Germán nació en una familia de la clase comerciante en Serpoukov, no lejos de Moscú, hacia 1758.
En la adolescencia, en 1772, entró en la vida monástica en el skite de la Trinidad San Sergio, a más o menos 100 millas (160 km.) de San Petersburgo, cerca del golfo de Finlandia.
No conocemos el nombre
de pila que le dio su familia, lo conocemos bajo el nombre de Germán, nombre
que se le dio en el momento de la tonsura monástica.En la adolescencia, en 1772, entró en la vida monástica en el skite de la Trinidad San Sergio, a más o menos 100 millas (160 km.) de San Petersburgo, cerca del golfo de Finlandia.
Mientras Germán vivía en el skite de la Trinidad San Sergio,
una infección en el costado derecho de su garganta comenzó a formar un absceso.
La inflamación fue aumentando causándole una desfiguración pútrida. Él era
incapaz de tragar y su estado empeoraba al punto de rozar la muerte. Una noche
mientras sufría, giró hacia el icono de la Theotokos pidiéndole que rogara por
su salud y tomó una servilleta húmeda que pasó por el rostro de la Virgen
representada en el icono y luego cubrió su rostro inflamado con ella. Prosiguió
con su plegaria, agotado y sufriente y finalmente se quedó dormido sobre el
piso. Esa noche soñó y tuvo una visión de la Theotokos en la que curaba su
infección. Cuando Germán se despertó, a la mañana siguiente, la inflamación
había desaparecido y el absceso estaba completamente curado.
En 1779, mientras que tenía 21 años, fue transferido al
antiguo y célebre monasterio de Valaam. Este monasterio está situado sobre una
isla del lago Ladoga, en la parte Rusa de Finlandia. El monasterio de
Valaam había sido fundado por dos monjes griegos, San Sergio y San Germán, en
el siglo XII. A fines del siglo XVIII el padre Nazario, higúmeno de Valaam, era
muy respetado por su comunidad monástica. Germán le tenía mucho afecto a este
padre espiritual.
Los testimonios de Valaam en el siglo XVIII relatan que el
padre Germán tenía una gran popularidad en el seno de la comunidad monástica,
pero que a pesar de esta popularidad, él prefería vivir en una ermita en medio
de los bosques de la isla. Él venía al monasterio durante breves visitas los
domingos y en ocasión de alguna fiesta. Se dice que tenía una bella voz de
tenor y que cantaba los oficios con una gran devoción.
En 1793 Gabriel, metropolita de Novgorod y San Petersburgo,
pidió al higúmeno Nazario que eligiera un grupo de monjes de Valaam para formar
un equipo de misioneros que tendrían por tarea emprender la evangelización de
la América Rusa (hoy Alaska). Los miembros de la misión de Valaam (llamados
luego la misión de Kodiak) eran el archimandrita Joasaph, presbítero a cargo,
los hiero monjes Juvenal, Macario, Atanasio, Esteban y Nectario, los monjes
diáconos Esteban y Nectario y los monjes Joasaph y Germán.
El grupo viajó hacia el este, atravesando Rusia y Siberia
durante cerca de un año (el viaje misionero más largo de toda la historia del
cristianismo) y desembarcaron en la isla de Kodiak, en Alaska, el 24 de
septiembre de 1794. A partir de Kodiak el equipo misionero emprendió su tarea
de evangelización. La mayoría de los monjes permanecieron cerca de Kodiak
donde también fundaron una escuela bilingüe (rusa y aleuta) para los
autóctonos. Más tarde, los padres Macario y Juvenal partieron a llevar el
Evangelio a los habitantes del continente. En ausencia del archimandrita Joasaph
y más tarde del padre Gedeón, el padre Germán tenía la responsabilidad de la
misión de Kodiak y de la administración de la escuela.
El Tirano Baranov.
Además de sus tareas misioneras, los monjes se volvieron
conscientes de la necesidad de proteger a los pueblos autóctonos del trato
brutal que les propinaban los empleados de la Compañía Rusa de América, que
controlaba la colonia bajo la dirección de Alejandro Baranov; tirano egoísta
que consideraba a los aleutas y a otros grupos autóctonos apenas poco más que
esclavos. Como los monjes siempre tomaban partido por los Aleutas, eran ellos
mismos, también, sujetos a persecuciones y calumnias. De echo en 1900, Baranov,
decretó una asignación de residencia respecto de los monjes. Les prohibía todo
contacto con sus fieles cristianos.
