sábado, 5 de octubre de 2024

Tomás, el Santo Apóstol

Versos: "Tomás trató de poner su mano en Tu costado, luego te perforaron el Tuyo propio, Oh Logos".
En el sexto, Tomás fue asesinado con lanzas en una tierra lejana.


Tal como muchos de los Padres de la Santa Iglesia lo han señalado, aquellos quienes han dudado de la Palabra de Dios, a pesar de ellos mismos, han prestado un servicio útil. Ellos nos recuerdan nuestra propia fragilidad humana y nos muestran cómo Dios nos ama –a pesar de que, demasiado frecuentemente, nos quedamos cortos en alcanzar una fe perfecta en Dios.
Así es como sucedió con el atribulado apóstol Santo Tomás cuya bien conocida incapacidad para aceptar la noticia de la Resurrección lo llevó a un momento glorioso – descrito bellamente en el Capítulo 20 del Evangelio de San Juan- durante el cual el Hijo de Dios le entregó a toda la humanidad un breve vistazo verbal de Su cuerpo sufriente… así como a una inolvidable afirmación sobre la naturaleza de la verdadera fe.
 
 








Esto sucedió cuando el Salvador Resucitado se apareció por segunda vez –con la finalidad de demostrarle a Tomás su resurrección, quien había estado ausente durante Su primera aparición momentánea a los discípulos, y que además había expresado fuertes dudas acerca de la milagrosa aparición.
Después de haber escuchado sobre este bendito acontecimiento, el escéptico y difícil de convencer apóstol, dijo lo siguiente: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»  (Juan 20, 25).
Muy pronto se le concedió el deseo al que dudaba. Con la finalidad de confirmar el hecho de su resurrección a su dubitativo seguidor, en un momento de gran dramatismo, Jesús lo confrontó durante su aparición ocurrida en el octavo día posterior a su Resurrección: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» (Juan 20, 27)




"Η ΨΗΛΑΦΗΣΙΣ ΤΟΥ ΘΩΜΑ", [I Psiláfisis tu Zomá],
"EL PALPAMIENTO DE TOMÁS"





Aturdido y profundamente entristecido por la revelación que acababa de ocurrir ante sus propios ojos, el aleccionado Tomás sólo pudo exclamar: «Señor mío y Dios mío.» (Juan 20, 28).  Desde ese momento en adelante este cambio de actitud ha simbolizado las luchas existentes en el interior de los corazones de aquellos cristianos que dudan de aquello que no pueden ver físicamente –pero quienes luego son redimidos por un Dios tan amoroso que es capaz, voluntariamente, de pasar por alto estas fallas demasiado humanas en la fe. “Porque me has visto, crees; bienaventurados los que, no viéndome, crean en mí”, le dijo el Señor.
Santo Tomás, cuyo nombre significa “el mellizo,” era un humilde pescador - Galileo de nacimiento- que comerciaba su producto. Algunos historiadores de la Iglesia nos dicen que predicó varias veces a los Partos, los Persas, los Medos, los Hircanios, Bactrianos y otros numerosos pueblos en Tierra Santa.





"Ο Α. (ΑΓΙΟΣ) ΘΟΜΆΣ Ο ΑΠΌΣΤΟΛΟΣ", 
[O Ayios Zomás o Apóstolos]
SAN TOMÁS EL APÓSTOL




Por lo menos un cronista ha concluido que murió por muerte natural aunque algunos afirman que fue torturado y luego martirizado violentamente en la ciudad India de Meliapur. San Juan Crisóstomo describió posteriormente que su tumba se encuentra localizada en Edesa, Siria, en donde, según se dice, sus reliquias fueron depositadas durante el Siglo Cuarto, luego de haber sido recuperadas en la India.
No obstante, antes de su heroico martirio, este valiente Palestino sirvió al Señor con verdadera fidelidad predicando el Evangelio en ciudades y pueblos ubicados a medio camino alrededor del mundo, durante sus visitas a Mesopotamia, Parthia, Etiopía e India. Sin embargo él no acometió esas ardorosas jornadas sin evidenciar una vehemente protesta. Irónicamente, “Tomás el Dubitativo” (tal como se le refiere de manera cariñosa) se resistió fuertemente a su primera tarea de predicación después de la muerte de Cristo. Con su característico arrastre de los pies, evitaba la idea de ser enviado en un viaje tan largo dejando claro que quería permanecer en casa. 










