Domingo dedicado a la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén.
Lectura evangélica: “El sermón del monte: Las bienaventuranzas” (Mt. 6, 14-21).
Tono 3º. Evangelio de Maitines 3 (p. 5).
Vísperas Mayores (texto, griego). Maitines-D.Liturgia (texto, griego) Vísperas de Compunción (Domingo por la tarde, griego)
Vísperas Mayores (texto con música, griego). Maitines-D.Liturgia (texto con música, griego) Vísperas de Compunción (Domingo por la tarde, texto con música, griego)
EPISTOLA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS 13 (11-14), 14 (1-4)
13. 11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
14. 1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. 3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
EVANGELIO. (Mateo 6, 14-21 )
14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Jesús y el ayuno
16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Se muestra a continuación la lectura del Evangelio del Cuarto Domingo del "Triodio", con breve interpretación por P. Trempelas (Mateo 6, 14-21):
CAPITULO 6.
Continuación del sermón en la montaña del Señor.
Vers. 14-15. Cómo seremos perdonados.
14. Tenéis, cuando pidaís el perdón de vuestros pecados, que perdonar vosotros también a los demás. Porque si perdonáis los pecados que los demás han cometido hacia vosotros los hombres, también vuestro padre celestial perdonará vuestros pecados.
15. Pero si no perdonaís a los hombres que pecaron frente a vosotros, tampoco vuestro Padre perdonará vuestros pecados hacia él.
Vers. 16-18. El ayuno agradable a Dios.
16. Y cuando ayunéis, no os pongáis malhumorados y afligidos como los hipócritas, que cambian su rostro tomando la apariencia y la expresión de hombre fatigado por las privaciones, para parecer a los hombres que ayunan. Verdaderamente os digo que ya recibieron su recompensa por las alabanzas de los hombres.
17 Pero tú cuando ayunes, acicala tu cabeza y lava tu rostro, para que parezcas alegre,
18. y no muestres a los hombres que ayunas. Sino que tu ayuno sea visto sólo por tu Padre, que es invisible, pero que se encuentra presente en las partes más ocultas. Y tu Padre que ve en lo secreto, te entregará tu recompensa en público”.
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Vers. 19-21. Tesoros terrenales y celestiales.
19. No reunáis para vosotros mismos tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el deterioro de la podredumbre o del óxido hacen desaparecer los materiales almacenados de la riqueza y donde los ladrones agujerean las paredes de los cofres y roban.
20. Reunid para vosotros mismos tesoros en el cielo, donde ni el óxido ni la podredumbre, donde ni la polilla ni el ni la podredumbre ni el óxido hacen desaparecer vuestros tesoros almacenados y donde los ladrones no agujerean las paredes de vuestros cofres ni roban.
21. Tenéis entonces que acumular tesoros en el cielo, para que esté vuestro corazón unido a Dios y a lo celestial. Porque allí donde está vuestro tesoro, también allí estará vuestro corazón.
Entrando en el estadio de la lucha espiritual de la Gran Cuaresma, nuestra Iglesia ha determinado que sea leída la parte del Evangelio de las "Enseñanzas de la Homilía del Señor en la Montaña". Es decir aquella gran prédica que Cristo dirigió hacia sus discípulos y a la multitud de gente que se había reunido en la montaña para escucharle.
Muchos temas desarrolló el Señor en aquella homilía Suya. Tres de ellos se presentan en esta lectura. Analicemos dichos temas tal como salieron de Su santísima boca:
"Si perdonáis a los hombres los errores que han hecho con vosotros, entonces también vuestro Padre celestial perdonará vuestros pecados. Pero si no perdonáis a los hombres que os han dañado, entonces tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados hacia él."
Y continúa el Señor ahora con el tema del ayuno.
" Y cuando ayunéis, no estéis de mal humor ni tristes como los hipócritas (fariseos). Porque éstos cambian sus rostros y toman la expresión de un hombre que está agotado de las privaciones, para que los demás noten que ellos hacen ayuno. Verdaderamente os digo que han recibido ya totalmente su recompensa de las alabanzas de los hombres.
Por el contrario tú, cuando ayunas, unge tu cabeza* y limpia tu cara para mostrarte feliz y bien dispuesto, y no demuestres a los hombres que haces algo importante cuando ayunas. Este ayuno que se note sólo ante tu Padre, que está presente también donde nadie te ve.Y tu Padre que ve lo oculto y secreto, recompensará en lo público o no oculto".
El tercer tema que trata el Señor es el del atesoramiento de los hombres:
"No amontonéis para vosotros mismos tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido los hacen desaparecer y donde ladrones horadan los muros y los roban. Amontonad para vosotros mismos tesoros en el cielo, donde no existe este peligro de deterioro ni robo.
Tales tesoros reuniréis, de modo que vuestro corazón esté unido a Dios y a lo celestial. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón"
* Era costumbre en la época de Cristo ungirse sus cabezas con aceites aromáticos por razones estéticas y de salud
" Y no demuestres a los hombres... sino sólo ante tu Padre, que está presente también donde nadie te ve".
¡Teatro! Esto hacían los fariseos frente a los hombres. Todo lo bueno que hacían, fuese ayuno, fuese oración, fuese limosna, lo hacían para que se viese ante los ojos de los hombres, para que dijesen de ellos: " ¡Cielos! ¿qué hombres son éstos? Muy creyentes, buenos, buenísimos, santos. Bravo por ellos, ¡bravo por ellos!"
Nada. Cero. Esta era la valoración de las obras de estos hombres para el Señor. En vano sus esfuerzos y privaciones. Ninguna recompensa pueden esperar por el justo Juez.
Porque no basta con que uno realice buenas obras: tiene también importancia el cómo la lleve a cabo, con qué disposición, ánimo interior.
Puede, por ejemplo, dar una limosna a alguien. Pero que la hagas así, para que todos te vean y te admiren... O que ayudes a algún hombre, compañero tuyo, pero cuidándote de que se encuentren muchos a tu alrededor para que te vean y te admiren.
Entonces, lo único que consigues es un gran cero. Perdida toda tu obra. Los hombres podrán decirte "bravo", pero Dios te rechazará.
Hazlo en oculto el bien que hagas. Y entonces el Padre celestial, que ve lo que pasa en lo secreto y oculto, te dará recompensa y te felicitará no delante de algunos hombres, sino en el encuentro mundial de ángeles y de hombres, en Su Segunda Venida.
Y aquella recompensa, la felicitación, la gloria, ¿con cuál humana puede compararse?
Del libro “Háblame, Cristo” – mensajes para jóvenes de los Evangelios de los Domingos. Archimandrita Apostolis X. Tsolaki.