LA ORACIÓN DEL CORAZÓN


"Y estando en agonía, oraba mas intensamente,
y era su sudor como grandes gotas de sangre
que caían hasta la tierra". (Lc 22,44)

Desde tiempos remotos, los cristianos repetían cortas invocaciones a Dios, para permanecer en oración y alejar pensamientos impropios. Estas oraciones cortas eran variadas. San Casiano, por ejemplo, decía: "Dios, se mi ayuda, Señor, dame Tu ayuda." San Joanicio permanentemente decía: "El Padre es mi esperanza, el Hijo es mi refugio, y el Espíritu Santo es mi protección. ¡Oh Trinidad Santísima, gloria a Ti!" Otro decía: "Yo como humano he pecado, Tu como Dios bondadoso, apiádate de mí."

No hay duda de que hubieron muchas oraciones semejantes, y con el tiempo se arraigó y generalizó el uso de la oración a Jesús: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, apiádate de mí pecador." Su repetición tiene la misma finalidad que las otras oraciones cortas: tener la mente siempre dirigida a Dios. Hay que recordar que la realización de la oración a Jesús permanente — es una herramienta, una obra, que demuestra un gran deseo del alma de obtener a Dios.

Realizar la oración de Jesús es beneficiosa para todos. Para los monjes su repetición — es obligatoria. En la propia oración no hay nada peligroso, cuando se la pronuncia con veneración. Pero son peligrosos ciertos procederes, inventados por algunos, que ellos agregan a esta oración. Algunos al pronunciarla colocan las manos sobre la mesa y ponen toda su atención en ellas — esto son fantasías fuera del lugar. Otra imaginación semejante: con los dedos de la mano derecha golpean la palma de la mano izquierda y de esta manera concentran la mente en la oración.


Acerca de la oración de Jesús "artística," primero en escribir sobre esto fue San Gregorio de Sinaí, en el siglo 13... Estos métodos, justamente, llevaban a algunos a una seducción imaginaria, a otros, parece raro decir, a un estado permanente de excitación sexual. Por ello estos métodos hay que descartarlos y prohibirlos muy firmemente. El dulce nombre del Señor en la simplicidad del corazón hay que invocar, sugerir para que todos recurren a Él, e disponer a toda la gente para eso. 


La obra de orar es fácil de explicar. Preséntate con la mente y corazón ante el Señor e invócalo: Señor Jesucristo, Hijo de Dios, apiádate de mí pecador..." Esto será tarea de oración. Según el celo con que lo realice cada uno, Dios, viendo su celo, le dará una oración espiritual, que es el fruto de la Gracia Divina del Espíritu Santo. Esto es todo lo corresponde decir acerca de la oración de Jesucristo. Las demás invenciones no pertenecen a esta obra, es el enemigo el que aleja de la verdadera oración.



Jamás intente nadie ni iniciar ni caminar este camino por sí sólo. El Enemigo, con una experiencia milenaria (fue expulsado del Paraíso hacia la mitad de la Creación), continúa engañando sin cesar. Y muchos de ellos, se encontraban en los últimos peldaños de la escalera al Cielo. Se ha de tener un Padre Espiritual, mucha humildad, participar de los Santos Misterios de la Santa Iglesia Ortodoxa, y estar siempre atentos, ya que al ladrón le gusta entrar por el tejado.