Presentó sus objeciones el día (Pentecostés) en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles reunidos y les mandó determinar (echar suertes) para ver a dónde debían ir a predicar el Evangelio. La suerte de Tomás fue que debía partir inmediatamente hacia la lejana India. Cuando se resistió a esos requerimientos, el Señor se le apareció en una emotiva visita urgiéndole a asumir esta tarea supremamente desafiante. El obedeció… y se fue a convertir muchos para la fe Cristiana, mientras establecía firmemente la Iglesia en este lugar sumamente poblado del mundo. Santo Tomás creó obispos y ordenó sacerdotes y consiguió una gran victoria para su causa convirtiendo dos princesas indias (Terciana y Migdonia, ambas casadas con príncipes indios.) A causa de su fe, ambas hermanas soportaron una gran hostilidad por parte de sus maridos, de quienes se separaron eventualmente para vivir devotamente y ascéticamente el Evangelio durante los años posteriores a sus bautismos. 





El aristócrata Dionisio ante el  Apóstol Tomás




En otra conversión milagrosa, dos bien conocidos aristócratas -Dionisio y Pelagia- que estaban comprometidos y preparándose para celebrar su matrimonio… decidieron cancelar su compromiso y volverse ascetas Cristianos luego de escuchar la prédica de Tomás. 
Al final Pelagia fe martirizada por su fe, mientras que Dionisio fue, eventualmente, ordenado obispo por el Apóstol. Luego de haber observado sacrificar su felicidad futura en el matrimonio a estos dos siervos fieles para propagar el Evangelio a través de la India, muchos de aquellos que los conocieron se convirtieron a la fe cristiana.Tomás ganó muchas batallas para Cristo en la India, pero su destino había estado marcado desde el mismo principio: de morir mártir como todos los apóstoles, con la excepción de Juan. Su final llegó luego de que el príncipe Mazdai –el esposo de Tertiana, cuyo hijo Azán había sido bautizado por Tomás- ordenó a 5 soldados ejecutar al Apóstol. Los inmisericordes soldados lo atravesaron repetidamente con sus lanzas, asegurándole la felicidad eterna en el rango de los Mártires.






Martirio del Santo Apóstol Tomás




A pesar de ello santo Tomás murió lleno de gozo en el Señor.  También resultó que se le había permitido ser testigo de una aparición gloriosa al final de su vida –cuando él y otros apóstoles fueron transportados milagrosamente a Jerusalén para el entierro de la Más Santa Theotokos (Madre de Dios).
Mientras Tomás estaba iluminando las tierras de la India con la predicación del Evangelio, llegó el momento de la dormición de la Theotokos, y todos los apóstoles fueron arrebatados de varias tierras en las nubes del cielo y fueron transportados a Getsemaní, al féretro de la Madre de Dios. Sin embargo, una vez más por la divina Providencia, Tomás llegó después de que la Theotokos fuese sepultada. Esto fue permitido por la voluntad de Dios para que los fieles pudieran estar seguros de su transportación corporal al cielo.  
Tomás lloró amargamente… sólo para regocijarse posteriormente cuando a su pedido fue abierta la tumba de la Santa más pura. Sorprendentemente, el cuerpo de la Theotokos ya no se encontraba en la tumba pues ya había sido elevado al Cielo. 
 



