sábado, 9 de marzo de 2024

Los Cuarenta Mártires de Sebaste (+422)

Versos: 
"Satisfaciendo la deficiencia de tu pasión Salvador, las piernas de los cuarenta son aplastadas".
En el noveno, las piernas de los cuarenta hombres fueron rotas.

El noveno de este mes [marzo], conmemoramos a los Cuarenta Santos Mártires, quienes fueron martirizados en la ciudad de Sebaste.


El Comandante de la Armada Romana era un feroz pagano y la cosa que más odiaba en el mundo era el Cristianismo. Cada vez que se acercaba a un grupo de seguidores de aquel que se llamaba el “Santo Redentor” –seguramente un profeta auto engañado– el Comandante Agrícola los interrogaría implacablemente.
Con una voz que bordeaba con el sarcasmo les preguntaba si ellos realmente creían que el auto proclamado salvador de Nazaret había sido enviado a la tierra para salvar a la humanidad del pecado y la muerte. Y si ellos decían “sí”… les esperaba una suerte muy mala. Erizado por la rabia el furioso Agrícola les daría una última oportunidad de renunciar a su fe en su Salvador, antes de pedir por los látigos y las cadenas y las hachas que muy pronto terminarían con sus vidas miserables.
Como comandante militar de más alto rango en la provincia Romana de Armenia, Agrícola no era un hombre que debía ser tomado a la ligera. Imaginen su estupor cuando en una tarde del invierno del año 422 d.C. descubrió que 40 de sus mejores soldados habían proclamado en masa su fe en el Santo Evangelio de Jesucristo. Asombrado por su traición aparente –todos ellos, 40 en total, procedían de Capadocia, una región de Asia Menor que hoy en día es parte de Turquía– el furioso Comandante ordenó a unos malhechores acusarlos de haberse unido secretamente a las filas de los seguidores de Cristo.
 
 
 



Mapa del Antiguo Imperio de Armenia.
A la izquierda, Capadocia (KAPPADOKÍA)



 
 
Cuando ellos se rehusaron a negar los cargos, y al contrario anunciaron que ellos estaban orgullosos de ser reconocidos como seguidores de Jesús, Agrícola los amenazó con quitarles sus rangos romanos en ese mismo instante. Sin embargo esta amenaza también falló en su intento de hacer que los traidores se arrodillasen. No sólo su vocero, Cándido (uno de los mejores soldados de Agrícola hasta ese momento) se negó a disculparse por su conversión masiva… sino que además fue más allá al informarle al contrariado Comandante que él y sus compañeros soldados no estaban intimidados en lo más mínimo por el poder del oficial Romano.
Cándido, cuyas palabras fueron repetidas posteriormente por numerosos historiadores, y quien pronto se uniría a los rangos de los santos y mártires de la Santa Iglesia, dijo: “Tomen no sólo nuestro honor de ser soldados, sino también nuestros cuerpos –ya que nada es más querido y honorable para nosotros que Cristo nuestro Dios.” 
El Comandante había escuchado suficiente. En pocos instantes llamó a una falange altamente armada que custodiaba el cuartel general de la Armada en Armenia. 
 
 
 




Los Cuarenta Mártires de Sebaste. Antiguo Icono Ortodoxo griego



 
 
 
En un instante los rebeldes fueron arrestados y arrojados en la cárcel local. Mirándolos con ira, su antiguo Comandante los hizo languidecer detrás de los barrotes por algunos días, para luego llevarlos al centro del campo militar –en donde había hecho los arreglos necesarios para construir una enorme pila de piedras pesadas. 
“¿Ustedes ven lo que les aguarda, Capadocios?” les gritó a sus desgraciados infantes en palabras como estas. “Persistan en su tonta devoción hacia el Nazareno y yo les aseguro que sus huesos sentirán el gran peso de mi ira.” Cuando los Cuarenta Mártires no mostraron ningún signo de renunciar a su fe en el Señor, el enconado Agrícola levantó su mano derecha, en una señal ya predeterminada, y entonces comenzaron a volar las piedras.
Muy pronto los soldados caídos estaban cubiertos en sangre y nadando en un océano de dolor. Y aún así… ninguno de ellos accedió a renunciar a Cristo el Señor o a unirse al Comandante en su adoración de los brillantes ídolos paganos que él amaba con toda su alma.
Finalmente, rugiendo de frustración, Agrícola ordenó que fuesen devueltos a sus celdas en prisión. Les dejó dormir con el conocimiento de que el Comandante pasaría la noche elaborando otras horrorosas torturas para estropear aún más sus cuerpos destrozados.
 
 
 




LOS SANTOS CUARENTA MÁRTIRES



 
 
 
Sin embargo, en vez de mantenerse despiertos por el terror, los cautivos durmieron sonoramente –luego de que, como se reporta, se escucharon voces ofreciéndoles consuelo por varias veces: “Perseveren hasta el final; entonces ustedes serán salvados. Creyendo en Mí, si alguno muere, vivirá. Sean valientes y no tengan miedo, ya que obtendrán una corona incorruptible.” 
Mientras transcurrían lentamente las horas, el enfurecido Agrícola caminaba de un lugar a otro al frente de la hoguera de su campamento. Llevaba una larga vida de odio hacia el movimiento Cristiano. Lucinius había estado con él durante los 9 años anteriores –desde que el gobernador de la mitad del Imperio Romano, San Constantino el Grande, se había convertido a la Fe en el 313 y había declarado que la libertad religiosa prevaleciera a lo largo de su reino.
Aunque según se reporta el Co-Emperador de Constantino, Lucinius (250-325), era menos tolerante del rápido crecimiento de la secta Cristiana y usualmente favorecía a los paganos en sus disputas, permanecía un hecho clave: Los seguidores del Hombre de Galilea crecían numerosamente cada semana.
 
