Versos:
A Pánfilo (o Panfilio): "Eres más que todo, Pánfilo amigo del Logos, y eres llevado a tu decapitación con amor".
A Valente, Pablo y Seleuco: "Pablo Seleuco y Seleuco Valente, al ver la el regocijo de la decapitación es traído por la decapitación".
A Porfirio y Julián: "Los dos divinos mártires saltan hacia el fuego, la llama del divino anhelo aumenta para los dos".
A Teódoulo: "Los siervos del engaño crucifican en la madera, a Teódoulo el sirviente del Crucificado".
A Elías, Jeremías, Isaías, Samuel, Daniel: "Llamados por los profetas y muriendo como mártires, cinco mártires se jactan de su decapitación".
El decimosexto Pánfilo fue decapitado por el filo de la espada.
A Pánfilo (o Panfilio): "Eres más que todo, Pánfilo amigo del Logos, y eres llevado a tu decapitación con amor".
A Valente, Pablo y Seleuco: "Pablo Seleuco y Seleuco Valente, al ver la el regocijo de la decapitación es traído por la decapitación".
A Porfirio y Julián: "Los dos divinos mártires saltan hacia el fuego, la llama del divino anhelo aumenta para los dos".
A Teódoulo: "Los siervos del engaño crucifican en la madera, a Teódoulo el sirviente del Crucificado".
A Elías, Jeremías, Isaías, Samuel, Daniel: "Llamados por los profetas y muriendo como mártires, cinco mártires se jactan de su decapitación".
El decimosexto Pánfilo fue decapitado por el filo de la espada.
Fue uno de los más grandes eruditos Bíblicos de su época y un maravilloso escritor clásico quien conocía de las Sagradas Escrituras mucho mejor que nadie en el mundo del Siglo Tercero en Palestina.
Debido a su gran habilidad editando manuscritos, se le encargó a Panfilio la sumamente importante tarea de corregir los errores en las numerosas copias del Nuevo Testamento.
Estos sagrados documentos fueron medios para preservar la Palabra de Dios de manera escrita y representan un tesoro inapreciable para la Santa Iglesia de los primeros años.
El reto que enfrentaba Panfilio (o Pánfilos) era enorme y envolvía incontables horas de paciente y escrupuloso estudio en el cual cada una de las palabras contenidas en cada documento debía ser sometida a escrutinio con muchísimo cuidado. Pero este humilde siervo de Jesucristo se encontraba bien preparado para el reto y no se amilanó ante ello. Trabajó día y noche en los manuscritos, durante muchos años, y su contribución al futuro Cristianismo fue inmensa –ya que estos preciosos manuscritos ayudarían a atraer a decenas de miles de conversos a la Santa Iglesia en los siglos por venir.
Los dones que este devoto erudito proporcionó al mundo son verdaderamente inconmensurables. A pesar de ello, su recompensa terrenal sería un horripilante martirio en el cual sería arrestado, interrogado, torturado y finalmente decapitado a manos del tirano Firmiliano, Gobernador de Palestina alrededor del año 300.
Debido a su gran habilidad editando manuscritos, se le encargó a Panfilio la sumamente importante tarea de corregir los errores en las numerosas copias del Nuevo Testamento.
Estos sagrados documentos fueron medios para preservar la Palabra de Dios de manera escrita y representan un tesoro inapreciable para la Santa Iglesia de los primeros años.
El reto que enfrentaba Panfilio (o Pánfilos) era enorme y envolvía incontables horas de paciente y escrupuloso estudio en el cual cada una de las palabras contenidas en cada documento debía ser sometida a escrutinio con muchísimo cuidado. Pero este humilde siervo de Jesucristo se encontraba bien preparado para el reto y no se amilanó ante ello. Trabajó día y noche en los manuscritos, durante muchos años, y su contribución al futuro Cristianismo fue inmensa –ya que estos preciosos manuscritos ayudarían a atraer a decenas de miles de conversos a la Santa Iglesia en los siglos por venir.
