jueves, 4 de abril de 2024

San Isidoro, Obispo de Sevilla (+636)

Isidoro, obispo de Sevilla, era el hermano menor de San Leandro (13 de Marzo), también obispo de Sevilla, al que sucedió en el entonces primer trono episcopal de España, en el año 600 d.C.

La familia de San Isidoro era aristócrata. Excepto por su ascendencia noble, la familia se parecía a la de San Basilio en Oriente. Dos santos se veneran en el santoral ortodoxo, y la Iglesia latina venera también a dos miembros más, hermanos de Isidoro y Leandro: Fulgencio (16 enero) y Florentina (20 junio).*
 
La tradición de la Iglesia española dice que cuando Isidoro era un bebé, su nodriza le olvidó debajo de un árbol en el jardín de su casa. Un enjambre de abejas se dirigía rápidamente hacia el niño, no para causarle ningún daño, sino para dejarle encima de la boca un hilo de miel. Esto se consideró una señal de su posterior elocuencia, que se parecía a la de San Juan Crisóstomo.
Los padres del pequeño Isidoro dejaron su educación y formación a cargo de su hermano mayor, el sabio Leandro. El pequeño alumno, sin embargo, era indisciplinado y distraído, y no le interesaban tanto los estudios como los juegos. Una vez se fugó de la escuela para evitar las reprimendas de su hermano por no cumplir los deberes escolares, y se paró junto a un pozo. 
 
 






 
 
 
 
Observó que en lo bordes del mismo había profundos surcos en la piedra, cortados por la cuerda, tal como le explicó una mujer, que en ese momento había llegado para sacar agua. El joven estudiante entonces comprendió que, de manera que la cuerda con su continuo roce encima de la piedra, con el tiempo, lograba rayarla, del mismo modo, la perseverancia y la aplicación en el estudio podrían vencer su testadurez. 
Regresó con su hermano y desde entonces fue el mejor alumno, y progresó tanto que sobrepasó a todos sus profesores. Llegó a ser el hombre más sabio de la época en toda España, y la gente venía de muy lejos para que les aconsejase. Y él contestaba a todas las peticiones y resolvía todos los problemas, incluso los más difíciles, que le planteaban.
Cuando se hizo mayor, trabajó junto con su maestro y hermano, Leandro, ayudándole en su labor teológica y pastoral. Principalmente se ocupó de la conversión de los visigodos al cristianismo, y se opuso, enérgicamente, al entonces rey disidente Leovigildo, a quien encontraremos también en otras partes de este libro. Durante el exilio de San Leandro, Isidoro, él solo, se echó al hombro el peso de la lucha contra la herejía, y defendió con valentía la fe ortodoxa y los verdaderos intereses de la Iglesia Española.
Pasó el tiempo. Subió al trono el hijo ortodoxo de Leovigildo, Recaredo, y el pueblo volvió a la Ortodoxia.
 
 
 






 
 
 
San Isidoro pudo finalmente retirarse a la tranquilidad de un monasterio para entregarse, con todo el alma, al estudio y a la oración. Sin embargo, esto no duró mucho tiempo. La muerte de San Leandro obligó a Isidoro a obedecer al clero y al pueblo, y a asumir, como obispo, el primero en rango trono eclesiástico de la diócesis de Sevilla.
Comenzó el siglo VII después de Cristo. San Isidoro, durante cuarenta años, selló con su episcopado la Iglesia de la Península Ibérica. Era el buen pastor y el tierno padre de cada fiel, el consolador de los afligidos, el refugio de los desafortunados, el defensor de los maltratados. El Culto Divino y el orden eclesiástico encontraron en Isidoro el gran formador. El obispo creía que las ceremonias y los oficios deberían reflejar, lo máximo posible, la magnificencia de las jerarquías celestiales. Se le considera fundador del ritual litúrgico del rito mozárabe, el cual ha sobrevivido hasta hoy. La gente acudía en masa a Sevilla para escuchar su palabra. Su sabiduría, dicen, ¡sobrepasaba la sabiduría del mismo rey Salomón! Sus predicaciones divinas fueron acompañadas a menudo por milagros, los cuales certificaban la veracidad de su palabra. 
En el II Concilio Local de Sevilla en el 619, el cual presidió, fue derrotado un hereje monofisita, discípulo de Severo, y el santo curó a un ciego con el simple tacto de su guante. 
La vida monástica encontró en la persona de San Isidoro su ferviente apoyo y ayuda. Fundó y organizó muchos monasterios y construyó una escuela de Teología para la formación del clero, donde él mismo a menudo enseñaba.
La educación, no sólo la eclesiástica, constituía el cuidado y la preocupación del buen pastor.
 
 
 






 
 
 
 
No le era indiferente ni ajeno ningún doblez de la sabiduría, y por eso enseñó y escribió impresionantes textos sobre todas las ciencias entonces conocidas, como la obra de gran importancia: "Etimologías o sobre el origen de las cosas".
Él, antes que los árabes, dio a conocer a Aristóteles a Occidente. De esta manera la obra de San Isidoro constituyó el eje central del conocimiento en Occidente durante toda la Edad Media.
Así pasaron casi 40 años. El santo obispo, entrado en años y lleno de obras de devoción, cayó gravemente enfermo. Sintió que su recorrido aquí en la tierra había llegado a su fin. Repartió todos los bienes entre los pobres. Preparó anticipadamente su salida con oración y penitencia. Profetizó la dolorosa suerte de la Iglesia Española y los sufrimientos que la esperaban. Cuatro días antes de su muerte, pidió que le llevasen al centro de la catedral y que le colocasen, vestido con una simple túnica, encima de cenizas. Entonces rezó a Dios, pidiendo que le perdonase por su gran compasión, y pronunció estas palabras: "Para mí, Señor, no para los justos, has dado a Tu Iglesia el lavado de la penitencia, la Santa Confesión". Después uno de los obispos presentes le leyó la oración del perdón. Pidió a todos que rezasen para que Dios se apiadase de él, intercambió el beso de la paz con sus sacerdotes, elevó sus manos y pidió la ayuda del Señor para su rebaño y volvió a su celda, donde murió en paz el 4 de Abril del año 636. Sus santos restos fueron depositados entre los restos de su hermano, San Leandro, y los de su hermana, Florentina, en la iglesia Metropolitana de Sevilla. Más tarde, después del cisma de la Iglesia Occidental del cuerpo de la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia Ortodoxa, los restos de San Isidoro fueron trasladados a León.
Santo padre Isidoro, ruega por las santas iglesias de Dios, y por la unión de todos. Amén
 
 
 



San Isidoro, Obispo de Sevilla

 
 
 
 
Ver:

Escritos:
 
 
 
NOTAS:

* Respecto a la santidad de estos dos hermanos, Fulgencio y Florentina, el equipo de La Ortodoxia es la Verdad opta por no realizar ninguna manifestación al respecto, dada la inexistencia de pruebas fehacientes. En cuanto a los datos de sus biografías, se ha ofrecido un enlace para obtener una mayor noción de dichos personajes, cuyos datos quizás no sean todos verdaderos. 



Megalinario

Habiendo recibido el don divino, apareces en Sevilla en la tierra de los españoles, discípulo del Señor, sostienes la verdad; Isidoro bienaventurado, por eso te veneramos.









Fuentes consultadas: saint.gr, Santoral Ortodoxo Español, G. E. Piperakis, orthodoxwiki.gr, traditionalcatholic.com, imkythiron.gr, wdl.org.

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