nombrado obispo en Cartago. En su Epístola a los Romanos, el santo apóstol Pablo escribe: "Saludad a mi querido Epenetos, que es el primer fruto de Acaya para Cristo" (Rom. 16: 5).
El Apostol Andrónico es mencionado por San Pablo en su Epístola a los Romanos: "Saluden a Andrónico y a Junia, mis parientes, ... que son notables entre los apóstoles, que también estaban en Cristo antes que yo" (Rom. 16: 7). El santo apóstol Andrónico fue obispo en Panonia (Hungría moderna).
Los santos Andrónico y Junia son también conmemorados el 17 de mayo y el hallazgo de sus reliquias el 22 de febrero.
Los santos Andrónico y Junia son también conmemorados el 17 de mayo y el hallazgo de sus reliquias el 22 de febrero.
Apolitiquio tono 4º
(la imagen del vídeo corresponde a San Siluán del Santo Monte de Atos, no al Apostol San Silvano de los Setenta)
(la imagen del vídeo corresponde a San Siluán del Santo Monte de Atos, no al Apostol San Silvano de los Setenta)
Ἀπολυτίκιον (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
Οἱ θεῖοι Ἀπόστολοι, ὡς οὐρανοὶ λογικοί, τὴν δόξαν ἀστράψαντες, τοῦ κενωθέντος ἐν γῇ, συμφώνως ὑμνείσθωσαν, Κρήσκης Σιλουναὸς τέ, καὶ ὁ ἔνθεος Σίλας, ἅμα σὺν Ἀνδρονίκω, Ἐπαινετὸς ὁ θεόφρων Χριστὸν γὰρ ἰκετεύουσι, σώζεσθαι ἅπαντας.
Otro apolitiquio tono 3º
Oh Santos Apóstoles, intercedan ante el Dios misericordioso
para que conceda a nuestras almas el perdón por nuestras ofensas.
Condaquio tono 4º
Ustedes han aparecido grandiosos como ramas portadoras de
fruto del Vino de Cristo, Oh Apóstoles proclamadores de Dios, portando las
virtudes de manera manifiesta, frutos de sabiduría, las cuales se derraman
hacia nosotros como un vino dulce de la salvación; el cual cuando lo recibimos
nos embriaga de felicidad y celebramos vuestra memoria honrosa. Oren para que
nuestros pecados sean perdonados y nosotros seamos salvados.
Fuentes consultadas: *Sinaxario de San Nicodemo el Athonita de los Doce Meses del Año- vol. II- Ed. Domos 2005. *saint.gr *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*pravoslavie.cl *apostoliki-diakonia.gr *synaxarion.gr * diakonima.gr