Los dones que este devoto erudito proporcionó al mundo son verdaderamente inconmensurables. A pesar de ello, su recompensa terrenal sería un horripilante martirio en el cual sería arrestado, interrogado, torturado y finalmente decapitado a manos del tirano Firmiliano, Gobernador de Palestina alrededor del año 300.
Como hombre docto y piadoso, Panfilio había nacido en una familia aristocrática de la antigua ciudad Fenicia de Beirut (hoy día parte del Líbano). De niño recibió la mejor educación posible que se podía adquirir con el dinero por lo que fue enviado a Alejandría en Egipto – el centro de la cultura en el mundo y en donde se podían encontrar los mejores maestros en Historia, trabajando con sus pupilos.
Alejandría también tenía una biblioteca majestuosa con la más grande colección de pergaminos (más de 30.000, la mayoría de ellos textos Griegos, según los eruditos de ese período) del mundo.
Como estudiante brillante en Alejandría, Panfilio estudió bajo el famoso Pierius y el entonces joven teólogo-filósofo Orígenes. Luego de haber finalizado sus estudios, Panfilio decidió entrar al sacerdocio Cristiano y fue ordenado en Cesarea –la gran ciudad portuaria de Palestina– por Agapius, el reconocido obispo Metropolitano de esa gran ciudad.
En pocos años Panfilio fundaría una gran biblioteca que combinaría los trabajos de Orígenes y otros escritores eclesiásticos con las Sagradas Escrituras. Impaciente por contribuir lo más posible con la biblioteca, muy pronto Panfilio comenzó a transcribir y a corregir algunas de las copias más antiguas de esos documentos inapreciables. Muy pronto recibió la ayuda de su talentoso discípulo, el gran Historiador de la Iglesia Eusebio, quien algún día escribiría la biografía de este humilde pero experto santo.
Alejandría también tenía una biblioteca majestuosa con la más grande colección de pergaminos (más de 30.000, la mayoría de ellos textos Griegos, según los eruditos de ese período) del mundo.
Como estudiante brillante en Alejandría, Panfilio estudió bajo el famoso Pierius y el entonces joven teólogo-filósofo Orígenes. Luego de haber finalizado sus estudios, Panfilio decidió entrar al sacerdocio Cristiano y fue ordenado en Cesarea –la gran ciudad portuaria de Palestina– por Agapius, el reconocido obispo Metropolitano de esa gran ciudad.
En pocos años Panfilio fundaría una gran biblioteca que combinaría los trabajos de Orígenes y otros escritores eclesiásticos con las Sagradas Escrituras. Impaciente por contribuir lo más posible con la biblioteca, muy pronto Panfilio comenzó a transcribir y a corregir algunas de las copias más antiguas de esos documentos inapreciables. Muy pronto recibió la ayuda de su talentoso discípulo, el gran Historiador de la Iglesia Eusebio, quien algún día escribiría la biografía de este humilde pero experto santo.
Sin embargo, desafortunadamente para este gran erudito, estos fueron los terribles años de la persecución por parte de los Emperadores Diocleciano y Maximiano.
El año 307 los gobernantes Romanos arrojaron a Panfilio a prisión por proclamar su fe en Jesucristo. Luego de pasar dos años en prisión, en donde fue torturado frecuentemente, finalmente fue decapitado por órdenes del Gobernador Provincial Firmiliano.
Sin embargo no murió sólo. Según los historiadores de la Iglesia no menos de once mártires (cinco de ellos de Egipto y seis de varios otros países alrededor del Medio Oriente) murieron ese mismo día bajo las manos de Firmiliano y sus soldados.
El Santo Mártir Panfilio (o Pánfilo) pereció el 16 de Febrero del 309 mientras servía como presbítero en la Santa Iglesia en Cesárea. Sus dos asistentes –San Valentín y San Pablo– también recibieron la corona del martirio durante esa persecución brutal. Como su maestro, ellos también fueron decapitados. Sumado a ellos, su joven ayudante Porfirio, de sólo 18 años de edad, fue quemado hasta morir por el mero hecho de solicitar si podía enterrar los cuerpos de las tres víctimas.