Para no chocar con Baranov, los monjes intentaron ubicar a
los autóctonos bajo la protección imperial, entonces intentaron lograr que los
autóctonos prestaran un juramento de fidelidad al zar. Baranov amenazó con
hacer golpear a los monjes si no ponían fin a sus acciones. Para protestar los
monjes se retiraron a su stike de Kodiak y rechazaron temporariamente servir a
los fieles ortodoxos de la colonia, tanto los rusos como los norteamericanos.
En un estilo típico de su personalidad, Baranov, escribió
que el padre Germán: "es un gran charlatán y que ama escribir aunque se
queda en su ermita la mayor parte del tiempo y ni siquiera asiste a los oficios
por miedo a las tentaciones de este mundo; él sabe de todas maneras todo lo que
nosotros pensamos y hacemos, no solo durante el día sino durante la noche. Por
su piadoso embaucamiento él sonsaca la información que desea de los
estudiantes, de los servidores y aún de nuestros propios hombres." Por su
parte el Padre Germán no tenía una opinión muy halagadora del tiránico Baranov.
Se quejaba de la falta de abastecimiento que debía provenir de la Compañía, del
trato brutal de la población autóctona y sobre todo de las mujeres, de la
oposición a la fe y a la moral, de la falta total de justicia y del reino
de terror mantenido por el déspota Baranov.
En 1817 Simón Yanovsky fue enviado para reemplazar a
Alejandro Baranov como gerente de la Compañía Rusa de América. Aunque Yanovsky
escuchó las horribles historias respecto del padre Germán, cuando se
encontraron se produjo inmediatamente un magnetismo recíproco que se transformó
luego en una amistad durable y enriquecedora. Mientras él escribía muchos años
después su gira de servicio en Alaska, Yanovsky siguió mencionando al padre
Germán con calor y afecto. A él le debemos mucha información sobre la vida del
padre Germán.
La Vida en la Isla de los Abetos.
Entre 1808 y 1818, el padre Germán eligió establecerse en la
isla de los abetos (Spruce Island), que él rebautizó Nueva-Valaam. La isla de
los abetos está separada de Kodiak por un ancho estrecho de poco más de una
milla. El padre Germán que seguía prefiriendo la vida de ermitaño, vivía en una
choza cerca de una fuente de agua dulce, en este retiro insular cubierto de
densos bosques. Sin embargo él era consciente que como misionero debía salir a
menudo al mundo y a la sociedad. Sin embargo continúo sus esfuerzos misioneros
mientras residía en la isla de los abetos durante más de 40 años. Cuando se le
preguntaba cómo lograba vivir en el bosque y tolerar la soledad, el padre
Germán respondía: "no estoy solo. Dios está aquí de la misma manera que lo
está en todas partes. Los santos ángeles están aquí."
El padre Germán tenía también varios compañeros en el reino
animal. Bandadas de pájaros venían a comer alrededor de su morada y sus
animales de compañía favoritos eran una familia de visones salvajes. A menudo
se escuchaba al anciano cantar y salmodiar los oficios monásticos desde su
choza de Monk’s Lagoon (la laguna del monje). Trabajaba en su jardín cosechando
nabos, rabanitos, papas, ajo, repollo y otras verduras y además pescaba y lo
guardaba para los meses de invierno.
Un día el staretz estaba ocupado en su celda con su trabajo
manual, cuando de pronto su discípulo Gerassime vino y no dijo la oración
habitual en la puerta –"por las plegarias de nuestros santos padres, oh
Señor Dios, ten piedad de nosotros"-. Al entrar en la celda dice:
"Padre bendíceme." El staretz no respondió nada; el discípulo repitió
su pedido varias veces, pero el anciano no respondía. El discípulo se quedó
parado durante varias horas y decidió finalmente irse. Al volver al día
siguiente dijo la plegaria habitual. El staretz respondió Amén. El discípulo
dijo: "Padre bendíceme." El anciano lo bendijo y se sentó a realizar
su trabajo. Entonces el discípulo le preguntó: "padre ¿por qué no me
bendijiste ni respondiste cuando te lo pedí ayer?" A esto el anciano
respondió: "Cuando vine a esta isla muchas veces los demonios venían a
verme a mi celda, algunas veces bajo la forma de un hombre con alguna necesidad
y otras veces en forma de animal y me hicieron cosas espantosas y malignas; es
la razón por la cual no recibo a nadie en mi celda sin la plegaria."
