jueves, 9 de mayo de 2024

El Profeta Isaías

Versos:
"Como engendrado sin impregnación, vio al Hijo de la Madre: El que fue aserrado vio sin principio al Hijo del Padre".
En el noveno Isaías por sus visiones del futuro fue entregado a la sierra.

Cuando tomó lugar la primera de sus visiones –bajo el reinado del Rey Israelita Azarías, alrededor del 737 AC– él estaba completamente aterrorizado. ¿Cómo podría, un simple ser humano, un simple mortal, soportar la visión de una perfección tan Celestial?
Comenzó con la explosión de una luz brillante que inundó completamente el cielo y que amenazaba con quemar los ojos del Gran Profeta Isaías (alrededor del 752-681 a.C.) como queriendo hacerlos saltar de sus órbitas.
 
Nunca antes en su vida este joven había presenciado tal brillantez o tanta gloria. Parpadeando a causa del reflejo luminoso, el -que sería- Profeta, luchó para comprender lo que estaba experimentando. Sentado sobre su trono en una imponente y brillante majestuosidad, el Todopoderoso era circundado por un fuego de Perfección Infinita. Alrededor de la Presencia Sagrada había un grupo de seis serafines alados en adoración extática. 
 
 
 






 
 
Asombrado, el joven Isaías vio como los rostros de cada ángel estaban cubiertos por dos alas, al tiempo que otras dos más cubrían sus pies. Aleteando rápidamente, las otras dos alas mantenían a cada Serafín en el aire, como sostenidos por la brisa, mientras adoraban a la Deidad. Mientras tanto el aire vibraba con sus cantos melodiosos procedentes de un corazón rendido: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria.» (Isaías 6,3).
 
Era más de lo que podía soportar. Llevado hasta el borde de la locura por la percepción de tan grande santidad (perfección), el atormentado Isaías clamó angustiosamente:
 
«¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!» (Isaías 6, 5).

Pero el Todopoderoso tuvo compasión de él, y un momento después uno de los ángeles se aproximó al Profeta llevando en su mano derecha un carbón al rojo vivo que había sido calentado en el Altar del Señor. Tocando la boca del atónito Isaías con el carbón, cantó con una voz que resonó maravillosamente en el aire repleto de incienso: "He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado". (Isaías 6, 7).
 
 
 
 
 




 
 
 
 
Asombrado, el Profeta observó la destellante brasa aproximarse a sus labios y vio cómo se consumían sus imperfecciones. Sin embargo, de una manera extraña, no sintió ningún dolor. Entonces, un momento después, se encontraba, una vez más, escuchando la Voz del Infinito:
 
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá de parte nuestra»? (Isaías 6, 8). 
 
Isaías respondió inmediatamente, y su voz estaba llena de determinación: «Heme aquí: envíame.» (Isaías 6, 8).
 
Mientras continuaba el diálogo, el joven se dio cuenta de que se le había ordenado llevar un mensaje tremendamente doloroso al mundo Palestino del Siglo Octavo Antes de Cristo –un mensaje que traía consigo una terrible advertencia sobre el horrible futuro de los Israelitas, si es que ellos no regresaban inmediatamente a Dios y cesaban en su despreciable adoración de ídolos paganos. 
 
A menos de que ellos se arrepientiesen, y pronto, los  Hijos de Abrahán serían castigados con una serie de terribles catástrofes, cada una más aterrorizadora que la anterior. Temblando de temor, el Profeta se atrevió a hacerle al Unico Majestuoso la pregunta que más lo atormentaba: ¿Qué le sucedería a Jerusalén y a sus habitantes si los Hebreos fallaban en su arrepentimiento y cuánto tiempo duraría su infortunio? 
 
 
 
 





 
 
 
 
 
La respuesta llegó inmediatamente: "Hasta que se vacíen las ciudades y queden sin habitantes, las casas sin hombres, la campiña desolada". (Isaías 6, 11) 
 
Y así comenzó los más de 60 años de decir la verdad continuamente de un hombre considerado como el más Grande Profeta del mundo del Antiguo Testamento: Isaías, la voz de la fatalidad y de la destrucción para los Israelitas pecadores, pero también su voz de esperanza... ya que él también predeciría la llegada de un Salvador Santo, quien nacería algún día en Judea de una Virgen Bendita y que redimiría al mundo entero por su sufrimiento y muerte en la Santa Cruz y que Resucitaría para siempre.
 
