En la flor de su juventud, su coraje para aparecer en público a la misma altura que los ocupantes turcos con una apariencia espléndida, provocó la envidia de los turcos, que acudieron a las autoridades. Sus acusadores afirmaron que Juan insultó públicamente la fe de Mahoma, negándose a seguirlo a pesar de su promesa inicial. Las autoridades ordenaron, luego de esta grave denuncia, que Juan fuera arrestado y llevado a los tribunales, lo que sucedió de inmediato. El juez, luego de considerar el asunto, en un principio intentó con promesas de altos cargos para atraerlo a cambiar su fe, y que ganaría mucho si con su ejemplo otros lo imitaran, pero todos sus intentos fracasaron, ya que Juan, en respuesta a la propuesta, confesó públicamente su fe en Cristo.
Cuando todos los métodos fallaron, trataron en vano de obligar a Juan a confesar su fe recurriendo a la tortura. Sacaron al santo de la cárcel, fue arrastrado por el suelo sin ropa y luego le arrancaron el cabello mientras lo golpeaban con una vara. A pesar de esta dura tortura, Juan continuó cantando alabanzas al Señor Jesús Cristo, y a su derecha se le apareció un hombre magnífico sobre un caballo cuyo rostro brillaba como el sol. Se dio cuenta de que era San Teodoro, enviado para fortalecerlo y darle valor.
Los turcos, cuando vieron que por este medio Juan todavía se negaba a renunciar a su fe, decidieron devolverlo a la cárcel, donde continuaron presionándolo física y moralmente. La firme dedicación de Juan a su fe ancestral hizo que se desesperaran por sus esfuerzos, por lo que se hizo una solicitud por escrito a la Sublime Puerta* para recibir instrucciones. Llegaron instrucciones escritas y el juez de Serres ordenó la muerte de Juan, si no renunciaba a su fe en Cristo.
Así, los tiranos, después de que fracasara un último esfuerzo por conseguir que Juan renunciara a su fe, fue sacado de la cárcel y llevado a un lugar público donde sus verdugos, para hacer más dolorosa su ejecución, lo colocaron por encima de un montón de matorrales y maderas secas, y después de atarle las manos y los pies, encendieron fuego.
Juan permaneció tranquilo durante este horrible martirio, e incluso preguntó a sus verdugos si en verdad habían encendido el fuego, y en voz baja cantaba himnos a Dios. Uno de los verdugos, para silenciarlo, le clavó una barra por la boca, y esto puso fin a la vida terrena del Nuevo Mártir.
El Servicio al Santo Nuevo Mártir Juan de Serres fue escrito por el Gran Orador de la Santa y Gran Iglesia de Cristo, Manuel del Peloponeso, en algún momento entre 1491 y1497.
San Juan de Serres fue martirizado por su fe en Cristo alrededor del año 1480 y es conmemorado anualmente el 12 de mayo.
NOTA:
* Los términos Sublime Puerta Puerta Otomana y Puerta Elevada son los equivalentes, en español, para el turco otomano Bab-ı Ali, y se emplean para referirse al gobierno del Imperio otomano, en particular en el contexto diplomático.