La Santísima Teotocos entrega su
cinto al Apóstol Tomás



Tres días después de su entierro, él la vio trasladada físicamente al Cielo, y ella le dio su cinturón, que hoy se mantiene en el Monasterio Vatopedi en el Monte Athos, realizándose milagros. No mucho después, Tomás regresó a la India, donde predicó a muchos pueblos y realizó muchos milagros, convirtiendo a muchos en el conocimiento de la verdad.
Tal como las dudas que Tomás había expresado luego de la Resurrección, su llegada tarde al funeral del atribulado cumplió una función importante para el Todopoderoso: produjo que todo el mundo glorificase a la Madre de Dios, una vez que la noticia de su Asunción al cielo fuera entendida y celebrada en todo lugar. 
La vida de Santo Tomás nos ilustra una paradoja muy curiosa: la idea de que la duda es algunas veces necesaria para creer. Nada menos que una figura como San Juan Crisóstomo definió esta paradoja con gran agudeza al describir a Santo Tomás: “Siendo en algún momento más débil en la fe que los otros Apóstoles, trabajó arduamente con la gracia de Dios, con más valentía, celo e incansablemente, más que los demás, y así fue a predicar a casi toda la tierra, sin temor a anunciar la Palabra de Dios a la naciones salvajes.”
 
 
 
 

 
 
 
El cráneo del Santo se encuentra en el Monasterio de San Juan el Teólogo de Patmos. Partes de sus reliquias se encuentran en el Monasterio de San Panteleimon del Monte Atos, en el Patriarcado Copto de Egipto y en el Templo Sirio-Jacobítico de Mosúlis.
Su vida nos provee un vistazo iluminador sobre el amor y la compasión que el Señor Jesús siente por cada uno de nosotros. Posiblemente nosotros recordamos la vida de Tomás con una intensidad especial siendo que él era una persona ordinaria, tal como nosotros. Tuvo sus dudas, sus confusiones, sus malentendidos… pero siempre estuvo abierto a la gracia de Dios y fue capaz de decirle a Jesús: «Señor mío y Dios mío».
 
 
 
 
Santo Cráneo del Apóstol Tomás, 
Monasterio San Juan el Teólogo, Patmos 
 
 
 


"Señor mío y Dios mío"
(Juan 20:28).
 
Por San Nicolás Velimirovich
 
 
Cuando el Apóstol Tomás sintió las heridas del Señor Jesús, exclamó: "¡Señor mío y Dios mío!"

Cuando María Magdalena escuchó la voz del Resucitado en su alma, exclamó: "¡Señor mío y Dios mío!"

Cuando Saúl vio la luz y escuchó las palabras del Resucitado, reconoció: "¡Señor mío y Dios mío!"

Cuando los paganos, asombrados, observaron cómo la innumerable cantidad de mártires sufrían dolores con alegría y les preguntaron: "¿Quién es este Cristo?" Todos respondieron: "¡Señor mío y Dios mío!"

Cuando los escarnecedores ridiculizaron al ejército de ascetas y les preguntaron: "¿Quién es Aquel por quien asumieron la terrible carga de la mortificación? Todos tenían una respuesta: "¡Señor mío y Dios mío!"

Cuando los escarnecedores se mofaban de las vírgenes que hacían voto de virginidad y les preguntaban: "¿Quién es Aquel por quien renunciaron al matrimonio?" Todos tenían una respuesta: "¡Señor mío y Dios mío!"
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando los avaros con asombro preguntaron a los muy ricos: "¿Quién es Aquel por Quien reparten sus riquezas y se vuelven mendigos?" Todos ellos respondieron, uno y lo mismo: "¡Señor mío y Dios mío!"

Algunos lo han visto y han dicho: "¡Señor mío y Dios mío!" Algunos sólo lo han oído y han dicho: "¡Señor mío y Dios mío!" Algunos sólo lo han sentido y han dicho: "¡Señor mío y Dios mío!" Algunos sólo lo han observado en la trama de los acontecimientos y en los destinos de los pueblos y han dicho: "¡Señor mío y Dios mío!" Algunos han sentido Su presencia en sus vidas y han clamado: "¡Señor mío y Dios mío!" Algunos lo han reconocido por alguna señal, en ellos mismos o en otros, y gritaron: "¡Señor mío y Dios mío!" Sin embargo, algunos solo han oído hablar de Él de otros y creyeron y gritaron: "¡Señor mío y Dios mío!" ¡Verdaderamente estos últimos son los más benditos!

