Los dos benditos hermanos Amfiano y Edesio eran de la ciudad de Pagae en Licia de Asia Menor, y eran hijos de una familia muy rica. Vivieron durante el reinado del emperador Maximiano (286-305).
El inocente cordero, Amfiano, que tenía casi veinte años, había pasado mucho tiempo en Beirut, por el bien de su educación secular.
Mientras estudiaba, fue iluminado por el Espíritu de Dios y renunció a la ilusión del paganismo. El muchacho bendecido, además, permaneció incorrupto por las pasiones juveniles y los jóvenes compañeros, y se aferró a la virtud. Vivió sobria y discretamente. Después de terminar sus estudios en Beirut, decidió regresar a casa.
En Licia, su padre ocupó el primer asiento de honor. Sin embargo, Amfiano descubrió que no podía vivir entre padres y parientes paganos, porque estaban en contra de su vida como cristiano. Por lo tanto, se dirigió en secreto a la ciudad de Cesarea.
Fue en Cesarea donde el sacerdote Pánfilos (conmemorado el 16 de febrero y el 5 de noviembre) le instruyó en las Sagradas Escrituras y el ascetismo. Cuando la segunda ola de persecuciones contra los cristianos tuvo lugar bajo Maximino, ya era el tercer año de la persecución, y se publicó su primer edicto ordenando a todas las personas que ofrecieran sacrificios. Se enviaron heraldos para convocar a la gente y se invocaron nombres de un pergamino.
El inocente cordero, Amfiano, que tenía casi veinte años, había pasado mucho tiempo en Beirut, por el bien de su educación secular.
Mientras estudiaba, fue iluminado por el Espíritu de Dios y renunció a la ilusión del paganismo. El muchacho bendecido, además, permaneció incorrupto por las pasiones juveniles y los jóvenes compañeros, y se aferró a la virtud. Vivió sobria y discretamente. Después de terminar sus estudios en Beirut, decidió regresar a casa.
En Licia, su padre ocupó el primer asiento de honor. Sin embargo, Amfiano descubrió que no podía vivir entre padres y parientes paganos, porque estaban en contra de su vida como cristiano. Por lo tanto, se dirigió en secreto a la ciudad de Cesarea.
Fue en Cesarea donde el sacerdote Pánfilos (conmemorado el 16 de febrero y el 5 de noviembre) le instruyó en las Sagradas Escrituras y el ascetismo. Cuando la segunda ola de persecuciones contra los cristianos tuvo lugar bajo Maximino, ya era el tercer año de la persecución, y se publicó su primer edicto ordenando a todas las personas que ofrecieran sacrificios. Se enviaron heraldos para convocar a la gente y se invocaron nombres de un pergamino.
El joven Amfiano entonces se apresuró a llegar a Urbano, el entonces gobernador de Palestina, mientras ofrecía sus libaciones. Sin temor, tomó la mano derecha del gobernador y le impidió ofrecer el sacrificio. Por inspiración divina, comenzó a exhortar a Urbano para no abandonar al único Dios verdadero y dejar de sacrificar a los ídolos y demonios. Ahora muchos que habían escuchado sus palabras y presenciaron su extraño atrevimiento se arrepintieron y abrazaron la Fe. Como era de esperar, el gobernador y los que estaban con él atacaron al joven sin culpa. Amfiano soportó valientemente la lluvia de golpes que le dieron, y luego fue remitido a prisión.
Durante un día entero, sus pies fueron estirados en el cepo de tortura. Al día siguiente, estaba programado que compareciese de nuevo ante el juez. Intentaron obligar a Amfiano a retractarse, pero él se mostró inalterable bajo terribles torturas. Le rasgaron por los costados muchas veces, hasta que se veían sus huesos e intestinos. Recibió tantos golpes en la cara y en el cuello que era irreconocible por la fuerte inflamación del tejido corporal. Como todavía era inflexible, a los torturadores se les ordenó envolverle los pies en paños de lino empapados en aceite, y luego encenderlos. Indescriptible fue la agonía que experimentó. Todavía inconvencible, su firmeza sobrehumana era incomprensible para ellos.
Durante un día entero, sus pies fueron estirados en el cepo de tortura. Al día siguiente, estaba programado que compareciese de nuevo ante el juez. Intentaron obligar a Amfiano a retractarse, pero él se mostró inalterable bajo terribles torturas. Le rasgaron por los costados muchas veces, hasta que se veían sus huesos e intestinos. Recibió tantos golpes en la cara y en el cuello que era irreconocible por la fuerte inflamación del tejido corporal. Como todavía era inflexible, a los torturadores se les ordenó envolverle los pies en paños de lino empapados en aceite, y luego encenderlos. Indescriptible fue la agonía que experimentó. Todavía inconvencible, su firmeza sobrehumana era incomprensible para ellos.
