Versos:
Historia Lausiaca, cap. 16
Por Paladio, obispo de Helenópolis
Y también había otro hombre entre los ancianos que se llamaba Natanael, y nunca lo conocí en su vida, porque murió quince años antes de que yo entrara en esta montaña [Nitria]; pero he conocido a quienes vivieron con él durante mucho tiempo. Y habiendo hecho averiguaciones sobre estos, me enteré de los triunfos del hombre, y también me mostraron su celda en la que en ese momento no vivía ningún hombre, porque estaba cerca del mundo; pero Abba Natanael lo construyó hace mucho tiempo cuando los monjes eran pocos.
Ahora solían relatar acerca de este hombre que su paciencia en su celda era tal que nunca se movía de su lugar para salir por la puerta de su habitación por la disposición de su voluntad. Al principio se reía de él el Maligno, que se burla y extravía a todo hombre, e hizo que Natanael sintiera cansancio en su primera celda, y fue y se construyó otra celda en las cercanías de la ciudad.
Ahora bien, después de haber construido la otra celda y habitado en ella, unos tres o cuatro meses después el diablo, que había hecho la guerra contra él desde el principio, vino de noche con una honda en la mano como un cazador, y estaba vestido con el atuendo de los romanos, y lanzaba piedras con la honda que sostenía. Entonces el bendito Natanael respondió y le dijo: "¿Quién eres tú que haces estas cosas en el lugar donde yo habito?" El diablo le dijo: "Yo soy el que te hizo huir de tu primera celda, y he venido para hacerte huir de este lugar".
Ahora que sabía que el diablo se estaba riendo de él porque se había ido de su primera celda, enseguida dio media vuelta y regresó a ella, y vivió en su primera celda por espacio de treinta y siete años en tan estricta abnegación que nunca pasó por la puerta, y mientras tanto estaba en guerra con el diablo. Y el malvado diablo le hizo experimentar tantas aflicciones y angustias para sacarlo de su celda que sería imposible que ningún hombre las contara.
Pero el Maligno miró y obtuvo su oportunidad en la llegada de los Obispos que vinieron a Natanael (ahora todos eran hombres santos), y si el ordenamiento del asunto se debió a la voluntad de Dios, o a la tentación del Maligno, no lo sabemos, pero hizo que Natanael se apartara un poco de su intención. Porque cuando los obispos hubieron rezado y salido, Natanael no los acompañó ni un paso, y los sirvientes que estaban con ellos le dijeron: "¿Posees la facultad del orgullo de no acompañar a los obispos?" Entonces Natanael les dijo: “Morí de una vez por todas para mis señores los obispos, y para el mundo entero, y tengo un asunto secreto acerca del cual es solo Dios quien conoce mi corazón, y por qué no salí y los escolté".
Entonces ese diablo, que todavía se burlaba de esta abnegación, nueve meses antes de la muerte de Natanael tomó sobre sí la forma de un joven de unos veinte años, y seguía a un asno que llevaba pan por la calle por el lecho del río. Cuando ya estaba entrada la noche, el joven pasó cerca de la celda y fingió que el asno se había caído bajo su carga, y comenzó a gritar y dijo: “Abba Natanael, ayúdame, y ven a ofrecerme auxilio".
Y Natanael oyó la voz del joven que creía que estaba gritando, y abrió la puerta, y estando él adentro, habló con él y le dijo: “¿Quién eres tú? ¿Y qué quieres que haga por ti? Y el joven le dijo: “Soy tal y tal joven, y le llevo pan a tal y tal hermano porque quiere hacer una fiesta de amor, y el día que amanece mañana será sábado, y será necesario el pan para la Ofrenda. Te ruego, por tanto, que no tardes en ayudarme, no sea que vengan las hienas y me devoren tanto a mí como al asno. Ahora había muchas hienas en ese lugar.
Entonces el bienaventurado Natanael se quedó quieto en gran asombro, y estaba muy turbado en su mente por la misericordia que se le había revelado, y meditó dentro de sí mismo, diciendo: “Es por mandato de Dios que debo caer, o porque mi voluntad haya llegado a su límite". Finalmente meditó dentro de sí mismo y dijo: “Es mejor para el que durante todos estos años ha guardado el límite de su voluntad y no ha traspasado su puerta, permanecer en la misma condición que avergonzará al Maligno, antes que salir;" y oró a Dios. Entonces respondió a aquel que creía que era un joven, gritando y le dijo: “Joven, escúchame. Creo que el Dios a quien sirvo te enviará ayuda si la necesitas, y que ni las hienas ni ninguna otra cosa te hará daño; pero si eres una tentación que Dios descubra tu astucia! " Y cerró la puerta y se calló. Y ese diablo se fue avergonzado, y debido a su maldad tomó la forma de un torbellino y las formas de asnos salvajes que bailan y brincan y rompen el viento. Esta es la historia del triunfo del bendito Natanael, y esta es la historia de su labor y de su final.
Fuentes consultadas: Historia Lausiaca. Por Paladio, obispo de Helenópolis (cap. 16)