 





Los Santos Mártires en el lago de hielo 




 
 
Teniendo a su lado a quien favorecía a los paganos, (Lucinius a cargo de las Legiones Armenias) Agrícola tenía la mano libre. Año tras año, mientras atacaba sin tregua a los Cristianos, el indiferente Co-Emperador ignoraba el derramamiento de sangre. Tampoco intervendría el gobernador Romano ahora; en el fondo el perturbado Comandante sabía que tenía las manos libres para abusar y torturar a su voluntad en su base Armenia a aquellos Cristianos Capadocios. Y eso fue exactamente lo que hizo. El invierno del 322 fue particularmente duro, lo que significa que las cercanías al Lago Sebaste (ahora parte de Turquía) se iban congelando lentamente por el viento norte –haciendo de ello la perfecta ubicación para el sádico ejercicio del Comandante.
Luego de hacer marchar a sus soldados rebeldes hacia el borde del lago, cubierto de bloques de hielo, les ordenó que se desnudasen y se metiesen en el agua. Si ellos deseaban escapar de la brutal tortura sólo necesitaban hacer una cosa muy sencilla: Renunciar al Señor Jesús.
Para hacer la tortura especialmente difícil, el furioso Comandante ordenó que se enciendese un gran fuego. Junto a ello sus hombres construyeron una gran casa de baños llena de agua caliente. Una vez más Agrícola buscó una manera de comprar su lealtad –prometiendo que cualquiera que renunciase a su fe podría entrar inmediatamente a la casa de baño y escapar de la muerte por congelamiento.
 
 
 




"MARTIRIO DE LOS CUARENTA SANTOS MEGALOMÁRTIRES" 




 
 
Solo una pobre alma, alocada por el sufrimiento, escogió dejar el lago… pero el desdichado infeliz murió en la nieve antes de que pudiera llegar a la casa del baño. Los restantes 39 soldados permanecieron en el lago congelado.
Entonces, en algún momento alrededor de la medianoche, sucedió una cosa extraordinaria, cuando un guardia Romano (Aglaios) quien estaba presenciando la tortura se dio cuenta de que repentinamente se mostraban 39 coronas asomándose sobre las cabezas de los sufrientes mártires. Tocado al instante, Aglaios rápidamente se quitó su uniforme y se arrojó al agua mientras les gritaba a sus compañeros soldados: “Yo también soy Cristiano. “Señor Dios, yo creo en Ti, en Quien estos soldados creen. Me sumo a ellos y considérame digno de sufrir con Tus siervos.” (Hasta nuestros días, una oración mencionando a los Cuarenta Mártires de Sebaste es parte del Servicio de Bodas de la Santa Iglesia. Recuerda a la novia y al novio las coronas que los esperan a ellos en el Cielo, si permanecen fieles a Cristo como lo hicieron tiempo atrás esos santos.)
Para ese entonces el Comandante ya había visto suficiente. Habiendo alcanzado el final de su paciencia ordenó que los Cuarenta Mártires fuesen cortados en pedazos y que sus huesos fuesen arrojados en el lago. Sus órdenes fueron ejecutadas inmediatamente.
 
 
 
 



Los Cuarenta Mártires de Sebaste. 9 de Marzo.






 
Tres noches después, tras haber experimentado una visión, el Obispo de Sebaste (Pedro) se acercó al borde del agua para recoger las reliquias de esos santos y encontró sus huesos brillando suavemente bajo la luz de la luna. Debido a este milagro fue capaz de juntar todas las reliquias y darles un entierro digno en el nombre de Cristo.
Sus nombres, en el idioma griego oficial de la época son los siguientes: "Αγιος Κυριων" (Ayios o San Kirion) , "Αγιος Κανδιδος" (San Kándidos) - "ή Κλαυδιος" , (o Klaudio)-, "Αγιος Δομνας" (San Domnas) , "Αγιος Ευτυχιος
" (San Eftijios) - "ή Ευτυχης"(ó Eftijis), "Αγιος Σεβηριανος" (San Sebirianos) , "Αγιος Κυριλλος" (San Kirilos) , "Αγιος Θεοδουλος" (San Theodulos), "Αγιος Βιβιανος" (San Bibianos) , "Αγιος Αγγιας" (San Aggías) , "Αγιος Ησυχιος" (San Isijios), "Αγιος Ευνοϊκος" (
San Efnoikos) , "Αγιος Μελιτων" (San Meliton) , "Αγιος Ηλιαδης" (San Iliadis) , "Αγιος Αλεξανδρος" (San Alexandros) , "Αγιος Σακεδων" (San Sakedon) -"ή Σακερδων" (O Sakerdon)-, "Αγιος Ουαλης" (San Ualis) , "Αγιος Πρισκος" (San Piscros) , "Αγιος Χουδιων" (San Judion) , "Αγιος Ηρακλειος" (San Iraclios), "Αγιος Εκδικιος" (San Ekdikios) -"ή Ευδικιος" (o Eudikios)), "Αγιος Ιωαννης" (San Ioánis/Juan) , "Αγιος Φιλοκτημων" (San Filoktimon) , "Αγιος Φλαβιος" (San Flavios) , "Αγιος Ξανθιος" (San Xanzios) , "Αγιος Ουαλεριος" (San Ualerios) , "Αγιος Νικολαος" (San Nikolaos) , "Αγιος Αθανασιος" (San Azanasios), "Αγιος Θεοφιλος" (San Zeófilos), "Αγιος Λυσιμαχος" (San Lisimajos) , "Αγιος Γαϊος" (San Gaios) , "Αγιος Κλαυδιος" (San Klaudios) , "Αγιος Σμαραγδος" (San Smargados), "Αγιος Σισινιος" (San Sisinios) , "Αγιος Λεοντιος" (San Leontios) , "Αγιος Αετιος" (San Aetios), "Αγιος Ακακιος" (San Akakios) , "Αγιος Δομετιανος" (San Dometianos) -"ή Δομετιος", (o Dometios)-, "Αγιος Γοργονιος" (San Gorgonios) , "Αγιος Ιουλιανος" (San Iulianós)- "ή Ελιανος Ή Ηλιανος" ( o Elianos o Ilianos)-, "Αγιος Αγλαϊος" (San Aglaios) y "Ο Καπικλαριος" (El Kapiklario, el último que se incorporó). Y estos son sus respectivos iconos.
 
 
 



Icono de la Capilla de los Cuarenta Mártires de Sebaste,
junto a la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.