El Gran Profeta Isaías era de linaje real y había nacido en Jerusalén, de la Tribu de Judá, probablemente alrededor del año 752 AC, según la mayoría de historiadores y estudiosos de ese período. Su padre, Amós, era el hermano de Amaziah, el Rey de Judá en ese entonces, lo cual hizo del padre de Isaías un miembro de alto rango de la Corte Real. 
 
 
 






 
 
 
Pero su bien ubicado padre también era un hombre piadoso, un hombre Temeroso de Dios, por lo que el joven fue criado con un profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras y las antiguas enseñanzas de los Hebreos. 
 
Estas lecciones lo marcaron profundamente y lo ayudaron a prepararse para el papel extraordinario que habría de cumplir profetizando el futuro de Jerusalén, así como en la predicción del eventual establecimiento de la Cristiandad a lo largo de Palestina y del mundo entero. 
 
Casi al llegar a los dieciocho años, el comprometido y Temeroso de Dios Isaías comenzó a experimentar las visiones que harían de él, eventualmente, el primero en el rango de entre los Cuatro Profetas Mayores del Antiguo Testamento. Para ese entonces él estaba casado, habiendo contraído matrimonio con una piadosa doncella y profetisa, con la cual tenían un único amado hijo, llamado Jashub. 
 
 
 
 
 




 
 
 
 
De ese modo comenzó su largo período de agonizante servicio como portavoz del Todopoderoso. Por más de 60 años Isaías recorrería las calles de Jerusalén y algunas otras ciudades de Palestina, llamando a sus conciudadanos a entender que el Dios Todopoderoso no se encontraba complacido con su conducta y que ellos pagarían un precio terrible por su adoración de los falsos ídolos en vez del Unico Dios Verdadero. 
 
La historia de Isaías (su nombre significa “Yahveh es mi ayuda”) y de sus problemas como Profeta de Dios han servido para inspirar y consolar a millones de Cristianos a lo largo de los años. 
 
¿Quién podría olvidar la historia de cómo el profeta pasó tres días caminando alrededor de la ciudad –y en una ocasión completamente desnudo– mientras proclamaba una y otra vez que la Gran Ciudad de Jerusalén estaba por caer bajo el Rey Asirio Sennacherib... y que iba a ser inútil solicitar ayuda de sus vecinos de Egipto o de Etiopía, ya que ellos también estaban a punto de ser conquistados?
 
 
 
 
 






 
 
 
 
Estas terribles profecías se pueden clasificar, con toda seguridad, entre las más terribles y elocuentes declaraciones que se puedan encontrar en toda la Biblia. Pero Isaías también tiene otro aspecto que es mucho más esperanzador: Una y otra vez profetizó que a pesar de los terribles sufrimientos en la historia, el mundo de Palestina algún día exultaría por la Buena Nueva de un Redentor que traería la luz de la salvación. 
 
De acuerdo a estas importantes predicciones el Todopoderoso se encarnaría en carne mortal y nacería de una Virgen completamente Santa. Juan, el Predecesor, precedería al Mesías como su más Grande Profeta y el mundo cantaría para siempre alabanzas al Hijo de Dios. Estas maravillosas predicciones se encuentran regadas a lo largo de los 66 capítulos del exquisitamente bien escrito y poderosamente elocuente, Libro de Isaías:
 
"Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel." (Isaías 7, 14).
"Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz»." (Isaías 9, 5) 

"Una voz clama: «En el desierto abrid camino a Yahveh, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios." (Isaías 40, 3).
 
 
 





 
 
 
 
 
Estos pronunciamientos proféticos y muchos otros como ellos han consolado a los Cristianos por más de 2.000 años. Pero el Gran Profeta Isaías también tenía el don de hacer milagros, los cuales realizaba frecuentemente. 
En una ocasión sorprendente, cuando los atribulados ciudadanos de Jerusalén y de sus alrededores estaban sufriendo debido a una sequía interminable, Isaías intervino y rezó fervientemente al Señor Dios para que brotara de debajo del Monte Sión un arroyo de agua viva. El manantial del cual brotó el agua fue llamado Siloé, que significa “enviado”, el cual salvó muchas vidas gracias a este milagro extraordinario. 
 