Santo Mártir Edesio |
Luego fue encarcelado de nuevo. Cuando fue llevado ante el juez por tercera vez, aunque ya estaba medio muerto, hizo la misma confesión de fe, con lo cual decidieron enviar al prisionero a las profundidades del mar.
Tan pronto como su cuerpo martirizado fue arrojado a las profundidades insondables, una perturbación inusual agitó el mar a lo largo de la costa, tanto que la ciudad tembló. Entonces, de repente, el mar llevó los santos restos del joven mártir ante las puertas de la ciudad, glorificando así a Dios el santo combatiente.
Pero ahora hablemos de su hermano Edesio. Recibió una educación mayor que Amfiano en estudios filosóficos. Él también tuvo que realizar numerosas confesiones y sufrió prolongadas torturas estando encadenado. Poco después del final martírico de su hermano, fue sentenciado a una mina de cobre en Palestina. No obstante, siempre se comportó de una manera agradable a Dios.
Con el tiempo, Edesio se encontró en Alejandría de Egipto, donde presenció al juez que trataba a los cristianos. El juez Hierocles, ofensivo más allá de todos los límites, injuriaba a los hombres santos de diversas maneras. Envió mujeres modestas e incluso monjas a procuradores para ser tratadas de modo vergonzoso.
Todo esto resultaba insoportable para el santo Edesio. Entonces decidió atacar al despiadado juez. Tanto con palabras como con hechos (Edesio golpeó al juez), el atleta de Cristo reprimió al juez, ridiculizándole. Por esto, después fue sometido a distintas formas de tortura y, al igual que su hermano Amfiano, fue arrojado al mar, recibiendo la corona inmarchitable del martirio.
Santos Amfiano, Tito (celebra el mismo día) y Edesio. 2 de Abril. |
Según el “Tratado de la Iglesia de Jesucristo o Historia Eclesiástica” de Dn. Félix Amat, "el amor por la justicia de Edesio también le llevó a reprender públicamente al gobernador de Alejandría, el cual castigaba sin piedad a hombres, paganos o cristianos, abusaba de las mujeres, vírgenes o casadas. Eusebio nos cuenta que por confesar a Cristo, fue flagelado y atormentado junto a un joven llamado Urbano. Como no podían hacerle apostatar, fue metido en un saco de piel de buey, junto a con un perro y un áspid, y arrojado al mar, como lo había sido Anfiano. Ambos padecieron en el año 305, gobernando Maximiano".
Fue compuesto un servicio eclisiástico para los santos hermanos Amfiano y Edesio por José el Himnógrafo (Códice parisino 341, no. 219a).
Fuentes consultadas: saint.gr, Vidas de los santos de la Tierra Santa y el Desierto del Sinaí (Convento de los Santos Apóstoles, Buena Vista, CO 1990) pp. 221-222., “Tratado de la Iglesia de Jesucristo o Historia Eclesiástica”. Volumen 3. Dn. FÉLIX AMAT DE PALAU Y PONT. Madrid, 1806.
Fue compuesto un servicio eclisiástico para los santos hermanos Amfiano y Edesio por José el Himnógrafo (Códice parisino 341, no. 219a).
Apolitiquio tono 4º
Tus mártires, Señor, por sus tribulaciones recibieron de ti la corona de la incorrupción, Dios nuestro, por tu potencia han derrotado a los tiranos y han vencido las afrentas impotentes de los demonios; por sus intercesiones, salva nuestras almas.
Otro apolitiquio tono 1º
Por las aflicciones de los Santos, que por tu causa sufrieron, recibe sus súplicas, Señor, y sana todas nuestras dolencias, Amante de los hombres, te rogamos.
Condaquio tono 2º
Revelando como brillantes lámparas, Mártires divinos, habéis iluminado con la brillantez de milagros a toda la creación, aliviando la enfermedad y desparramando la oscuridad, y rogando sin cesar a Cristo Dios por todos nosotros.
Fuentes consultadas: saint.gr, Vidas de los santos de la Tierra Santa y el Desierto del Sinaí (Convento de los Santos Apóstoles, Buena Vista, CO 1990) pp. 221-222., “Tratado de la Iglesia de Jesucristo o Historia Eclesiástica”. Volumen 3. Dn. FÉLIX AMAT DE PALAU Y PONT. Madrid, 1806.