sábado, 9 de marzo de 2024

Sábado de los Difuntos (1º)

"Designa un lugar en las tiendas de tu justicia para las almas de aquellos que han partido antes que nosotros, oh Cristo nuestro Señor, y ten misericordia de nosotros, porque Tú solo eres inmortal. Amén".

Es un tipo de fiesta que tiene como base la Pascua,
celebrándose cada año 57 días antes y 48 días después de la misma. El primero se realiza el sábado* anterior al Domingo del comienzo de ayuno de carnes (del gr. "απὀκρεο", [apócreo]), que es el tercer Domingo del Triodio. El segundo se realiza el sábado anterior al Domingo de Pentecostés.
Se llama "Sábado de las Almas" (del gr. "Ψυχοσάββατο", [Psijosábato], Sábado (
del gr. "σάββατον", [sábbaton], y este del hebreo "יום השבת" [shabat], ‘reposo’, ‘día de reposo’, que deriva del verbo "shâbath": ‘cesar (de trabajar): descansar de las psiques o de las almas). En Occidente Sábado de o por los Difuntos. 
La razón establecida por la Iglesia, a pesar de que todos los sábados están dedicados a los difuntos, es: 
 
 





 
 
 
Debido a que muchos, cada cierto tiempo, morían jóvenes en un país extranjero, o en el mar, o en las montañas y los precipicios, o algunos debido a la pobreza, no tuvieron la oportunidad de recibir el funeral apropiado con sus correspondientes oraciones, los Padres establecieron que se diesen limosas y se celebre por ellos la Divina Liturgia pidiendo a Dios por el perdón de los pecados de aquellos que ya no pueden rogar por si mismos tal y como nos lo dice San Dionisio Areopagita, recibiendo él la tradición de los Apóstoles Bienaventurados.
De que todos los difuntos reciben el beneficio infinito de la oración tenemos constancia por diversas fuentes, pero sobre todo por un hecho ocurrido en vida de San Macario de Egipto que tenía costumbre de rezar por todos los difuntos. 
 
 





 
Pedía a Dios que le revelase si producía algún fruto su oración y un día mientras andaba por el desierto encontró el cráneo resecada de un pagano. Le preguntó al cráneo si recibían las almas algún consuelo y el cráneo le respondió: “Padre, cuando ruegas por los difuntos, recibimos un gran consuelo”. La emperatriz Teodora, por las oraciones de muchos Padres y Confesores, libró del infierno al impío Teofilo. San Gregorio el Teólogo, en su oración fúnebre por su hermano Cesáreo afirmó que las suplicas por los difuntos son beneficiosas para ellos. San Juan Crisóstomo dice: 
 
 




 
“Vamos a darles a los difuntos toda la ayuda que podamos: limosnas y ofrendas en la Iglesia en su nombre, porque esto les proporciona grandes beneficios. De hecho estas prácticas se han transmitido a la Santa Iglesia de Dios por los Sapientísimos Apóstoles y el Sacerdote ha de recordar a los que han muerto en los divinos misterios .








Fuente: saint.gr, fatheralexander.com, parroquiaortodoxadealicante.blogspot.gr