martes, 4 de junio de 2024

María y Marta, las Hermanas del Justo Lázaro

Versos: 
"Las hermanas de Lázaro de Betania, creyeron que eras capaz de salvarle aunque estuviera muerto".
En el (día) cuarto, Marta y María partieron hacia los brillantes cielos.
  
Ellas fueron testigos de uno de los más bellos momentos en la vida de Jesucristo, el Hijo de Dios –el extraordinario instante en
que devolvió la vida a su hermano muerto. Las dos hermanas, Santa Marta y Santa María, eran muy devotas al Salvador.
Ellas lo amaban, así como su hermano Lázaro, con un cariño especial, el mismo que resuena profundamente a lo largo del Nuevo Testamento.
Ambas jóvenes, junto con su fiel hermano, habían nacido y sido criadas en el pueblo Palestino de Betania. Cuando las dos hermanas se encontraron con Jesús predicando a los maravillados espectadores en la región de Galilea, ambas se vieron arrastradas hacia El con gran energía y fervor. Muy pronto llegaron a ser servidoras extremadamente devotas de su Señor acompañándolo en muchas de sus incursiones en el campo.
 
 
 
 




Las Santas Mirroforas (Portadoras de Mirro),
Marta y María (hermanas) de Lázaro




 
 
 
Bastante tiempo antes de que el Hijo de Dios reviviera a su hermano de la tumba, María y Marta ya creían en Su mensaje de salvación de la muerte y del pecado. Pero estas dos entusiastas hermanas también eran humanas, tal como lo vemos en el sorprendente incidente que nos narra Lucas (10):


Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» (Lucas 10, 38-42) 
 
 





De izq. a dcha., Lázaro, Jesús Cristo, María y Marta







Esta historia muy humana nos provee un vistazo cálido y afectuoso en la vidas de estas dos jóvenes alegres y entusiastas quienes algunas veces discutían sobre los quehaceres domésticos –pero cuyos corazones estaban prontos a servir a su Señor y Salvador. El relato de como su amigo Jesús ayudó a su hermano Lázaro en su hora de mayor necesidad hace resonar con enorme poder el cariño honesto que le tenía a esta familia.
Contado bellamente en el Evangelio de Juan, el relato de Lázaro y sus dos hermanas comienza con un momento emotivo... cuando las dos hermanas envían un mensajero a Jesús –a quienes habían estado siguiendo por algunos días– con la solicitud de que venga y ayude a su hermano víctima de una enfermedad mortal.
 
 
 
 




La Santa Marta, la Hermana de Lázaro




 
 
 
Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»
Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»
 
 
 










Le dice Jesús: « ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Quitaron, pues, la piedra. Dicho esto, gritó con fuerte voz: « ¡Lázaro, sal fuera!» Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.» (Juan 11, 1-44) 
Luego del milagro de la resurrección de Lázaro los sacerdotes Hebreos de región se comenzaron a alarmar debido al constante incremento de la aceptación pública de Jesús, cuyos milagros (especialmente el milagro de Lázaro) estaban inspirando conversiones a lo largo de Palestina. En un sentido real (tal como se ve entre líneas en el Evangelio de Juan), el milagro de Betania se puede ver como un punto clave con el cual se comienza a desarrollar la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios. 
 





Icono Ortodoxo Ruso de María y Marta,
las Hermanas del Justo Lázaro 




 
 
Luego de haber acontecido la Pasión del Señor y su Resurrección, Lázaro y sus dos fieles hermanas continuarían procurando conversiones al Cristianismo en todo lugar. Después de algunos años de trabajo misionero Lázaro sería nombrado obispo de Kitión, en la isla de Chipre, donde él y sus dos hermanas continuarían evangelizando por algún tiempo. Su huída de esa isla, ubicada en lo que hoy día son las naciones de Grecia y Turquía separadas, ocurriría ante el acontecimiento del martirio del primer mártir de la Cristiandad (San Esteban) en Jerusalén... luego de lo cual Lázaro sería exiliado de la ciudad junto con Marta y María.
 
 
 







 
 
 
Aunque no se conocen con precisión los detalles de sus muertes una tradición de larga data menciona que ellos continuaron predicando en muchos lugares hasta que, eventualmente, murieron a edad avanzada, probablemente alrededor del año 100 de Nuestro Señor.
María es un gran ejemplo de alguien con una fe inquebrantable en Jesús. Necesitamos mantener nuestros ojos fijos en Jesús y ponerlo a El por encima de cualquier cosa en nuestras vidas. Nuestro servicio a Dios puede parecer una tontería ante los ojos, sin embargo El sabrá recompensar nuestra fidelidad.
Tal como podemos ver, Marta esta mucho más cercana al entendimiento y a la aceptación de la salvación en el relato en la tumba de Lázaro, sin embargo ella aún está un paso por detrás. 
 
 








 
 
Ante el pedido de Jesús por una fe absoluta ella se abre totalmente a la gracia que El le ofrece, mientras exclama con todo su corazón: “Tú eres el Mesías.”
Marta se presenta advirtiéndonos que no debemos quedar capturados en las actividades del servicio a Dios al punto que nos olvidemos o que estemos tan ocupados como para pasar tiempo con El. El servicio es una parte importante en la vida Cristiana, pero no puede ocupar el lugar de Cristo mismo. Las relaciones –con Dios y con otras personas– deberían ser prioritarias por encima de otros deberes o cosas terrenales.
 
 
 

Apolitiquio tono 3º


 Ya que ustedes creyeron en Cristo con una fe fuerte y ardiente, y siempre adoraron Sus acciones divinas y poderosas, ustedes se adornaron con el esplendor de las virtudes sagradas. Ahora ustedes, con su santo hermano, han merecido habitar en lo alto con los santos, oh hermanas de Lázaro. Con El, Oh sabias María y Marta, rezan por nosotros ante el Maestro.

Condaquio tono 3º


Habitaron antiguamente en el pueblo de Betania; Hoy, en el Cielo, habitan en el Paraíso en donde brilla la paciencia de nuestro Señor. Ya que El les dio a sus almas y a su corazón un deseo ferviente de El, quien es la Vida y la Resurrección; ya que se encuentran en lo alto, Oh Marta y María, récenle a El para que nos conceda la salvación.






Fuentes consultadas: * pigizois.net *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr

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