lunes, 8 de mayo de 2023

Venerable San Arsenio el Grande (+450)

Versos:
"El amado Arsenio vivió desapercibido, su muerte no pasó completamente desapercibida".

Las fuentes fidedignas que permiten conocer la vida de Arsenio se deben a san Teodoro Estudita quien redactó su biografía en el siglo VII. Nació a mediados del siglo IV en Roma y pertenecía a una familia noble y rica, que formaba parte del prestigioso senado. Cuando el emperador Teodosio el Grande buscaba a un hombre a quien confiar la educación de sus hijos, Arcadio y Honorioel Papa Inocencio y el rey Graciano le recomendaron a Arsenio, que, además de haberle nombrado diácono, pensó en él como la persona idónea para asumir la responsabilidad, un senador tan versado en las ciencias sagradas como en las profanas. 
 
Entonces Arsenio se trasladó a Constantinopla, donde fue recibido con grandes honores -en contra de su voluntad- y se le concedió el título de "patricio" y tutor de los hijos del emperador. Se cuenta que en cierta ocasión Teodosio el Grande fue a ver a sus hijos y sucesores Arcadio y Honorio y los encontró sentados, mientras Arsenio les explicaba las lecciones de pie; al punto ordenó a sus hijos que en adelante escuchasen de pie las lecciones y pidió a Arsenio que tomase asiento. 
 
Pero Arcadio y Honorio no hicieron nunca honor a su tutor, quien, por otra parte, se sentía llamado a retirarse del mundo. Las maquinaciones y la vida disipada que veía a su alrededor de algún modo dejaban su labor de preceptor en mal lugar. Bien pudo pensar que había fracasado en la tarea educativa por cuanto Arcadio y Honorio no habían respondido como cabía esperar. 
 








 
Con su proceder ponían de manifiesto no haber captado el valor de la vida espiritual que quiso transmitirles.
Finalmente, después de haber pasado diez años en la corte, había muerto el emperador y el lugar no le satisfacía. Entonces Arsenio oyó claramente la voz de Dios, que le decía: "Huye de la compañía de los hombres para salvarte."
 
Se dispuso a cumplir a rajatabla esta indicación percibida en su oración. ¿Dónde podía ir? El monacato estaba bien asentado en el desierto, y partió a Egipto para compartir el ideal de los ermitaños que allí moraban. 
 
Arsenio partió, pues, de Constantinopla y se trasladó por mar a Alejandría. Después de la muerte de Teodosio, los monjes con quienes Arsenio vivía se burlaban de él llamándole "el Padre de los Emperadores". Los superiores de los monjes, ante quienes se presentó, le confiaron al cuidado del monje San Juan el Enano (9 de Noviembre). 









Una vez, cuando los monjes se sentaron a comer, éste decidió probarle. Juan el Enano se sentó con ellos, dejando a Arsenio de pie y sin saber qué hacer. 
Tal recepción era un rudo golpe para la vanidad de un antiguo miembro de la corte. 
Pero lo que siguió fue todavía peor: San Juan el Enano, tomando una rebanada de pan, se la arrojó a los pies y le dijo con aire de indiferencia que comiese si tenía hambre. Arsenio se sentó alegremente en el suelo a comer. San Juan quedó tan satisfecho al ver ese gesto, que consideró que no hacía falta probar más a Arsenio antes de recibirle y dijo a los monjes: "Este hombre será un buen fraile." 
 
Por falta de atención, Arsenio conservaba al principio ciertas costumbres cortesanas, como la de sentarse con la pierna cruzada, y sus compañeros veían en ello cierta ligereza o falta de recogimiento. Pero los monjes más antiguos, que tenían gran respeto por Arsenio, no querían humillarle en público, haciéndoselo notar. 











Así pues, se pusieron de acuerdo en que uno de ellos cruzaría la pierna en una reunión y soportaría sin replicar la reprensión de otro. Arsenio comprendió al punto la lección y no volvió a cruzar la pierna.
 
El nuevo monje pasaba el tiempo tejiendo esteras con hojas de palma. En vez de cambiar el agua en la que humedecía las hojas, se contentaba simplemente con añadir más según se iba consumiendo. Algunos monjes preguntaron a Arsenio por qué no tiraba el agua sucia, y el santo respondió: "con el mal olor del agua sucia hago penitencia por haber empleado, en otro tiempo, perfumes lujosos." 