Exclamemos también nosotros, con todo nuestro corazón, sin importar cómo hayamos llegado a reconocerlo o cómo hayamos llegado a conocerlo: "¡Señor mío y Dios mío!"







 
La duda de Santo Tomás

Por San Juan Crisóstomo. (Juan 20:24-25)
 

Pero Tomás, uno de los doce, llamado "Dídimo", no estaba con ellos cuando vino Jesús. Entonces los otros discípulos le dijeron: "Hemos visto al Señor". Pero él dijo: "A menos que vea en Sus manos, no creeré".

1. En cuanto a creer descuidadamente y al azar, viene de un temperamento demasiado fácil; así que ser más allá de toda medida curioso y entrometido, marca una comprensión más burda. Por este motivo, se culpa a Tomás. Porque no creyó a los Apóstoles cuando dijeron: “Hemos visto al Señor”; no tanto desconfiando de ellos, cuanto teniendo por imposible la cosa, es decir, la resurrección de entre los muertos. Puesto que no dice: "No te creo", sino: "Si no pongo mi mano, no creo". Pero ¿cómo fue que cuando todos estaban reunidos, él solo estaba ausente? Probablemente después de la dispersión que había tenido lugar últimamente, no había regresado ni siquiera entonces. Pero tú, cuando veas la incredulidad del discípulo, considera la misericordia del Señor, cómo por amor de una sola alma se mostró con sus heridas, y viene para salvar aun a uno, aunque era más grosero que el resto; por lo cual buscó pruebas en el más burdo de los sentidos, y ni siquiera confió en sus ojos. Porque no dijo: "A menos que vea", sino, "A menos que toque", dice, para que lo que vio no sea de alguna manera una aparición. Sin embargo, los discípulos que le dijeron estas cosas, eran en ese momento dignos de crédito, y también lo era el que prometió; sin embargo, como deseaba más, Cristo no lo privó ni siquiera de esto.
 
 
 
 
 


 
 
 
¿Y por qué no se le aparece inmediatamente, en lugar de “después de ocho días”? [Juan 20:26] A fin de que, mientras tanto, instruido continuamente por los discípulos, y oyendo lo mismo, se encendiera en un deseo más intenso y estuviera más dispuesto a creer para lo futuro. Pero ¿de dónde supo él que Su costado había sido abierto? Por haberlo oído de los discípulos. ¿Cómo, pues, creyó en parte y en parte no creyó? Porque esta cosa era muy extraña y maravillosa. Pero te ruego que observes la veracidad de los discípulos, cómo no ocultan faltas, ni propias ni ajenas, sino que las registran con gran veracidad.

Jesús se les presenta de nuevo, y no espera que Tomás le pida, ni oír tal cosa, sino que antes de haber hablado, Él mismo se lo previno, y cumplió su deseo; mostrando que incluso cuando dijo esas palabras a los discípulos, Él estaba presente. Porque Él usó las mismas palabras, y de una manera transmitiendo una severa reprensión e instrucción para el futuro. por haber dicho,

Juan 20:26

“Lleva acá tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado”; añadió, “y no seas incrédulo, sino creyente”.

¿Ves que su duda procedía de la incredulidad? Pero fue antes de haber recibido el Espíritu; después de eso, ya no fue así, pero, para el futuro, fueron perfeccionados.

Y no sólo de esta manera lo reprendió Jesús, sino también de lo que sigue; porque cuando él, estando completamente satisfecho, respiró de nuevo, y gritó en voz alta,

Juan 20:28-29

“Señor mío, y Dios mío”. Él dice: “Porque me has visto, has creído; Bienaventurados los que no vieron y creyeron.”

Porque esto es por la fe, recibir las cosas que no se ven; ya que, “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. [Hebreos 11:1] Y aquí declara bienaventurados no sólo a los discípulos, sino también a los que después de ellos creyeren. 
 