 
 
 
 
Los Cuarenta Mártires de Sebaste continúan llevando sus coronas brillantes, diecisiete siglos después de haber muerto por el Hijo de Dios. Sus vidas nos enseñan una maravillosa lección acerca de la verdadera lealtad contra la falsa.
Los Cuarenta Capadocios eran ciertamente buenos soldados, obedientes a los oficiales Romanos en todo sentido. Pero ellos también entendían –y también nosotros deberíamos entenderlo– que hay una lealtad que está por encima de todo ser humano y que ésta fluye de nuestra relación con el Dios Todopoderoso. Porque ellos permanecieron fieles a ese deber más alto, los Cuarenta Mártires ahora descansan seguros y para siempre en un amoroso abrazo de Dios.
 
 
 
 
 
Los Santos Cuarenta Mártires de Sebaste

Por San Nicolás Velimirovich

Todos ellos eran soldados del ejército romano y creían firmemente en el Señor Jesús. Cuando comenzó la persecución de los cristianos durante el reinado de Licinio, fueron llevados a juicio ante el comandante. Cuando los amenazó con despojarlos de su honor como soldados, uno de ellos, San Cándido, respondió: "No sólo el honor de ser un soldado, sino quitarnos nuestros cuerpos, porque nada es más querido ni honroso para nosotros que Cristo nuestro Dios." Después de eso, el comandante ordenó a sus sirvientes apedrear a los santos mártires. Mientras los sirvientes arrojaban piedras a los cristianos, las piedras giraron y cayeron sobre los sirvientes, golpeándolos severamente. Una de las piedras golpeó la cara del comandante y le rompió los dientes. Los torturadores, enojados como bestias salvajes, ataron a todos los santos mártires y los arrojaron al lago y colocaron una guardia alrededor para evitar que ninguno de ellos escapara. Hubo una helada terrible y el lago se congeló alrededor de los cuerpos de los mártires. Para que su dolor y sufrimiento empeoraran, y para persuadir a uno de ellos a negar a Cristo y reconocer los ídolos de Roma, los torturadores calentaron un baño a la orilla del lago a la vista de los mártires congelados. De hecho, uno de ellos fue persuadido. Salió del agua y entró en el baño. Y he aquí, apareció del cielo una luz extraordinaria que calentó el agua del lago y los cuerpos de los mártires. Con esa luz, treinta y nueve coronas descendieron del cielo sobre sus cabezas. Al ver esto, un guardia en la orilla se quitó toda la ropa, confesó el Nombre del Señor Jesús y entró en el lago para hacerse digno de la cuadragésima corona en lugar del traidor. De hecho, la última corona descendió sobre él. Al día siguiente, todo el pueblo quedó atónito al ver que los mártires aún vivían. Entonces, los jueces malvados ordenaron que les rompieran la parte inferior de las piernas y arrojaran sus cuerpos al agua para que los cristianos no pudieran recuperarlos. 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
Al tercer día, los mártires se aparecieron a Pedro, el obispo local, y lo llamaron a recoger sus reliquias y sacarlas del agua. El obispo con su clero salió a la oscuridad de la noche y vio las reliquias de los mártires brillando intensamente en el agua. agua. Cada hueso que se separó de sus cuerpos flotó hacia la parte superior y brilló como una vela. El obispo Peter los reunió y los enterró con honor. Las almas de estos mártires, que sufrieron por todos nosotros, fueron al Señor Jesús, resucitado con gloria. Sufrieron honorablemente y fueron coronados con gloria inmarcesible en el año 320 d.C. 
 
 

HIMNO DE ALABANZA: LOS SANTOS CUARENTA MÁRTIRES

Mártires en el lago encadenado por la escarcha,
Firmemente adheridos a la Santa Fe, iluminados por la esperanza,
Al amado Dios, clamó: "Tú, que asombraste al mundo
¡Por Tu asombroso sacrificio y resurrección, oh Tú, vivificanos!
El firmamento de los cielos y todo lo creado, te glorifican,
¡He aquí, el abismo, el fuego, el granizo, la nieve, el hielo y el calor te glorifican!
Tú ayudaste al gran Moisés, tu siervo,
y Josué hijo de Nun, y después Eliseo,
Que la naturaleza, calme las aguas y la divida,
Ahora, ayuda a tus fieles como lo has hecho hasta ahora,
No permitas que la escarcha sea más fuerte que el hombre,
Que nosotros, Cuarenta Mártires, no seamos objeto de escarnio;
Oh, puedes, si quieres, porque Tú gobiernas sobre todo,
Tú, cuando quieras, puedes cambiar el hielo en calor y el calor en hielo;
A causa de tu nombre, la escarcha nos consume como una bestia furiosa,
¡Oh, ayúdanos a que el Nombre del Todopoderoso sea alabado!”
Mártires en el lago, encadenados por la escarcha,
Desde el cielo, por la luz de Dios, fueron calentados,
Gloriosamente cayeron y quedaron Cuarenta Mártires
Para el miedo, el horror y la vergüenza de los incrédulos oscurecidos.


 


La Capilla de los Santos Cuarenta Mártires en la Iglesia del Santo Sepulcro

San Gaudencio de Brescia (+410) fue en peregrinación a Tierra Santa desde Italia. De camino a Jerusalén visitó Cesarea, donde dos monjas, sobrinas de Basilio el Grande, le entregaron porciones de las reliquias de los Santos Cuarenta Mártires de Sebaste. Con estos dedicó una capilla en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén a los Santos Cuarenta Mártires. Escribió: "Dios me ha dado una parte de estas venerables reliquias y me ha concedido fundar esta iglesia en su honor".
 
 
 






 
 
 
Esta capilla se encuentra hoy en el piso más bajo del campanario del siglo XIII, y anteriormente fue el Monasterio de la Trinidad donde eran enterrados los patriarcas de Jerusalén. La capilla actual se remonta a la restauración de los edificios bajo Constantino IX Monómaco en el siglo XI. La historia a continuación, sin embargo, muestra además que había una capilla dedicada a los Cuarenta Mártires antes de esta época.

La historia de la construcción de la cúpula sobre la Iglesia de la Anástasis (Resurrección) también está relacionada con los Santos Cuarenta Mártires. Según lo narrado por el analista Eutiquio, el Patriarca Tomás de Jerusalén (809-829) vio a los Cuarenta Mártires en un sueño salir en procesión desde un lugar al lado de la Anástasis (tal vez su capilla), ascender por sus muros y tomar posición en círculo en la cima, arqueando el cuerpo y extendiendo los brazos hacia adentro, formando una cúpula. 
 