(Notas de Lazarev, octubre de 1864).
"En medio de la isla de los abetos descendía de la
montaña una pequeña fuente de agua hasta el mar, cuya desembocadura siempre
estaba cubierta de pedazos de madera y de algas traídas por la marea alta. En
la primavera cuando el pez de río debía aparecer, el anciano sacaba la arena de
la desembocadura del río, para que los peces pudieran pasar y el primer grupo
de peces se precipitaba en el río. Aliaga recuerda el hecho siguiente: ‘a veces
Apa (apa es la palabra aleuta para "padre") decía: ve y trae pescado
del río’.
Con el pescado seco él alimentaba a los pájaros y ellos volaban
alrededor de su celda en gran cantidad. Bajo su celda vivían unos armiños que
cuando están enojados son feroces y no conviene acercarse a ellos, pero el
staretz los alimentaba con sus propias manos. ‘¿No es un milagro lo que hemos
visto?’, decía su discípulo Ignacio. Ellos habían visto al padre Germán
alimentar a los osos. Con la muerte del staretz tanto los pájaros como los
animales salvajes desaparecieron y su jardín no produjo ninguna verdura más,
aunque alguien plantara algo por su propia iniciativa, certificó
Ignacio." (Vita prima: La Vie du moine Germain de Valaam, Mission
américaine, San Petersburgo, 1868).
Una mujer joven de nombre Sophia Vlasova, vino a buscar al
padre Germán para pedirle si podía vivir cerca de él bajo título de discípula.
El anciano recibió favorablemente su pedido y ella lo ayudaba y enseñaba en la
escuela. El padre Germán decía que después de su muerte Sophia iría a morar a
la isla y proseguir su obra. De la misma manera le confió el cuidado del icono
que él había ubicado en la playa cuando la isla de los abetos había sido
amenazada por un maremoto.
El padre Germán era de estatura más bien pequeña, con un
rostro pálido y arrugado. Sus ojos grisáceos azulados estaban llenos de un
fulgor centelleante. Vestía una blusa de piel de reno y pantalones de tela bajo
su sotana monástica. Siempre llevaba las mismas vestimentas que se fueron
gastando hasta tener la tela raída y que eran recubiertas de piezas nuevas con
el correr de los años. Dormía poco y pasaba la mayor parte de sus noches
en oración. A modo de cama dormía sobre un banco cubierto de una piel de reno y
como almohada usaba dos ladrillos también cubiertos de piel de reno. Comía muy
poco, habitualmente, según el régimen monástico de verduras y pescado,
pero a causa de la extrema pobreza y de la escasez de alimento en todas las
islas aleutianas, el Santo Sínodo le permitía comer carne en algunas ocasiones.
Sin embargo él no comía la carne como tal, sino que consumía un caldo preparado
con esta carne. Como manera adicional de esfuerzo ascético llevaba sobre sus
espaldas un conjunto de cadenas que pesaban alrededor de 8 kilos.
Persecución del Padre Germán.
El monje del gran hábito Serge Yanovsky escribe: "como
el padre Germán ha revelado que muchos llevaban una vida alcohólica, eran
pecadores de una manera asquerosa y oprimían a los aleutas, se hizo de muchos
enemigos y se atrajo muchos desacuerdos y calumnias. Él sufrió todo eso y cargó
con su pesada cruz en silencio... Debo confesar que yo mismo escuché tales
historias calumniosas sobre el padre Germán que yo había comenzado a responder
por escrito en San Petersburgo, aún antes de haberlo conocido.
"Me han contado que él estimulaba a los aleutas a
montar una rebelión contra las autoridades de aquel lugar (Kodiak), pero al año
siguiente 1819, yo partí en barco para hacer una gira de inspección de todas
las colonias y en noviembre llegué a la isla de Kodiak. El padre Germán vino
inmediatamente a verme y me explicó las condiciones locales de vida, la gran
pobreza de los aleutas, en qué necesidad se encontraban, y de cuántas maneras
eran oprimidos y me pidió que los protegiera. Yo prometí pasar revista de todo
aquello y hacer lo que pudiera...