Luego de más de sesenta años de profetizar lo que se considera inequívoco en la historia, por la veracidad de sus predicciones, el Gran profeta provocó al poderoso monarca con sus visiones demasiado seguidas. Sucedió alrededor del 681 AC, bajo el reinado del poderoso Rey de Judá, Manasés, cuando el Profeta levantó su voz con la fuerza de un trueno –y entonces acusó duramente al rey y a sus súbditos por sus idolatrías, que se igualaban a la perversión de aquellas dos antiguas ciudades despreciadas: Sodoma y Gomorra. 
 
 
 
 
 


Estanque de Siloé en su estado actual.*


 
 
 
 
 
El enfurecido tirano ordenó el arresto inmediato de este extraordinario profeta y hacedor de milagros. Muy pronto lo rodearon, capturaron y llevaron hacia un remoto lugar en el desierto, fuera de la ciudad... en donde lo cortaron, en dos partes, usando una sierra para madera.
 
Finalmente el gran Profeta se había ido a casa, pero sus dones de Dios y para el mundo de los hombres permanecen vivos desde entonces. Hermoso de frasear y de sentimientos elevados más allá de cualquier medida, le dio voz a una poesía inmemorial como la Quinta Oda del Salterio, la cual está inspirada en el Libro de Isaías, y que comienza extraordinariamente: "Al llegar la noche mi espíritu se levantó hasta el amanecer para llegar hasta Ti, mi Dios."
 
El Gran Profeta fue enterrado, luego de su muerte, cerca de la Piscina Sagrada de Siloé –aunque sus restos fueron transportados posteriormente a Constantinopla por el Emperador Bizantino Teodosio el Joven, en el cual la Emperatriz Pulqueria le dedicó una iglesia. Su maravillosa vida no necesita de elogios pues sus propias palabras le han asegurado que su presencia sobre la tierra, mientras existan hombres y mujeres, levantarán sus voces en una oración maravillosa.
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
El profeta Isaías como evangelista de las Santas Escrituras

Por San Isidoro de Sevilla

El bendito Isaías, hijo de Amós, cuyo nombre se traduce como "Salvador del Señor", nacido de la tribu de Judá, noble en nacimiento, honrado y distinguido entre todos los profetas, profetizado bajo cuatro reyes de Judá que se sucedieron y descendieron uno del otro, Uzías, Jotam, Acaz y al final Ezequías. Profetizó sobre Judá y Jerusalén e Israel y sobre Babilonia y Filistea, Moab y Damasco, también Egipto y el Desierto del Mar, Idumea y Arabia, el Valle de la Muerte y Tiro, y la tierra del Neguev. Sin embargo, encontró su fin bajo Manasés, rey de Judá, hijo de Ezequías. Debido a que Isaías censuró regularmente a Manasés por sus abominaciones ante el Señor en Jerusalén, Manasés lo cortó por la mitad con una sierra desde la cabeza hasta la mitad (Hebreos 11:37). Isaías ganó un doble honor, el oficio de profeta y mártir. Fue enterrado bajo el roble Rogel junto a la cascada que había levantado Ezequías, rey de Judá, cuando se construyó un dique con tierra y polvo.

Entre los profetas, Isaías es ciertamente el más reverenciado porque narró todas las obras de Cristo en orden y de la manera más completa, y publicó en su propio libro muchos testimonios claros de lo que le fue revelado por el Señor en el espíritu de profecía.


Que Cristo nació de la estirpe de David

Isaías predijo que Cristo nacería según la carne de la simiente de David, diciendo: Una rama (virga) brotará de la raíz de Jesé. María la Virgen (virgo) nació del linaje de David; y una flor brotará de su raíz (11:1). Esto se refiere a nuestro Señor Jesucristo, quien nació de la carne de María. Y reposará sobre él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de piedad, y el Espíritu lo llenará del temor del Señor (11:2). ¿Por qué son tan grandes los dones del Espíritu proclamados por Dios acerca de él? Porque el Espíritu Santo no habita en él en la misma medida que en nosotros, sino enteramente, es decir, en la plenitud de la divinidad y de la gracia. Es el que no juzga según la visión de los ojos ni el oído de los oídos, porque la justicia es el cinto de sus miembros, y la fe el cinto de sus afectos (11:3-5).
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 

Que Cristo Nació de una Virgen

El santo Isaías en la antigüedad predijo su nacimiento de la Virgen de esta manera: Y añadió el Señor que hablara a Acaz, diciendo: Busca para ti una señal del Señor tu Dios en lo profundo del mundo subterráneo o en lo alto. Y dijo: Oíd, pues, casa de David, es decir, nación de David. Sus palabras estaban muy bien dirigidas a la casa de David de cuyo tronco, es decir, de María y del Espíritu Santo, nacería Cristo. Y añadió: Por esto el Señor mismo os dará señal: He aquí, una virgen concebirá en su vientre, y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel... (7:10-14). Emmanuel es el hebreo del latín Deus nobiscum, es decir, "Dios con nosotros". El que dio a luz la Virgen se llama "Dios con nosotros".
 
