lunes, 9 de septiembre de 2024

Gran Mártir San Severiano (+320)

Versos:
"Severiano sufría por el peso de las piedras, colgado se regocijó, arrancando los pies de la tierra".

Severiano, el Gran Mártir de Sebaste (en la actualidad parte del sur de Turquía), quien sufrió y murió por el Evangelio de Jesucristo alrededor del año 320, pagó el precio más alto por su inmensa fe en el Hijo de Dios. Su agonía –y su triunfo final- tomó lugar durante el reinado del Emperador Romano Licinio (250-325), luego de que este valeroso cristiano se atreviese a mostrar compasión por 40 de los soldados imperiales quienes habían sido arrestados por haberse unido a la Iglesia primitiva.
Severiano, hombre compasivo y generoso, nació alrededor del año 290 en la áspera región de Armenia, en el Asia Menor, la que luego vendría a ser llamada “Anatolia”, provincia del centro-sur de Turquía. (Esta es la misma región en la cual, originalmente, se habían convertido San Pablo y sus seguidores tres siglos antes.) 
Perteneciente a la clase media, muy pronto Severiano alcanzó el puesto de Senador en el mundo gobernado por los Romanos de esa época. 
Próspero y poderoso, el intrépido Severiano, también era un hombre de profundas convicciones. 






San Severiano, Megalomártir o Gran Mártir


 
 
 
 
Como líder político, bajo el gobierno despiadado de Lucinio, presenció frecuentemente la persecución ejercida en su localidad en contra de los cristianos. Después de un tiempo el compasivo Severiano se vio atormentado por la difícil situación de los nuevos conversos, mientras los visitaba en sus miserables prisiones.
Impresionado por su resistencia y constancia bajo esas deplorables condiciones e inminente tortura, el vehemente Severiano les conminaba a permanecer fieles a su nueva fe. Así fue como él mismo se convirtió.
En el lapso de los 6 meses posteriores a la muerte de los 40 mártires, quienes fueron brutalmente ejecutados por su fe el año 320, Severiano uniría su destino al de ellos en la muerte a causa de su propia conversión. A pesar de haber sido un próspero e influyente noble ello no bastó para evitar ser juzgado por su recién abrazada creencia en el Evangelio del Señor. Una y otra vez se rehusó a desobedecer al Santo Redentor y, como consecuencia de ello, enfrentó torturas de una brutalidad tremenda. 
 
 









 
 
Los sufrimientos de Severiano fueron enormes, pero los resistió pidiendo en voz muy alta al Señor por las fuerzas necesarias para completar su martirio. A pesar de su cuerpo lacerado, una y otra vez por los cuchillos, se negó a renunciar a su fe. La brutalidad de sus opresores romanos se hizo manifiesta en la manera en que al prisionero le fue infligido el terrible castigo: suspendiéndolo boca abajo en una de las paredes de la ciudad, en las afueras de Sebaste, con una inmensa piedra colgada cuello y otra de sus pies.
Severiano murió alabando al Señor, en ferviente oración, luego de lo cual fue llevado por Cristianos de la zona hacia su casa, ubicada en el centro de la ciudad. Pero esa procesión de despedida estuvo marcada por un sorprendente milagro. 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
Ocurrió cuando uno de los sirvientes de Severiano, quien había fallecido horas antes, repentinamente resucitó de su lecho de muerte para unirse a la procesión funeraria.
Inspirado por la fe y la fidelidad de esos primeros cristianos, así como por el extraordinario valor de su antiguo señor, el una-vez-muerto sirviente, de acuerdo a una leyenda local, se convertiría inmediatamente a la nueva fe. Aunque el nombre del sirviente no ha sido preservado para la posteridad, la leyenda dice que el ascético devoto insistió en permanecer cerca de la tumba de su señor por el resto de su vida en donde pasó sus días en devota oración.
La vida de San Severiano ha sido fuente de gran inspiración para muchas generaciones de creyentes, quienes han visto en su compasión y su gran coraje un modelo de valerosa fe, así como un gran ejemplo de la manera en que Dios nos protege, aún en las más difíciles pruebas y tormentos.


Apolitiquio tono 4

Tu Mártir, Oh Señor, en su valerosa lucha por Ti, recibió como premio la corona de la vida incorruptible, que das Tú, Oh Dios inmortal. Ya que él poseyó tu fortaleza, fue capaz de abatir a los tiranos y destruir del todo el presunto poder de los demonios. Oh Cristo Dios, por sus oraciones, salva nuestras almas, ya que Tú eres misericordioso.

Condaquio tono 2

Oh mártir Severiano, que te presentas ante nosotros como una estrella brillante y verdadera en el mundo, anunciando a Cristo Sol, y superando toda mentira; nos has iluminado e intercedido por nosotros.







Fuentes consultadas: saint.gr; Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury; apostoliki-diakonia.gr, Sinaxario de los doce meses del año de de San Nicodemo el Athonita, diakonima.gr, synaxarion.gr


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