En cierta ocasión, un empleado del emperador llevó a Arsenio el testamento de un senador que le había dejado por heredero de su fortuna. El santo tomó el documento y lo hizo pedazos, a pesar de que el enviado imperial le previno de que ello podría acarrearle dificultades. 











Arsenio se contentó con responder: "Yo morí antes que el senador y, por consiguiente, no puedo ser su heredero."
El santo debía practicar, sin duda, ayunos muy severos, pues, aunque se le daba una ración muy reducida de grano para lodo el año, él se las arreglaba para regalar parte de ella.

Con frecuencia pasaba toda la noche rezando. Su oración era "encendida", hasta el punto de resplandecer como fuego (cosa que se lee de otros santos); un monje le visitó y al mirar a través de la ventana, le vio "como ardiendo". Cuando finalmente llamó a la puerta de la celda, Arsenio abrió, vio al monje confundido y le dijo: "¿No viste nada aquí, no es verdad?", a lo que el otro solo pudo decir: "No".
 
También se dice que todos los sábados, al anochecer, se ponía de pie de espaldas al sol y, para esperar la gloria del domingo, extendía los brazos. Así permanecía toda la noche, hasta que la luz del sol naciente brillaba en su rostro.
Dos de los discípulos de Arsenio vivían cerca de él; se llamaban Alejandro y Zoilo.
 











Algo más tarde, se añadió a estos dos discípulos un tercero llamado Daniel. Los tres se distinguieron por su santidad y sus nombres aparecen con frecuencia en las historias de los padres del desierto de Egipto.
 
San Arsenio admitía rara vez a los visitantes, pues amaba el silencio y velaba para no tener que vulnerarlo. Una de las raras excepciones que hizo con las visitas fue cuando fue a visitarle Teófilo, el obispo de Alejandría, quien expresamente quiso hablar con él para solicitar su consejo pensando especialmente en el grupo de personas que le acompañaban, entre ellas un juez prominente. 
 
El santo les preguntó si estaban dispuestos a seguir sus consejos. Cuando los visitantes le respondieron afirmativamente, Arsenio les dijo: "Bien, entonces os mando que, cuando alguien os pregunte dónde vive Arsenio, no se lo digáis o bien, decidles que se eviten la molestia de ir a visitarle y que le dejen en paz." 
El santo no visitaba nunca a sus hermanos; los veía de cuando en cuando en las conferencias espirituales. 












El abad Marcos le preguntó un día por qué rehuía de esa manera la compañía de sus hermanos. Arsenio replicó: "Dios es testigo de que los amo de todo corazón. Pero, como no puedo estar con Dios y con los hombres al mismo tiempo, prefiero dedicarme a conversar con Dios." Sin embargo, no dejaba por ello de dirigir espiritualmente a sus hermanos, y todavía se conservan algunos de sus dichos. 
 
Con frecuencia decía: "Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado, pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio." 
En cierta ocasión, los monjes le preguntaron por qué pedía consejo a un monje iletrado, puesto que él era tan versado en las ciencias. Arsenio replicó: "Es cierto que conozco un poco de las culturas griega y romana; pero todavía me queda por aprender el "ABC" de la ciencia de los santos, y este monje 'ignorante' lo conoce a la perfección." 










Evagrio del Ponto, que se había retirado al desierto de Nitria en el año 385, después de haberse distinguido en Constantinopla por su saber, preguntó al santo por qué tantos hombres muy versados en las ciencias hacían tan pocos progresos en la virtud, en tanto que algunos egipcios analfabetos alcanzaban un alto grado de contemplación. Arsenio respondió: "Si nosotros no progresamos, es porque nos gloriamos de la vana ciencia que poseemos; en cambio, esos analfabetos egipcios, que conocen perfectamente su debilidad, ceguera e insuficiencia, avanzan en la virtud por el verdadero camino de la humildad."











