San Poncio sirvió como diácono bajo Cipriano de Cartago (c. 200-258). Solo hay un relato sobreviviente de Poncio, consistente en una breve mención a él en "Sobre hombres ilustres" de Jerónimo (68):
"Poncio, diácono de Cipriano, que hasta el día de su martirio sufrió el exilio con él, escribió un libro extraordinario sobre la vida y la pasión de Cipriano".
De esto nos enteramos de que Poncio era un diácono que sirvió bajo San Cipriano, el obispo de Cartago, soportó el exilio con él, y poco después de su martirio en 258 escribió la Vida de Cipriano.
Más allá de esto, poco es seguro. Las alusiones y el estilo forense indican que Poncio debe haber sido bien educado, con conocimiento tanto de la Biblia como de la retórica secular. Junto a un pequeño número de elementos de la experiencia, como el sueño profético que tuvo Cipriano al ser exiliado a Curubis en 257 (Pont. 12-13), Poncio utilizó los propios escritos de Cipriano y un relato de la audiencia del procónsul en ese año: un protocolo de esto circulaba incluso en "Vida de Cipriano" y formaría parte de un relato posterior de su martirio, conocido como Acta Proconsularia. Poncio se refiere a este protocolo (quizás también al de la segunda audiencia en el año 258 d.C.) y ofrece un relato más flexible y menos detallado.
En "Vidas de los Santos de A. Butler", encontramos la siguiente información:
Cuando San
Cipriano, el gran obispo de Cartago, fue desterrado a Curubis, el diácono
Poncio se ofreció voluntariamente a acompañarle y permaneció con él hasta su
muerte. En aquella época, los lazos que unían a los diáconos con su obispo eran
muy estrechos; en el caso de San Cipriano y San Poncio las relaciones se
estrecharon todavía más.
Sin duda que Poncio tuvo todas las oportunidades posibles de informarse de la vida y las actividades de su obispo; desgraciadamente, en su afán por escribir una biografía que eclipsara por su popularidad las "actas" de Perpetua y Felicitas. Poncio concentró casi exclusivamente su atención en el martirio de San Cipriano y dejó en la oscuridad el resto de su vida.
San Jerónimo y otras grandes figuras de la historia de la Iglesia alabaron mucho el estilo y el contenido de la “Vita et passio Cypriani”, en cambio, ciertos autores modernos han criticado el tono laudatorio y la falta de sentido crítico de San Poncio, sin tener en cuenta que su finalidad.era
precisamente la de glorificar al mártir y que una biografía crítica, en el sentido
moderno de la palabra, habría resultado incomprensible para el público de
Poncio. En esa biografía aparece incidentalmente la piedad del autor y su celo
por la fe cristiana. En efecto, Poncio no fue condenado a muerte junto con San
Cipriano, probablemente porque los jueces no le consideraron como un personaje
demasiado importante.
San Poncio anhelaba
el martirio, de suerte que eso constituyó una desilusión para él. Las últimas
palabras de la biografía son: "Con toda el alma me alegro de la gloria de
Cipriano, pero todavía mayor es mi tristeza por no haber sido digno de
acompañarle en ella”.
No sabemos ni
el sitio, ni las circunstancias de la muerte de San Poncio, pero no hay ninguna
razón para pensar que haya sido martirizado.
Ver NOTA en p. 495
Fuentes consultadas: saint.gr, johnsanidopoulos.com, Vidas de los Santos de Alban Butler.