Otro testigo de las ejecuciones, un antiguo soldado llamado Seleucios, también fue ejecutado por tratar de confortar a los hombres condenados antes de ser ejecutados.
Adicionalmente Theodulos, un anciano que profesaba secretamente el Santo Evangelio, se conmovió tanto por el destino de estos hombres que besó a los mártires... por lo que fue crucificado. La carnicería que asoló ese día en Palestina fue terrible, pero aún no había terminado.
El año 307 los gobernantes Romanos arrojaron a Panfilio a prisión por proclamar su fe en Jesucristo. Luego de pasar dos años en prisión, en donde fue torturado frecuentemente, finalmente fue decapitado por órdenes del Gobernador Provincial Firmiliano.
Sin embargo no murió sólo. Según los historiadores de la Iglesia no menos de once mártires (cinco de ellos de Egipto y seis de varios otros países alrededor del Medio Oriente) murieron ese mismo día bajo las manos de Firmiliano y sus soldados.
El Santo Mártir Panfilio (o Pánfilo) pereció el 16 de Febrero del 309 mientras servía como presbítero en la Santa Iglesia en Cesárea. Sus dos asistentes –San Valentín y San Pablo– también recibieron la corona del martirio durante esa persecución brutal. Como su maestro, ellos también fueron decapitados. Sumado a ellos, su joven ayudante Porfirio, de sólo 18 años de edad, fue quemado hasta morir por el mero hecho de solicitar si podía enterrar los cuerpos de las tres víctimas.
Otro testigo de las ejecuciones, un antiguo soldado llamado Seleucios, también fue ejecutado por tratar de confortar a los hombres condenados antes de ser ejecutados.
Adicionalmente Theodulos, un anciano que profesaba secretamente el Santo Evangelio, se conmovió tanto por el destino de estos hombres que besó a los mártires... por lo que fue crucificado. La carnicería que asoló ese día en Palestina fue terrible, pero aún no había terminado.
Santo Hieromártir Panfilio y los que estaban con él. Menologio Basilio II, s.X |
Cuando un joven de Capadocia (hoy parte de Turquía) se arrodilló para venerar los cuerpos muertos de los santos asesinados, fue arrestado inmediatamente y rápidamente quemado en un poste.
Adicionalmente cinco hermanos Egipcios, jóvenes, que habían sido arrestados en su tierra natal por profesar el Cristianismo y luego transferidos a Cesárea, también fueron ejecutados junto con el Santo Mártir Pánfilo y sus amigos. Los cuerpos de los doce mártires permanecieron expuestos desnudos y sin enterrar durante cuatro días tras haber sido asesinados.
Sin embargo, milagrosamente, los animales y pájaros que habitualmente devoran la carne expuesta al aire libre no tocaron sus restos, y los cuerpos de los santos que habían muerto a causa del Santo Evangelio de Jesucristo en ese día permanecieron como si no hubiera pasado el tiempo.
Sorprendidos y alarmados por este milagro los asesinos paganos permitieron finalmente que se les diese un entierro apropiado a los mártires. La vida del Santo Mártir Panfilio nos enseña grandemente acerca del maravilloso don de la humildad.
Como gran erudito y dotado escritor, Panfilio entendió que debía pagar el más alto precio por su fe, y que no se le tendría ningún tipo de misericordia debido a su gran sabiduría y su gran reputación como pensador. Se dirigió a su muerte con una oración de alabanza en sus labios para el Dios Todopoderoso y se consideró a sí mismo como afortunado por haber sido sacrificado como una oveja en la ladera, simplemente porque con su muerte podría unirse a la Gloria de Dios Todopoderoso.
Martirio de los Santos. 16 de Febrero. |
Santo Mártir Pánfilo de Cesarea y sus Compañeros
Por San Nikolai Velimirovich
Pánfilo, el primero de los mártires, fue un presbítero de la Iglesia en Cesarea en Palestina. Era un hombre sabio y devoto que corrigió el texto del Nuevo Testamento a partir de los errores de los diversos copistas. Él solo copió este libro salvífico y se lo dio a quienes lo deseaban.