Sobre las acciones hechas por orgullo, mala costumbre y faltas de humildad, Arsenio tuvo una experiencia interesante. Vio como un hombre transportaba leña de un sitio a otro, pero al quitar del primer montón, se añadía más leña. Vio a otro sacando agua de un lago con una vasija rota y finalmente, a dos que montados a caballo, intentaban pasar una viga de madera en sentido transversal por una puerta. 
No entendiendo la visión, Dios le dijo: "Estos hombres llevan el yugo de Cristo con orgullo y no se humillan para corregirse y recorrer la vía humilde de Cristo. Por eso, permanecerán fuera del Reino de Dios. Todo el mundo debe estar atento a sus acciones, no sea que se esfuerce en vano".
 
En una ocasión, un monje fue a verlo, para preguntarle algo. Cuando se marchó, el monje le pidió perdón por separarlo de su regla o modo de vida. Arsenio le respondió: Mi regla es atenderte y despedirte en paz. 











Se dice que, ante unos monjes que criticaban a algunos que se dormían en la oración, él ponía sus cabezas sobre sus rodillas, y alguna vez se fingió el mismo como dormido, para avergonzar a los que criticaban.
 
Los autores antiguos hablan muy frecuentemente del gran don de lágrimas de San Arsenio, que lloraba sus propios pecados y los del prójimo, particularmente la debilidad de Arcadio y la falta de juicio de Honorio, los hijos del emperador. Los pocos discípulos que tuvo, le veían siempre en compañía de un pañuelo para secar estas lágrimas. 

Como nos describe San Nicodemo del Monte Atos, San Arsenio era "seco de cuerpo y alto de estatura, tenía la barba larga hasta la cintura, su rostro era angelical e infundía respeto, como el Patriarca Jacob".
 
Tenía cuarenta años cuando abandonó la corte y vivió hasta los noventa y cinco en la mayor austeridad. Estuvo cuarenta años en se Skete en el desierto, hasta que la irrupción de los bárbaros le obligó a salir de allí, hacia el año 434. Entonces se retiró a la roca de Troe, que dominaba la ciudad de Menfis y, diez años más tarde, a la isla de Canopo en las costas de Alejandría; pero, no pudiendo soportar la proximidad de dicha ciudad, se retiró a pasar sus últimas horas a Troe.









Sus hermanos, viéndole llorar, le preguntaron: "Padre, ¿por qué lloras? ¿Tienes miedo de morir, como tantos otros?" San Arsenio explicaba que no era tanto el miedo a la muerte como el santo temor que le acompañaba al tener que presentarse ante Dios siendo que se consideraba un pecador.
Sin embargo, Dios le concedió una muerte muy apacible, y el santo pasó al Señor lleno de fe y de la humilde confianza que inspira la caridad perfecta, el año 449 o 450.

Dignos de mencionar son los apotegmas que nos dejó. Primero el motivo y el sentido de su vida, como acostumbraba a recordarse a sí mismo: primero, la "zéosis", (del gr. "θέωσις"), el objetivo de la vida de todo cristiano. Segundo, San Arsenio se consideraba a sí mismo muy pecador, sentía que no había hecho nada bueno en su vida y rogaba a Dios que no le abandonase, y que le hiciese digno de vivir en penitencia. Tercero, todo nuestro estudio ha de estar dirigido al trabajo interior de la oración, limpieza y sobriedad* y sólo para Dios, porque si esto es bien llevado, venceremos nuestras pasiones. A esto último se refería el gran Padre de la Iglesia y Maestro de nuestra Iglesia, San Gregorio Palamás, Arzobispo de Tesalónica. 

Partes de sus reliquias se encuentran en el Santo Monasterio de Kikkos de Chipre.
 
 
Vida y apotegmas del Santo Abba Arsenio el Grande (+ 449)

Arsenio nació en Roma alrededor del año 360. Un hombre bien educado, de rango senatorial, fue designado por el emperador Teodosio I como tutor de los príncipes Arcadio y Honorio. Dejó el palacio en 394 y navegó en secreto a Alejandría. De allí fue a Scetis y se puso bajo la guía de Abba Juan el Enano. Se convirtió en anacoreta cerca de Petra en Scetis. Parece haber tenido solo tres discípulos, Alejandro, Zoilo y Daniel. Era conocido por su austeridad y silencio y esto, combinado con su conocimiento, lo hacía parecer un tanto imponente para los monjes egipcios. Después de la segunda devastación de Seeds en 434 se dirigió a la montaña de Troe (cerca de Menfis) donde murió en 449.

