San Nifón nació en Paflagonia y fue educado en Constantinopla en la corte del comandante Sabbatios. En la niñez fue amable y bueno, y asistía a menudo a los servicios religiosos, pero en su juventud comenzó a llevar una vida pródiga y pecaminosa.
A veces recobraba la razón y le horrorizaba la magnitud de su caída; pero creyendo que estaba perdido y que no podía recibir el perdón, reanudó desesperadamente su vida impía.
Una vez conoció a un amigo que lo miró a la cara durante mucho tiempo con asombro. Cuando Nifón le preguntó por qué estaba mirando así, el amigo respondió: "Nunca antes había visto tu rostro así. Es negro, como el de un etíope". Estas palabras le mostraron a Nifón su estado caído, y comenzó a clamar a la Madre de Dios, suplicando Su intercesión.
Después de una intensa y larga oración, vio que el rostro de la Madre de Dios en el santo icono brillaba radiantemente con una sonrisa. Desde ese momento, Nifón oró incesantemente a la Reina del Cielo. Si caía en pecado, el rostro de la Madre de Dios se apartaba de él, pero después de lágrimas y oraciones, ella misericordiosamente se volvía hacia él nuevamente.
Finalmente, Nifón cambió por completo su vida y comenzó a dedicar su tiempo a la oración y al arrepentimiento. Después de una enfermedad, de la cual recibió la curación de la Madre de Dios, recibió los Santos Misterios, y luego aceptó la tonsura monástica e intensificó sus esfuerzos, agotando su cuerpo en la lucha contra las pasiones.
Esta lucha duró muchos años, y los demonios a menudo atacaban a San Nifón, pero con la ayuda de Dios los venció. Durante cuatro años soportó una difícil lucha con un demonio, que constantemente le susurraba: "¡No hay Dios! ¡No hay Dios!" Pero, cuando el mismo Señor Jesús se le apareció vivo en un icono, Nifón recibió un gran poder sobre los espíritus malignos y se liberó de estas terribles tentaciones.
Era un vidente tan grande que veía ángeles y demonios alrededor de los hombres tan claramente como veía a los hombres mismos, y conocía los pensamientos de los hombres.
Recibió de Dios el don de discernir los espíritus malignos y vencerlos, y también de ver la partida del alma después de la muerte. A menudo hablaba con ángeles y disputaba con demonios. Construyó una iglesia para la Santísima Theotokos en Constantinopla, reunió a monjes y salvó muchas almas.
Ya avanzado en edad y al llegar a Alejandría, fue revelado al Patriarca Alejandro en una visión como alguien digno de asumir el cargo de obispo. Fue nombado obispo de la ciudad de Constanza en la isla de Chipre. Sin embargo, no permaneció allí por mucho tiempo. San Nifón conoció el momento de su muerte desde tres días antes.
San Atanasio el Grande lo visitó antes de su bendito reposo cuando aún era diácono. En su lecho de muerte, al santo se le concedió ver ángeles y la pura Madre de Dios. Después de su muerte fue visto por Atanasio, con su rostro brillando como el sol.
Cabe señalar que San Nifón no se menciona en ninguno de los antiguos Sinaxarios ni Mineos, pero su nombre y vida se mencionan en manuscritos antiguos en los Monasterios Atonitas de la Gran Laura y de Vatopaidi. En el primero dice que reposó el 23 de diciembre, aunque dice que fue obispo de Almyropolis. En 1993 se publicó una traducción moderna de su vida a partir de los manuscritos antiguos con el título "Un Obispo Asceta".
Apolitiquio tono 4º
Fuiste elegido por Dios para ser pastor y heraldo de Su Iglesia y para enseñar el arrepentimiento a los caídos. Por tus oraciones revelaste los engaños de los demonios, y tu rostro resplandeció como el de Moisés. Oh Padre Nifón, ruega a Cristo nuestro Dios por aquellos que te honran.
Condaquio tono 2º
Sometiste la carne por temor a Dios, y te remontaste a las alturas del conocimiento. Alcanzaste tu deseo, oh bendito Nifón. Intercede ante Cristo nuestro Dios por todos los que te honran
Fuentes consultadas: vatopaidi.wordpress.com, synaxarion.gr, diakonima.gr, johnsanidopoulos.com