El segundo era el Diácono Valente, viejo en años y avanzado en sabiduría. Era una excelente autoridad de las Sagradas Escrituras y las conocía completamente de memoria.
El tercero era Pablo, un hombre honorable y distinguido que, durante una persecución anterior, fue arrojado al fuego por Cristo.
Además de ellos, había cinco hermanos, según la carne y el espíritu, que nacieron en Egipto y regresaron a su tierra natal después de ser obligados a trabajar en las minas de Cilicia. A las puertas de Cesarea declararon que eran cristianos, por lo que fueron llevados ante los tribunales. A la pregunta: "¿Cómo se llaman?" Ellos respondieron: "Los nombres paganos que nuestra madre nos dio, los descartamos y nos llamamos: Elías, Isaías, Jeremías, Samuel y Daniel". A la pregunta: "¿De dónde son?" Ellos respondieron: "De la Jerusalén en lo Alto". Todos fueron decapitados y con ellos un joven llamado Porfirio que buscó los cuerpos de los mártires para enterrarlos.
Porfirio fue después quemado vivo así como Seleuco, un oficial que anteriormente se había acercado, besando a los mártires antes de que la espada cayera sobre sus cabezas. También el anciano Teódoulo, sirviente de un juez romano, quien, durante el funeral, besó a uno de los mártires.
Finalmente, Julián, que veneraba y alababa los cuerpos sin vida de los Mártires.
Y entonces dieron poco por mucho, lo barato por lo precioso y la mortalidad por la inmortalidad, y recibieron morada junto al Señor en el año 308 d.C.
Pánfilo, el primero de los mártires, fue un presbítero de la Iglesia en Cesarea en Palestina. Era un hombre sabio y devoto que corrigió el texto del Nuevo Testamento a partir de los errores de los diversos copistas. Él solo copió este libro salvífico y se lo dio a quienes lo deseaban.
El segundo era el Diácono Valente, viejo en años y avanzado en sabiduría. Era una excelente autoridad de las Sagradas Escrituras y las conocía completamente de memoria.
El tercero era Pablo, un hombre honorable y distinguido que, durante una persecución anterior, fue arrojado al fuego por Cristo.
Además de ellos, había cinco hermanos, según la carne y el espíritu, que nacieron en Egipto y regresaron a su tierra natal después de ser obligados a trabajar en las minas de Cilicia. A las puertas de Cesarea declararon que eran cristianos, por lo que fueron llevados ante los tribunales. A la pregunta: "¿Cómo se llaman?" Ellos respondieron: "Los nombres paganos que nuestra madre nos dio, los descartamos y nos llamamos: Elías, Isaías, Jeremías, Samuel y Daniel". A la pregunta: "¿De dónde son?" Ellos respondieron: "De la Jerusalén en lo Alto". Todos fueron decapitados y con ellos un joven llamado Porfirio que buscó los cuerpos de los mártires para enterrarlos.
Porfirio fue después quemado vivo así como Seleuco, un oficial que anteriormente se había acercado, besando a los mártires antes de que la espada cayera sobre sus cabezas. También el anciano Teódoulo, sirviente de un juez romano, quien, durante el funeral, besó a uno de los mártires.
Finalmente, Julián, que veneraba y alababa los cuerpos sin vida de los Mártires.
Y entonces dieron poco por mucho, lo barato por lo precioso y la mortalidad por la inmortalidad, y recibieron morada junto al Señor en el año 308 d.C.
Los Mártires de Palestina. 16 de Febrero. |
Los Mártires de Palestina: Valentín el Diácono y Pablo, Elías, Jeremías, Isaías, Samuel, Daniel, Porfirio, Seleucio, Theodoulus y Julián.
Por el Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. Basado en el Libro VIII, Capítulo 11 de "La Historia Eclesiástica".
