Versos:
"En un viento recio Cristo distribuye el Espíritu Divino, en forma de lenguas de fuego a los Apóstoles".
Celebramos hoy esta Fiesta del Santo Pentecostés en conmemoración de la venida del Espíritu Santo al mundo, que tuvo lugar cincuenta días después de la Resurrección de entre los muertos de nuestro Señor Jesucristo.
Hemos recibido esta Fiesta de la Biblia Hebrea; porque, así como los hebreos celebran su propio Pentecostés, honrando el número siete, y porque recibieron la Ley cincuenta días después de la Pascua, así también nosotros, celebrando cincuenta días después de la Pascua, recibimos, en lugar de la Ley, el Santísimo Espíritu, que nos das leyes, nos guía a toda verdad, y decreta lo que agrada a Dios.
Debe saberse que entre los hebreos había tres grandes Fiestas: Pascua, Pentecostés y la de los Tabernáculos. Observaban la Pascua en conmemoración de su liberación de Egipto y su paso por el Mar Rojo; porque “Pascha”, en el idioma hebreo, significa “pasaje”. Esta Fiesta significa nuestro propio paso y regreso de las tinieblas del pecado al Paraíso.
Celebraban Pentecostés en conmemoración de las penalidades que sufrieron en el desierto, donde recibieron la Ley, y de la forma en que fueron llevados a través de muchas aflicciones a la Tierra Prometida, pues fue entonces cuando disfrutaban de la fruta, del trigo y del vino. También significa las penalidades que sufrimos por la incredulidad y nuestra entrada en la Iglesia; porque entonces es que participamos del Cuerpo y la Sangre del Maestro.
La tercera Fiesta es la de los Tabernáculos, celebrada después de la recolección de los frutos, es decir, cinco meses después de la Fiesta de la Pascua. Esta Fiesta se celebraba en memoria del día en que Moisés construyó por primera vez el Tabernáculo que vio en el Monte Sinaí en la nube y que fue construido por el arquitecto Beseleel. Construyendo ellos mismos tabernáculos, los hebreos celebrarían la misma fiesta: viviendo en los campos y dando gracias a Dios, recogerían los frutos de su trabajo.
Esta Fiesta es un tipo de nuestra resurrección de entre los muertos, cuando, después de que nuestros tabernáculos corporales hayan sido disueltos y reconstituidos, disfrutaremos los frutos de nuestro trabajo, celebrando la fiesta en los tabernáculos eternos.
Es de saber que en este mismo día de Pentecostés que estamos celebrando, el Espíritu Santo descendió sobre los Discípulos. Ya que los Santos Padres decidieron dividir la Fiesta por la majestad del Santísimo Espíritu Creador de Vida, por ser Uno de la Trinidad Santa y Creadora de Vida, hablaremos mañana de la Bajada del Espíritu Santo.
Por las intercesiones de tus Santos Apóstoles, oh Cristo Dios nuestro, ten piedad de nosotros. Amén.
Pentecostés, nacimiento de una comunión ininterrumpida del Espíritu Santo .
Después de la Ascensión del Señor a los cielos, los Apóstoles y el resto de sus discípulos, así como las mujeres que desde el principio le habían seguido y la Santa Virgen María su Madre, unas 120 personas en total, volvieron al Monte de los Olivos en Jerusalén.
Allí, entrando a la sala situada en la parte superior de la casa donde acostumbraban a reunirse, esperaron en oración la implantación del Espíritu Santo, según la promesa del Salvador Cristo. Mientrastanto, eligieron a Matías, sumándolo a los once Apóstoles. Entonces, repletos del Espíritu Santo, comenzaron a predicar y a invitar a la gente a ser bautizados y recibir la gracia del Espíritu Santo.
Allí, entrando a la sala situada en la parte superior de la casa donde acostumbraban a reunirse, esperaron en oración la implantación del Espíritu Santo, según la promesa del Salvador Cristo. Mientrastanto, eligieron a Matías, sumándolo a los once Apóstoles. Entonces, repletos del Espíritu Santo, comenzaron a predicar y a invitar a la gente a ser bautizados y recibir la gracia del Espíritu Santo.
Todo lo que habían escuchado y vivido cerca de Cristo y no lo habían hasta entonces entendido, ahora en el Espíritu Santo lo comprendieron y transmitieron al pueblo.
