miércoles, 14 de febrero de 2024

Venerable Maron de Ciro (+423)

San Maron vivió antes del s.V y eligió una morada solitaria no lejos de la ciudad de Cirrus en Siria. Allí, por espíritu de mortificación, vivía casi siempre a la intemperie.


Cierto es que tenía una pequeña cabaña cubierta con pieles de cabra para guarecerse en caso de necesidad, pero rara vez la utilizaba.
Encontró las ruinas de un templo pagano, lo dedicó al verdadero Dios, y lo convirtió en casa de oración.
Sin embargo su gran amor por el Dios y por el prójimo le hizo bajar de su lugar de ascesis y transitar por pueblos y ciudades, predicando el logos divino. También dio consuelo y consejo, se reconcilió y se comprometió, agarrando muchas de las trampas de la avaricia, del horno de la ira y de la suciedad del vicio. Y cuando se iba de las ciudades, las ciudades iban a él. Y en tonces a su ermita del desierto venían ininterrumpidamente densos grupos de personas, pidiendo curación para sus distintas enfermedades morales y espirituales.
No mostró menor interés por los monjes el Santo. Les rogaba y les suplicaba mantenerse fieles en sus obligaciones, ser ejemplos de fe, hombres deseosos de la "engratia" (contención, autodominio y abstinencia), guardianes del Evangelio y espejo divino de buen comportamiento.  
San Juan Crisóstomo, que lo estimaba mucho, le escribía desde Cucusus, donde estaba desterrado, y se encomendaba a sus oraciones, rogándole le diera noticias suyas con la mayor frecuencia posible. 
 





Icono Ortodoxo Ruso de San Maron 



 
 
 San Maron había tenido por maestro a San Zebino, cuya asiduidad en la oración era tal, que se dice que pasaba días y noches enteras orando, sin experimentar cansancio. 
Generalmente rezaba de pie, aunque cuando ya era muy anciano, tenía que sostenerse con un bastón. A los que iban a consultarle, respondía con la mayor brevedad posible; tan deseoso estaba de pasar todo su tiempo en conversación con Dios.
En medio de tales ocupaciones, vino a visitarle la enfermedad, la cual le transportó de este mundo al otro, con una conciencia tranquila por haber vivido para el Dios y para los demás.


Historia de los monjes de Siria, por el Obispo Teodoreto de Ciro

Ahora recordaré a Maron, * porque él también adornó el coro de los santos. Abrazando la vida al aire libre, reparó en la cima de una colina antes honrada por los impíos. Consagrando a Dios el recinto de demonios sobre ella, vivió allí, levantando una pequeña tienda de campaña que rara vez usaba. Practicó no solo los trabajos habituales, sino que también ideó otros, acumulando la riqueza del ascetismo
 
 
 






 
 
El Árbitro midió la gracia de acuerdo con sus labores: por lo que el Generoso dio en abundancia el don de la curación, con el resultado de que su fama circuló por todas partes, atrajo a todos de todos lados y enseñó por experiencia la verdad de la fama. Uno podía ver fiebres apagadas por el rocío de su bendición, temblores callados, demonios puestos en fuga y enfermedades variadas de todo tipo curadas con un solo remedio. 
La progenie de los médicos aplica a cada enfermedad el remedio apropiado, pero la oración del santo es un antídoto común para cada angustia. Él curó no solo las enfermedades del cuerpo, sino que también aplicó un tratamiento adecuado a las almas, sanando la codicia y la ira de los hombres, impartiendo enseñanza en el autocontrol y proporcionando lecciones de justicia, corrigiendo la intemperancia, la pereza y el temor de los hombres.
Aplicando este modo de cultivo, produjo muchas plantas de virtud,  y fue él quien plantó para Dios el jardín que ahora florece en la región de Ciro. 
Un producto de su siembra fue el gran James, a quien se podía aplicar razonablemente el enunciado profético, "el hombre justo florecerá como la palmera y se multiplicará como el cedro del Líbano", y también todos los demás que, con la ayuda de Dios, recordaré individualmente.
 
 
 







Asistiendo de esta manera al cultivo divino y tratando a las almas y los cuerpos por igual, él mismo sufrió una breve enfermedad, para que pudiéramos aprender la debilidad de la naturaleza y la virilidad de la resolución, y apartarse de la vida. Una guerra amarga sobre su cuerpo surgió entre sus vecinos. Una de las aldeas adyacentes que estaba bien poblada salió en masa, expulsó a los demás y se apoderó de este tesoro tres veces deseado; construyendo un gran santuario, cosechan beneficios incluso desde este día, honrando a este vencedor con un festival público. Nosotros mismos cosechamos su bendición incluso a distancia. Lo suficiente para nosotros en lugar de su tumba es su memoria. 


NOTAS:

* Maron, mientras se profesa discípulo de Zebinas, emerge de la Historia Rel. como el primer ermitaño influyente de la región de Cyrus (Ciro). Su patrón de vida al aire libre, expuesto a los extremos del clima, fue imitado por muchos: James, Limnaeus, Thalassios, y otros, y le dio al ascetismo de Cyrrhestica (Cirrestica) un carácter distintivo, ya que en otros lugares los ermitaños vivían normalmente en celdas o cuevas. Desde que su discípulo James entró en sus labores en 402, Maron todavía debía estar vivo; pero debía haber muerto antes de que Teodoreto llegara a Ciro en 423, ya que parece que nunca se conocieron. Es sorprendente, en vista de la importancia de Maron, que este capítulo sea tan breve e incompleto. Se proporciona una explicación parcial por el hecho de que la fama de Maron fue eclipsada por la de su discípulo James. Puede ser el 'sacerdote y monje Maron' que recibió una carta de Juan Crisóstomo (ep. 36) entre 404 y 407, pero no debe identificarse con Maron de Apamea. De la historia de los monjes de Siria.

La Iglesia católica maronita actual forma parte del grupo sirio-occidental, y por desgracia se ha desviado de la verdad, pues está en plena comunión con el papa y la Santa Sede.
 




Fuente: saint.gr, ortodoxia.com, es.wikipedia.org, paginasarabes.com, byzmusic.com.

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