 










Interpretó esto como un mensaje de Dios, invitándole a erigir una cúpula sobre la Anástasis. Por esta razón, el Patriarca Tomás ordenó cuarenta grandes troncos de cedro y abeto de Chipre, construyendo con estos la cúpula. En honor a los Cuarenta Mártires, el Patriarca Tomás hizo construir un altar conmemorativo para ellos, que todavía existe hoy en la Iglesia del Santo Sepulcro. Sin embargo, la construcción de esta cúpula parece haber enfurecido a las autoridades musulmanas, ya que acusaron al Patriarca de construirla más alta que la Cúpula de la Roca. 
 





Cúpula de la Roca.





Por ello, el Patriarca fue encarcelado, donde aguardaba la ejecución. Escapó de la ejecución pagando 1.000 dinares musulmanes a cambio de un confidencial (documento) para escapar. El confidencial consistía en depositar la carga de la prueba en las autoridades musulmanas para demostrar que la Anástasis era ahora más elevada que la Cúpula de la Roca que antes de la construcción. Como no había medidas antes de la construcción, no había forma de probarlo, por lo que fue puesto en libertad.




Descubrimiento de las Reliquias de los santos Cuarenta Mártires.

Una mujer llamada Eusebia, que era diaconisa de la secta macedonia, tenía una casa y un jardín fuera de los muros de Constantinopla, en el que guardaba los restos sagrados de cuarenta soldados, que habían sufrido el martirio bajo Licinio en Sebaste en Armenia.
Cuando sintió que se acercaba la muerte, legó el lugar mencionado a algunos monjes ortodoxos, y los obligó bajo juramento a enterrarla allí, y a tallar por separado un lugar sobre su cabeza en la parte superior de su ataúd, y a depositar las reliquias de la mártires con ella, y no informar a nadie. Los monjes lo hicieron; pero para rendir el debido honor a los mártires en secreto, según el acuerdo con Eusebia, formaron una casa subterránea de oración cerca de su tumba. Pero abierto a la vista, se erigió un edificio sobre los cimientos, encerrado con ladrillos cocidos, y un descenso secreto desde él hasta los mártires.

Poco después, César, un hombre entre los que estaban en el poder, que anteriormente había ascendido a la dignidad de cónsul y prefecto, perdió a su esposa y la hizo enterrar cerca de la tumba de Eusebia; porque las dos damas habían estado unidas por la más tierna amistad, y habían sido unánimes en todos los temas doctrinales y religiosos. Por tanto, César fue inducido a comprar este lugar para poder ser sepultado cerca de su esposa. Los mencionados monjes se instalaron en otro lugar y sin divulgar nada sobre los mártires.

Después de esto, cuando el edificio fue demolido, y cuando la tierra y la basura se esparcieron, todo el lugar fue alisado. Porque el mismo César erigió allí un magnífico templo a Dios en honor de Tirso el mártir (+251). Parece probable que Dios quisiera deliberadamente que el lugar mencionado desapareciera, y que transcurriera tanto tiempo para que el descubrimiento de los mártires pudiera considerarse como un acontecimiento más maravilloso y conspicuo, y como una prueba del favor divino hacia el descubridor.
 
 
 









El descubridor no fue, de hecho, otro que la emperatriz Pulqueria, la hermana del emperador. El admirable Tirso se le apareció tres veces y le reveló a los que se ocultaban bajo la tierra; y ordenó que fueran depositados cerca de su tumba, para que pudieran compartir la misma posición y honor. También se le aparecieron los cuarenta mártires mismos, ataviados con túnicas relucientes. Pero el suceso parecía demasiado maravilloso para ser creíble, y del todo imposible; pues los ancianos del clero de esa región, después de haber seguido con frecuencia investigaciones, no habían podido indicar la posición de los mártires, ni tampoco nadie más.

Al final, cuando toda esperanza estaba perdida, Policronio, cierto presbítero, que había sido anteriormente un sirviente en la casa de César, fue recordado por Dios que la localidad en cuestión había estado habitada una vez por monjes. Por lo tanto, fue al clero de la secta macedonia para preguntar sobre ellos. Todos los monjes estaban muertos, a excepción de uno, que parecía haber sido preservado en vida con el expreso propósito de señalar el lugar donde se escondían las reliquias de los santos mártires. Policronio lo interrogó de cerca sobre el tema, y ​​al ver que, a causa del acuerdo hecho con Eusebia, sus respuestas eran algo indecisas, le hizo saber la revelación divina y la angustia de la emperatriz, así como el fracaso de sus recursos. El monje luego confesó que Dios le había declarado la verdad a la emperatriz; porque en la época en que era un niño demasiado grande, y sus ancianos líderes le enseñaron la vida monástica, recordaba exactamente que las reliquias de los mártires habían sido depositadas cerca de la tumba de Eusebia; pero que el posterior lapso de tiempo y los cambios que se habían realizado en esa localidad le privaron de la facultad de recordar si las reliquias habían sido depositadas debajo de la iglesia o en cualquier otro lugar. Y además Policronio dijo: "No he sufrido un lapso similar de memoria, porque recuerdo que estuve presente en el entierro de la esposa de César, y, así como puedo juzgar por la situación relativa de la carretera principal, puedo inferir que debe haber sido enterrada debajo del ambón; esta es la plataforma para los lectores. Por lo tanto, "subyugó el monje", debe estar cerca de los restos de la esposa de César donde se debe buscar la tumba de Eusebia; porque las dos damas vivían en términos de la más cercana amistad e intimidad, y de mutuo acuerdo para ser enterrados uno al lado del otro ".
 
 
 
 




 
 
 
 
Cuando fue necesario excavar, de acuerdo con las insinuaciones antes mencionadas, y rastrear las reliquias sagradas, y la emperatriz se enteró de los hechos, les ordenó que comenzaran el trabajo. Al excavar la tierra por el ambón, se descubrió el ataúd de la esposa de César según la conjetura de Policronio. A poca distancia del costado encontraron el pavimento de ladrillos cocidos, y una tablilla de mármol de iguales dimensiones, cada una de la medida de los ladrillos, bajo la cual se descubrió el féretro de Eusebia; y cerca había un oratorio, elegantemente cerrado con mármol blanco y púrpura. La cubierta del sepulcro tenía la forma de una mesa sagrada, y en la cima, donde estaban depositadas las reliquias, se veía un pequeño orificio. Un hombre adjunto al palacio, que estaba de pie junto a él, introdujo un bastón que sostenía en la mano en el orificio; y al retirar el bastón se lo acercó a la nariz e inhaló un dulce olor a mirra, que inspiró renovada confianza a los obreros y transeúntes.

