Ennatha la Virgen-Mártir (del gr. "Παρθενομάρτιρ", [parzenomártir]), cuando llegó el edicto desde las más altas instancias: "Se requiere que todos adoren a los ídolos bajo pena de muerte", ella informó discretamente a las autoridades Romanas que no lo cumpliría.
Por decir lo mínimo, las autoridades no se mostraron contentas. En pocas horas, los soldados que actuaban en representación del Emperador Romano Maximian II Galerius, (305-311) le informaron a la joven virgen Ennatha que si no repudiaba inmediatamente a Cristo y realizaba el culto requerido a los ídolos sería quemada viva en una estaca.
Pero la fe de esta joven mujer y Santa Mártir era tan grande que ni siquiera
se sintió tentada a retractarse. La ejecución brutal de la valiente Ennatha (también conocida como Constancia) sucedió en Cesaréa, una ciudad costera densamente
poblada en Palestina durante el año 308
de Nuestro Señor. Fue allí donde la
joven virgen fue llevada ante el Gobernador Provincial Firmilian e interrogada implacablemente con la finalidad de quebrar su voluntad para
forzarla a abrazar la adoración
idolátrica que su alma consideraba anatema. Por decir lo mínimo, las autoridades no se mostraron contentas. En pocas horas, los soldados que actuaban en representación del Emperador Romano Maximian II Galerius, (305-311) le informaron a la joven virgen Ennatha que si no repudiaba inmediatamente a Cristo y realizaba el culto requerido a los ídolos sería quemada viva en una estaca.
Los procedimientos fueron extremadamente dolorosos. Cada vez que la joven mujer de Bethshan era presionada para someterse a la orden del Emperador –Se ordena que todos ofrezcan adoración a los ídolos– ella cerraba sus ojos por un instante y negaba con su cabeza.
Entonces le dijo al Gobernador que no se comprometería con ese tipo de prácticas por
una razón muy importante: “Yo soy
Cristiana.” Su castigo fue terrible y
violento. En primer lugar los soldados
Romanos desnudaron a la joven de la cintura
hacia arriba. Luego la azotaron sin misericordia con látigos hechos de cuero de vaca, cuyas terminaciones eran de cobre. La hicieron
caminar semidesnuda alrededor del
mercado de Cesaréa mientras la multitud
de mirones se burlaban de su desnudez al
tiempo que solicitaban su ejecución. Y cuando
ella continuaba susurrando, con sus labios
ensangrentados, que era una sierva del Señor Jesucristo asía como una virgen que había realizado un
voto de celibato por el resto de su
vida, la colgaron de la columna más
cercana para azotarla nuevamente. La patearon
y abofetearon durante horas al tiempo que la
escupían, desdeñosamente, en su rostro distorsionado por el dolor.
Pero nada de ello funcionó. Cuanto más
torturaban a esta doncella de voluntad de acero del Valle de Jezreel, más se aferraba a su
invencible fe en Jesús Cristo. Finalmente,
viendo que mayores castigos serían inútiles,
sus perseguidores la arrastraron a una estaca en la cual la incineraron viva. Ella no protestó
mientras las llamas rodeaban su cuerpo
sangrante... y en cuestión de minutos se
dirigió a recibir su recompensa gloriosa
como mártir para Cristo. Sin
embargo ella no murió sola. Durante la misma
terrible “limpieza” de Cristianos en Palestina en los últimos años del Siglo Cuarto, sus
compañeras Valentina y Paula –ambas
vírgenes y de Cesaréa – fueron
desnudadas, golpeadas y decapitadas por negarse
a negar a su Salvador, el redentor del Mundo.
Como la virtuosa Ennatha, ellas también murieron con
una oración de agradecimiento al Dios
Todopoderoso al tiempo que se rehusaban
a negar al Hijo de Dios que había venido
del Cielo para redimir al mundo de la muerte
y el pecado.
La Vida de Nuestra Santa Madre entre los Santos, Ennatha, la Virgen-Mártir, abre una ventana hacia uno de los más grandes misterios que se pueden encontrar en el Cristianismo –el hecho de que Dios algunas veces permite que quienes les son más fieles y amorosos con El, sean destruidos en sus cuerpos por los enemigos del Todopoderoso para que otros se conviertan a Jesús Cristo a través de su ejemplo. Mientras que los registros de la Santa Iglesia no contienen una contabilidad exacta del número de martirios ocurridos durante los primeros siglos de la Cristiandad, sin embargo no hay duda de que ellos son más de 3.000 -ocurridos entre la muerte de Jesús Cristo y la conversión del Emperador Romano Constantino acaecida el año 313. (Luego de ese trascendental acontecimiento el Emperador proclamó el Edicto de Milán con el cual se dio fin a la persecución oficial de los Cristianos en el Imperio Romano.)
Uno de los más grandes dones mostrados al mundo por los Santos Mártires fue el de la fidelidad. Mostrándonos que es posible soportar sin quejarse las más duras agonías– al tiempo en que confiaban en la protección del Todopoderoso- estos héroes espirituales ofrecieron un gran alabanza a Dios, quien hace posible ese tipo de valentía a través de Su amor eterno.
La Vida de Nuestra Santa Madre entre los Santos, Ennatha, la Virgen-Mártir, abre una ventana hacia uno de los más grandes misterios que se pueden encontrar en el Cristianismo –el hecho de que Dios algunas veces permite que quienes les son más fieles y amorosos con El, sean destruidos en sus cuerpos por los enemigos del Todopoderoso para que otros se conviertan a Jesús Cristo a través de su ejemplo. Mientras que los registros de la Santa Iglesia no contienen una contabilidad exacta del número de martirios ocurridos durante los primeros siglos de la Cristiandad, sin embargo no hay duda de que ellos son más de 3.000 -ocurridos entre la muerte de Jesús Cristo y la conversión del Emperador Romano Constantino acaecida el año 313. (Luego de ese trascendental acontecimiento el Emperador proclamó el Edicto de Milán con el cual se dio fin a la persecución oficial de los Cristianos en el Imperio Romano.)
Uno de los más grandes dones mostrados al mundo por los Santos Mártires fue el de la fidelidad. Mostrándonos que es posible soportar sin quejarse las más duras agonías– al tiempo en que confiaban en la protección del Todopoderoso- estos héroes espirituales ofrecieron un gran alabanza a Dios, quien hace posible ese tipo de valentía a través de Su amor eterno.
Ennatha, la Virgen-Mártir. 10 de Febrero. |
Apolitiquio tono 4º
Oh Señor Jesús Cristo, Tú rebaño proclama en voz
alta: Oh mi Novio yo Te amo y Te busco;
y lucho por Ti, y en mí Bautismo soy
crucificado y enterrado Contigo. Yo sufro
por Tú causa, para que pueda reinar Contigo; Yo muero por Tú causa para poder vivir Contigo: acéptame,
pues lo único que deseo es ser un
sacrificio sin mancha para Ti Señor. Salva
nuestras almas a través de su intercesión ya que Tú eres grande en misericordia.
Condaquio tono 2º
Nosotros, los fieles, sabemos que eres un
templo venerable en cuyo lugar nuestras
almas encuentran consuelo, por ello te
decimos: Oh Virgen Ennatha, ora incesantemente