De cabello gris y de lento andar el anciano fue llevado hacia la cámara de interrogatorio por los bien armados guardias Romanos. Encadenado por sus tobillos, arrastraba dolorosamente los pies hacia el lugar reservado para aquellos que habrían de ser interrogados por el gobernador Romano de Palestina, el despiadado Firmilian, quien aborrecía a los Cristianos.
“¿Tú nombre es Valentín?” Preguntó, en palabras como éstas, el ceñudo Gobernador.
“Lo es. Soy el Diácono Valentín, escribano del sabio Panfilio.”
El gobernador gritó aún más fuerte. “¿Quieres decir Panfilio el Cristiano –el mismo Panfilio que acaba de ser sentenciado a muerte por publicar documentos prohibidos acerca del que se llama a sí mismo ‘Mesías,’ también conocido como ‘El Cristo’?”
“Eso es correcto señor. Bendito sea Panfilio y bendito sea Jesucristo.”
Eso era todo lo que necesitaba escuchar el iracundo Gobernador Romano. Luego de golpear fuertemente su mazo de juez contra la mesa de madera, el dictador sentenció a muerte por decapitación al anciano –un castigo programado para realizarse inmediatamente.
Para el humilde transcriptor y copista Valentín –un diácono fiel de la ciudad Palestina de Aelia Capitolina (antiguamente Jerusalén) que había trabajado por muchos años junto con el gran traductor Panfilio llegaría a su fin un 16 de Febrero del año 309 cuando colocó su cuello bajo la espada de su verdugo Romano.
En esa fecha infame, uno de los días más sangrientos en la historia de la Santa Iglesia de los inicios, el valeroso Panfilio y su fiel escribano Valentín fueron sacrificados bajo el gobierno del infame Emperador Dioclesiano, cuya determinación fanática de limpiar la fe Cristiana que se expandía rápidamente arrojó una nube oscura sobre todo el Medio Oriente.
La carnicería se había iniciado dos años antes en Cesaréa, la capital Palestina, cuando Panfilio, Valentín y su asistente Pablo habían sido arrojados a prisión por profesar su Cristianismo bajo el anterior gobernador Romano Urbano. Mientras estuvieron encarcelados fueron torturados frecuentemente hasta que sus risibles juicios terminarían con sus vidas, eventualmente, junto con la de nueve de sus amigos y partidarios que serían arrestados por atreverse a mostrar simpatía ante su difícil situación o su admiración por el Santo Evangelio de Jesucristo.
Eventualmente, cada uno de esos mártires sería ejecutado, ya sea quemados vivos, crucificados o decapitados.
Junto con el gran escritor-editor Panfilio y su escribano Valentino, su leal asistente –el Santo Mártir Pablo– perdería su cabeza bajo la espada Romana. Pero estas trágicas muertes fueron sólo el principio del derramamiento de sangre que sería desatado por el despiadado Firmilian, quien vio en ello una manera de complacer a su amo tirano en Roma, Diocleciano.
Estos sangrientos eventos se desarrollaron como sigue: Justo antes de que tuvieran lugar las decapitaciones de los primeros tres mártires, su joven siervo Porfirio fue lo suficientemente tonto como para pedirle a las autoridades el permiso de retirar sus cuerpos con el fin de darles un entierro decente luego de las ejecuciones. El inocente Porfirio, de sólo 18 años de edad, no se imaginó la manera en que su solicitud sería recibida por esos fanáticos paganos –quienes respondieron a la misma sentenciando a una muerte espantosa al joven bajo las llamas de una hoguera rugiente.
El joven Porfirio no fue el único testigo que se conmovió profundamente por las ejecuciones de Panfilio y sus dos asistentes. Mientras observaba los horripilantes acontecimientos de ese día, un sensible soldado Romano llamado Seleucio se conmovió tanto que se adelantó hacia ellos en un intento de consolar, a los agonizantes mártires, con gentiles palabras y deseos amables. Fue arrestado en el acto y, como resultado de ello, muerto en menos de una hora.