Cuando abrieron ansiosamente el féretro, se encontraron los restos de Eusebia, y cerca de su cabeza estaba la parte prominente de la tumba formada exactamente en forma de cofre, y estaba oculta en su interior por su propia cubierta; y el hierro que lo encerraba a cada lado en los bordes estaba firmemente unido por plomo. En el medio, apareció nuevamente el mismo orificio, y aún más claramente reveló el hecho de que las reliquias estaban ocultas en su interior. Tan pronto como se anunció el descubrimiento, corrieron a la iglesia del mártir, llamaron a los herreros para que desataran las barras de hierro y fácilmente abrieron la tapa. Debajo se encontraron muchos perfumes, y entre los perfumes se encontraron dos cofres de plata en los que se encontraban las santas reliquias.

Entonces la princesa regresó dando gracias a Dios por haberla considerado digna de tan gran manifestación y por lograr el descubrimiento de las santas reliquias. Después de esto, honró a los mártires con el ataúd más precioso; y al concluir una fiesta pública que se celebró con el honor apropiado y con una procesión acompañada de salmos, y en la que yo estaba presente, se colocaron las reliquias junto al divino Tirso. Y otros que estuvieron presentes también pueden dar testimonio de que estas cosas se hicieron de la manera descrita, ya que casi todas aún sobreviven. Y el hecho ocurrió mucho más tarde, cuando Proclo gobernó la iglesia de Constantinopla.

Sozomen, Historia Eclesiástica, Libro IX, Cap. 2
 
 
 
 
 
 
 



 
 
 
Hechos fascinantes detrás de los cuarenta mártires de Sebaste
 
Por Dan Graves, www.christianity.com

Fue uno de los episodios más extraños de toda la historia militar y cristiana: un ejército que mataba a sus mejores soldados. La época: 320 d.C. El lugar: Sebaste, en la actual Turquía. El tema: ¿Obedecerían los soldados cristianos y se inclinarían ante los dioses paganos?

¿Cuántos aceptaron sacrificarse? Una legión constaba de 3.000 a 6.000 infantes más caballería. Aparentemente, al menos 2960 hombres de la legión de Sebaste se sacrificaron por orden de Licinio. ¡Apenas el 1% se opuso a su demanda!

La famosa Legión del Trueno. La legión estacionada en Sebaste puede haber sido la famosa Legión del Trueno. Se remonta a César Augusto y tomó su nombre de un emblema relámpago en sus escudos. La Legión del Trueno está relacionada con otro evento histórico inusual. Durante el reinado de Marco Aurelio, quedó atrapado en un valle seco y solo se salvó de morir de sed gracias a una furiosa tormenta que proporcionó agua potable y provocó el pánico entre los soldados enemigos. Los escritores cristianos hablaron de la tormenta como un milagro en respuesta a las peticiones de un grupo de soldados cristianos que oraban. Los autores paganos lo atribuyeron a la hechicería o a las oraciones de Marco Aurelio.

¿Por qué una legión de tropas en Sebaste? Licinio tuvo que defenderse de bárbaros y persas. Sebaste (ahora Sivas, Turquía) era un lugar lógico para estacionar una fuerza considerable para enfrentar los desafíos del norte y el este.

Guarda los restos. Los cuerpos de los Cuarenta fueron quemados y sus cenizas arrojadas a un río. La corriente depositó fragmentos de hueso en un recodo del arroyo. Los cristianos los recolectaron y preservaron como restos honrados para ser guardados entre las iglesias locales.

Sebaste (actual Sivas, Turquía) estaba en Armenia. Era un lugar estratégico para estacionar tropas para hacer frente a las amenazas del norte y el este.

Efraín el sirio, un testigo creíble de la historia

¿Demasiado increíble para ser verdad? ¿Realmente se supone que debemos creer que cuarenta hombres en la flor de la vida se desnudaron voluntariamente para morir congelados? ¿Es esto solo una leyenda?

En realidad, la historia es tan sólida como la historia antigua. Hay al menos tres fuentes para ello. Los hombres fueron martirizados en 320. Gregorio de Nyssa (c.335-396) cuenta que él era todavía un niño cuando se estableció una fiesta en su memoria y se les dedicaron iglesias. Escribió dos sermones sobre ellos y declaró su intención de enterrar a sus padres junto a los restos de algunos de los valientes soldados.

Cuando el hermano de Gregorio, Basilio el Grande, obispo de Cesarea (c. 330-379), predicó un sermón el día de la fiesta de los Cuarenta Mártires, aún quedaban hombres y mujeres vivos que recordaban a los valientes. El sermón de Basil, por cierto, es el registro escrito más antiguo que tenemos de su muerte helada, y fue predicado en una iglesia que lleva el nombre de los Cuarenta Mártires.

Otra persona que más tarde escribió sobre los mártires estaba vivo cuando era un niño de catorce años cuando pasaron la noche en el hielo. Efraín el sirio (c. 306-373) se convirtió en un destacado erudito cristiano y escritor de himnos. Pasó gran parte de su vida en Edesa, a unas doscientas millas al sur de Sevaste. Entre sus muchos poemas se encontraba un elogio de The Forty.


Ese día sopló el viento del norte

"Hacía mucho frío el día. Seguramente no tengo que informarles sobre el frío ya que el clima de hoy les da una idea clara al respecto. El frío incluso penetra en las paredes.... sus milagros cuando el viento del norte soplaba con tanta vehemencia". - 1er Sermón de Gregorio de Nyssa sobre los Cuarenta Mártires


¿Licinio mató por despecho?

Se afirma comúnmente y de manera inexacta que Constantino hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio Romano cuando se convirtió en emperador. No tan. Fue Teodosio I más de medio siglo después con su edicto de 380. De hecho, Constantino llegó al poder con un co-emperador, Licinio.