 
Que Cristo nació de una virgen sin contacto con varón

El mismo profeta Isaías dice en otra parte que Cristo no nació de simiente masculina, sino de una virgen: Desciendan los cielos de lo alto, y de las nubes llueva justicia; ábrase la tierra y brote un salvador, y surja al mismo tiempo la justicia; Yo, el Señor, lo creé (45:8). Los cielos, es decir, las nubes, son los profetas, por medio de los cuales fue profetizada la venida de Cristo. María es la tierra que lo engendró, pero no por unión, porque el Señor solo lo creó sin la mezcla de la simiente de un hombre. Hablando en la persona del Padre, Isaías dijo: He aquí, yo envío entre los cimientos de Sión una piedra, aprobada, angular, preciosa, escogida, y el que creyere en ella no será avergonzado... (28:16).


Que Dios se hizo carne y se hizo hombre

El profeta Isaías proclama que el Señor nacería en la carne: Un niño, dice, nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado. Y el gobierno está sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios, Poderoso, Padre del Mundo Venidero, Príncipe de Paz. Su imperio se aumentará, y su paz no tendrá fin (9:6-7). El niño ciertamente es Cristo, porque por nosotros nació hombre... Además, se nos ha dado un hijo: ¿De quién es este hijo sino el hijo de Dios? Su gobierno sobre sus hombros, es decir, porque él mismo llevó primero la cruz sobre sus hombros. Pilato escribió la inscripción de "rey" en la cruz sobre sus hombros y cabeza: "Iesus Nazarenus Rex Iudeorum": Jesús de Nazaret, Rey de los judíos. Su primer nombre es Marvelous; segundo Consejero; tercero Dios; cuarto Poderoso; quinto Príncipe de la Paz; sexto Padre del Mundo Venidero. He aquí, Dios nació un niño.
 
 

 
 
 

Martirio del Santo Profeta Isaías 

 
 
 
 

Que Cristo el Señor Hizo Milagros y Hazañas Maravillosas

Las curaciones y obras maravillosas que Cristo realizó en el mundo fueron escritas de antemano por el profeta Isaías cuando declaró: He aquí, Dios nuestro, él mismo vendrá y nos salvará. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos oirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y la lengua del mudo se aclarará (35:5-6). Asimismo, acerca de lo mismo dice Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ungió; me envió a los mansos para que sanara a los contritos de corazón, anunciando que proclama la redención a los cautivos y da luz a los ciegos (61,1). Y de nuevo Isaías dice: Porque en la fuerza de su virtud despertó a los muertos con su voz (fuente desconocida). Sin duda, muchos santos y profetas hicieron maravillas; sin embargo, ninguno de ellos resucitó a los muertos sino por la palabra del Señor...


Que Cristo Padeció y Que Fue Colgado en el Leño de la Cruz

Isaías declaró que el Hijo de Dios vendría a sufrir cuando dijo: ¿Quién es ese hombre que viene de Edom, con vestiduras teñidas de Bosra? Él es hermoso en su túnica, caminando en la multitud de su fuerza. Soy el que habla justicia, y soy defensor para salvar. ¿Por qué, pues, vuestros vestidos y vuestras vestiduras son rojos como los vestidos de los que pisan un lagar? Pisaba yo solo el lagar, y de los pueblos no había ninguno conmigo (63:1-3). Verdaderamente el Espíritu profético, contemplando a Dios revestido de carne y llegando a su pasión, menciona que estaba cubierto de sangre, comparando su ropa manchada de sangre con la ropa de los que pisan un lagar. Porque los hombres descienden de la tina manchada de sangre por el color rojo del vino. Esto también estaba prefigurado en el Génesis en la persona de Judá, de cuya tribu descendía Cristo: "Lavará -dice- su propia túnica en vino y su propio manto con el jugo rojo sangre de una uva" (Gén 49: 11), señalando su carne como "vestidura" y "manto" y su sangre como "vino". El vino es figura del misterio de su sangre, la sangre de su copa.