Cruz y collar de San Germán |
"Después de mi período de servicio, el padre Germán fue
sometido a grandes presiones y persecuciones para llevar su cruz hasta el fin.
En mi carta yo supe por otras fuentes que después de mi partida un presbítero
llegó de Irkoutsk, provisto de poderes de gran envergadura para el obispo. El
presbítero envío devuelta al hiero monje Joasaph a Irkoutsk; el hiero diácono
ya estaba muerto. Él hostigó al padre Germán, hizo un inventario y tomó todo lo
que él tenía, que llegaba a la suma de 8.000 rublos papel. Este dinero y otros
artículos habían sido juntados para la construcción de una nueva iglesia, para
reemplazar enteramente la vieja estructura deteriorada. El mismo me había dicho
cómo hacía esta colecta pero otras personas lo veían como la "fortuna
personal" del padre Germán, sin embargo eso no había sido el caso. Es
verdad que él jamás se rehusaba a aceptar ofrendas ya fuera en alimentos, en
dinero, o en otros artículos, pero él daba muchas cosas a aquellos que no
tenían nada, mientras que el dinero era dejado de lado para la reconstrucción
del monasterio.
Carta escrita por San Germán de Alaska |
"Él mismo no llevaba camisa sino siempre la misma piel
de reno –kuchianka- una especie de camisa, que como él mismo se lo había
contado, no se había sacado, ni cambiado desde hacía ocho años. En consecuencia
la piel ya estaba carcomida y se había vuelto extraña, la piel misma estaba
manchada. Para completar él llevaba unas bragas o pantalones, bashmaks o
calzados, una sotana, un antiguo raison desgastado y una capa remendada y
zurcida en varios lugares y un klobouk. Vestido con estos ropajes ¡venía a
verme con cualquier tiempo que hiciera, lluvia, ventisca, tormenta o frío!
¡Esto es lo que el amor cristiano quiere decir, tan diferente del terrestre! ¿Qué
esperaba él de mí, qué buscaba él? ¡Él deseaba solamente salvar el alma de una
persona en el error! ¡Que el Señor se acuerde de él en su Reino y quiera
que él entre en la gloria del Señor!
"Así entonces el presbítero Irkoutsk era duro y grosero
con él de muchas manera y también quería enviarlo devuelta a Irkoutsk, pero mi
sucesor no lo dejó hacer esto y protegió al staretz." (Extraído de una
carta de Yanovsky al padre Superior Damaceno de Valaam, 22 de noviembre de
1865).
Monasterio de Sarov. |
"Los directores anteriores de la colonia, los señores
Chitiakov y Mouraviov, remaron varias veces hasta la isla de los abetos en
canoa durante la noche, para no ser visto por la gente, acompañados por el
administrador anterior de Kodiak, Nikiforov y el padre Frumenty. Desembarcaron
en la isla de los abetos en un lugar en donde no serían notados y se
escondieron en el bosque como si realizaran una emboscada y se quedaron a
vigilar lo que hacía el padre Germán. Como no debían ser notados, ellos
volvieron tranquilamente aquella misma noche, sin haber visto nada prejuicioso,
de manera tal que no pudieron oscurecer ni calumniar al staretz.
"En 1825 cuando el presbítero Frumenty Mordovsky llegó
a Kodiak, ¡por qué causa o razón no lo sé, él fue a la isla de los abetos y se
puso a preguntar (así lo dicen todavía hoy en día) sobre la manera en que vivía
el padre Germán! Junto con él se encontraba el Administrador Nikiforov y
empleados rusos de la compañía. Como no encontraron nada de valor entre sus
bienes, uno de los rusos, Ponomarkov tomó un hacha y se puso a arrancar los
listones del piso, (sin duda con permiso de sus superiores). Entonces parece
que el padre Germán dijo con un suspiro y con espíritu de resignación:
"¿Oh desgraciado, tu no deberías haber tomado esta hacha?" Él predijo
que perdería su vida por medio de tal arma. Y así, poco tiempo después, hizo
falta gente para cumplir una tarea, por temor de que Nikolaïevsk y algunos
empleados rusos, fueran enviados desde Kodiak y junto con ellos, Ponomarkov.