En 313, Licinio necesitaba la ayuda de Constantino y llegó a un acuerdo con él. Para sellar el trato, Constantino casó a su hermana con Licinio. Los dos generales emitieron el edicto de Milán, otorgando tolerancia religiosa al imperio. Licinio incluso luchó bajo una bandera cristiana.

Entonces, ¿qué cambió? ¿Por qué Licinio se volvió contra los cristianos en el año 320? Ambos querían lo mismo: control único sobre el imperio. Perseguir a los cristianos era una forma de que Licinio mostrara cuánto odiaba a Constantino, cuyo favor a la fe cristiana era bien conocido.


¿Cristianos fuera de lugar?

¿Qué hacían los cristianos en el ejército? Los primeros escritores cristianos nos dicen que los cristianos creían que pelear y matar estaba mal. ¿Será que Los Cuarenta eran reclutas? ¿O los cristianos habían decidido que estaba bien luchar siempre que lo hicieran bajo una bandera cristiana? Quizás los hombres se convirtieron a Cristo después de enrolarse en las fuerzas armadas.
 
 





 
 
 
 
 
Tríptico de los Cuarenta Mártires de Sebaste y Santos Guerreros de Marfil

Museo Estatal del Hermitage, San Petersburgo, Rusia
siglos X-XI
Marfil
18,5 × 24,2 cm (desplegado)


La placa central del tríptico representa a cuarenta mártires en el lago Sebaste. Arriba está Cristo en un halo, sostenido por ángeles, tres a cada lado. Una inscripción en griego está en el fondo: "οἵ ἅγιοι τεσαράϰοντα", [i áyii tesarákonda], los cuarenta santos. 
 
 
 
 
 
 
Tríptico plegado
 
 
 
 
 
 
En las solapas laterales, los guerreros santos son altos, en parejas en dos filas en cada uno: en la parte superior izquierda, George y Theodore the Tiro, abajo, Demetrios y Mercurios; arriba a la derecha - Eustathios y Eustratios, abajo - Theodore Stratilates y Prokopios. Cerca de cada uno está su nombre. En los escudos de Demetrios y Procopios y la vaina de la espada de Theodore Stratilates imitación de inscripciones árabes. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La montura plateada y el colorido (estrellas doradas sobre fondo azul) son posteriores. En el reverso de las solapas laterales hay grabada una cruz de cuatro puntas con rosetones en las crucetas y en los extremos. Según algunos estudiosos, el tríptico fue realizado en el siglo XIV. 
 
 
 


San Jorge y San Teodoro de Tiro

 
 
 
 
Sin embargo, la naturaleza del contorno de las inscripciones árabes no permite fecharlas después del siglo XI.

Recibido en 1928 de la colección de P.P. Shuvalov.
Estado de conservación: Grieta en el ala derecha en la parte inferior. Las espadas de Demetrio y Teodoro Stratilates están rotas. 
 
 
 
 

San Mercurio





Por qué la fecha de la fiesta de los cuarenta mártires de Sebaste necesita un cambio

Por John Sanidopoulos

El 9 de marzo de cada año, desde el siglo IV, la Iglesia celebra sin interrupción los Santos Cuarenta Mártires de Sebaste. Esta fecha se estableció tan pronto después de su martirio, que probablemente fue el día real en que tuvo lugar su martirio. Finalmente, cuando se estableció el ayuno de cuarenta días en la Iglesia para la Gran Cuaresma, el 9 de marzo siempre caía dentro del período de la Gran Cuaresma, debido al ajuste de cuentas de Paschalion bajo el Calendario Juliano. Sin embargo, cuando muchas iglesias actualizaban su calendario al Nuevo Calendario Juliano, el 9 de marzo a veces caía durante la Gran Cuaresma, pero otras veces no.

La mayoría no vería este cambio bajo el Nuevo Calendario Juliano como un gran problema, ya que cuando los Cuarenta Mártires fueron martirizados, de todos modos no teníamos el período de cuarenta días de la Gran Cuaresma. Esto es cierto. Sin embargo, con el tiempo, la conmemoración de los Cuarenta Mártires durante la Gran Cuaresma se convirtió en un elemento básico en la vida de la Iglesia durante muchos siglos, y debido a esto, el número de mártires se asoció con el número de días de la Gran Cuaresma. Su fiesta, desde que cayó durante la Gran Cuaresma, sirvió de ejemplo a los fieles para perseverar hasta el final del ayuno para alcanzar la recompensa celestial (participación en la Pascua, la Resurrección de Jesús), como lo hicieron los Cuarenta Mártires en el río helado y fueron coronados por Cristo.
 
 
 
 







Incluso en los himnos de la fiesta se establece un paralelo obvio entre los cuarenta mártires y los cuarenta días de ayuno. Esto se puede ver más notablemente en el Doxastikon de  Matines para las Súplicas:

"Oh mártires victoriosos de Cristo, habéis alegrado aún más el santo ayuno con el recuerdo de vuestra gloriosa contienda. Siendo cuarenta, santificáis el ayuno de cuarenta días de Cuaresma, porque imitasteis la Pasión salvadora de Cristo disputando por Él. Por lo tanto, ya que tenéis confianza ante Él, interceded por nosotros para que podamos alcanzar en paz la Resurrección de nuestro Dios y Salvador de nuestras almas en tres días ".

Cuando este himno se canta fuera del ayuno de cuarenta días de la Gran Cuaresma, pierde gran parte de su significado. Por eso propongo que se modifique el cómputo de la fiesta de los Cuarenta Mártires. No estoy diciendo que no deban conmemorarse el 9 de marzo, pero su fiesta principal debería cambiar a una fiesta móvil dentro del calendario de la Gran Cuaresma. Esto haría que la fiesta de los Cuarenta Mártires sea similar a la de San Juan Clímaco y a la de Santa María de Egipto. San Juan Clímaco se celebra en el calendario el 30 de marzo y Santa María de Egipto se celebra el 1 de abril, pero debido a que estos días a menudo caen entre semana en la Gran Cuaresma o Semana Santa y no se pueden conmemorar adecuadamente, se designa un día especial para sus celebraciones, de modo que también caen en domingo de la Gran Cuaresma (el cuarto y el quinto, respectivamente). 
 
