Ana fue estéril durante muchos años y estaba sumnida en una
gran tristeza. Su alma deseaba tener en sus brazos un hijo suyo.
Pero el tiempo pasaba y su esterilidad permanecía. Pero pesar de todo esto Ana que era esposa de Elcaná, hijo de Jeroán de Ramatayin, tenía continua esperanza en Dios. Y cada año, subia a la casa del Señor en Siló y rezaba con lágrimas y ayunos. Su bondadosos marido Elcaná intentaba consolarla, pero Ana era inconsolable y continuamente rezaba a Dios que le regalase un hijo, y ella se lo dedicaría a El.
Su cálida oración fue escuchada y Ana se quedó embarazada.
Tuvieron un hijo y le llamaron Samuel.
Cuando el niño ya no se alimentaba de su
madre, los dos padres subieron a Siló junto con Samuel y con lo que determinaba
la ley en tales casos. Allí la devota Ana entregó su niño al sacerdote Elí,
para que le dedicase al servicio de la casa del Señor. Y llena de alegría y de entusiasmo
dijo el excelente himno:
«En el Señor se alegra mi corazón; me fortalezco en el Señor.
Me río de mis enemigos, * estoy muy feliz de mi victoria”.
Me río de mis enemigos, * estoy muy feliz de mi victoria”.
Después de esto, la Gracia Divina bendijo la fe y la devota dedicación
de Ana todavía más.
Elcaná y Ana regresaron a casa, y el Señor fue
bondadoso con Ana concediéndole tres hijos y dos hijas, mientras Samuel crecía
sirviendo al S Señor.
San Juan Crisostomo dedico muchas y brillante homilías a
esta Ana.
Relato bíblico: Ana pide un hijo y Nacimiento de Samuel (1 Samuel, 1)
El cántico de gratitud de la Justa Ana se puede comparar con el de María, la madre de Jesús (1 Sam. 2:1–10; Lucas 1:46–55).
NOTAS:
* Me río de mis enemigos: Textualmente Mi boca se abre plenamente en cuanto a mis enemigos.
Fuentes consultadas: saint.gr, biblegateway.com, synaxarion.gr, diakonima.gr