Allí poco tiempo después, un Kenaï, cortó la cabeza del hombre mientras dormía.
De esta manera se cumplió la profecía del staretz ofendido." (Extraído de
las palabras de Constantin Larionov, Sitka, Alaska, 21 de mayo de 1867)
Simeón Ivanovich Yanovsky (†1876), gobernador de las colonias de Alaska |
Los carismas del padre Germán.
Se sabe que el padre Germán tenía a veces la capacidad de
discernir el porvenir y de prever ciertos acontecimientos varios años antes. Un
día un temblor de tierra local había causado un maremoto. La inundación
amenazaba con devastar la isla y los aleutas vinieron a pedir ayuda al padre
Germán. Él tomó el icono de la Theotokos que estaba en el orfanato, fue a la
playa, ubicó el icono en la arena y celebró un oficio de plegaria.
Inmediatamente el padre Germán dijo a la gente que no debían temer, el agua no
sobrepasaría el nivel donde el icono había sido ubicado. Y así sucedió.
El padre Germán amaba mucho a los niños. Los tomaba en sus
brazos y los reconfortaba, pasaba mucho tiempo entre los jóvenes, les contaba
historias y les hablaba del Señor. Tenía él habito de tener galletitas que el
mismo hacía para ellos. Bien entendido ellos venían a menudo a buscarlo porque
adoraban a su padre bienamado.
En 1818 un barco proveniente de los Estados Unidos trajo una
enfermedad fatal a los autóctonos de Kodiak (se cree que era la peste). Los
síntomas comenzaban por fiebre, luego un gran resfrió, respiración difícil, el
aliento corto, ahogos y finalmente escalofríos. El enfermo moría habitualmente
después de tres días de sufrimiento. Esta epidemia se expandió a las otras
islas de la región. Centenares de aleutas perecieron en estas circunstancias.
Como no había medicinas en la isla, el padre Germán permaneció constantemente
con ellos cuidándolos, reconfortándolos y rogando por ellos. La epidemia duró
alrededor de 1 mes. Cuando se terminó, el padre Germán, condujo a los huérfanos
con él a la isla de los abetos donde les construyó una escuela y un orfanato.
De la misma manera él construyó una pequeña capilla y los habitantes de la
isla se reunían ahí con él para la plegaria.
Peregrinos en la fuente de "agiasma" (agua bendita) de San Germán |
Un barco de San Petersburgo llegó a la costa de Kodiak en
1818. El capitán Vassili Golovnine había sido enviado por el gobierno para
proceder a la inspección de las colonias de la Compañía Rusa de América. El
padre Germán fue invitado a bordo para una visita. El capitán era un caballero
inteligente y bien educado. Esa noche él fue rodeado de varios de los mejores
oficiales de la marina imperial. Así se presentó este pequeño viejito delgado y
sin pretensiones, con sus vestimentas desgastadas, en medio de este lujo
intimidante.
Durante esa noche, en el curso de la conversación, el
anciano que poseía una inteligencia natural y mucho sentido común, a pesar de
su educación limitada, les preguntó a los miembros de la tripulación que era
aquello que les daba la mayor felicidad. Algunos desearon la riqueza, otros una
posición elevada en la marina imperial, otros quería una linda mujer, etc.,
"¿qué hay mejor, más elevado, más digno de amor y más espléndido que
nuestro Señor Jesucristo, que ha creado el mundo, que lo embellece, que da la
vida, la nutre y ama todas las cosas, que es Él mismo amor? ¿No deberíamos amar
a Dios por encima de todas las cosas? ¿Desearlo y buscarlo?" Alguien
respondió: "Pero es evidente, ¿cómo podemos no amar a Dios?" Él
respondió: "Yo que soy un pobre pecador hace más de cuarenta años que
intento aprender cómo amar a Dios y todavía no puedo decir que lo amo como
debería. Cuando amamos a alguien nos acordamos siempre de esta persona,
intentamos continuamente complacerla. Estamos preocupados por esta persona día
y noche. Nuestro espíritu y nuestro corazón están ocupados con el objeto de
nuestro amor. ¿De qué manera aman ustedes a Dios? ¿Se vuelven a menudo
hacia Él? ¿Se acuerdan siempre de Él? ¿Le piden sin cesar y guardan sus
mandamientos?" La tripulación admitió que no lo hacían. "Entonces,
para nuestro bien y nuestra felicidad, hagamos todos este voto: al menos a
partir de hoy, de esta hora, de este minuto mismo, esforcémonos por amar a
Dios por encima de todo y de cumplir sus enseñanzas."
