viernes, 29 de diciembre de 2023

San Marcelo, abad del Monasterio "Akímiton" (+485)

Versos: "Atado por el insomnio a lo largo de los años de su vida, Marcelo duerme un poco en la tumba".


San Marcelo (del gr. "Μάρκελλος", [Markélos]) abad del Monasterio llamado "los que no duermen" ("Ακοίμητων", [Akímiton]), era un nativo de la ciudad de Apamea en Siria. Sus padres eran ricos, pero murieron cuando él era joven. Recibió su educación primero en Antioquía y luego en Éfeso. Todas las posesiones que le dejaron sus padres las distribuyó a los pobres, rompiendo así sus lazos con el mundo.

Bajo la guía de un anciano experimentado en Éfeso, Marcelo entró en el camino del ascetismo. Más tarde pasó a Bizancio con San Alejandro, abad del monasterio llamado "los que no duermen". El Monasterio recibió su nombre porque en él se salmodiaba constantemente, tanto de día como de noche, alternando grupos de monjes. Como escribe el biógrafo de estos dos santos: "Más tarde, se estableció un venerable monasterio cerca de la desembocadura del Ponto, es decir, el lugar donde el Mar Negro desemboca en el Bósforo" e introdujo una regla que, aunque nueva, era superior a cualquiera que se encuentre en otro lugar; es decir, que de ahora en adelante nunca cesasen en la himnodía ofrecida a Dios, sino que mediante una sucesión ininterrumpida de los que servían cada vez, se debía lograr esta glorificación continua e incesante de nuestro Maestro ". 

La práctica del servicio incesante a Dios se extendió por todo el Imperio, tanto en Occidente como en Oriente. Los monjes se dividieron en tres compañías según el idioma que hablaban: griego, latín o siríaco; cada compañía tomó su turno para celebrar los servicios en su idioma particular, y así cada hora del día era dedicada a la gloria de Dios. El monasterio no solo creció sino que dio a luz a otros, como el famoso Monasterio Studion en Constantinopla, que fue fundado por monjes del Monasterio de Alejandro. San Alejandro aceptó a Marcelo y éste fue tonsurado con el esquema monástico. 






Celoso en las obras de vigilia, ayuno y oración, el Santo recibió grandes talentos espirituales y el don de la clarividencia. Marcelo previó el día de la muerte de Abba Alexander y su propia elección como abad. Sin embargo, dado que aún era joven, no quería gobernar a otros. Así que salió del Monasterio para visitar otras provincias y otros monasterios, donde recibió edificación de los monjes que vivían allí.

Después de la muerte de San Alejandro, cuando el Abba Juan ya había sido elegido abad, Marcelo volvió a la gran alegría de los hermanos. Abba Juan convirtió a Marcelo en su ayudante más cercano. Después de la muerte de Juan, Marcelo fue elegido abad del monasterio a pesar de sus propios deseos, y en este puesto permaneció durante sesenta años.

La noticia de su santa vida se extendió lejos. La gente venía a Marcelo de lejos, tanto los ilustres como los comunes, los ricos como los pobres. Muchas veces vieron ángeles rodeando al Santo, atendiéndolo y protegiéndolo. Con la ayuda de Dios, floreció el Monasterio "de los que no duermen". Tantos monjes pasaron a ponerse bajo la dirección de San Marcos que se hizo necesario ampliar el monasterio y la iglesia.

San Marcelo recibió donaciones de creyentes para su expansión y construyó una hermosa iglesia grande, un hospital y un albergue para personas sin hogar. Con sus oraciones, el monje curaba a los enfermos, expulsaba demonios y hacía milagros. Por ejemplo, uno de los monjes fue enviado a Ankara y cayó enfermo. Al estar cerca de la muerte, llamó mentalmente a su mayor. A esa misma hora San Marcos oyó a su discípulo en el Monasterio y empezó a rezar por él. El que estaba enfermo se recuperó de inmediato.






Cuando un barco con sus monjes se puso en peligro en el Mar Negro, el Santo calmó la tempestad con sus oraciones. En otra ocasión, cuando le dijeron que había un incendio en Constantinopla, rezó entre lágrimas por la ciudad y el fuego se apagó como si las lágrimas del monje lo hubieran extinguido.

Juan, el sirviente de cierto noble arriano llamado Ardaburios, fue acusado injustamente de algo y se escondió en el Monasterio para escapar de la ira de su amo. Ardaburios exigió dos veces que Marcelo le entregara a Juan, pero él se negó. Ardaburios luego envió un destacamento de soldados, que rodearon el Monasterio, amenazando con matar a cualquiera que interfiriera con su misión. Los hermanos fueron donde el Anciano y le pidieron que entregara a Juan y salvaría el Monasterio. Marcelo se persignó  con la señal de la cruz, luego salió valientemente solo por la puerta del Monasterio hacia los soldados. Un relámpago brilló en el cielo, retumbó un trueno y la Cruz apareció brillando más que el sol. Los soldados arrojaron sus armas y se pusieron en fuga. Ardaburios, al enterarse por los soldados de lo sucedido, se asustó, y por San Marcelo perdonó al criado.

San Marcelo participó en el Sínodo de Calcedonia defendiendo la Ortodoxia contra la herejía monofisita tanto en el Sínodo como en los años siguientes. Su generosidad y su desprecio por las riquezas mundanas era conocido de todos: quien llegaba al Monasterio necesitado recibía limosna, pero Dios siempre reponía los fondos para que se pudiera dar más. Cuando Marcelo heredó la fortuna de su familia tras la muerte de su hermano, no guardó nada ni para él ni para su monasterio, sino que la distribuyó entre las comunidades más pobres y entre los necesitados.

El Venerable Marcelo partió pacíficamente al Señor en el año 485. Su fiel discípulo Luciano se entristeció terriblemente por él, pero al quinto día después de la muerte se le apareció San Marcelo y lo consoló, presagiando su inminente fin.


Apolitiquio plagal del tono 4º  

La imagen de Dios, fue fielmente preservada en ti, oh Padre. Porque tomaste la cruz y seguiste a Cristo. Con tus acciones nos enseñaste a mirar más allá de la carne porque pasa, y preocuparnos más bien por el alma que es inmortal. Por tanto, oh Santo Marcelo, tu alma se regocija con los ángeles.


Condaquio tono 4º

Aunque vestido con un cuerpo mortal, oh Marcelo, el más sabio, te esforzaste por emular los coros de los ángeles en la divina y perpetua himnodía. Y como pastor dormido de tus monjes, fuiste un ejemplo de verdadera oración y devoción; Oh Padre, intercede ante el Señor, para que salve nuestras almas.

 



Fuentes  consltadas: saint.gr, synaxarion.gr, johnsanidopoulos.com, diakonima.gr

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