El 28 de septiembre de 935, cuando San Wenceslao iba a maitines, fue cruelmente asesinado a las puertas de la iglesia por su propio hermano y los sirvientes de su hermano.
Su cuerpo fue acuchillado y desechado sin enterrarlo.
La madre, al enterarse del asesinato de su hijo, encontró y colocó su cuerpo en una iglesia recientemente consagrada en la corte principesca. No pudieron lavar la sangre salpicada en las puertas de la iglesia, pero después de tres días desapareció por sí sola.
Después de arrepentirse de su pecado, el asesino trasladó las reliquias de San Wenceslao a Praga, donde fueron colocadas en la iglesia de San Vito, que el mismo mártir había construido. La memoria del Príncipe Wenceslao es honrada desde antiguo en la Iglesia Ortodoxa Rusa.
San Wenceslao también se conmemora el 28 de septiembre.
Fuentes consultadas: oca.org