Icono Ortodoxo Ruso de San Germán de Alaska |
¡Qué inteligente y
soberbia conversación condujo en sociedad el padre Germán, sin ninguna duda
esta discusión ha debido inscribirse en el corazón de sus oyentes por el resto
de sus vidas!
En 1819, 25 años después de los inicios de la misión de
Kodiak, solamente 3 de los miembros del equipo misionero original vivían
entonces en la región. Todos los otros monjes habían perecido o habían vuelto a
Rusia. Los misioneros que quedaban eran el Padre Germán, en la isla de los
abetos, el Padre Atanasio en la isla Afognak y el Padre Joasaph en Kodiak.
En el anochecer de la vida.
"Los ojos terrestres del staretz se habían vueltos
ciegos unos 7 años antes de su muerte. Cuando estuvo cerca de su final le dijo
a su discípulo Gerassime: "Ve y llama a las niñas que están allí,"
queriendo significar a los niños espirituales. Comenzó por decirle a Sophia que
ella debería continuar viviendo en la isla de los abetos y que cuando ella
muriera, debería ser enterrada a sus pies. Instruyó a varios de los otros
jóvenes para que tomaran marido y ordenó también a su hijo espiritual Gerassime
que se casara y siguiera viviendo en la isla de los abetos. Le entregó sus
libros para que lo conservara diciéndole: "cuando yo muera, mata al buey,
pues sus trabajos para mí ya han sido realizados." "Tal vez
deberíamos decir más sobre este animal. Cuando los pobladores llegaron a la
isla de los abetos, le habían regalado al staretz un ternero y el staretz lo
crió y alimentó. Cuando el anciano murió, los otros no quisieron matar a este
buey y al día siguiente el animal se abalanzó contra un árbol y murió."
(Relato del peregrino Lazaver sobre la vida del monje Germán, octubre de 1864)
El Padre Germán dijo a sus fieles bienamados que no
habría presbíteros cerca para celebrar sus funerales cuando él pereciera. Las
personas deberían enterrarlo ellas mismas. Él deseaba ser puesto directamente
en tierra, cerca de su compañero, el misionero Padre Joasaph.
San Germán de Alaska |
"Entiérrenme
ustedes mismos y no esperen al presbítero. No laven mi cuerpo. Ubíquenlo sobre
una tabla, junten mis manos sobre mi pecho, envuélvanme sobre mi raison y
cubran mi rostro. Pongan mi koublou sobre mi cabeza. Si alguien desea
hacerme una despedida, déjenlo abrazar la cruz que llevo conmigo. No
muestren mi rostro a nadie."
El staretz dijo: "cuando yo muera, no lo comenten en el
puerto, sino que entiérrenme ustedes mismos cerca del Padre Joasaf."
Luego, continuó: "prendan una lámpara delante de los iconos y dejen que mi
alumno Gerassim lea los Hechos de los Apóstoles. Después de algunas lecciones
de este santo libro el rostro del Anciano se iluminó y dijo: "Alabado seas
tú, oh Señor." Entonces ordenó que apagaran las lámparas y les dijo que el
Señor le había ofrecido una semana de vida de más. Transcurrida una semana, el
staretz ordenó, como había hecho antes, que prendieran las lámparas y que
Gerassim leyera los Hechos. Luego de un corto instante inclinó la cabeza sobre
el pecho de Gerassim, su rostro se puso de pronto a brillar y su celda se llenó
de pronto de un perfume divino y ellos supieron que el staretz estaba muerto.
