"Piamun no está vestida con prendas oscuras, sino con virtudes como cadenas de oro".
Había una doncella llamada Piamun que vivió con su madre todos los días de su vida, hilando lino y comiendo solo por las noches la una con la otra. Tenía el don de poder predecir el futuro de las personas. Sucedió que un año cuando las aldeas inundadas por el Nilo comenzaron a invadirse mutuamente, discutiendo sobre compartir el agua, causando heridas y muertes. Una aldea más fuerte amenazaba con invadir la suya, y una multitud de hombres que portaban lanzas y palos puntiagudos se dispusieron a destruir la aldea. Pero un ángel del Señor se le apareció a esta bendita mujer contándole esta invasión.
Llamó a los sacerdotes de la aldea y les dijo: "Salgan de la aldea y corran hacia aquellos que están viniendo contra ustedes y pídanles que desistan de estos males que están preparando, para que no perezcan junto con toda la aldea".
Los sacerdotes aterrorizados cayeron a sus pies. "No nos atrevemos a salir a conocerlos", le suplicaron, "porque conocemos muy bien su furia". Pero si tienes lástima por nosotros, por el pueblo y por tu propia casa, sal a recibirlos tú misma, cálmales y haz que se vuelvan".
Ella no estaba de acuerdo en hacer eso, pero regresó a su pequeña casa y permaneció toda la noche rezando, casi sin postrarse. "Oh Señor, juez del mundo", rezaba, "que odias la injusticia, deja que esta oración venga a ti y deja que tu poder los detenga como una columna de piedra, donde sea que los encuentre".
Y mientras esta santa doncella rezaba, así sucedió. Temprano en la mañana, a unas tres millas de distancia, el enemigo quedó paralizado, como columnas de piedra, incapaz de moverse. Y les fue revelado que habían sido detenidos por las oraciones de Piamun, la sierva de Cristo, e hicieron las paces con su pueblo, diciendo: "Gracias a Dios y a las oraciones de Piamun por las que nos fue impedido hacer daño ".
NOTAS:
* Piamun también es conocida como Piama. Ella vivió cerca de Alejandría y reposó en paz en el año 337.
Fuentes consultadas: Historia Lausiaca, cap. 37. Por Paladio, Obispo de Helenópolis