Ahora conocían cuál era la perspectiva de la nueva vida y a dónde deben conducir a la gente, por esto los primeros tres mil en ser bautizados, fueron llevados a la Cena de la Vida, a la Mesa de la Divina Eucaristía, que de allí en adelante sería la Iglesia como constitución del cuerpo de Cristo, se alimentará del Cuerpo y la Sangre del Señor, y participará así en la vida eterna del Reino de Dios.
Ahora conocían cuál era la perspectiva de la nueva vida y a dónde deben conducir a la gente, por esto los primeros tres mil en ser bautizados, fueron llevados a la Cena de la Vida, a la Mesa de la Divina Eucaristía, que de allí en adelante sería la Iglesia como constitución del cuerpo de Cristo, se alimentará del Cuerpo y la Sangre del Señor, y participará así en la vida eterna del Reino de Dios.
Con Pentecostés, no nació la Iglesia como una institución privada, sino como una presencia continua de la gracia del Espíritu Santo, y por eso Pentecostés no es un evento que sucedió una vez en un determinado momento, sino que es la vida de la Iglesia, como una comunión ininterrumpida del Espíritu Santo .
El Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia.
La visión correcta de la Iglesia distingue entre la Iglesia combatiente y la Iglesia triunfante. La Iglesia es combatiente en tanto que lucha contra la maldad por el reino del bien, y es triunfante en el cielo, allí donde moran los coros de los justos que han luchado y se han hecho perfectos en la fe en Dios y en la virtud.
La Iglesia (San Nectario de Egina)
El término “Iglesia”, según la mirada ortodoxa estricta, tiene dos significados: uno de ellos expresa su carácter doctrinal y religioso, es decir, su esencia interior, personal y espiritual, y el otro expresa su carácter externo. Así, según la confesión ortodoxa, la Iglesia es definida de una forma doble: como institución religiosa y como comunidad religiosa (koinonia).
La definición de la Iglesia como institución religiosa puede ser formulada así: la Iglesia es una institución religiosa divina del Nuevo Testamento, fundada por nuestro Salvador Jesucristo, por la economía de su Encarnación, establecida sobre la fe en Él y la verdadera confesión, e inaugurada el día de Pentecostés por el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos y apóstoles de Cristo el Salvador, que los hizo instrumentos de la gracia divina para la perpetuación de su trabajo redentor.
En esta institución está confiada la totalidad de las verdades reveladas; en el interior de ella obra la gracia divina por los Misterios (sacramentos); en ella son regenerados los que, con fe, se acercan a Cristo; en ella son preservadas la enseñanza y la tradición apostólica escrita y no escrita.
La definición de la Iglesia como comunidad religiosa puede ser formulada así: la Iglesia es una sociedad de hombres unidos en la unidad del Espíritu, con el lazo de la paz.
En un sentido cristiano más amplio, la Iglesia es la comunidad de todos los seres racionales y libres que creen en el Salvador y que comprende a los ángeles. Esta comunidad, como lo dice el apóstol Pablo, es el cuerpo de Cristo, la plenitud del que lo llena todo en todos (Efesios 1:10,20-23);
esta comunidad incluye igualmente a los que han creído en Cristo antes de su venida y que constituyeron la Iglesia del Antiguo Testamento. Esta Iglesia fue guiada, durante el período de los patriarcas, por las promesas y la fe basadas en la revelación, y durante el período de Moisés y de los profetas, por la ley y las profecías.
La Renovación del Universo
“La creación será librada de la servidumbre de corrupción” (Romanos 8:21).
“Pero nosotros, los piadosos, clamamos a Ti, oh Consolador, de una manera inspirada por Dios: ‘Bendito eres, oh Renovador del universo’”1.
La Gran Fiesta de Pentecostés, nos brinda la oportunidad de profundizar en lo que es también un gran Misterio de los últimos tiempos: la renovación del universo.
La Iglesia fue engendrada en la tierra por el Espíritu Santo con el propósito de transformar la tierra en Iglesia, para bautizar la tierra en las aguas de la Encarnación del Verbo y en las llamas de fuego de Pentecostés.
La renovación del universo comenzó con la Encarnación y Pentecostés; la Iglesia del Divino Consolador “es el misterio ontológico más íntimo, la semilla ardiente escondida en las profundidades del mundo, la semilla de su transfiguración escatológica”.