Su discípulo no osó no informar a las autoridades del puerto la muerte del
staretz, porque todos lo amaban. En respuesta a esta novedad, él recibió
instrucción de no proceder al entierro sino de esperar a que un presbítero
viniera y trajera un ataúd. Tan pronto como estuvo previsto el ataúd, el tiempo
se arruinó y sopló un viento tan fuerte que no fue posible que el presbítero
desembarcara y el cuerpo del staretz permaneció así durante doce días. Gerassim
y los otros discípulos resolvieron enterrar al staretz y ni bien ubicaron el cuerpo
en la tierra, el tiempo se volvió calmo y claro. En ese momento el presbítero
llegó con el ataúd pero decidió no exhumar el cuerpo ya que era evidente que
había complacido a Dios y al staretz que fuera enterrado de ese modo. (Relato
del peregrino Lazarev respecto de la vida del monje Germán, octubre 1864)
"Durante nuestra permanencia en el pueblo de Katani, en
la isla de Afognak, una noche pudimos ver una columna brillante de luz poco
habitual, que se elevaba en los aires por encima de la isla de los abetos,
mientras que los hombres mayores experimentados y el marido de Anna y el
criollo Gerassim Vologdine dijeron: "parece que el padre Germán los
ha dejado" y se pusieron inmediatamente a rogar a Dios. Cuando ellos
supieron la muerte del padre Germán se dieron cuenta que ello había sucedido la
misma noche de la visión.
"He oído hablar de eso por diversas fuentes, de gente
que lo vio de diferentes lugares, y otros que lo vieron cuando ellos estaban en
el mar en una canoa. Desde entonces la misma noche en otros poblados y también
en Afognak, un cuerpo fue visto en el cielo bajo las nubes por encima de la
isla de los abetos." (Extraído de las notas de Konstantin Larionov, Stika,
Alaska, 21 de mayo de 1867)
El padre Germán durmió en el Señor el 13 de diciembre de
1837, a la edad de alrededor 80 años.
Glorificación de San Germán de
Alaska.
Casi inmediatamente los fieles del lugar consideraron al
anciano como un santo. Él era continuamente conmemorado en Alaska y luego en
Finlandia y en Rusia. Mas tarde la devoción al padre Germán se expandió entre
los ortodoxos a través de América del Norte. Varios acontecimientos milagrosos
se produjeron a través del mundo gracias a su intercesión.
En marzo de 1969, el santo sínodo de la iglesia Rusa
Ortodoxa Griega Católica en América (pronto obtendría la autocefalía y sería
llamada la Iglesia Ortodoxa en América) se reunió y proclamó que el padre
Germán sería glorificado como un santo por haber obrado fielmente "en el
trabajo espiritual del servicio apostólico entre los autóctonos que él iluminó
con la luz de la verdad del evangelio." Los obispos prosiguieron:
"Aquellos y aquellas que lo han visto una vez, que han tenido un contacto
con él no pueden olvidarlo. Los jerarcas lo conmemoran, los presbíteros y los
creyentes de América lo conmemoran actualmente como un intercesor ante
Dios." El 7 de agosto de 1970 obispos, presbíteros y fieles provenientes
de toda la ortodoxia se reunieron durante 3 días en la Iglesia de la
Resurrección de Kodiak donde las reliquias del anciano estaban expuestas y
entablaron el proceso de su glorificación, que terminó con la Divina Liturgia y
los últimos actos de la canonización el 9 de agosto. San Germán anciano y
taumaturgo de Alaska, se volvió el primer santo glorificado del primer mundo.
Extractos de las cartas de San
Germán.
El camino de un cristiano
Sin elevarme al rango de profesor cumplo sin embargo mi
deber y mis obligaciones como un servidor obediente para el beneficio de mi
vecino, hablaré de mi pensamiento fundamental sobre los mandamientos de las
santas escrituras a aquellos que tienen sed y buscan su patria eterna en los
cielos.
Un verdadero cristiano está echo de fe y de amor hacia
Cristo. Nuestros pecados no son ningún obstáculo a nuestro cristianismo según
la palabra del propio salvador. El se digno decir: "no son los justos a
los que vine a llamar a la salvación sino a los pecadores; hay más alegría en
el cielo por uno que se arrepiente que por 99 justos." De la misma manera
respecto de la mujer pecadora que tocó su pie él se digno decir a Simón, el
fariseo: "A aquel que tiene amor una gran deuda le es perdonada pero
a aquel que no tiene amor se le pedirá cuenta aún por una pequeña deuda."
Según estos juicios un cristiano debería llenarse de esperanza y gozo y no
aceptar la menor desesperanza. Allí es donde necesitamos el escudo de la fe.