 
 
 
 
 
 
 
“Sin embargo”, dice alguien, “los discípulos vieron y creyeron”. Sí, pero no buscaban nada por el estilo, sino que por la prueba de las servilletas, inmediatamente recibieron la palabra acerca de la Resurrección, y antes de ver el cuerpo, exhibieron toda la fe. Por lo tanto, cuando alguien en el día de hoy diga: "Ojalá hubiera vivido en aquellos tiempos, y hubiera visto a Cristo haciendo milagros", reflexionen, "Bienaventurados los que no han visto, y sin embargo han creído".
Vale la pena preguntarse cómo un cuerpo incorruptible mostraba las huellas de los clavos y era tangible por una mano mortal. Pero no te turbes; lo que sucedió fue una cuestión de condescendencia. Porque lo que era tan sutil y ligero como para entrar cuando las puertas estaban cerradas, estaba libre de toda densidad; pero se mostró esta maravilla, para que se creyera en la Resurrección, y para que los hombres supieran que era el mismo Crucificado, y que otro no resucitó en Su lugar. Por eso resucitó con las señales de la Cruz, y por eso come. Al menos los Apóstoles en todas partes hicieron de esto un signo de la Resurrección, diciendo: "Nosotros, que comimos y bebimos con Él". [Hechos 10:41] Por tanto, cuando lo vemos caminar sobre las olas antes de la crucifixión, no decimos que ese cuerpo es de una naturaleza diferente, sino de la nuestra; así que después de la Resurrección, cuando lo veamos con las huellas de los clavos, ya no diremos que es corruptible. Porque exhibió estas apariencias a causa del discípulo. 

 
Película Jesús de Nazaret 1977. (Escena eliminada de la Resurrección. Ap. Tomás, aparece de 0:36 a 1:15 )
 
 
 
 
 
 
 

 
 
Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
 
Ὡς θεῖος Ἀπόστολος, θεολογίας κρουνούς, ἐνθέως ἐξήντλησας, ἐκ λογχονύκτου πλευρᾶς, Χριστοῦ τοῦ Θεοῦ ἠμῶν. Ὅθεν τῆς εὐσέβειας, κατασπείρας τὸν λόγον, ἔλαμψας ἐν Ἰνδίᾳ, ὡς ἀκτὶς οὐρανία, Θωμὰ τῶν Ἀποστόλων, τὸ θεῖον ἀγλάισμα.

Apolitiquio tono 4º
 
Como santo Apóstol, fuente de teología, divinamente desarrolllada, del costado alanceado de Cristo nuestro Dios. Por piedad sembraste el logos, brillaste en la India, como un rayo del cielo, Tomás de los Apóstoles, honra divina.

 
 
Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’. 
 
Ἀπόστολε Ἅγιε Θωμᾶ, πρέσβευε τῷ ἐλεήμονι Θεῷ ἵνα πταισμάτων ἄφεσιν, παράσχῃ ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.
 
Apolitiquio tono 3º

Oh Santo Apóstol Tomás, intercede ante el Dios misericordioso para que nos conceda a nuestras almas el perdón por nuestras ofensas.  




Κοντάκιον Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.
 
Ὁ τῆς θείας χάριτος πεπληρωμένος, τοῦ Χριστοῦ Ἀπόστολος, καὶ ὑπηρέτης ἀληθής, ἐν μετανοίᾳ ἐκραύγαζε· Σύ μου ὑπάρχεις, Θεός τε καὶ Κύριος.
 
Condaquio tono 4º

Apóstol de Cristo, que estabas lleno de la gracia divina de Dios, que fuiste Su fiel y genuino siervo en toda la verdad, Oh elogiado Tomás, que exclamaste fuerte y 
profundamente arrepentido: Señor mío y Dios mío. 
 
 

Megalinario

Dudando, saliste a tocar Su costado; sin embargo, la Resurrección fue confirmada por tu incredulidad. En adelante, todos han sido enseñados por ti para servir a Cristo, oh Tomás, que terminaste bien tu curso con el santo martirio. 

 





Fuente: Texto publicado con autorización y bendición del autor, 
su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury; saint.gr; synaxarion.gr.

Translate