Asimismo en Isaías también está escrito sobre él: Y su principado estará sobre sus hombros (9:6), es decir, llevó sobre sus hombros el madero de su propia cruz. No dijo que tenía una corona en la cabeza o un cetro en la mano o vestía alguna ropa peculiar, sino que solo el nuevo Rey, el Rey de las edades, Jesucristo, llevaba sobre su hombro su poder y majestad. Isaías también afirma: He aquí, mi siervo entiende y será exaltado y enaltecido y será muy enaltecido (52:13), es decir, por la victoria de la cruz, su poder real ensalzará la forma de un siervo, es decir, , la carne que se había puesto.
 


Que no murió por sus propios pecados sino por los nuestros

El profeta Isaías dice: Por las iniquidades de su pueblo fue llevado a la muerte. Y también: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; todos y cada uno se han apartado por su camino; y el Señor cargó en él las iniquidades de todos nosotros (53:6).
 
 

Que él murió

El profeta Isaías también habla de la muerte del Señor: Así como una oveja es llevada a la muerte, y como un cordero en presencia del que la trasquila queda sin voz, así él no abrió su propia boca. Por las iniquidades de su propio pueblo fue conducido a la muerte (53:7-8).
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
Que Cristo Resucitó de los Muertos y Ascendió a los Cielos

A través del profeta Isaías Cristo anuncia: Ahora me levantaré, dice el Señor, ahora seré enaltecido, ahora seré enaltecido (33:10). Se proclama un testimonio de la resurrección y ascensión de Cristo como diciendo: Ahora me levantaré de entre los muertos, ahora seré exaltado en el cielo, ahora seré elevado en mi reino. En otro lugar dice Isaías: He aquí mi siervo entiende y será enaltecido y será enaltecido y será muy enaltecido (52:13), lo cual ciertamente se refiere a la ascensión al cielo ya la gloria de su reino.
 
 


Que, después de la Ascensión de Cristo Señor a los Cielos, el Don del Espíritu Santo Será Derramado sobre los Apóstoles y los Fieles


El profeta Isaías promete: Derramaré mi Espíritu, dice el Señor, y mi bendición sobre tu descendencia, Jacob; y brotarán entre la hierba como sauces junto a corrientes de agua (44:3-4). Asimismo Isaías dice: Sea derramado el Espíritu desde lo alto (32:15). Nuevamente dice: Cuando el Espíritu del Señor haya venido como un río impetuoso, y haya venido a Sión (59:19-20). Y otra vez: El Espíritu del Señor vendrá como un torrente que se desborda (30:28), es decir, el Espíritu vendrá como gran estruendo de aguas torrenciales.
 
 


Que Cristo Enviaría A Los Apóstoles Para Dar Testimonio A Los Gentiles De La Gloria De Su Resurrección

El profeta Isaías habla, diciendo: Vengo a reunir a todas las naciones y lenguas. Y vendrán y verán mi gloria, y pondré sobre ellos una señal, ciertamente la señal de la cruz, y de los que se habrán salvado enviaré hombres a las naciones en el mar y en África y en Libia, llevando una flecha, es decir, la proclamación del evangelio, a Italia, a Grecia, a las islas lejanas y a los que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria; y anunciarán mi bondad entre las naciones (66:18-19 Vg.). Aquí habla de los apóstoles, que proclamarían el evangelio por todo el mundo. Los profetas no guardaron silencio sobre esto, y en los Salmos se predijo: "Por toda la tierra salió su sonido, y hasta los confines del mundo sus palabras. No hay lenguas ni dialectos en los que sus voces no deban ser escuchadas". oído" (Sal 19, 3-4).
 


Que el Señor daría el evangelio a los fieles como nueva ley

Así lo declara el profeta Isaías: Primero dice a Sión: He aquí, yo estoy presente y daré buenas noticias a Jerusalén (41:27), porque ciertamente el Señor vino primero a Sión y proclamó el evangelio a Jerusalén. Y de nuevo Isaías dice: de Sión saldrá la ley, es decir, el evangelio de la Nueva Alianza; y la palabra de Jerusalén, es decir, el anuncio de la fe; y Él juzgará a las naciones y reprenderá a muchos pueblos de lejos (2:3-4), es decir, la enseñanza del evangelio reprende a las naciones que creen en Cristo por hacer obras ilícitas.
 