Estos asesinatos masivos eran terribles de observar. Sin embargo los testigos que los presenciaban... de alguna manera se veían envalentonados –y más de uno se convirtió en ese instante al Santo Evangelio. En un momento, cuando uno de los mártires inclinaba su cabeza bajo la espada de su verdugo, un anciano llamado Theodulos se lanzó repentinamente de entre la multitud y abrazó al hombre condenado mientras murmuraba una oración apasionada por la salvación de su alma.
Santos de Palestina |
Theodulos, quien de hecho era un sirviente en la casa de Firmilian, pagó un alto precio por su compasión en ese día. Antes de que cayera el sol sería clavado en una cruz de madera -fuera de la prisión- en donde moriría lentamente.
Las calles de Cesaréa estaban recubiertas por sangre Cristiana pero los asesinatos aún no habían terminado. Conmovido profundamente por el gozoso sufrimiento de los mártires, un joven converso de Capadocia (hoy parte de Turquía) se arrodilló y rezó junto a los cuerpos. El nombre del converso era Julián e inmediatmente lo llevaron a rastras para ser quemado vivo.
Adicionalmente cinco hermanos, jóvenes Egipcios, que habían sido arrestados en su país por abrazar el Cristianismo –y luego trasladados a la misma prisión en Cesaréa en la que se encontraban Panfilio y Valentín– fueron sacados de sus celdas y ejecutados ese mismo día junto con el gran editor, luego de que ellos se hubieron atrevido a alabar la fe en las puertas de la ciudad. Estos hermanos fueron extraordinariamente valientes. Cuando se les preguntó: “¿Cuáles son sus nombres?”
Ellos respondieron con palabras como estas, según lo señalan los historiadores de esa época:
“Los nombres paganos que recibimos de nuestra madre los hemos rechazado y ahora nos llamamos a nosotros mismos: Elías, Isaías, Jeremías, Samuel y Daniel.” Y cuando el interrogador los presionó preguntándoles: “¿De dónde son?” ellos lo dejaron profundamente confundido respondiendo: “Somos de la Alta Jerusalén” – queriendo significar que ellos se consideraban ciudadanos de la Ciudad Celestial gobernada por Jesucristo.
Confundido y molesto por sus respuestas enigmáticas Firmilian los torturó ferozmente en su esfuerzo por averiguar donde se podría encontrar esa poderosa ciudad “Jerusalén.” (El no sabía nada de la ciudad antigua que había sido incendiada y derruida por el Emperador Tito el año 70 de Nuestro Señor, y luego reemplazada por el Emperador Adrián [117-138] por un poblado conocido como “Aelia Capitolina” en el mismo lugar.)
Firme en su tarea de convencer a los cinco fieles hermanos de renunciar a su nueva fe, Firmilian los mandó a golpear, quemar y picar con las puntas de las lanzas. Cada uno de los intentos realizados para aterrorizarlos falló –y el iracundo Gobernador se vio obligado finalmente a satisfacerse a sí mismo mandándolos a decapitar a los cinco... junto con los otros mártires que murieron ese día en Cesaréa.
Luego de la muerte de esos once valientes mártires el despiadado Gobernador decretó que sus cuerpos no sean enterrados y que sean dejados sobre la tierra para ser devorados por los pájaros y animales. Sin embargo las aves y los animales salvajes se negaron a tocar esos restos sagrados, hecho que produjo una gran sorpresa y admiración entre todos aquellos que habían presenciado los arrestos y las ejecuciones. Alarmado por las reacciones rebeldes que se estaban viendo entre la gente común de Palestina, muy pronto las autoridades Romanas permitieron que los cuerpos fuesen enterrados con la dignidad que les correspondía.
Fue una historia para todos los tiempos. Posteriormente narrada con gran poder por el famoso historiador de la Iglesia Eusebio, el martirio de esos doce santos y mártires está retratado vívidamente en el Libro VIII, Capítulo 11 de su gran clásico La Historia Eclesiástica.