Así como el hombre, el rey de la creación, cayó en corrupción a causa de su desobediencia, así de la misma manera la creación fue “sujeta a la vanidad” y a “la servidumbre de corrupción”, “no voluntariamente, sino por causa de Aquel que la ha sujetado.”2
Al final del mundo sucederá algo análogo: “No sólo resucitarán incorruptos los hombres por el poder del Espíritu Santo, sino también el mundo entero”, es decir, toda la Creación sensible (los cielos, las luminarias, las estrellas y los elementos); y “está destinado a volver a su antiguo estado de incorruptibilidad que tenía antes de que Adán cayera por su desobediencia”3.
Es enseñanza común de los Santos Profetas, Apóstoles y Padres de nuestra Iglesia que la perpetua actividad creadora del Espíritu Santo, que continuamente renueva la tierra y la creación, la liberará definitivamente en los últimos tiempos “de la servidumbre de corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.”4
“Porque habrá un cielo nuevo y una tierra nueva”; “esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según su promesa [de acuerdo con la promesa del Señor], en los cuales mora la justicia [santidad]”; “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera tierra pasaron.”5
Nuestro santo y dador de Dios Padre Simeón el Nuevo Teólogo describe de manera maravillosa en su discurso especial, “Cómo se renovará la creación y se harán nuevos cielos y una nueva tierra, según el Divino Apóstol”, y “Qué será el Resplandor Final de la Creación.”7
Los Santos enfatizan particularmente que la renovación y la incorruptibilidad de la creación dependen directamente del hombre:
“Primero las personas serán renovadas y serán incorruptas por medio de la Resurrección, y luego todos los elementos y la creación. Así como el hombre primero cayó en la corrupción, y luego la creación, a través del hombre, así el hombre debe volver a ser primero incorrupto y luego, a través del hombre, la creación debe volverse incorrupta.”8
Luego, en el fin del mundo, la renovación del universo constituirá una expresión del amor del Padre celestial por sus hijos:
“Así como un padre, en el tiempo de la gloria y el gozo de sus hijos, adorna incluso a sus siervos para la mayor gloria de sus hijos, de la misma manera Dios, en el tiempo de la gloria, el gozo y la incorruptibilidad de nosotros, Sus hijos, adornen también este mundo esclavizado con la hermosura de la incorruptibilidad para nuestra mayor gloria.”9
Después de esta admirable renovación y del justo juicio, nuestro ansiado y dulcísimo Maestro Jesucristo otorgará a los Justos —según el mérito y el resplandor de las obras de cada uno— la morada adecuada en el único Reino de los Cielos para todos.
Allí, en la Gloria del Reino, todos verán a Cristo, “Quien estará presente con cada uno, y cada uno estará con Él; y El estará resplandeciendo en cada uno, y cada uno estará resplandeciendo en El; y ¡ay de aquellos que entonces se encuentren fuera de Su Casa!”10
Oh Divino Consolador, renovador de nuestra naturaleza pecaminosa y del mundo, “ven y habita en nosotros” permanentemente, líbranos de la esclavitud de la corrupción, límpianos en las llamas de Pentecostés de los Misterios de la Iglesia, y concédenos el resplandor escatológico!
“Pero nosotros, los piadosos, clamamos a Ti de una manera inspirada por Dios: ¡Bendito eres Tú, oh Renovador del universo!”1
NOTAS
1. Canon yámbico de Pentecostés, Séptima Oda, Troparion 1.
2. Romanos 8:20, 21.
3. San Nicodemo el hagiorita, Nea Klimax [La nueva escalera], págs. 55, 56.
4. Romanos 8:21.
5. Isaías 65:17; cf. Isaías 66:22; II San Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1.
6. Discurso ético I, §§4, 5.
7. San Nicodemo el Hagiorita, sobre II San Pedro 3:10. Cf. San Juan Crisóstomo, Homilía 14 sobre la Epístola a los Romanos, §5, Patrologia Græca, vol. LX, col. 530.
8. San Nicodemo el Hagiorita, sobre II San Pedro 3:13.
9. Ver nota 6.
10. Ver nota 1.
La confusión de Babel y la unidad de Pentecostés
Proverbios 14:12 dice: "Hay camino que a los hombres les parece derecho, pero al final lleva a la muerte". Siempre que los seres humanos olvidamos lo limitados que somos y tratamos de tomar la iniciativa en nuestro trato con Dios, lo que inevitablemente sigue es el desastre. Un ejemplo es la historia de la Torre de Babel que nos cuenta Gen 11 donde los seres humanos decidieron construir una torre que llegara al cielo. De esta manera tendrían acceso a Dios cuando quisieran, de esta manera podrían manipular a Dios. Pero en el proceso de construir el puente humano hacia el cielo, Dios vino y confundió sus idiomas. Empezaron a hablar idiomas diferentes, ya no había comunicación, no había más entendimiento entre ellos, y ya no podían trabajar juntos. El resultado fue la proliferación de lenguas y malentendidos humanos.