Que Dios presente a los fieles el don de la gracia del bautismo para la indulgencia y la remisión de las faltas pasadas

El profeta Isaías promete: Con alegría sacarás agua de los manantiales del Salvador; y dirás en ese día: Confesamos al Señor e invocamos su nombre (12:3-4). ¿Quién es ese Salvador, de cuyos manantiales dice el profeta que sacáis agua, sino Jesucristo, Salvador del mundo, que enseñó que sois limpiados por el agua del santo bautismo? De nuevo Isaías exhorta: Todos los sedientos, venid a las aguas, y los que no tenéis plata, apresuraos, comprad y comed. Venid y comprad vino y leche sin plata ni cambio alguno (55:1).
 
 


Que los gentiles se conviertan a creer en Cristo

El profeta Isaías ya había hecho una predicción sobre esto, diciendo: Vendrán naciones, y vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, ya la casa del Dios de Jacob; y él nos enseñará acerca de sus buenos caminos, y andaremos por sus senderos (2:2-3). Así mismo dice Isaías: Me buscaban los que antes no preguntaban por mí; me hallaron los que no me buscaban. Y dije: He aquí, he venido a la nación que no invocaba mi nombre (65:1). Nuevamente dice Isaías: Todos de todas las naciones traerán ofrenda al Señor en caballos y en carros y en literas y en mulos y en carruajes a mi monte sagrado a Jerusalén a la casa del Señor; y tomaré algunos de ellos para sacerdotes y levitas, dice el Señor (66:20-21), es decir, los fieles peregrinarán al sepulcro del Señor.
 
 
 
 
Libro de Isaías  (Biblia Version Septuaginta en español. Natalio Fernández Marcos y María Victoria Spottorno Díaz © Traductores)
 
 
NOTA:
 
*  El Siloé era un manantial silencioso y pequeño. No significa mucho en el día de hoy pero tuvo su importancia en los días de Isaías. Fluye entre el Monte Sión y el Monte Moriah.
 
 
 
 
 





 
Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
 
Ὡς σάλπιγξ πανεύσημος, μεγαλοφώνω φθογγή, τῷ κόσμῳ προήγγειλας, τὴν παρουσίαν Χριστοῦ, Προφῆτα θεσπέσιε, σὺ γὰρ τοῦ Παρακλήτου, ἑλλαμφθεῖς τὴ δυνάμει, κάλαμος ὀξυγράφος, τῶν μελλόντων ἐδείχθης, διὸ σὲ Ἠσαΐα, ὕμνοις γεραίρομεν.
 
Apolytikion en el cuarto tono
 
Proclamaste la venida de Cristo al mundo con gran voz como de trompeta, oh ilustre profeta Isaías. Fuiste mostrado como un escriba que escribe rápidamente las cosas por venir. Por eso te aclamamos con himnos.



Ἀπολυτίκιον Ἦχος β’.
 
Τοῦ Προφήτου σου Ἡσαῒου, τὴν μνήμην Κύριε ἑορτάζοντες, δι᾽ αὐτοῦ σε δυσωποῦμεν, Σῶσον τὰς ψυχὰς ἡμῶν.

Apolitiquio tono 2º


Al celebrar la memoria de tu Profeta Isaías, Oh Señor, te rogamos que, a través de él, salves nuestras almas.
 
 
 
Κοντάκιον Ἦχος β’. Τήν ἐν πρεσβείαις ἀκοίμητον.
 
Τῆς Προφητείας τὸ χάρισμα δεδεγμένος, προφητομάρτυς Ἡσαΐα θεοκήρυξ, πᾶσιν ἐτράνωσας τοῖς ὑφ᾽ ἤλιον, τὴν τοῦ Θεοῦ φωνήσας μεγαλοφώνως σάρκωσιν· Ἱδοὺ ἡ Παρθένος ἐν γαστρὶ λήψεται.


Condaquio tono 2º


Habiendo recibido el don de la profecía, Oh Profeta y Mártir Isaías, mensajero de Dios, hiciste claro a todos bajo el sol, la Encarnación de Dios diciendo en voz muy alta: He aquí que una Virgen concebirá en su vientre.
 
 
 





Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr *scielo.br

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