sábado, 6 de enero de 2024

La Santa Epifanía de Nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo

Versos: "El bautismo de Cristo abrió los cielos, para que aquellos sin mancha puedan entrar allí"
En el sexto, el Precursor bautizó a Cristo en el río.

La Santa Epifania es una de las fiestas más antiguas de la iglesia, la cual se estableció en el s. II d.C. y hace referencia a la aparición de la Santa Trinidad en el bautismo de Jesucristo.
La historia del bautismo es la siguiente: Tras orden divina Juan el Precursor abandonó su vida en el desierto y vino al río Jordán, donde predicaba y bautizaba. Allí se presentó un día Jesús y pidió ser bautizado. Juan, aunque el Espíritu Santo le había informado quién era aquel que le pedía ser bautizado, al principio se niega a bautizarle afirmando que él mismo tiene necesidad de ser bautizado por Aquel.
Pero Jesús le explicó que ésta era la voluntad de Dios y le pidió que le bautizara. Entonces frente a los ojos asombrados de los allí presentes tuvo lugar un suceso único y grandioso, cuando con la forma de una paloma descendió el Espíritu Santo y se posó sobre el bautizado Jesús, cuando al mismo tiempo se escuchó desde el cielo la voz de Dios la cual decía: “ Este es mi Hijo amado, el es mi elegido”.
Desde entonces el Bautizo de los cristianos, no es “en agua”, como el bautizo de “arrepentimiento” de Juan, sino “en Espíritu Santo”. El Señor al ser bautizado, santificó el agua, lo convirtió en agua bendecida y de reconciliación con el Dios. Así el Bautizo del Señor abrió la puerta del Misterio del Bautismo. Con la gracia purificadora del Espíritu Santo, el antiguo hombre pecador se renueva y con el cumplimiento de los divinos mandamientos se hace heredero del reino de los cielos. 







“Epifanía” es la fiesta que manifiesta a la Santísima Trinidad en el mundo a través del Bautismo del Señor (Mt 3:13-17; Mc 1:9-11 y Lc 3:21-22). Dios el Padre habló desde el cielo sobre el Hijo, el Hijo fue bautizado por San Juan Bautista y Precursor, y el Espíritu Santo descendió sobre el Hijo en forma de una paloma. Desde tiempos antiguos, esta fiesta se llamaba “el Día de la Iluminación” y “la Fiesta de las Luces”, ya que Dios es Luz, y apareció en el mundo para iluminar a “los que estaban sentados en la oscuridad”, y “en las regiones de la sombra de la muerte” (Mt 4:16), y para salvar por la gracia  a la raza caída de la humanidad.
En la Iglesia primitiva existía la costumbre de bautizar a los catecúmenos en las vísperas de la Epifanía, por lo que el bautismo también se revela como la iluminación espiritual de la humanidad.
El origen de esta fiesta se remonta a los tiempos apostólicos, y se menciona en las Constituciones Apostólicas (Libro V, 13). Desde el siglo II tenemos el testimonio de San Clemente de Alejandría sobre la celebración del Bautismo del Señor, y la vigilia de la noche anterior a la fiesta.
Hay un “diálogo”, entre el santo mártir Hipólito y San Gregorio Taumaturgo que existe hasta el día de hoy y que data del siglo III sobre los oficios de Epifanía. En el siglo siguiente, a partir del siglo IV, todos los grandes Padres de la Iglesia: Gregorio el Teólogo, Juan Crisóstomo, Ambrosio de Milán, Juan de Damasco, escribieron comentarios sobre esta fiesta.










Los monjes José el Estudita, Teófanes y Bizancios compusieron la música litúrgica para esta fiesta, que se canta hoy en día. San Juan Damasceno dijo que el Señor fue bautizado, no porque él mismo tenía necesidad de limpieza, sino “para enterrar al pecado del hombre por el agua”, cumplir la Ley, revelar el
misterio de la Santísima Trinidad, y, por último, para santificar “la naturaleza del agua” y ofrecernos la forma y el ejemplo del bautismo.
En la fiesta del Bautismo de Cristo, la Santa Iglesia proclama nuestra fe en el misterio más sublime e incomprensible para la inteligencia humana: Un solo Dios en tres Personas. Nos enseña a confesar y glorificar a la Santísima Trinidad, una en esencia e Indivisible. Expone y derroca los errores de las antiguas enseñanzas que trataron de explicar al Creador del mundo por la razón, y en términos humanos.
La Iglesia muestra también la necesidad del bautismo para los creyentes en Cristo, y nos inspira en un sentimiento de profunda gratitud por la iluminación y la purificación de nuestra naturaleza pecaminosa. La Iglesia enseña que nuestra salvación y purificación del pecado es posible únicamente por el poder de la gracia del Espíritu Santo, por lo tanto, es necesario mantener dignamente estos dones de la gracia del santo bautismo. Mantener limpias nuestras vestiduras no tiene precio, ya que “los que se han bautizado en Cristo, también se han revestido de Cristo” (Gal 3:27). 
 
 



Apolitiquio tono 1º 

Apolitiquo tono 1º 

Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán se manifestó la adoración a la Trinidad:
pues, la voz del Padre dio testimonio de ti nombrándote su “Hijo amado”;
y el Espíritu, en forma de paloma, confirmó la certeza de la palabra.
!Tú, que te has revelado e iluminado al mundo, oh Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio tono 4º

Te has revelado hoy al universo, y tu luz, oh Cristo Dios,ha fulgurado sobre nosotros que te alabamos con comprensión:¡Te has manifestado, oh Luz inaccesible!





Fuentes consultadas: saint.gr, diakonima.gr, pentapostagma.gr, optikonet.com, acoantioquena.com, fatheralexander.org, logosortodoxo.com, youtube.com