¿La historia de Babel te recuerda la historia que leímos hoy de los Hechos de los Apóstoles, donde los discípulos de Jesús hablan en otros idiomas? En realidad, las dos historias están relacionadas.
Pero Pentecostés no es una repetición de Babel, Pentecostés es una inversión de Babel, y esto por tres razones:
1. En Babel los seres humanos decidieron construir una torre a Dios por su propio esfuerzo con sus propios métodos; en Pentecostés es ahora Dios quien envía su Espíritu Santo y muestra el camino por el cual los hombres deben volver a unirse con Dios y entre sí a través de la Iglesia. Como proclamó el apóstol Pedro: "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados. Y recibiréis el don del Espíritu Santo. La promesa es para vosotros y para vuestros hijos y por todos los que están lejos, por todos los que el Señor nuestro Dios llamará» (Hch 2, 38-39).
2. El pueblo de Babel trató de hacerse un nombre. No estaban tratando de hacer la voluntad de Dios o glorificar Su nombre. La consecuencia de esto fue que Dios los maldijo confundiendo su lenguaje y frustrando sus esfuerzos. Fueron esparcidos y divididos en previsión de Pentecostés.
3. Babel dividió a la humanidad a través de la confusión de lenguas aunque inicialmente venían unidas con una sola meta y propósito, mientras que Pentecostés unió a la humanidad por el lenguaje común del Espíritu Santo quien es el único que puede traer unidad y entendimiento mutuo a pesar de que la gente venía de muchas tierras y de varias lenguas. Ideológicamente, si personas de diferentes tipos de idiomas, etnias y religiones se unieran por iniciativa propia y se unieran en torno a un objetivo común, sería aclamado como el mayor logro de la humanidad. Pero Dios no piensa como nosotros pensamos ni juzga como nosotros juzgamos. Pentecostés nos muestra que tales ideologías deben estar ausentes de la Iglesia, que está llamada a reunir a todas las personas del mundo en el único Cuerpo de Cristo.
Pentecostés es la fiesta final del gran misterio y dispensación de la encarnación de Dios. En este gran y salvífico día de Pentecostés, los Apóstoles del Salvador, que eran pescadores ignorantes, ahora fueron hechos sabios de repente por el Espíritu Santo, hablando claramente y con autoridad divina las doctrinas celestiales. Se convirtieron en heraldos de la verdad y maestros del mundo entero. En este día fueron ordenados e iniciaron su apostolado, del cual la salvación de aquellas tres mil almas en un día fue la maravillosa primicia.
Ἀπολυτίκιον (Κατέβασμα) Ήχος πλ. δ'.
Εὐλογητὸς εἶ Χριστὲ ὁ Θεὸς ἡμῶν, ὁ πανσόφους, τοὺς ἁλιεῖς ἀναδείξας, καταπέμψας αὐτοῖς τὸ Πνεῦμα τὸ Ἅγιον, καὶ δι' αὐτῶν, τὴν οἰκουμένην σαγηνεύσας· φιλάνθρωπε, δόξα σοι.
Bendito eres, oh Cristo, nuestro Dios, que hiciste manifiesto a los sabios pecadores, enviándoles al Espíritu Santo, y por medio de ellos atrapaste en su redes a todo el universo, oh amante de la humanidad, gloria a Ti.
Κοντάκιον Ἦχος πλ. δ΄.
Ὅτε καταβὰς τὰς γλώσσας συνέχεε, διεμέριζεν ἔθνη ὁ Ὕψιστος· ὅτε τοῦ πυρὸς τὰς γλώσσας διένειμεν, εἰς ἑνότητα πάντας ἐκάλεσε· καὶ συμφώνως δοξάζομεν, τὸ πανάγιον Πνεῦμα.
Kontakion tono 4º
Cuando el Altísimo descendió y confundió las lenguas de los hombres [Babel], dividió a las Naciones. Cuando Él dispensó las Lenguas de Fuego [Pentecostés], llamó a todos a la unidad, y con una sola voz glorificamos al Santísimo Espíritu.
Fuente: saint.gr, archangelicons.com