El pecado para aquel que ama a Dios no es otra cosa que una
flecha del enemigo en la batalla. El verdadero cristiano es un combatiente que
por medio de combates se abre paso a través de los regimientos del enemigo
invisible hasta su morada eterna en los cielos. Según la palabra del apóstol
nuestra patria está en los cielos; y respecto del combatiente dice:
"nuestro combate no nos opone a la carne ni a la sangre sino a los
Principados y a las Potencias, a los Soberanos de las tinieblas de este siglo,
a los espíritus de la vileza bajo los cielos" (Ef. 6:12)
Los vanos deseos de este mundo nos separan de nuestra patria; el amor por ellos y el hábito de ellos revisten nuestra alma con una especie de horrorosa vestimenta. Esto es llamado por los apóstoles "el hombre exterior." Viajando por el camino de esta vía y recurriendo a Dios para que nos ayude debemos desvestirnos de esta odiosa vestimenta y vestirnos con nuevos deseos, con un nuevo amor por la época por venir y en consecuencia adquirir el conocimiento de nuestro grado de proximidad o de lejanía respecto de nuestra patria celeste. Pero no se puede hacerlo rápidamente; más bien hay que seguir el ejemplo de los enfermos que al desear la salud no cesan de buscar los medios para curarse. (Carta de San Germán, 20 de junio de 1820)
La providencia de Dios
Un terrible accidente tiene el poder de despertar nuestra
conciencia a la existencia de las calamidades y a los diversos peligros que nos
rodean y de los cuales la providencia de Dios nos preserva. Al mismo tiempo eso
nos convence de reconocer nuestra propia debilidad e imperfecciones y de buscar
la protección del Padre y su defensa más poderosa que nos confirma la sabiduría
y el Verbo de Dios, el cual descendió de lo alto por la voluntad de nuestro
Padre celestial bajo un manto de carne como la nuestra, tejido por la Potencia
Divina en la más pura Virgen para nuestra salvación. Él se hizo hombre y se
dignó enseñarnos a rogar para que no seamos conducidos a la tentación. Eso nos
recuerda a qué Padre le debemos nuestra existencia, esto a su vez debería
hacernos buscar nuestra patria celeste y nuestra herencia eterna. (Carta de San
Germán a Baranov, 1809)
Santas Reliquias de San Germán de Alaska, Iglesia de la Santa Resurrección, Kodiak, Alaska. |
El combate espiritual
No es en medio de las olas de la tormenta del mar que
estamos tambaleantes sino en este mundo seductor muy agitado, sufriente y
errante según la palabra del apóstol. Aunque no tengamos tanta gracia como los
apóstoles, podemos luchar contra los mismos Principados y Potencias, contra los
Soberanos de las tinieblas de nuestro tiempo, contra los espíritus del mal bajo
los cielos, que se esfuerzan por interceptar, retener e impedir a todos los
viajeros en la ruta hacia su patria celeste; porque según la palabra de San
Pedro, "nuestro Adversario, el Diablo, ruge como un león rugiente buscando
a quien devorar" (1 P 5:8); y por esta razón nosotros que somos débiles e
imperfectos tenemos ciertamente mucha necesidad de buscar ayuda en las
plegarias de los unos y de los otros.
Apolitiquio tono grave (Fuente)
Alegre Estrella del Norte de la Iglesia de Cristo, guiando a
todas las personas al Reino Celestial; maestro y apóstol de la Verdadera Fe;
intercesor y defensor de los oprimidos; orgullo de la Iglesia Ortodoxa en
América: Bendito Padre Germán de Alaska, reza a nuestro Señor Jesucristo, por
la salvación de nuestras almas.
Otro apolitiquio tono 4º
Oh bendito Padre Germán de Alaska, estrella del norte de la
Santa Iglesia de Cristo, la luz de tu vida santa y tus grandes obras, guía a
los que siguen el camino Ortodoxo. Juntos levantamos la Santa Cruz que
plantaste firmemente en América. Que todos contemplen y glorifiquen a
Jesucristo, cantando su santa resurrección.
Condaquio tono 3º
La luz eterna de Cristo nuestro Salvador te guió, bendito
Padre Germán, en tu viaje evangélico a América para proclamar el Evangelio de
la paz. Ahora estas ante el trono de gloria; intercede por tu tierra y su
gente: paz para el mundo y salvación para nuestras almas.
Fuentes consultadas: saint.gr, oodegr.com, synaxarion.gr, oca.org, pravoslavie.ru, christthesavioroca.org