Se cree que después del día de Pentecostés, el Apóstol y Evangelista Mateo predicó el Evangelio primero en Palestina, y luego en Siria, Media, Persia, Partia y finalmente, Etiopía.
La tradición sostiene que el Señor se apareció a San Mateo, le dio una vara de madera y le indicó que la plantara en un lugar particular de Etiopía. A su llegada al lugar de Etiopía descrito por el Señor, conoció a un hombre a quien ordenó obispo llamado Platón. La vara fue plantada, como el Señor había instruido, y casi de inmediato brotaron hojas y se convirtió en un hermoso árbol, cuyo fruto era delicioso. Cerca también brotó un manantial, cuyo agua podría curar a los enfermos.
Muchos etíopes fueron ganados para Cristo, aunque el príncipe soberano local, Fulviano, un pagano dedicado, se opuso violentamente a esto y, por orden suya, San Mateo fue arrestado y quemado en la hoguera. Cuando el fuego se encendió, todos vieron que el fuego no dañaba a Mateo. Entonces Fulviano dio la orden de agregar más leña al fuego y, frenético de osadía, ordenó colocar doce ídolos alrededor del fuego. Pero las llamas derritieron a los ídolos y se encendieron hacia Fulviano. El etíope asustado se volvió hacia el Apóstol con un suplicante misericordia, y por la oración del Apóstol la llama se apagó. El cuerpo de San Mateo quedó ileso y se fue al Señor.
El gobernante Fulviano se arrepintió profundamente de su acto, pero aún tenía dudas. Por orden suya, metieron el cuerpo de San Mateo en un ataúd de hierro y lo arrojaron al mar. Al hacer esto, Fulviano dijo que si el Dios de Mateo preservaba el cuerpo del apóstol en el agua como lo preservó en el fuego, entonces esta sería la razón adecuada para adorar a este Único Dios Verdadero.
Esa noche, el apóstol Mateo se apareció al obispo Platón en un sueño y le ordenó que fuera con el clero a la orilla del mar y encontrara allí su cuerpo. Fulviano y su séquito fueron con el obispo a la orilla del mar. El ataúd llevado por las olas fue llevado a la iglesia construida por el apóstol. Entonces Fulviano pidió perdón al santo apóstol Mateo, después de lo cual el obispo Platón lo bautizó, dándole el nombre de Mateo en obediencia a un mandato de Dios.
Pronto Fulviano-Mateo abdicó de su gobierno y se convirtió en presbítero. A la muerte del obispo Platón, el apóstol Mateo se le apareció y lo exhortó a encabezar la Iglesia etíope. Habiéndose convertido en obispo, Fulviano-Mateo pasó los años que le quedaban predicando el evangelio y ganando a su pueblo para la Iglesia.
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