 










Algo similar se hace con muchos otros santos que se conmemoran durante la Gran Cuaresma, donde su fiesta se traslada a la semana de Pascua (Semana Brillante) o en alguna otra época del año. ¿Por qué no designar también un día especial en la Gran Cuaresma para los Cuarenta Mártires, si el 9 de marzo no cae dentro del período de la Gran Cuaresma? ¿Quizás también se puedan conmemorar el segundo sábado de la Gran Cuaresma, por ejemplo?
Hay una precedencia para hacer lo que propongo. San Jorge el Portador del Trofeo se celebra el 23 de abril, y en el cómputo del Calendario Juliano, esto siempre cae durante el período de Pentecostarion después de Pascua, y los himnos designados para la fiesta llevan esta marca pascual. Cuando se estableció el Nuevo Calendario Juliano en la década de 1920 para muchas iglesias, y se observó que el 23 de abril a veces caía dentro de la Gran Cuaresma o Semana Santa bajo este nuevo calendario, entonces el día 23 de abril se mantuvo como la fiesta de San Jorge, pero no se celebró hasta el lunes de la Semana Brillante, el día después de Pascua. Sin embargo, si el 23 de abril cae después de Pascua, entonces se celebra normalmente el 23 de abril. Mi propuesta para la fiesta de los Cuarenta Mártires es muy similar a este ejemplo de la fiesta de San Jorge.
Aunque personalmente no puedo hacer nada para cambiar el calendario, espero que mi propuesta llegue a la atención de un Obispo que pueda recomendar este cambio al Patriarcado Ecuménico. Muchos Viejos Calendaristas consideran que la forma en que tenemos las cosas ahora es un dilema y un impedimento para que abrazen el Nuevo Calendario Juliano, pero un cambio menor como este por parte de aquellos que tienen la autoridad para hacerlo puede cambiar esta mentalidad y abrir la puerta a mayor unidad entre los cristianos ortodoxos y confianza en el Calendario de la Iglesia. También aseguraría que los Santos Cuarenta Mártires de Sebaste siempre sirvan como nuestro ejemplo en paralelo al ayuno de cuarenta días de la Gran Cuaresma.
 
 
 
 
 
 
MURAMOS PARA QUE PODAMOS VIVIR. Homilías griegas sobre mártires cristianos de Asia Menor, Palestina y Siria (c. 350 d. C. - 450 d. C.) por Johan Leemans, Pauline Allen, Boudewijn Dehandschutter, Wendy Mayer.

 
 
 
 
 
Homilía sobre los Cuarenta Mártires de Sebaste 
 
Sobre las Intercesiones de los Cuarenta Mártires de Sebaste. Por San Basilio el Grande

 
Generosa benevolencia, gracia no derrochada, pronta ayuda para los cristianos, una iglesia de mártires, un ejército de portadores de trofeos, un coro de alabanzas. ¿Cuánto esfuerzo desplegarías para encontrar a alguien que importunara al Señor en tu nombre? Eran cuarenta, elevando una oración unánime. Donde hay dos o tres reunidos en el nombre del Señor, allí está Él en medio de ellos (cf. Mt 18,20). Pero donde hay cuarenta, ¿quién duda de la presencia de Dios? El que está en problemas se refugia en los cuarenta, el que se regocija se apresura a ellos, el primero para encontrar la liberación de las dificultades, el segundo para proteger su prosperidad. Aquí se encuentra a una mujer piadosa orando por sus hijos, rogando por el regreso de su esposo que está lejos, por su seguridad porque está enfermo. Que vuestras peticiones estén con los mártires. Que los muchachos imiten a los de su misma edad; oren los padres para ser padres de tales hijos; que las madres aprendan la historia de una buena madre....
 
 
 
 
 
 



 
 
 
¡Oh santo coro! ¡Oh sagrado batallón, oh orden de lucha inquebrantable! ¡Oh guardias comunes de la raza humana! Buenos compañeros en tiempo de angustia, ayudantes en la oración, poderosos embajadores, estrellas del mundo, flores de las iglesias. La tierra no os esconde; en cambio, el cielo te acepta. Las puertas del paraíso se han abierto para ti. La vista es digna del ejército de los ángeles, digna de los patriarcas, de los profetas, de los justos. Hombres en la flor misma de la juventud, despreciando la vida, amando al Señor más que a los padres, que a los hijos. Teniendo la vitalidad de su edad, menospreciaron la vida temporal para glorificar a Dios con sus miembros. Convirtiéndose en "espectáculo para el mundo y para los ángeles y para los hombres" (1 Co 4, 9), resucitaron a los caídos, fortalecieron a los ambivalentes, duplicaron el deseo de los piadosos. Todos ellos levantaron el único trofeo en nombre de la piedad y fueron coronados también con la única corona de la justicia, en Cristo Jesús nuestro Señor, a quien sea el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
La homilía de San Basilio sobre los Cuarenta Mártires de Sebaste fue emitida en el año 373, muy probablemente el 9 de marzo, su fiesta anual. Fue predicado en el Martirio de los Cuarenta en Cesarea.

La siguiente traducción del texto es de "Muramos para que podamos vivir".
Homilías griegas sobre mártires cristianos de Asia Menor, Palestina y Siria (c.350 d. C.- 450 d. C.) por Johan Leemans, Pauline Allen, Boudewijn Dehandschutter, Wendy Mayer. Se puede leer      aquí, y completa     aquí  (ambas en inglés).
 
 
NOTA: 
 
En este año (2024), la Fiesta de "Los Cuarenta Mártires de Sebaste" se pasa del día 8, mientras que lo relativo a la fiesta del día 8 (San Teofilacto Obispo de Nicomedia, será leído en las Pequeñas Complaetas o Apódipno. Esto es debido a que el día 9 es el Sábado dedicado a la conmemoración de los difuntos. Ver typikon.
   
 
 
 
 
 



 

Ἀπολυτίκιο. Ἦχος γ’. θείας πίστεως.