Conocidos como “Los Mártires de Palestina” los doce santos que murieron a manos del Gobernador Firmilian alrededor del 309, continúan inspirando a los Cristianos alrededor del mundo, casi 18 siglos después de su glorioso martirio. Sus vidas nos hablan a nosotros del gran gozo espiritual que se puede encontrar obedeciendo la voluntad de Dios, aún en las circunstancias más difíciles. Notablemente Valentín y sus compañeros mártires murieron con gratitud ardiendo en sus corazones. ¿Por qué? Porque les había sido permitido ofrecer a Dios Todopoderoso el gran regalo de sus vidas mortales.Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’. Τὴν ὡραιότητα.
Τὴν δωδεκάριθμον, Μαρτύρων φάλαγγα, ἀνευφημήσωμεν, ἐνθέοις ἄσμασι, Πάμφιλον Παῦλον Σαμουήλ, Οὐάλεντα καὶ Ἠλίαν, Ἱερεμίαν, Σέλευκον, Δανιὴλ καὶ Πορφύριον, Ἰουλιανὸν ὁμοὺ Ἠσαΐαν Θεόδουλον αὐτοὶ γὰρ τὸν Δεσπότην τῶν ὅλων, πάσιν ἠμὶν ἐξιλεοῦνται.
Apolitiquio tono 3º. A la hermosura.
Elogiemos con himnos la compañía de doce mártires, Pánfilo, Pablo, Samuel, Valente y Elías, Jeremías, Seleuco, Daniel y Porfirio, Julián, Isaías y Teódoulo; porque siempre rezan al Maestro por todos nosotros.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος δ’. Ταχύ προκατάλαβε.
Οἱ Μάρτυρες σου Κύριε, ἐν τῇ ἀθλήσει αὐτῶν, τὸ στέφος ἐκομίσαντο τῆς ἀφθαρσίας, ἐκ σοῦ τοῦ Θεοῦ ἡμῶν· σχόντες γὰρ τὴν ἰσχύν σου, τοὺς τυράννους καθεῖλον· ἔθραυσαν καὶ δαιμόνων τὰ ἀνίσχυρα θράση. Αὐτῶν ταῖς ἱκεσίαις Χριστέ ὁ Θεός, σῶσον τὰς ψυχὰς ἡμῶν.
Apolitiquio tono 4º
Tus Mártires oh Dios, en su valerosa lucha por Ti, han recibido las coronas de la incorrupción de la vida como premio que viene de Ti, Oh Dios Inmortal. Pues ellos poseyeron Tú fortaleza desafiaron a los tiranos y destruyeron completamente la presunción de poder de los demonios. Oh Cristo Dios, por sus oraciones, salva nuestras almas, ya que Tú eres misericordioso.
Tus Mártires oh Dios, en su valerosa lucha por Ti, han recibido las coronas de la incorrupción de la vida como premio que viene de Ti, Oh Dios Inmortal. Pues ellos poseyeron Tú fortaleza desafiaron a los tiranos y destruyeron completamente la presunción de poder de los demonios. Oh Cristo Dios, por sus oraciones, salva nuestras almas, ya que Tú eres misericordioso.
Κοντάκιον. Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεὶς ἐν τῷ Σταυρῷ.
Κολαστηρίων φοβερῶν προκειμένων, οἱ τοῦ Κυρίου Ἀθληταὶ οἱ γενναῖοι, ἐν ἀπτοήτῳ χαίροντες φρονήματι, τούτοις προσωμίλησαν, τῆς σαρκὸς ἀλογοῦντες· ὅθεν ἐκληρώσαντο, αἰωνίζουσαν δόξαν, ὑπὲρ ἡμῶν πρεσβεύοντες ἀεί, τῶν εὐφημούντων, αὐτῶν τὰ μνημόσυνα.
Condaquio tono 4º
Cuando le fueron acercados los terribles instrumentos de tortura, los nobles atletas del Señor se acercaron alegres y con espíritu firme dispuestos a soportarlos, pues ellos consideraron que la carne era inútil y no reservaron sus cuerpos; ahora que ellos habían heredado la gloria que dura por siempre. Y ellos interceden sin cesar por nosotros, quienes honramos las grandes luchas que sufrieron.
Fuentes consultadas: Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr *diakonima.gr