1. Mientras aún vivía en el palacio, Abba Arsenio oró a Dios con estas palabras: 'Señor, guíame por el camino de la salvación'. Y vino una voz que le decía: 'Arsenios, huye de los hombres y serás salvo.'

2. Habiéndose retirado a la vida solitaria, volvió a hacer la misma oración y oyó una voz que le decía: Arsenios, huye, calla, ora siempre, porque éstos son la fuente de la impecabilidad.

3. Aconteció que estando Abba Arsenios sentado en su celda, fue acosado por demonios. Sus sirvientes, a su regreso, se pararon fuera de su celda y lo escucharon orar a Dios con estas palabras: 'Oh Dios, no me dejes. No he hecho nada bueno delante de tus ojos, pero de acuerdo con tu bondad, permíteme ahora hacer un principio de bien.'

4. Se decía de él que, así como nadie en el palacio había usado ropas más espléndidas que él cuando vivía allí, así nadie en la Iglesia usaba ropa tan pobre.

5. Alguien dijo al bienaventurado Arsenio: '¿Cómo es que nosotros, con toda nuestra educación y nuestro amplio conocimiento, no llegamos a ninguna parte, mientras estos campesinos egipcios adquieren tantas virtudes?' Abba Arsenios le dijo: 'De hecho, no obtenemos nada de nuestra educación secular, pero estos campesinos egipcios adquieren las virtudes mediante el trabajo duro'.

6. Un día Abba Arsenios consultó a un anciano monje egipcio sobre sus propios pensamientos. Alguien se dio cuenta de esto y le dijo: Abba Arsenio, ¿cómo es que usted, con tan buena educación en latín y griego, le pregunta a este campesino qué piensa?' Él respondió: 'Ciertamente me han enseñado latín y griego, pero no sé ni siquiera el alfabeto de este campesino'.
 
 
 
 
 

 


7. El Beato Arzobispo Teófilo, acompañado de un magistrado, vino un día a buscar a Abba Arsenios. Interrogó al anciano, para escuchar una palabra de él. Después de un breve silencio, el anciano le respondió: '¿Pondrás en práctica lo que te digo?' Ellos le prometieron esto. 'Si escuchas que Arsenio está en algún lado, no vayas allí'.

8. Otra vez el arzobispo, queriendo venir a verlo, envió a alguien a ver si el anciano lo recibía. Arsenio le dijo: 'Si vienes, te recibiré; pero si te recibo a ti, recibo a todos y por lo tanto ya no viviré más aquí.' Al escuchar eso, el arzobispo dijo: 'Si lo ahuyento yendo a él, no iré más'.

9. Un hermano interrogó a Abba Arsenio para oír una palabra de él y el anciano le dijo: "Esfuérzate con todas tus fuerzas en poner tu actividad interior en armonía con Dios, y vencerás las pasiones exteriores".

10. También dijo: 'Si buscamos a Dios, él se nos mostrará, y si lo guardamos, permanecerá cerca de nosotros.'

11. Alguien dijo a Abba Arsenio: "Mis pensamientos me turban, diciendo: "No puedes ayunar ni trabajar; al menos ve a visitar a los enfermos, que eso también es caridad". ' Pero el anciano, reconociendo las sugerencias de los demonios, le dijo: 'Ve, come, bebe, duerme, no trabajes, solo que no salgas de tu celda'. Porque sabía que la constancia en la celda mantiene al monje en el camino correcto.

12. Abba Arsenios decía que un monje que viaja al extranjero no debe involucrarse en nada; así permanecerá en paz.

13. Abba Mark dijo a Abba Arsenio: '¿Por qué nos evitas?' El anciano le dijo: 'Dios sabe que te amo, pero no puedo vivir con Dios y con los hombres. Los miles y diez mil de las huestes celestiales tienen una sola voluntad, mientras que los hombres tienen muchas. Así que no puedo dejar a Dios para estar con los hombres.'
 