 
Θείῳ Πνεύματι, συγκροτηθέντες, δῆμος ὤφθητε, τροπαιοφόρος, Ἀθλοφόροι Χριστοῦ Τεσσαράκοντα· διὰ πυρὸς γὰρ καὶ ὕδατος ἔνδοξοι, δοκιμασθέντες λαμπρῶς ἐδοξάσθητε. Ἀλλ' αἰτήσασθε, Τριάδα τὴν Ὑπερούσιον, δωρήσασθαι ἡμῖν τὸ μέγα ἔλεος.




Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος α’.
 
Τάς ἀλγηδόνας τῶν Ἁγίων, ἃς ὑπέρ σοῦ ἔπαθον, δυσωπήθητι, Κύριε· καί πάσας ἡμῶν τάς ὀδύνας ἴασαι, φιλάνθρωπε δεόμεθα.
 
Otro apolitiquio tono 1º

Por las oraciones de Tus Santos que han sufrido por Tu causa, Oh Señor, sana nuestros dolores. Te rogamos, Oh Amigo del hombre.
 
 
 
Otro apolitiquio tono 1º. Ciudadano del desierto. 
 
Honremos a esos nobles soldados del Maestro de todos, / porque fueron unidos por su fe al pasar por el fuego y el agua; / y alistados por Cristo, entraron en el refrigerio divino. / Ahora esos guerreros piadosos se ponen de pie e interceden ante Cristo Dios por aquellos que claman: / “Gloria a Aquel que os fortaleció. / Gloria a Aquel que os coronó. / Gloria a Aquel que os hizo maravillosos, oh Cuarenta Mártires”.



 

Κοντάκιον. Ἦχος πλ. β’. Τὴν ὑπὲρ ἡμῶν.

 

Πᾶσαν στρατιὰν, τοῦ κόσμου καταλιπόντες, τῷ ἐν οὐρανοῖς Δεσπότῃ προσεκολλήθητε, Ἀθλοφόροι Κυρίου Τεσσαράκοντα· διὰ πυρὸς γὰρ καὶ ὕδατος, διελθόντες μακάριοι, ἐπαξίως ἐκομίσασθε, δόξαν ἐκ τῶν οὐρανῶν, καὶ στεφάνων πληθύν.

Condaquio tono plagal del 2º


Habiendo dejado cada cuartel militar del mundo, se aferraron al Maestro Quien está en los Cielos, Oh Cuarenta  ganadores del Premio del Señor; habiendo pasado a través del fuego y del agua, Oh bienaventurados, han recibido justamente la gloria del Cielo y una multitud de coronas.
 
 
Stichera Idiomela de los cuarenta mártires en tono 2 por Juan el monje  
 
Los santos mártires arrojaron sus ropas a un lado; entraron sin miedo al lago y se animaron unos a otros: “¡Recordad que nuestra naturaleza caída ha sido privada del Paraíso! ¡No nos importe nada nuestra carne corruptible hoy! La serpiente una vez nos engañó, entregando nuestros cuerpos a la muerte; ¡Ahora ganemos la Resurrección para todos! Despreciemos el hielo y el frío; ¡Odiemos nuestra carne, y Cristo nos coronará con el laurel de la victoria! Él es nuestro Dios y el Salvador de nuestras almas. Los santos mártires aceptaron con alegría sus tormentos. Se apresuraron hacia el lago helado como para un reconfortante baño. Dijeron: “No temeremos al frío intenso. ¡Solo escapemos de las llamas de la Gehena! ¡Queme un pie, para que se regocije eternamente! ¡Que se pierda una mano ofrecida al Señor en sacrificio! ¡No rechacemos la muerte en la carne! ¡Abraza la muerte y Cristo nos coronará con el laurel de la victoria! Él es nuestro Dios y el Salvador de nuestras almas. 
 
 
Gloria…, la composición de Juan el Monje, en el mismo tono 
 
Oh atletas de Cristo, habéis hecho que el ayuno más honorable sea más radiante con la conmemoración de vuestro glorioso sufrimiento; porque, siendo cuarenta, santificáis los cuarenta días de la Cuaresma, emulando el sufrimiento del Salvador en vuestro propio sufrimiento por Cristo. Por tanto, como poseéis valentía, orad para que nosotros en el mundo podamos alcanzar la Resurrección al tercer día de Dios, el Salvador de nuestras almas.
 
 
Ὁ Οἶκος
 
Τῷ ἐν θρόνῳ ἀστέκτῳ ἐποχουμένῳ, τῷ ἐκτείναντι τὸν οὐρανὸν καθάπερ δέρριν, τῷ τὴν γῆν ἑδράσαντι, καὶ συνάξαντι τὰ ὕδατα εἰς τὰς συναγωγὰς αὐτῶν, τῷ τὰ πάντα ἐκ μὴ ὄντων ποιήσαντι ὑπάρχειν, καὶ πᾶσι χορηγοῦντι πνοὴν καὶ ζωήν, τῷ προσδεχομένῳ τῶν Ἀρχαγγέλων τὸν ὕμνον, καὶ ὑπ' ἀγγέλων δοξαζομένῳ, καὶ ὑπὸ πάντων προσκυνουμένῳ, Χριστῷ τῷ παντοκράτορι, τῷ Πλάστῃ καὶ Θεῷ ἡμῶν, προσπίπτω ὁ ἀνάξιος προσάγων μου τὴν δέησιν, λόγου χάριν αἰτῶν, ἵνα ἰσχύσω εὐσεβῶς ὑμνῆσαι κἀγὼ τοὺς Ἁγίους, οὓς αὐτὸς ἔδειξας νικητάς, δωρησάμενος αὐτοῖς δόξαν ἐκ τῶν οὐρανῶν, καὶ στεφάνων πληθύν. 


Oikos

Oh Cristo, Gobernador de todo, nuestro Creador y Dios, Aquel que es llevado en un trono insufrible, que extendió los cielos como una cortina, estableció la tierra y recogió el agua en sus lugares, que trajo todas las cosas de la nada a ser, y que da aliento y vida a todos, que recibe alabanza de los arcángeles, y es glorificado por los ángeles y adorado por todos: yo, el indigno, vengo ante ti y traigo mi oración, pidiendo la gracia del habla, para que pueda ensalzar piadosamente a los santos mártires, a quienes has mostrado victoriosos, y a quienes has dado gloria celestial desde lo alto y múltiples coronas.
 
 
 





Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr *doxologia.ro *alamy.es *johnsanidopoulos.com *christianity.com

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