 
 
 

 


14. Abba Daniel decía de Abba Arsenios que se pasaba toda la noche sin dormir, y en la madrugada cuando la naturaleza le obligaba a dormir, le decía al sueño: 'Ven aquí, siervo malvado'. Luego, sentado, le arrebataba un poco de sueño y pronto se despertaba de nuevo.

15. Abba Arsenios decía que una hora de sueño es suficiente para un monje si es un buen luchador.


16. Contaba el anciano que un día alguien repartió unos higos secos en Scetis. Como no valían nada, nadie se lo llevó a Abba Arsenio para no ofenderlo. Al enterarse de ello, el anciano no vino a la sinaxis diciendo: 'Me has echado fuera al no darme una parte de la bendición que Dios había dado a los hermanos y que yo no era digno de recibir'. Todo el mundo se enteró de esto y se edificó por la humildad del anciano. Entonces el sacerdote fue a llevarle los pequeños higos secos y lo llevó a la sinaxis con alegría.

17. Abba Daniel solía decir: 'Él vivió con nosotros muchos años largos y cada año le llevábamos solo una canasta de pan y cuando íbamos a buscarlo al año siguiente comíamos un poco de ese pan.'

18. Se decía del mismo Abba Arsenios que sólo cambiaba el agua de sus palmas una vez al año; el resto del tiempo simplemente le añadía. Un anciano le imploró con estas palabras: '¿Por qué no cambias el agua por estas hojas de palma cuando huele mal?' Él le dijo: 'En lugar de los perfumes y aromáticos que usé en el mundo, debo soportar este mal olor'.

19. Abba Daniel contaba que cuando Abba Arsenios supo que todas las variedades de frutos estaban maduros, decía: 'Tráeme algunos'. Probaría muy poco de cada uno, sólo una vez, dando gracias a Dios.

20. Una vez en Scetis Abba Arsenios estaba enfermo y no tenía ni un trozo de lino. Como no tenía con qué comprar nada, lo recibió por la caridad de otro y dijo: "Te doy gracias, Señor, por haberme tenido por digno de recibir esta caridad en tu nombre".
 
 
 
San Arsenio el Grande como modelo para nuestras vidas

Por el Protopresbítero P. Jorge Papavarnavas

El venerable Arsenio el Grande nació en la Antigua Roma. Más tarde, invitado por el emperador, como veremos, se dirigió a la Nueva Roma, es decir, a Constantinopla. Finalmente, recaló en el desierto de Alejandría, donde completó su vida terrena.

San Arsenio fue un hombre sabio tanto "según Dios" como "según los hombres". Desde muy joven estudió el conocimiento y la sabiduría humana. Pero a través de la oración, una vida de adoración, el estudio espiritual y la observancia de los mandamientos divinos, experimentó y aprendió el "conocimiento oculto". Tal conocimiento no puede ser entendido por la mente humana, pero es revelado por Dios a un corazón puro. En otras palabras, a través del estudio y de su forma de vida, se nutrió de los misterios del reino de Dios y se mostró como un sabio maestro y un excelente pedagogo. 


 
 

 
 
 
 
Su fama de sabio pedagogo y maestro sobrepasó los límites de su tierra natal, y fue tan grande que obligó al emperador Teodosio el Grande a pasar por alto a todos los grandes pedagogos del Imperio y lo invitó a Constantinopla, a hacerse cargo de la educación de sus dos hijos. Honorio y Arcadio. De hecho, para que Teodosio lograra su propósito, tuvo que pedírselo al rey Gratiano, e incluso recurrió a buscar la ayuda del papa Inocencio.

El Emperador honró y reverenció al Santo, mientras que los gobernantes del Senado real lo consideraron un gran tesoro y una reliquia. Pero él, que nunca amó la gloria humana, quiso partir al desierto para dedicarse a la oración. 
 
 
Con este propósito oró día y noche para que Dios le revelara su voluntad, y recibió su respuesta: "Arsenios, huye y sé salvo". Luego, sin perder tiempo, cambió su ropa por algo más sencillo y partió hacia Scete en Alejandría. Allí fue informado por Dios de ejercer mayor silencio y quietud.

Una vez fue visitado por el arzobispo Theophilos de Alejandría con otros que le pidieron que les diera alguna palabra espiritualmente beneficiosa. Arsenio el Grande les preguntó: "Si les digo una palabra, ¿la aplicarán?" Cuando respondieron "sí", les dijo: "Cuando escuchen que Arsenio está en cierto lugar, no se acerquen a él". Este incidente muestra su gran humildad. Diariamente se aplicaba a sí mismo las siguientes palabras: "Cuando la gente te honre, humíllate aún más".

San Nikodemos el Hagiorita también describe su apariencia externa, diciendo que San Arsenio "tenía el cuerpo marchito y de tamaño largo, con una barba larga que llegaba hasta el vientre, y un rostro angelical y venerado, como el patriarca Jacob". Descansó en una vejez profunda, alrededor de los cien años. Cuando se acercaba el momento de su salida de esta vida temporal, sus discípulos le preguntaron dónde y cómo querían enterrarlo, y el bienaventurado les respondió: "Oh, hijos míos, aten una cuerda a mis pies y arrástrenme hasta el montañas." Esta respuesta también indica su gran humildad, llevándolo al punto de no tener absolutamente ninguna estimación de sí mismo. Pero el Juez justo, que da Su Gracia a los humildes y los glorifica, lo elevó a lo alto y lo mostró verdaderamente grande.

Cabe destacar que nos quedan tres dichos que fueron pronunciados por San Arsenio:

Primero, solía recordarse a sí mismo: "Arsenios, ¿de dónde vienes?" Se instó a no olvidar nunca la razón por la que vivió donde vivía y partió hacia el desierto. Y la razón por la que hizo esto no fue otra que lograr la teosis, que es el propósito de todas nuestras vidas. Esto es algo que nunca debemos olvidar, y debe ser nuestra meta y orientación.

En segundo lugar, rezaba: "Dios mío, no me abandones, porque nunca he hecho nada bueno delante de ti, pero por tu bondad ayúdame a comenzar". En otras palabras, Arsenio se consideraba muy pecador y sentía que nunca había hecho nada bueno en su vida, por lo que le rogó a Dios que no lo abandonara, que lo hiciera digno de comenzar a arrepentirse. Lo mismo sienten todos los santos. Cuanto más se acercaban a Dios, más se reprochaban y se consideraban los peores pecadores.

En tercer lugar, aconseja: "Todos nuestros estudios deben ser para que se realice la obra interior según Dios, para vencer las pasiones externas". San Nikodemos el Hagiorita explica que este trabajo interior es oración y pura vigilancia, y las pasiones exteriores son las pasiones del cuerpo. Es de notar que el consejo anterior de San Arsenio es mencionado muchas veces por el gran Padre y Maestro de nuestra Iglesia, San Gregorio Palamás, Arzobispo de Tesalónica.

Guardemos estas exhortaciones de San Arsenio y tratemos de aplicarlas en nuestra vida, confiando simultáneamente en sus intercesiones agradables a Dios.

Fuente: Ekklesiastiki Paremvasi, "Ὅσιος Ἀρσένιος ὁ Μέγας", mayo de 2001. Traducido al inglés por John Sanidopoulos.


NOTA:

* Del griego "νήψηs", [nipsis], sobriedad espiritual. 
 
 
 

 
 
 

 


Apolitiquio tono plagal del 1º

Apolitiquio tono plagal del 1º 


Has rechazado las delicias fugaces cuando te ordenaron desde el cielo como Abraham, y en tu vida emulaste a los ángeles. Fuiste famoso en sabiduría, palabra y obras. Oh Arsenios portador de Dios, ruega a Cristo nuestro Dios sin cesar que tenga misericordia de nuestras almas.


Condaquio tono 2º

Mientras vivías en la tierra, llevaste la vida de los Ángeles, oh Arsenio portador de Dios, y se te concedió su honor. Ahora que estás con ellos ante el trono de Dios, ora pidiendo perdón para todos.
 
 
 



Fuentes consultadas: saint.gr, diakonima.gr, Sinaxario de San Nicodemo el Athonita de los Doce Meses del Año- vol. II- Ed. Domos 2005. synaxarion.gr, pentapostagma.gr, youtube.com, logosortodoxo.com,mystagogyresourcecenter.com